24; la mano de un ángel
Aunque en la expresión de su cara quisiera mostrar una pizca de molestia, le era difícil al escuchar la vivaz risa del rubio y su dulce expresión, pues este reía del sonrojo que le provocaba pensar en lo de hace rato. YeonJun fingía molestia, como si esas burlas nada serías en verdad lo fueran, cuando solo le gustaba escuchar a SooBin tan animado como lo está ahora.
—Tus orejas estaban rojas, así que no fuí el único tímido. —contraatacó, mientras bajaba por las escaleras, su mano unida a la del humano.
—Pero es más lindo cuando es a hyung que le pasa.
SooBin siguió su camino, yendo a buscar el teléfono para ordenar algo de comer. Mientras, el demonio sintió cálido el escuchar como este le decía 'hyung', como si fuera humano, como si lo que le mostró hace rato no importara, en verdad se sentía vivo.
Siguió su camino hasta tomar asiento junto a SooBin, este se recostó sobre su pecho mientras realizaba la llamada.
Hogar, se sentía como su hogar, ahora más que nunca.
Belcebú.
—SooBin, debo irme por algo de trabajo, volveré pronto ¿si? Si puedes llamar a Sakura para que te acompañe, me puedes llamar en cualquier segundo y estaré aquí.
—Ve, tranquilo, en casa estaré bien.
No lo dejaba tranquilo tener que dejarlo solo, pero rara vez Belcebú lo llamaba de esa manera, por lo que de seguro era algo importante.
Sonrió intentando mostrar la calma que no tenía y dejó un beso en la frente del rubio, quien sonrió mostrando esos lindos hoyuelos que encantan.
En menos de un segundo SooBin se encontró solo en la casa, hizo un puchero y decidió acostarse en el sofá mientras esperaba la comida o a YeonJun, lo que llegara primero.
————
Cada segundo era oro para YeonJun en ese momento, entre menos tardara, más rápido podría volver con SooBin y protegerlo, por lo que el retumbar de sus rápidos pasos se hacía escuchar por el lugar hasta llegar frente a Belcebú quien lo esperaba en medio del lugar.
—¿Sucedió algo?
Este sonrió un poco y, con un movimiento de cabeza, le indicó que lo siguiera.
YeonJun quería que fuera directo, deseaba regresar ya, aunque apenas lleva dos minutos lejos de SooBin, pero sabía que su jefe hace esto a su manera y no tenía otra opción que seguirle.
A unos metros, YeonJun se dió cuenta hacía dónde se dirigían, las catacumbas finales, dónde las almas condenadas no tenían oportunidad de renacer, aunque fuera su primera vida, al estar ahí es sentencia irrevocable.
—Que haya aparecido en la casa pudo terminar muy mal —empezó Belcebú, mientras bajaban los escalones de huesos y sangre—, pero eso sin dudas ayudó.
Las jaulas del lugar, llenas de fuego que cubría cada centímetro, llamas de dos metros, espinas venenosas en el suelo y los animales más venenosos cubrían cada una de estas, la mayoría vacías ya que no se mantenían a los condenados más de una hora ahí.
En ese momento, YeonJun recordó algo— Jefe, cuando estuviste en la casa ¿Logró ver a SooBin en el auto?
Belcebú, detuvo su paso y volteó a verlo con una expresión confundida— Esos ojos azules son imposibles de no ver —fue su respuesta afirmativa—, además, emana mucha luz, es prácticamente como una luz celestial.
YeonJun no dijo más, siguió a su jefe hasta llegar casi al fondo de las cavernas dónde solo una celda se miraba habitada; ahí estaba YuSeok. Belcebú sonrió de lado al ver su estado, la agresividad de los castigos en cada celda eran multiplicados a tal manera que era imposible para la mente humana comprender que eso podía llevarse a tal extremo.
Por su parte, YeonJun no supo cómo sentirse al ver eso, la impresión era grande, no porque no había entrado ahí antes, pero era la primera vez que veía eso en alguien que conoce y a quien completamente aborrece.
—Vaya desperdicio de alma —Belcebú dió unos pasos hacía atrás—. Los dejaré solos, tienes unos minutos.
Esto era un favor tácito del mayor para su subordinado.
YuSeok miró a YeonJun, su rostro era como cuero vivo, sus facciones se habían borrado casi por completo, aunque su traje de la iglesia estaba intacto— Si te preguntas, es peor que el fuego de la iglesia, ese mismo que provocaste.
