6. La leyenda
Cuando el sol iluminó la habitación, ese es el momento en que SooBin se permitió levantarse de su cama y dirigirse hacía el piso de abajo. No había pegado los ojos después de lo que vió, o lo que creyó ver, porque a esas alturas no puede deducir si a quién vió fue real o solamente su mente estaba jugando con alucinaciones. Una vez llegó al final de las escaleras, miró en dirección de la vieja oficina, sus pies dudaron en dar el primer paso, parecían apoyar ese pensamiento que le decía que era mejor no ir ahí, pero al final la curiosidad siempre termina sacando cosas de la vida y con pasos lentos llegó hasta la puerta.
Tomó la vieja manilla y produciendo un sonido chirriante se abrió. La puerta no ayudó a calmar sus nervios pues está también provocó un sonido tipico de las películas de terror, dónde ahora los espectadores estarían diciéndole a SooBin que no entre.
Todo estaba igual, inclusive la poca calma que apareció ayer seguía ahí, pero aún no levantaba su cabeza para ver el cuadro, prefería ver las viejas cartas sobre el escritorio— Están movidas. —notó. A ese punto veía innecesario ver el cuadro, parecía que lo de anoche se había confirmado con solo ese detalle.
Aún así, apretó los puños y levantó su rostro para encarar al viejo retrato, esa cara era la misma que vió en su ventana, la misma que parecía haberle susurrado cosas y que desapareció sin dejar una pizca de su presencia, excepto por las cartas de abajo.
Pero que significaba esto, alguien muerto se presentó ante él y no parecía tan contento con su presencia, aunque no esta seguro de ello, pero no veía otra razón para que se presentara así frente a él. SooBin no entendía nada, todo esto parecía una completá locura, tenía más sentido el que esté perdiendo la razón a todo lo demás.
Sintiéndose muy confundido y lleno de una adrenalina que no sabe de dónde vino, tomó la caja con las cartas y a pasos largos, casi corriendo, llegó hasta la puerta dónde tomó sus cosas: billetera, llaves y abrigo, salió de la casa y se permitió respirar con tranquilidad hasta estar a una distancia razonable de la casa.
Cuando pensó con la mente más fría, se dió cuenta que no hay lugar cerca al dónde ir a refugiarse, así que como si algún disparo saldría de la casa, logró ingresar en su auto para dirigirse al pueblo, ahí estaba en ese momento, sin saber muy bien que hacer. Pronto su estómago rugió, por lo que decidió ir a la cafetería local, lo que pidió fue simple y solo para salir del apuro, pero al que no evitó notar es que las personas, especialmente mayores, lo quedaban viendo como si tuviera tres cabezas— ¿Tengo algo en el rostro? —se preguntó, llevando su mano hasta la mejilla.
Una mesera que estaba cerca lo escuchó— Disculpe ¿Se le ofrecía algo?
SooBin negó— No, solo hablaba conmigo mismo, disculpe.
Ella sonrió y asintió, se iba a ir de la mesa, pero logró ver las vistas casi nada discretas de algunos mayores que salían del lugar; dedujo que eso era a lo que se refería el cliente— No les preste atención, solo son un poco incrédulos a su llegada.
—¿Incrédulos?
La joven se vió en un pequeño debate si seguir explicando o no, además que debía seguir con su trabajo, tuvo que ser la segunda opción ya que una mesa se llenó— Disculpe un momento.
Apenas pudo asentir cuando la joven ya se retiraba, claramente entendió que la situación no era la más cómoda para ponerse a hablar, podria afectarle y también a su propio apetito. Continúo masticando su pan y tomando el amargo café, necesitaba algo bien cargado para tener energía de toda la situación— Debe ser porque me mude a una casa aparentemente embrujada —susurró para sí. Otras miradas llegaron a su dirección antes de que la joven volviera a acercarse.
—Disculpe la espera, como le decía, todos en el pueblo saben que usted se mudó a la vieja casa y pues es un suceso grande, más para los mayores.
—¿Es porque ha estado vacía mucho tiempo?
Dudó, por lo que hizo un intento de asentir— Algo así, cada pueblo tiene su leyenda, esa casa es vieja y abandonada por lo que sabrá que esa se volvió la leyenda de aquí.
—¿Solo por vieja y abandonada?¿por nada más?
La duda en la joven volvió, los segundos que se tardaba en responder SooBin pudo notar como el lugar se quedaba más vacío, la hora pico ya había pasado, y también pudo ver que el nombre de la chica era Sakura por su gafete, posiblemente japonesa o descendiente— Bueno, hay algo más, pero es una leyenda que mayormente creen los mayores.
La curiosidad de SooBin se disparó al igual que su miedo, este tipo de cosas siempre le habían llamado la atención, escuchar leyendas o historias de terror, pero en esta ocasión era muy diferente puesto que se trataba del lugar dónde él vivía, él más que nadie sabe que lo que escuche puede arruinar aún más su calma en su hogar— ¿Podrías decirme que es?
Sakura se fijó en la hora— En cinco minutos empieza mi almuerzo, iré por este y vuelvo ¿Sí?
Sintiendo como si se condenara a algo, asintió y los minutos en los que la chica tardó en volver parecieron eternos, incluso pudo sentir como un peso se asentaba en sus hombros cuando esta tomó asiento mientras se preparaba para comer— Provecho —fue lo único que pudo decirle.
—Gracias —dió un bocado y pareció lista para hablar—. Cabe aclarar que la verdad de la leyenda no se sabe con certeza, es algo que pasó de generaciones, creo que por eso es más sensible para los abuelos del área.
