Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 19. ÁNGEL.

03 - Septiembre - 2016
10:38 pm

Mi dulce amor:

Ya que Carlos sigue sin volver y ya que me ha llamado para confirmar que saldrá tarde del trabajo, ya que mi insomnio me ataca de nuevo debido a la ausencia de tu tío en mi cama y ya que mi cabeza no deja de pensar, supongo que es buen momento para retomar el tema que dejé pendiente esta mañana y contarte, ahora sí, sobre ese hombre con el que compartes sangre.

Tu padre era un niño alegre de cabello negro muy oscuro, con piel ligeramente morena , con mejillas regordetas y coloreadas todo el tiempo debido a que siempre se encontraba corriendo y jugando. Era uno de esos típicos niños inquietos que tienen la ropa sucia y las rodillas raspadas gracias a que se arrastran todo el tiempo. Yo, por el contrario, era demasiado tranquila y acostumbrada a siempre estar limpiecita y ser bien portada, pero, con tu padre, simplemente no había nada más que pasar horas jugando y riendo por el suelo de la calle. Para mí, ese inocente niño que era sólo un año mayor que yo, me era todo el universo entero. Él me mostraba la infancia que yo no tenía, me enseñaba un millón de juegos que yo no conocía y me mostró que mancharse la ropa de vez en cuando no era algo tan malo. Comencé a quererle por su amabilidad y la forma en cómo me incluía en todo, era la primera vez que alguien era amable conmigo, la primera vez que en verdad vivía sin preocupación ni penas. Y así, comencé a sentir mariposas en el estómago cada vez que yo lo veía, aunque fuera por breves momentos. Me encantaba estar a su lado y mirarlo sonreír y sé que él también comenzaba a amarme, porque existen algunas miradas que siempre nos delatan, y para ese par de niños que éramos, las miradas se hicieron cada vez más constantes y difíciles de disimular.

El nombre de tu padre es Ángel, y para mí eso era desde que lo conocí, mi pequeño ángel guardián que me había mandado Dios para guiarme y mostrarme la felicidad, y yo no podía pedir nada mejor. A su lado todo eran risas, descubrimientos y amor.

Era común vernos jugando entre las calles, y ya que la tía Elena trabajaba hasta la tarde, Ángel solía quedarse sólo y vagar por la esquina de mi calle sólo para verme, y ese simple gesto me llenaba por completo el corazón. Alguna vez, cuándo los niños de mi cuadra no dejaban de burlarse de mí por los golpes que recibía de parte de mi madre, Ángel apareció de la nada por la esquina y me defendió, dando algunos puñetazos a dos de los 4 niños que me molestaban y, gracias a ese incidente, jamás volvieron a agredirme y él se ganó el "respeto" de algunos más, aunque yo creo que sólo era el miedo a ser golpeados.

Y fue en esa ocasión, a mis 9 años y a sus cortos 10 años, que escuché por primera vez aquella frase. Después de golpear al primer chico y dejarlo en el suelo, el segundo se acercó intentando defender a su amigo siendo impactado directamente en la nariz que de inmediato comenzó a sangrar. Yo me quedé atónita, jamás había visto tanta sangre. Los pequeños se levantaron haciendo señales con las manos para que Ángel no continuara golpeándolos.

— ¡Discúlpense con ella! — ordenó.

— No.. No es necesario. — respondí nerviosa.

— ¡Pero claro que lo es! — gritó — ¡Esos mocosos tomaron tu cabello y te jalonearon!

— Lo siento — replicó entonces el primer chico golpeado, siendo seguido por el resto.

— Sí, lo sentimos.

— Y que no se les vuelva a ocurrir molestarla, ¿entendido? — dijo un Ángel amenazante que yo no había conocido jamás.

— Sí. Sí. — respondieron asustados mientras retrocedían algunos pasos.

Entonces Ángel tomó mi mano y nos fuimos caminando, él tranquilamente y yo nerviosa y asustada. Esos niños eran vecinas de mi misma cuadra, sabían en dónde vivía y quién era mi madre, además de que íbamos al mismo colegio y, para mi desgracia, Ángel no iba en esa escuela así que estaría sola y vulnerable a merced de lo que quisieran hacerme, además de que me acusarían con sus padres quiénes hablarían con mi mamá y yo sería reprendida. Me encontraba tan asustada en mis pensamientos y, sin embargo, Ángel estaba tan tranquilo, cómo si tuviera toda la situación bajo control.

— ¿Qué te ocurre? — me preguntó tras una cuadra en silencio.

La conté todas aquellas ideas que cruzaban por mi cabeza, todos los miedos que tenía, sobretodo el miedo a mi madre. Él dijo que amenazaría a esos niños para que no dijeran nada y para que no me molestaran en la escuela, y aunque al inició me dio algo de miedo su comentario pronto accedí porque eso era lo que hacían los ángeles guardianes, protegerte a cómo diera lugar, ¿no?, supongo que en aquellos momentos mis temores podían más conmigo que mi razón.

