Mateo 10:28(1)

Querido amigo:

Una de las preguntas que oigo más a menudo es acerca de cómo se vive después de la guerra. ¿Cómo se sigue adelante después de mirar a los ojos a la muerde? ¿de haber arrebatado la vida de tantos combatientes, enemigos o no? Después de la guerra, amigo, puedo asegurarte una sola verdad: ya no se vive más.

Allí, en aquel momento y en aquel paraje alejado de la mano de Dios descubrí que mi vida era un infierno. La guerra era un infierno del que solo añoraba salir. Y Ahora, en este momento y bajo la paz que el calor de mi recuperado hogar me proporciona, cuando la guerra ya no me atormenta, yo me pregunto: ¿qué ha sido de mi vida?

No puedo, ni quiero, ocultarte que vivo con miedo desde que la guerra empezó y, mucho después de que todo haya terminado, aún sigo atormentado. Y este miedo duele y me avergüenza(2). Te lo susurro a ti, viejo amigo, porque en ti siempre he confiado.

Recuerdo un fragmento de una de las obras de Nietzsche, no sé bien cuál, pero decía algo así: si luchas con monstruos, vigila no transformarte en otro igual pues, cuando miras al abismo, también éste mira dentro de ti(3). ¡Cuánta verdad hay en estas palabras, amigo! La guerra es el monstruo al que yo me he enfrentado. Al que muchos nos hemos enfrentado.

La he mirado a los ojos, y me he mirado a mí mismo a través de esos mismos ojos. No me gustó lo que vi. Ni me gusta lo que veo. Estoy confuso, amigo. ¿Qué ha sido de mi vida?

Daría cualquier cosa por recuperar la alegría. Ya nada es como era antes. Mi vida no tiene, ni de lejos, el mismo color, la misma intensidad que tenía antes de la guerra. Y después de ella, amigo, ya no se vive más.

Te envidio. No me avergüenza admitir que siento envidia de ti y de todos los que, como tú, no os habéis perdido en la guerra. Porque, para nosotros, supervivientes desgraciados que nunca encontrarán su lugar, nada es como era durante la guerra, durante los tiroteos y las ansias de supervivencia. Ahora todo es a media voz(4).

Y es así, en susurros temerosos, me sigo atormentando noche tras noche con una única pregunta: ¿Qué ha sido de mi vida? 

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(1) Y no temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno.

(2) Alusión a un fragmento de la obra La guerra no tiene rostro de mujer. Svetlana Alexiévich.

(3)La cita exacta es: Quien con monstruos lucha cuide de no convertirse a su vez en monstruo. Cuando miras largo tiempo a un abismo, también éste mira dentro de ti. De la obra: Así habló Zaratustra. Friedrich Nietzsche.

(4) Alusión a un fragmento de Los muchachos de Zinc. Svetlana Alexiévich.