Fueron palabras tan bonitas las que me dijiste aquel día, que pensé que mi corazón saltaría de mi pecho al tuyo, uniéndolos.

Pero las cosas nunca son como uno las espera, porque fuiste como una luz en el camino en el momento que lo necesitaba. Y al mismo tiempo te convertiste, tiempo después, en algo parecido a mi infierno personal al dejarme así; sin motivo, sin razón, sin explicación.

Me cuestiono siempre el porqué de tu actuar, pero no encuentro respuestas a esa simple y llana pregunta.

Porque todo era tan perfecto, todo parecía estar en su punto y lugar correcto. Pero tal vez, solo yo pensaba que era así y eso me impedía ver más allá de lo que realmente era o, quizás solo fue una pantalla para mí y me lo creí sin cuestionarlo, sin prestar la debida atención que requería y allí radica mi error.

Y fue mi culpa, lo sé, pero también el tuyo por hacerme creer lo que no era. Ambos fuimos responsables de lo que sucedió, lo sé, lo tengo muy claro. Pero eso no evita que me duela en lo profundo de mi ser y mis entrañas.

Necesitaba decírtelo, aun cuando nunca leas todo esto, aun cuando nunca sepas lo realmente causaste en mí, pero necesitaba de alguna forma sacar este dolor.

Solo espero que cuando te vuelva a ver, si eso llegara a suceder, pueda verte a los ojos sin sentir nada, poder hacerlo como si solo hubiésemos sido amigos y que solo es un mero reencuentro. Y así al volver a mi casa, solo hacer de cuenta que fue un mero acontecimiento sin importancia.

Atte: La solitaria.