Estuvimos hablando tomados aún de las manos hasta llegar a la tienda de siempre, él se adentró a comprar caramelos y unas papas.

— ¿Y tú qué quieres? —

— Nada — respondí avergonzada porque de nuevo yo no tenía ni un sólo centavo y él ya había hecho suficiente por mí al salvarme de esos niños. Todo eso sumado a lo que habíamos planeado.

— ¡Oh, vamos! Elige algo, Ness. — ordenó.

— Pero es que... —

— Es que ¿qué? — cuestionó un tanto molesto.

— Yo no tengo dinero. — musité tan bajo por la vergüenza que creí que él no me había escuchado.

— Yo no te estoy pidiendo dinero, así que por favor elige algo, yo lo pago. — me dijo con una sonrisa que para mí era el paraíso.

No muy segura tomé un jugo, el más pequeño que encontré porque seguía desistiendo de la idea de que él siempre me comprara algo.

— ¡Oh, vamos! — dijo con sarcasmo — ¿Eso tan pequeño? ¿Segura que no quieres algo más? —

Yo sólo me limité a negar con la cabeza.

— ¿Acaso no vez que quiero hacerte feliz? — mencionó entonces y, si su sonrisa para mí era suficiente, esa frase en definitiva era lo mejor de toda mi miedosa vida.

Cuándo salimos de la tienda vimos a los chicos de antes. Yo había decidido tomar unos paquesitos con chispas de chocolate y salí del lugar mientras Ángel pagaba, entonces los chicos se acercaron a mí. Tú padre salió en ese momento con ahora un jugo de manzana enorme, el tramposo lo cambió mientras yo me encontraba afuera. Cuándo salió y los chicos lo vieron, pusieron sus ojos como platos y el color se les fue del rostro, sólo pasaron a nuestro lado mientras Ángel los veía de forma fiera. Entonces me abrazó muy fuerte, cómo si supiera del miedo que sentía en ese momento, y lo dijo.

— Tranquila, conmigo estás segura. —

Y esa fue la primera vez en toda mi maldita vida, en que yo me sentía a salvo y protegida y, también, con esa simple frase, terminé de confirmar mis sentimientos hacia tu padre. A mis cortos 9 años yo estaba perdidamente enamorada del chico de cabellos azabache, y aunque era consciente de que lo nuestro no podía ser debido a nuestro parentesco familiar, mi corazón siguió queriéndolo cada día más.

Conforme los años pasaron las reprimendas de mi madre tuvieron un nuevo avance, a mis 11 años ya no era suficiente con que me quedara fuera de casa durante algunas horas, sino que ocurrió esa primera vez en que mamá no me recibió pese a que ya era noche.

Con lágrimas en los ojos salí corriendo de mi calle hasta llegar a la de Ángel, entonces lo vi en la esquina fumando junto a otros chicos. Mi madre no era la única que había cambiado en ese tiempo, pronto Ángel se transformo en un demonio al descubrir que, si usaba su fuerza, podría obtener lo que quisiera, volviéndose un ser violento.

Él siempre estaba rodeado de alguna chica, lo cuál a mí siempre me llenaba de celos, sin embargo, nada podía hacer al respecto; los chicos malos siempre llaman la atención y con frecuencia roban corazones incautos cómo el mío, aunque para mí aquel chico malo seguía siendo mi ángel guardián, pues aún en esa noche y después de verlo fumar seguía siendo atento y lindo conmigo, dándome abrigo y refugio en su habitación, haciéndome sentir especial. Yo nunca le reproché nada puesto que estaba consciente de que jamás tendríamos una relación de pareja, pero, aún así le seguía queriendo y me gusta creer que él también me amaba, sin embargo, pronto rompió mi corazón.

Al cabo de dos meses y en la tercera ocasión en que mi madre no me dejó ingresar a casa, la tía Helena me recibió cómo siempre y, cómo siempre, yo no paraba de divertirme con Ángel, nos encontrábamos jugando Turista cuándo unos golpes violentos azotaron contra la puerta. De inmediato bajaron tus abuelos a abrir la puerta mientras tu padre y yo espiabamos por las escaleras. La mujer que tocaba con tanta furia era nada más y nada menos que la mamá de Natalia, una de las chicas que siempre estaban pegadas a tu padre y sí, la persona por la que considero que eligió ese nombre para ti. Esa señora estaba eufórica y desconsolada, y no es para menos, su hija de 13 años se había suicidado, ¿la razón?, se encontraba embarazada de mi primo y, al ser repudiada por él no supo cómo enfrentar a su familia con tal noticia, optando por esa "solución". Su madre estaba desecha e intentaba ingresar a la casa a cómo diera lugar para vengar la muerte de su hija con la de Ángel, cosa que claramente la tía Elena y su esposo evitaban a toda costa.

