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15; el cielo y el infierno


Hay cosas que llegan en los momentos equivocados o en los correctos, para SooBin esto era lo segundo. Como editor, a veces debía asistir a reuniones con los autores para poder ponerse de acuerdo con el trabajo, la mayoría del tiempo esas reuniones se hacen de manera online, pero este cliente deseaba que fuera presencial por lo que se debía de ausentar de su casa unos tres a cuatro días.

Cerró la pequeña maleta que llevaría y dió por terminado los preparativos del lugar, solo que no le ha avisado a YeonJun de su partida, aunque se está debatiendo si es necesario hacerlo o no, pero en su interior está nervioso de verlo pues al notar la atracción obvia que está sintiendo por el demonio no lo ha querido molestar desde ayer.

Al final decidió que lo llamaría.

Tomó asiento en el borde de su cama, frotó sus palmas nervioso y se recrimina el actuar como un adolescentes que verá su crush, sigue sin entender cómo es posible que se esté fijando en alguien que hace unas semanas casi lo asesina— Debo dejar de leer fantasía —murmuró, antes de por fin atreverse en decir el nombre— YeonJun ¿puedes venir?

En su mente esto parecía una escena de un niño llamando a su genio de la lámpara,  una comparación muy tierna a la realidad. Segundos pasaron y YeonJun no aparecía, SooBin se preguntó si debía volver a llamarlo o dejarlo, en verdad estaba teniendo una crisis con sus pensamientos últimamente.

—¿Sucede algo, SooBin? —la voz del pelinegro lo sacó de su mente.

Miró al contrario y asintió, bajando la mirada hasta sus manos que se movían nerviosas— Yo... debo viajar, estaré fuera por unos cuantos días por trabajo, una semana como máximo.

El rubio levantó su vista queriendo ver la expresión del contrario, tal vez buscando llenar esa ilusión de cariño que nacía en él.  No sabría decir si se decepcionó o lo contrario pues el demonio solo se miró un poco pensativo antes de asentir— ¿Irás a tu viejo hogar?

—Si, bueno, me quedaré con unos amigos por esos días así que me ahorro el hotel.

—¿Tu familia no vive en la ciudad?

SooBin ladeó la cabeza un poco extrañado  por la repentina pregunta, usualmente es él quien las hace— Mi tía vive en la ciudad de al lado, es un poco lejos para poder quedarme con ella.

Otra vez asintió el demonio, parecía un poco extrañado por esa pregunta, incluso una pizca de curiosidad se notó pero rápido la ocultó— Bien, ten un buen viaje.

Bueno, esa despedida si lo hice sentirse un poco decepcionado, SooBin seguía sin comprender porque deseaba más en una situación en la que nada debía pasar— Gracias.

¿Habían más palabras que decir? Ambos sintieron que sí, pero no sabían cual o si era el momento adecuado. YeonJun asintió y salió de la habitación, solo un pensamiento había en su mente; SooBin sabe varias cosas de mí, yo apenas sé algo de él.











Una vez llegó al edificio dónde vivían sus amigos, SooBin sentía que su cuerpo necesitaba reposo absoluto por el viaje, su cuerpo dolía y no ha descansado bien estas últimas noches.

Tomó el ascensor, ya sabía todo el recorrido de memoria, incluso el portero lo saludó amablemente recalcando que hace mucho no pasaba por el lugar. Una vez llegó a la puerta, colocó el código y entró, siendo recibido por su mejor amigo en un abrazo tipo koala— ¡SooBin llegaste!

—¡BeomGyu, baja, pesas!

Aunque se quejó, una risa salió de su boca y respondió el abrazo de su amigo que por fin bajaba. En una de las esquinas, la de la cocina si se específica, se asomó TaeHyun quién le sonrió y se acercó a abrazar de manera más tranquila que la de su novio— Bienvenido.

—Gracias, actúan como si he estado fuera un año.

Su mejor amigo tomó su maleta y sabía que iría a dejarla a la habitación de invitados, mientras TaeHyun le quitaba su abrigo, en serio parecía que la pareja veía a un familiar perdido— Desde que avisaste que vendrías nos preparamos para hacer que vengas más seguido y no nos abandones.

—¡Incluso encargamos un pastel de chocolate! —gritó BeomGyu mientras volvía de la habitación.

SooBin bufó incrédulo, ahora se sentía un poco mal en no estar tan pendiente de ellos cuando le mostraban tanto cariño— En serio no los merezco.

El trío de amigos se fundió en un abrazo antes de acomodarse en la sala mientras esperaban a que la cena esté lista.

