Estaba muy enferma ese día en que lastimaste mi pequeño corazón, que mantenía algo de inocencia todavía.

Pero llegaste, me viste en el estado en que estaba y nada...
No hiciste nada para ayudarme.

Me dejaste ahí, prácticamente tiritando de frío, de dolor, de pena
Lloré silenciosamente esa noche, tratando de sanarme, no solo mi corazón herido, sino también a mí misma.

Ese día lo tengo grabada en mi memoria, marcada como las primeras heridas dolorosas causadas por ti.

Porque heridas ya tenía, demasiadas para mi corta edad, que aún hoy me tienen marcada y no me sueltan o tal vez, sea yo la que no las suelte.

No lo sé, solo sé que cada tanto lloro por dentro incansablemente sin demostrarlo, poniendo una sonrisa en los labios que no siento.

Atte: La solitaria.