Yo no podía creerlo, lo miré finamente durante algún tiempo mientras un millón de preguntas se formaban en el lío que era mi mente. ¿Aquel que yo había amado todo éste tiempo fue capaz de entregarse a alguien más? ¿Ese chico lindo y atento era responsable de la muerte de alguien?. ¡¿Pero en qué mundo me encontraba?! Rápidamente saqué todas esas ideas de mi cabeza, mi Ángel, mi Ángel guardián no podía ser así, él no era el culpable, no podía serlo porque yo lo conocía, conocía de su afecto y sus valores, él jamás trataría así a ninguna persona, ¿cierto?

Si hubiese sido un poco menos ingenua y hubiese tenido amor propio, aquél incidente habría sido suficiente para hacerme enterrar los sentimientos que tenía hacia él, sin embargo, ocurrió todo lo contrario. Cuando subimos a la habitación yo seguía con la mirada fija en él y bueno, claramente él estaba muy afectado. Después de algún tiempo se percató de mi mirar asustado y entonces me dedicó una tierna sonrisa.

— Esa mujer está loca, te aseguro que todo está bien. —

Y parecía que aquello era más bien algo que se repetía a sí mismo, intentando creer que esa chica seguía viva o algo por el estilo. Mi loco cerebro seguía maquinando a mil por hora, por lo que no pude articular nada ni desviar la vista.

— Tranquila, conmigo estás a salvo — repitiendo para mí mientras me daba un tierno y cálido abrazo.

Ese era mi Ángel, el Ángel que yo conocía, el dulce y atento incapaz de causar la muerte de alguien, el amable y sensato que había sido acusado injustamente.

Al cabo de un tiempo la tía Elena subió a la habitación con la decepción perfilada en su rostro. Aquella dulce mujer que me había acogido y me había enseñado sobre la valentía y la fortaleza se encontraba destrozada; ahora que soy madre la entiendo a la perfección. Entregamos nuestra vida a nuestros hijos, luchamos por ellos incansablemente y, cuando Ángel creció, se olvidó por completo de todos los sacrificios que su madre había hecho sólo por y para él. La tía Elena que había trabajado incansablemente durante los últimos 7 años y había mantenido ella sola y por completo a su familia, ahora se sentía traicionada y herida. Cuando ingresó a la habitación y nos miró abrazados, me pidió dejarlos a solas, yo obedecí y esperé en el pasillo. Los gritos de tu abuela no se hicieron esperar, y dada mi cercana ubicación fui testigo de todo lo que se dijeron esa noche, del dolor de tu abuela y de el sentido de culpa de tu padre. Ángel repetía una y otra vez que él no había embarazado a esa chica, que no tenía nada que ver con su suicidio, sin embargo, por el tono de su voz puedo decir que era una mentira que él repetía una y otra vez intentando creerlo; aún así, yo le creía, yo elegí creerle y callar a mi razón que gritaba una y otra vez que él era culpable.

Al rededor de 4 horas más tarde, salió Elena hecha una furia y con los ojos hinchados de tanto llorar, me miró en el suelo justo a un costado de la puerta y corrió a encerrarse en su habitación con un gran azotón. Yo ingresé de nueva cuenta al cuarto de Ángel, y lo vi ahí, cabizbajo en su cama, llorando; esa fue la primera vez que lo vi llorar. Mi corazón se arrugó y de inmediato corrí hacía él sentándome en la cama, por su parte secó sus lágrimas con brusquedad al notar mi presencia, pero era tarde, yo ya lo había presenciado todo, era testigo de la fragilidad de aquel chico rudo que sólo aparentaba ser inquebrantable. Tomé sus manos entre las mías y, mirando fijamente sus ojos entristecidos le repetí con el mayor de mis cariños.