—Me ven como si vieran a alguien revivido.
—Podría decirse, pero en su lugar es la casa la que revivió. Entre los niños hay una leyenda diferente a la de los adultos, ellos curioseaban al rededor de esta, nunca nadie más que los de la municipalidad han entrado desde su abandono, los niños dicen que han visto a un joven ahí, rubio y se pasea viendo alrededor de la casa, la cosa es que ningún adulto "lo ha visto" solo ellos.
Las comillas que incluso marcó con sus dedos le hacían creer que ella no creía mucho en lo que los infantes decían, no la culpaba, él tampoco lo hubiera hecho hace un tiempo— ¿Y la leyenda de los mayores?
—La de ellos es más triste, al parecer sucedió algo con los dueños originales de la casa, se cuenta que un día varías personas que vivían algo cerca en ese tiempo, se despertaron con los lamentos de alguien, un hombre, lamentos de puro dolor que rompían la paz —Soobin recordó las pequeñas señales que habían en el camino a su casa, señales de hogares que ahora han desaparecido casi por completo. Aún así, recordó que estos igual muy cerca no estaban, por lo que esos lamentos debieron ser demasiado fuertes como para ser escuchados desde tan lejos—, pero después estos pararon y no se volvieron a escuchar esa noche, lo que se supo a la mañana siguiente es que había un fallecido en el pueblo, pero no era de esa casa y ni siquiera cerca por lo que no saben que lo causó, días despues alguien de esa casa murió y los dueños no tardaron en irse.
La mente del rubio intentaba procesar lo dicho, no era tan detallado todo, pero se sintió aún más pesado al saberlo como si una desgracia antigua lo acompañe en este monótono presente— ¿Quién fue el que murió primero?
—No lo sé, los nombres fueron ocultados por alguna razón, pero tal parece que esa familia se fué, no los volvieron a ver como a los dueños de su casa.
Todo se volvía más raro y enredado para SooBin, sin dudas habían muchos cabos sueltos en esto. Miró al lado de su asiento a las viejas cartas, algo le dijo que había otra parte de la historia ahí aunque nada aseguraban que los hechos de la leyenda fueran completamente ciertos como los relataban los abuelos del pueblo.
—Deberian creerle más a los niños.
El tenedor detuvo su camino y la joven lo quedó viendo— ¿En-en verdad suceden cosas en la casa? —preguntó incrédula— ¿En serio?
Esta vez SooBin no sabía que responder, si bien todo lo que atribuía a algo raro podría tomarse como paranormal, siente que tal vez sería tomado de manera no tan sería por el resto— Podría decirse, tal vez.
La mesa se quedó en silencio, Sakura procesaba eso y SooBin sentía como sus manos picaban en tomar las cartas para poder leerlas— ¿Ha visto al chico rubio del jardín? Mi sobrino lo miró, pero bueno, tiene cuatro años.
—No, a él no lo he visto.
—¡¿Hay otro?!
—Puede ser que me sugestione —la verdad es que él mismo se negaba a creer todo esto en su totalidad— puede ser que esa persona no estuviera ahí y solo soñé con el hombre del cuadro.
—¿Hay un cuadro?
SooBin suspiró— Hay una oficina, en medio hay un cuadro de un hombre y puedo jurar que lo ví en la madrugada.
—Mierda.
La hora de almuerzo terminó rápido, algo que SooBin agradecía o creía que iba a delirar más con las preguntas de la joven. Cuando salió de la cafetería no se sentía preparado para regresar y lo cierto es que tenía ahora más que preguntar que hacerse.
Volvió la vista hasta la caja en su mano y se preguntó por los remitentes, YeonJun y HueningKai, alguien había muerto en esa casa al parecer y viendo quien era el que vivía ahí, todo indicaba que era YeonJun.
Le tomó poco segundos decidir que hacer, se dirigió a paso acelerado hasta la biblioteca pública, debido a la hora estaba un poco vacía lo cuál le servía en gran medida. Buscó el asiento más apartado que esta tuviera y se sentó, colocando la caja frente a él.
Cerró los ojos resignado y tomó una carta para comenzar a leerla, era respuesta a la anterior, nada interesante o que pudiera darle una pista, eso pasó con la siguiente y la siguiente, cartas entre dos personas que se apreciaban mucho, pero aunque las palabras fueran neutras en algunos sentidos, SooBin lo notó, pudo darse cuenta que el cariño que hubo entre ambos aumentaba con cada carta, la timidez de ambos en responder algunas cosas, era palpable con unas simples palabras, la necesidad de comunicarse constantemente y replantear una y otra vez lo bien que se sentían uno junto al otro lo dejó claro— Se volvieron pareja.
Con esa deducción, SooBin cerró la última carta y la devolvió a su posición. De todo este descubrimiento, lo único que podía llegar a la mente de SooBin era una cosa nada más— ¿Por qué no hay más cartas?
Esa pregunta lo carcomía aún más al recordar la leyenda de la casa, alguien había muerto ahí ¿YeonJun había fallecido? Aunque le gustaría creer que esto solo se trataba de un alma que no podía dejar a su ex amor, lo que sentía y lo que vivió esa mañana no le decía que era el caso, menos lo que, aparentemente, YeonJun le había dicho.
Su mente se perdía con ese pensamiento y, antes de que se diera cuenta, ya era tiempo de volver porque el atardecer ya estaba por llegar y él no quería cruzar ese lugar cuando ya hubiera oscuridad.
Capítulo larguito por la espera UwU
Espero les haya gustado OwO
Nos leemos pronto~
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