Por fin YeonJun se dejó sentir algo con esta estaba; satisfacción— Lástima que no sea yo quien le provoca tal dolor a su merced.
La risa del condenado, sin ganas y con poca gracia, resonó en el eco del lugar— Esa sonrisa, llena de satisfacción, se te irá cuando él se entere de todo ¿crees que te seguirá viendo igual?
—No le conoces, es más, desearías, pero para personas como tu, YuSeok, solo el fuego parece ser el único interesado en ti.
Aún así, YuSeok no borró su sonrisa— De igual manera, al igual que ese asqueroso amor juvenil con el joven Huening, este terminará pronto, tú no puedes morir mientras él no será eterno.
No lo quiso demostrar, pero ese comentario si había descolocado a YeonJun porque, hasta ese momento, había ignorado ese hecho de que la eternidad y la muerte los separaba— Yo puedo revivir.
—¿Y? Reviviras y lo olvidarás, él no y hasta el último de sus días, tortuosos y solitarios, te esperará en una condena que tú mismo le pondrás —el fuego de la jaula aumentó, pero eso no evitó que YuSeok continuara—. Pobre joven YeonJun, a todos sus amados condena de una forma u otra.
Otra vez resonó la risa del condenado, pero Belbebú no le había dado esa oportunidad como para darle el gusto a YuSeok. Sonrió de lado, miró al condenado desde abajo— Tuve y tengo un amado porque no me importa ser un manga cortada, no como a su merced, quien los celos lo condenaron a esta celda por su cobardía.
En el pueblo, a susurros y comentarios sin verdades confirmadas, se decía que el regente de la iglesia, YuSeok el venerable, era manga cortada, el rumor venía desde el momento en que decidió unirse a la iglesia dónde el padre SeungHyun, quien estaba al mando en ese momento, era la razón de esto; su fijación por esta era notoria y su amargura cuando este se fue lo fue aún más.
YuSeok ya no rió o sonrió, su expresión se descolocó y una clara ira resurgió— ¡Patrañas!
YeonJun continuó— Se fue por tu culpa, huyó de ti, ese amor que tenías, pero sabes ni HueningKai ni SooBin huyeron de mi, tu te llevaste a HueningKai, pero no a SooBin y eso será tu último remordimiento; ver como un manga cortada si pudo estar con su amado.
Gritos, alaridos, intentos de soltarse e ir hasta YeonJun fue lo que se escuchó, la rabias del condenado era palpable. El demonio presenció todo eso, sintiéndose más ligero y tranquilo de cierta manera, no volvería a ver a YuSeok y le dejó en claro que al final no ganó, aún cuando lo descompuso un poco, al final YeonJun quien seguía con la oportunidades de vivir y amar; lo que era de la completa envidia de la ya perdida alma.
Morfeo era muy diligente con su trabajo, atrapó a SooBin en sus brazos sin siquiera darse cuenta en cuestión de un minuto.
La visión ahora ya no era en la casa o en otro lugar que conociera, era un campo, verde, frondoso, con un cielo que lo cubre con una paleta de colores cálidos.
Miraba hacía los lados, no se veía a nadie o nada, solo el infinito, pero esto no lo asustaba, es más, nunca había sentido tal tranquilidad en su vida. Comenzó a caminar sin rumbo fijo, paso tras paso lograba ver a los lejos un árbol, grande, de raíces y tronco grueso, aves volaban cerca de este, al igual que mariposas y unas lindas ardillas subían hasta perderse en el tronco.
Estando a unos metros, logró ver que en el árbol había dos columpios, uno vacío y el otro ocupado por alguien a quien no podía ver, estaba de espaldas.
Caminó hasta este y se sentó en el columpio vacío, meciéndose un poco, hasta ese momento notó su ropa, blanca y con una tela suave que se asemejaba a la seda.
Hasta ese momento no había visto quien lo acompañaba, ambos se mecen con calma y poca fuerza, disfrutando una compañía extraña pero a la vez, confortante. Hasta que, en un momento, SooBin fue consciente de que no era un sueño normal, soltó un suspiro y lentamente volteó a ver quien era la otra persona.
Era un joven, rubio, tenía sus ojos cerrados y mantenía una suave sonrisa, era hermoso debía admitir, mejillas rosadas al igual que sus labios, SooBin no lo reconocía— ¿Tu eres?