— Yo te creo. —

Esas simples palabras fueron suficientes para terminar de cautivar su corazón, me miró fijo por un segundo sin poder creer que yo lo estaba apoyando y elegía creerlo aún cuando su propia madre no lo hacía, aún cuándo él mismo no creía sus propias farsas. En ese momento y bajo un impulso me besó; fue un cálido y tierno beso de pico que me tomó por sorpresa, y que se prolongó hasta que yo, dejándome llevar por mis emociones, le correspondí. A partir de ese incidente nuestra relación mejoró, y aunque sólo nos dimos ese beso y jamás ocurrió nada más, nuestra "amistad" se encontraba en el pleno auge de comunicación, confianza y apoyo mutuo. Estábamos plenamente conscientes de nuestros sentimientos hacia el otro, sin embargo, mi prudencia podía más y cada que tu padre intentaba acercarse a mí con pretensiones de otro beso, yo me apartaba recordando que era mi familiar. Aquel año siguiente fue uno de los más difíciles para él, la madre de Natalia intentó demandar a Ángel, sin embargo, y dado que ambos eran menores de edad y que Natalia era la mayor, y también considerando la agresión de la señora en contra de Ángel y sus padres, no procedió nada grave, archivándose todo al cabo de ese año. Durante todo ese tiempo yo estuve dando mi apoyo moral incondicionablemente a tu padre y a tus abuelos, sin embargo, ese día de los gritos la relación madre e hijo de Elena y Ángel se fracturó irremediablemente, complicando aún más la relación y haciéndome sentir cierto grado de incomodidad cada que me daban refugio en su casa.

Cuando creímos que todo había quedado en el pasado, ocurrió la segunda ruptura de mi corazón, casi dos años después de la primera. Era el cumpleaños número 14 de tu padre y la tía Elena le organizó una pequeña reunión con algunos familiares, entre los cuáles yo estaba invitada. Por supuesto asistí y me la pasé muy bien entre risas y la compañía de los que en verdad me demostraban su afecto día tras día. Cuando estábamos por cortar el pastel, justo en el momento en que Ángel iba a morderle, el timbre de la casa repicó interrumpiendo todo. La tía Elena salió de escena para abrir, mientras nosotros continuamos con la celebración. Entonces ingresó una chica, una chica de 16 años que se abrió paso entre las personas hasta llegar al frente de la mesa. Ángel enpalideció apenas la vio, mientras otro de nuestros primos, Diego, empujaba su cabeza contra el pastel. Todo embarrado de chantilly por doquier, salió corriendo de la casa jalando de la mano a la joven. Intrigada miré por la ventana cómo esos dos discutían, aunque no escuché nada era evidente que ambos estaban eufóricos. Pronto, algunos otros curiosos se acercaron al cristal, la chica nos vio y nos apuntó con su dedo, entonces Ángel la abofeteó. Todos nos quedamos impactados y rápidamente Diego salió a defender a la chica, entonces ella aprovechó ese descuido e ingresó a la casa.

— Soy Judith y estoy embarazada de Ángel desde hace dos meses. — fue lo único que dijo cuando se encontró a mitad de la sala, arruinando intencionalmente todo aquel evento.

Mis lágrimas salieron sin parar y sin poder disimularlo, es que él lo había hecho otra vez, me había traicionado, mientras rogaba por mis besos y me daba cariño se entregaba a otra chica, mucho mayor que él, que no iba a quererlo ni la mitad de lo que yo lo quería, ¿y yo?, yo sólo estaba ahí siendo una completa estúpida. Y no era la única traicionada aquí, cuándo miré los ojos de Elena la decepción y la tristeza se encontraban ahí, la decepción de haber vuelto a confiar en un hijo, la tristeza de no saber en qué falló la educación que le proporcionó.

Cuando todos se fueron y tu padre y yo nos quedamos a solas en su habitación, se formó un silencio incómodo que yo no era capaz de romper, y pese a todo to estaba ahí para él, sentada a su lado en la cama, brindándole mi compañía absoluta. Mi razón me decía que ya no debía confiar en él, que era el momento de alejarme porque al fin y al cabo jamás habría algo entre nosotros y toda la situación sólo me estaba causando un daño enorme que ni siquiera tenía el derecho de sentir porque nunca había pasado más de un simple beso; pero entonces el interrumpió iracundo toda la tensión del ambiente.

— ¡Esto es tu culpa! — gritó.

Me quedé en shock procesando lo que acababa de escuchar. ¿Cómo era posible que yo fuera culpable de su comportamiento?

— ¿Mi.... culpa? — alcancé a susurrar entre mis pensamientos.

— ¡Sí! ¡Tu culpa! ¡Toda tu culpa! — gritó levantándose de la cama — Si tú me hubieses aceptado nada de esto habría ocurrido. ¡Pero querías jugar a la princesita del castillo! ¡¿No?! — pronunció con una sonrisa amarga mientras salía del cuarto.

Instintivamente comencé a llorar y esa, mi pequeña niña, era la primera vez que él me manipulaba culpándome de algo que para nada era mi culpa. Lamentablemente su juego funcionaba y lo hacía muy bien; funcionó con Natalia, funcionó con Judith y funcionó conmigo, y con el resto de chicas que me siguieron en la lista. Fue así cómo rompió mi corazón por tercera ocasión, cuando yo confié en él y caí en sus brazos sin importarme todo el daño que esa acción causaría a nuestra familia, pero, cariño mío, esa es una historia que te contaré después.

Melancólica, tu madre. ❄️

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro