Capitulo 3- Infierno
Despierto en un cuarto demasiado pequeño y oscuro, esfuerzo la vista para tratar de enfocar algo y saber dónde estoy, lo único que recuerdo es que me secuestraron, escapábamos y alguien se estrelló contra nosotros. Me van a matar.
Pensé en mis padres y todas las veces que trataron de convencerme de que mi profesión es demasiado peligrosa. Pero también sé que trate de ayudar a esos padres desesperados y que mi muerte no será en vano.
—Por fin despiertas. —Una sombra se levantó en el rincón más oscuro del cuarto. Dio unos pasos hacia mí y pude ver su rostro gracias al leve resplandor de la luna. Es mi secuestrador, se veía aún más hermoso con esta luz pero el pánico no dejaba de invadir mi cuerpo, de pronto sentí como temblaba mi cuerpo, trate de moverme para escapar pero mi cuerpo no me dejaba.
— ¿En dónde estamos? —Pregunto en un hilo de voz.
—No tienes por qué tenerme miedo. —Se sentó en la orilla de la cama, su voz se oía tranquila pero yo seguía alerta.
—Me secuestraste ¿y quieres que no te tenga miedo?
—Yo soy tu ángel.
— ¿Ese es tu código de asesino?
— ¿De que hablas? —Dijo confundido pero su voz tenía un ligero tono a que se estaba divirtiendo conmigo
—Algo que les dices a todas tus víctimas.
—Yo no maté ni rapté a nadie, Emma. Fue mi hermano mayor.
—Sí, claro. —dije sarcástica
—Careb te está buscando por todas partes, quiere matarte y yo solo trato de salvarte. —Su voz se torna seria, pasa una de sus manos por su cabello y saca de uno de sus bolsillos una cajetilla de cigarros y un encendedor para posteriormente colocar el cigarro entre sus labios
Siento un nudo en mi garganta, como una piedra amenazando en romper mi tráquea en cualquier momento. Inspiro con dificultad. — ¿Por qué quiere matarme? —Mi voz sale como un suspiro, temblando del miedo. Empiezo a sentir mis manos temblar y las meto a los bolsillos de mi pantalón para esconder mi temor.
—El cree que eres una amenaza.
— ¿Una amenaza?
—Lo mejor será que vayas a casa y olvides todo esto, yo te mantendré a salvo. —Su voz suena protectora aunque la amenaza sigue en piel, acechándome cada segundo, escabulléndose entre los vellos de mi piel.
— ¿Cómo quieres que olvide eso? ¡Me acabas de decir que alguien quiere matarme!
—Tranquilízate, Emma.
— ¿Cómo sabes mi nombre?
Rueda sus ojos exasperado y camina de un lado a otro
—Maldición, Emma. ¿A caso no puedes dejarlo pasar y ya? ¿Realmente te importan esas familias? Piénsalo bien, porque yo sé bien lo que oculta esa pequeña cabecita tuya.
— ¿Tu que vas a saber que pienso? Tan solo eres el hermano de un asesino, un desconocido para mí. Tú fuiste el que me raptó y ahora solo quieres que me vaya sin dar marcha atrás, mi vida está en peligro.
—Anne, recuerdas cuando tenías 8 años, la vez de la playa cuando casi mueres. —A mi cabeza se vino la imagen de mí caminando por la arena, recolectando conchitas y colocándolas en una cubeta con estampado de girasoles. Llegué a una roca alta a la orilla del mar, al alzar mi rostro vi una enorme ola viniendo hacia mí con brutalidad, aventó mi pequeño cuerpo para luego tragarlo. "Yo te cuidaré, no te dejaré sola" Escuchaba la voz de un niño de mi edad. Mientras sentía unas manos arrastrar mi cuerpo. Perdí la noción del tiempo, hasta que sentí abrirse mis ojos lentamente, los parpados me pesaban, me costaba respirar a causa del agua que había entrado a mis pulmones.
Lo miro extrañada y asustada — ¿Tu como sabes eso? —Lentamente muevo mi mano tratando de agarrar mi chamarra y mi bolso y salir corriendo.
Camina lentamente hacia mí, su caminar se asemeja al de un león acechando a su presa. —Como dije, jamás te dejaré sola. —Termina su cigarro y lo apaga con las yemas de sus dedos.
Salgo corriendo a toda velocidad del cuarto, mis muslos ardían por el esfuerzo y mis pulmones pedían que parara. El pasillo era interminable, todo estaba oscuro, de pronto sentí mi cara pegar contra una piedra. Lamentablente no era eso lo que encontré, era un hombre, media casi 2 metros, sus brazos eran demasiado musculosos y pasaría evidentemente como un tronco, retrocedí dos pasos, no tenía escapatoria. Corrí hacia el sentido contrario, escuchaba sus pisadas en mis talones.
— ¿A caso no fue suficiente la paliza que te di, Careb? —Dijo el chico que me había raptado hacia el otro hombre
—Tyler, tu jamás entiendes—Chasquea la lengua. — ¿Todo este desastre solo por esa simple mundana? —Dijo con repulsión refiriéndose hacia mí.
Tyler, al parecer así se llamaba el chico que me había raptado. El tan solo era unos centímetros más bajo que Careb y su cuerpo era más atlético y definido. Careb era demasiado tosco. Tyler lentamente se puso enfrente de mí cubriéndome completamente del otro sujeto. —Te lo repetiré una vez más, Careb. Tan solo tocas uno de sus frágiles cabellos y te mandare al mismísimo infierno y creo que ya sabes que es estar ahí y también creo que no debo recordarte quien fue que te sacó de ese lugar de mierda.
—Hermanito, solo trato que te des cuenta que ella es solo un ser insignificante. —Así que si lo que quieres es una pelea pues eso pasará. No eres capaz de matar a tu sangre, esto solo será un aviso para que ella vea quien es quien manda y quien la matará.
Careb se inclina en posición de pelea, su camisa se desgarra lentamente para al fin mostrar unas enormes alas cafés, sus ojos comienzan a brillar en la oscuridad, son de un tono amarillo fosforescente
—Corre. —Me dice Tyler, vacilo entre quedarme o irme, mis ojos no se podían apartar de las gigantescas alas del otro sujeto. ¿Qué rayos estaba pasando? —Del otro lado de la habitación hay una salida—Susurra.
Corro rápidamente hacia la habitación, volteo mi cabeza hacia atrás y veo a Tyler mostrar sus alas, aun más grandes que las de su hermano, eran negras, como el carbón. Su postura era amenazante, volví a mirar hacia adelante y salí corriendo de ese lugar. Alcanzaba a vislumbrar el amanecer, me paré en seco y puse mis manos en mis rodillas tratando de recuperar el aire, voltee a ver el lugar de donde había salido, era una fábrica abandonada. Comencé a caminar rápidamente y le hice la parada a un taxi. No sabía a donde ir, hasta mi propio hogar era peligroso, así que decidí ir a mi oficina, necesitaba salir de esta ciudad.
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