El joven abrió los ojos y lo miró, sus ojos eran dorados, bellos e hipnotizantes— Un viejo amigo.
SooBin intentó volver a identificar su rostro, pero no pudo, no lo conocía— Siento que eres un amigo, pero no mío.
—Es una lástima que no me recuerdes SooBin, pero entiendo el porqué —el desconocido se puso de pie, dió unos pasos adelante antes de voltear a verlo y sonreír—. Me alegra saber que no quedó cicatriz.
SooBin llevó una mano a su hombro, ese que YeonJun sanó— Mi pareja me sanó.
El desconocido sonrió en grande, como si hubiera escuchado lo que tanto anhelaba— Ambos se sanarán mucho, de eso no tengo duda.
—¿Conoces a mi pareja?
El desconocido asintió sin dudar— Él te cuidará, no lo dudes.
—No lo hago, en ningún momento lo he hecho —se puso de pie y se colocó al lado del desconocido. Ambos miraban el paisaje tan bello frente a ambos—. Lo extraño.
—Yo no —dijo jovial y divertido—, creo que ya llegó, te espera SooBin, ahora podrán estar tranquilos.
Lo miró extrañado, la certeza de sus palabras eran un poco extrañas, aún así, SooBin volvió al columpio y comenzó a balancearse, con más fuerza de como lo hizo la vez anterior. Mientras lo hacía, miraba al desconocido, éste sonreía con felicidad genuina, volvió a tocar su hombro en una sensación extraña y, antes que Morfeo lo soltara escuchó algo.
"Pronto los volveré a visitar"
Y ahí lo supo.
Abrió los ojos, miró a YeonJun sentado en el sofá de al lado y sin más comenzó a llorar. El demonio se asustó y se acercó a revisarlo, preocupado que algo hubiera sucedido de nuevo, pero YuSeok ya no estaba y no había ninguna marca dolorosa en el cuerpo del rubio.
Tomó su rostro con ambas manos e intentaba limpiar las lágrimas que caían— Cariño ¿que sucede?
Aunque el apodo le causó ternura, SooBin no sabía cómo sentirse en ese momento, se sentía lleno de sentimientos mezclados, pero no malos— YeonJun... a mi habitación, por favor.
El contrario no objetó esto, cargó a SooBin y lo llevó hasta el lugar indicado, se sentía más tranquilo al ver que su llanto se había calmado un poco. Una vez lo dejó en el suelo, este se acercó hasta su ventana, tomó una regla que tenía cerca y comenzó a intentar sacar algo debajo del marco de la ventana. YeonJun no entendía nada, pero lo dejó ser.
Pronto, dos papeles salieron de ese lugar, uno era el que había leído antes sobre la pérdida, mientras que el otro, al extenderlo, revelaba la imagen de un joven rubio y con una sonrisa inconfundible.
Miró a YeonJun, éste seguía sin comprender qué sucedía.
—La mano —comenzó—, la que detuvo a YuSeok, fue HueningKai.
El demonio no dijo nada y su expresión parecía una incrédula por la mera negación, se acercó y miró el papel en la mano de SooBin, era una imagen de HueningKai, la de su retrato que el demonio recuerda haber visto en su visita— SooBin ¿estas seguro?
Este solo asintió, no había ninguna duda y de pronto una sonrisa se formó en él— Él vino a mi, me dijo de la herida y lo vi, YeonJun, te juro que fue él, al despertar lo supe; fue él quien me protegió también en el auto.
Lo que antes no pudo deducir, en ese momento sí pudo— Él es un ángel, tiene el poder de hacerlo —acertó YeonJun, volviendo a tomar a SooBin en sus brazos y llevarlo a la cama, le asustaba que no pudiera calmarse; era el efecto de haber visto un ángel—. No se me ocurrió que él haya interferido con esto, no comprendo el porqué.
Todo esto era más que abrumador para el humano, las lágrimas eran la única manera de sobrellevar esto, aunque ahora, en su corazón, crece una sensación cálida y de paz, como si ese encuentro con HueningKai era lo que necesitaba.
Miró el papel en su mano y por fin se sintió listo para preguntar.
—YeonJun ¿Cómo murió HueningKai?
Los secretos, aún los más pequeños, habían terminado.
El secreto ha sido revelado 🤧
Se irán revelandl las cosas inconclusas :3
Nos leemos luego~♡
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