—¿Y qué tal el pueblo? —preguntó TaeHyun entusiasmado— BeomGyu me dijo que es muy lindo y tranquilo.

—Lo es, es pequeño pero no tanto, las personas son muy amables y tienen lo necesario para vivir tranquilos —respondió el rubio—. A la próxima deberían ir ambos, hay muchas habitaciones en dónde podrían quedarse.

BeomGyu pasó su brazo sobre los hombros de su novio— TaeHyun desea ir, quiere ver que tan bueno es el lugar ya que estamos pensando en mudarnos.

Eso sorprendió al rubio, no sabía que sus amigos tenían ese plan pues siempre decían que ese departamento era más que suficiente para ellos y la vida que desean— ¿Y ese cambio? Creí que les gustaba más la ciudad.

—Últimamente deseo más tranquilidad —respondió TaeHyun—, aún no está decidido pero tener opciones no estaría mal.

El horno sonó y la pareja se levantó a poner la mesa, no sin antes declinar todas las ofertas de SooBin de poder ayudarles. Por esa noche por fin se pudo distraer un poco de lo que ha sucedido en el último mes, aunque la falta de la presencia de YeonJun si se hizo presente antes de dormir mientras miraba la luna a través de la ventana.






Pasear con el ruido de la ciudad, sus autos, vendedores, música de los locales y gritos de algunas personas, era algo a lo que SooBin le había perdido la costumbre pues en su nueva hogar apenas los árboles hacían ruido, además de camuflarse tan bien con el ambiente que ni molesta. Volvía de la primera reunión con el escritor, salió bien, la persona era alguien tranquilo y no tenía el ego de Kanye West después de un libro exitoso; concluyó que le agradaba.

Aún así, contaba los días para volver, no podía negar que extraña ese acogedor lugar y su compañía, extrañar a YeonJun era la parte más difícil de todo y el rubio se preguntaba cuando comenzó a tener tanta dependencia por su presencia. Él nunca fue así, con sus parejas anteriores fue un poco distante, nada atroz, pero el extrañar a alguien de esa manera, alguien que oficialmente no es nada suyo, es hasta sospechoso.

Miró al cielo, mientras esperaba cruzar la calle y estar rodeado de al menos veinte personas que parecían odiar sus vidas o no importarles, y se preguntó qué estaría haciendo el demonio en ese momento ¿estaría en su casa o en el infierno? ¿Lo extrañaba o estaba agradecido por la soledad? El sonido del cambio de luz lo hizo regresar al presente y cruzar la calle sin mucho ánimo, se quedó rezagado por esas personas que parecían huir de sus vidas mientras continuaban con estas.

—¿Desde cuándo tan filosófico? —se preguntó a sí mismo en un susurro. No podía creer su estado en su tercer día ahí, podría irse al departamento de sus amigos pero ninguno está y la soledad solo haría que su estado empeorara.

Sin rumbo, caminó por las calles mientras los vendedores le ofrecían entrar, boletas o muestras gratis que rechazó. Toda su vida vivió en la ciudad y hasta ahora se da cuenta de lo asfixiante que es.

En ese momento prefirió la soledad del departamento a seguir en la calle, por lo que fue a una tienda de conveniencia para comprar algunas cosas dulces, galletas, helados, lo que fuera necesario para subirle el ánimo. Ya con su canasta llena, se colocó en la pequeña fila que había, miró la televisión en la esquina superior buscando entretenerse un poco.
En este se reproducía un programa que parecía nuevo, no entendía la temática exacta de este pero parecía exponer cosas malas que sucedieron en el país.

"La iglesia católica tuvo y tiene una gran influencia en sus creyentes, si bien Corea no es un país mayoritariamente católico, ha sido muy influenciado por esta e incluso se han cometido crímenes terribles en nombre de esta fe y sus ideales..."

Era el turno de SooBin, colocó su canasta en el mostrador y no le prestó más atención al programa hasta que un nombre le llamó la atención.

"Se tiene registro que en el pueblo de HongCheon sucedió una muerte en nombre del catolicismo en el año 1,880".

Su pueblo, el pueblo en que vivía era HongCheon y era del que hablaban ahí. Mientras la cajera seguía registrando lo suyo, volvió a prestarle atención a la televisión.

"En el registro del Vaticano, del que revelaron hace poco, se menciona a este pueblo y se dice sin mucho detalle que se requirió el trabajo de un cura exorcista para alguien con un comportamiento fuera de lugar".

—Cliente, aquí están sus cosas.

SooBin rápidamente extendió su tarjeta para seguir escuchando, pero los presentadores solo comentaron eso y siguieron con otro caso al otro lado del país.

—Aquí tiene su recibo, vuelva pronto.

Apenas pudo devolver el saludo de la mujer, su mente estaba en esp que acaban de mencionar y recordó a YeonJun; él había quemado una iglesia.

¿YeonJun murió por la iglesia?

Se sentía aterrorizado, triste y la necesidad de ver a YeonJun solo aumentó, ni siquiera recuerda el momento en que pidió un taxi que lo llevara hasta el departamento y poder estar solo con su angustia. Le dolía el pecho, no era por un ataque como usualmente pensaría, sabía que era por el pelinegro y se estaba mordiendo la lengua para poder llamarlo.

Una y otra vez se repetía que no era de su incumbencia, que ellos no tenían tanta confianza como para contarle algo así y le asustaba que YeonJun se resintiera con él por atreverse a algo así, pero su mente no dejaba de pasar las imágenes de un humano YeonJun, ese joven que vió en ese sueño, tan alegre, sonriente y dulce, ese mismo ser destruido por una creencia.

Era demasiada coincidencia como para que no se tratara de él.

Cerró sus ojos en un intento de contener las lágrimas que se asomaban y no lo pudo evitar— YeonJun...

—¿SooBin?

Volteó lentamente, lo vió, a ese demonio que se vió tan amenazante hace unas semanas, el que lo asustó hasta el desmayo y amenazó, pero ahora no era nada eso, SooBin solo vió al joven que muchas personas debieron lastimas hasta convertirlo en esto y se preguntó ¿Desde cuándo era justo que los demonios van al cielo y los ángeles al infierno?

YeonJun miró curioso el departamento hasta percatarse en el estado que estaba el rubio, ni siquiera pudo preguntarle qué pasaba cuando SooBin se acercó y lo abrazó con tanta intensidad que el cuerpo del demonio sintió un escalofrío abrumador— ¿SooBin? —susurró, sin saber o recordar cómo corresponder un abrazo tan cariñoso.

—Lo-Lo siento —murmuró el rubio en hipidos pues ya no contenía su llanto—, no es justo, YeonJun, no lo es.

En el momento que el rubio comenzó a dejarse caer, YeonJun rodeó su cintura y lo mantuvo pegado a él, sin querer recordando cómo abrazar. No comprendía el porqué las palabras de SooBin, pero le dolían o tal vez le dolía ver a este en ese estado.

—¿Sucedió algo? ¿Alguien te hizo algo?

Una negación como respuesta, acompañado por unos hipidos. SooBin se separó un poco viendo a YeonJun de frente, a pocos centímetros. A este se le estrujó algo al ver el camino de lágrimas, ojos y nariz roja del rubio— Supe algo.

YeonJun lo quedó viendo unos segundos más y, después de limpiar un poco las lágrimas contrarias preguntó— ¿El qué?

SooBin mordió sus labios en un acto de duda si decirlo o no, pero algo de consciencia llegó a él y, recuperando fuerzas, tomó la mano del demonio y los llevó hasta su habitación, no sea que alguien de la pareja llegue.

—Siéntate, por favor —le pidió a YeonJun que no lo cuestionó y decidió acatar la orden.

Recargado en la puerta, el rubio miraba al demonio que hacía lo mismo hacía su persona, uno confundido por todo este asunto y otro con miedo de perder lo poco que ha construido con el otro, pero el peso de saber el resto de la verdad comenzaba a pesarle a SooBin.

—HongCheon, 1880, muerte por la iglesia católica, cura exorcista.

Poco a poco, la expresión de YeonJun cambiaba a comprensión y un poco de incredulidad, el corazón del rubio latía de puro nerviosismo mientras esperaba alguna reacción del pelinegro, odia, evasión o negación, pero todo lo que obtuvo, después que el pelinegro se pusiera de pie viendo la ventana fue una mirada de resignación.

—¿Fuiste tú?  —necesitaba confirmar.

YeonJun sonrió, sin gracia, sin ganas y con algo más que no tuvo tiempo de identificar— No.

SooBin suspiró profundo, soltando el peso de algo tan abrumador como ese, pero no todo pues lo último no lo dejaba.

En ese momento, lejos de sus recuerdos e ira, YeonJun cayó en cuenta de algo— ¿Llorabas por mi?

Era inútil negarlo, más con su rostro rojo— Creí que habías sido tú, la sola idea fue —pausó, cerrando sus ojos queriendo evitar la imagen— demasiado.

Cuando volvió a abrir sus ojos y miró al contrario, una nueva imagen de YeonJun apareció ante SooBin. El demonio, imponente y poderoso, se veía desarmado, como si SooBin hubiera hecho la locura más grande del mundo que, a su vez, fuera lo más precioso.

Hace unos momentos YeonJun no recordaba cómo abrazar, pero esta vez fue él quien se acercó y estrujó al rubio en sus brazos, esos sentimientos que estuvieron congelados por 200 años, felicidad y cariño, se descongelaron por completo y le pertenecían solamente a SooBin.

Para este, este acto de parte de YeonJun era algo que no esperó y no comprendía, menos cuando pudo notar las lágrimas de este— ¿YeonJun?

Este hizo lo mejor por componerse, se separó un poco del rubio y por primera vez, en tanto tiempo, mostró su lado débil y roto, ese lado que nunca nadie vió porque nunca lo permitió hasta ahora. Sonrió un poco al ver el rostro confundido y preocupado del rubio— Eres la primera persona que llora por mi muerte.

Si todo lo anterior no fue suficiente para estrujar el corazón del rubio, esto lo fue más y dios, solo deseaba poner a YeonJun en una cajita hasta lograr sanar su corazón.

—¿En serio? ¿Y tus padres?

—No lo hicieron, vi mi funeral, entierro y ni una lágrima, todo fue como si fuera un acto para enterrar un mal recuerdo.

Tal vez porque estaban ya avanzando en el tema, pero en ese momento ambos fueron conscientes de su cercanía, se abrazaban, sostenían y ni diez centímetros separaban sus rostros.

Aún así, ninguno se atrevió a moverse.

—¿Y cómo moriste entonces?

YeonJun sonrió, ya parecía haber recordado hacerlo pues ya fueron varias veces en poco tiempo— Lloraste por lo anterior, y aunque lo agradezco, no deseo ver tu rostro derramando más lágrimas.

—¿Fue tan mala? Yo en verdad quiero saber, y pues ya lloré, mi rostro se hinchará de igual manera, unas cuantas más no harán diferencia.

La continua sonrisa del demonio tenían a SooBin en su sonrojo constante, no ayudaba nada al cariño que le ha tomado a este— Fusilamiento, condenado a muerte.

Cuando la expresión de SooBin se transformó, YeonJun se arrepintió de decirle y por un momento creyó que este se alejaría de él, pero no fue así, otra vez fue abrazado por este y esta vez sí supo cómo corresponder— No debió ser bonito.

Esta vez no fue solo una sonrisa, YeonJun se rió en una sonora carcajada que el rubio pudo ver alejando su cabeza un poco— Nunca es bonito morir, SooBin, pero si, no lo fue, aunque no recuerdo mucho de ello si te soy honesto.

—No te rías de mí.

—No lo haré si no vuelves a llorar, por favor.

La mano del pelinegro se acercó al rostro de este, tomándolo mientras su pulgar comenzaba a borrar las sobras de lágrimas que quedaban. Un tacto tan instintivo y a la vez no, que no se percató del desastre que causaba en el rubio pues ese toque junto a la cercanía tenía a su corazón agitado.

Ya con el rostro limpio de SooBin, YeonJun por fin volvió a percatarse de esa cercanía, que ya no solo era de cuerpo, sino también de alma, de una consideraba muerta y de otra que parecía nueva, y tal vez, por primera vez en todo este tiempo, sintió como su cuerpo se sacudía en un sentimiento que esta vez sí supo que era, uno que consideraba muerto en su totalidad.

La escena parecía escrita por el universo para ser así de perfecta, con el atardecer de fondo colándose por la ventana, dos hombres viéndose el uno al otro y una conexión que parece escrita por el mismo dios.

La carne es débil y más si hay sentimientos como estos.

Tal vez esa es la excusa que ambos se dieron cuando se fueron acercando lentamente, ambos con un miedo palpitante pero un instinto dominante.

Y, cuando sus labios se tocaron, ni siquiera los movieron por unos segundos, ambos esperaban por el otro que huyera, ser rechazado o algo, pero nada de eso pasó, en su lugar la necesidad de sentir al otro aumentó y con ellos sus labios bailaron al ritmo del otro, en un beso que combinaba al infierno y el cielo.








ES QUE SON TAN BONITOS, NO PUEDO

los amo 😭😭😭😭❤️❤️

Espero les haya gustado :3

Nos leemos luego~

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