31 - Agosto - 2016
03:50 am

Dulce tormento:

De entre todas las situaciones que no he podido reparar y de entre todos los errores que me atormentan noche tras noche, sin duda alguna, tu respiración es mi favorita y, a su vez, la más dolorosa.

¿Recuerdas las rosas? Esas rosas que tanto amabas... ¿Recuerdas los pétalos que caían sin que pudieras evitarlo? ¿Recuerdas las espinas que te herían cuando intentabas abrazar los rosales?
¿Recuerdas las largas horas que pasabas sentada en el patio sólo contemplando el rosal? ¿Recuerdas tus listones? ¿Recuerdas el frío del hospital? ¿Recuerdas mis besos y caricias? ¿Recuerdas a tu madre? ¿Recuerdas a esa mujer a la que esperabas hasta tarde? ¿Recuerdas tu hogar? ¿Me recuerdas? ¡¿Recuerdas cómo llegar a casa?! ¡¿Me recuerdas?!

Esta madrugada desperté entre sollozos y terquedades de mi mente, mi cabeza me ruega descanso, descanso de todos aquellos pensamientos que me abruman a cada instante, sin embargo, me es imposible dejar de pensarte cuando lo que pretendo es no olvidarte, ¿qué tal y regresas cuándo sea una anciana?, yo quisiera festejarte del mismo modo en que lo haría ahora; ¿y si tuviese un accidente que me haga olvidarte?, tu habitación y el aroma que dejaste en ella serían suficientes para recordarte...

Le temo tanto al futuro desde que partiste, temo que cuando vuelvas yo ya no sea la misma persona que amabas, temo que te alejes de mí si no encuentras todo cómo estaba, que desaparezcas si no cumplo con tus expectativas, o que simplemente me cambies por alguien más capacitado, alguien que llevaría el título de "madre" sin conocerte y a quién le llenes el corazón con tus "te amo" de dulce voz sin que halla atravesado por la mortificación de tus enfermedades y tu desaparición, y entonces, ¿quién sería yo? Durante mucho tiempo he pensado que, si es cierto que todos tenemos una misión escrita ya desde antes de nacer por algún ser supremo, sin duda alguna mi misión en esta vida tan sólo es ser tu madre y velar por ti, ¡y qué mejor misión podría pedir!, sin embargo, y dadas las circunstancias actuales, es más que obvio que he fallado y que, en todo aspecto referente a ti he perdido parte de mi alma y de mi esencia. Te extraño a cada instante, y no puedo dejar de recordarte, simplemente mi corazón no guarda silencio, me atormenta en cada sonido, en cada gesto, en cada plato y objeto que alguna vez tocaste y que me recuerdan tus movimientos repentinos y torpes, esa dulzura con la que me mirabas, esa falta de destreza en tu caminar.

¿Recuerdas los días nublados a los que les temías? ¿Recuerdas tu pavor al agua? ¿Recuerdas las estrellas que se veían desde nuestra casa? ¿Recuerdas la resbaladilla roja que amabas del parque? Yo lo recuerdo, lo recuerdo todo demasiado bien, tanto que me pesa tener memoria, me pesa aún respirar. Recuerdo que tu princesa favorita era Blanca Nieves y que sólo era tu favorita por los colores de su vestido, recuerdo que descubrí que tus colores favoritos eran el rojo y el amarillo porque en el parque sólo usabas la resbaladilla roja y el columpio amarillo. Es increíble cómo puedes llegar a conocer tanto los gustos de una persona sólo por sus acciones. Recuerdo que amabas la película de "El Rey León" y siempre intentabas imitar las acciones de los personajes, que te encantaba sentir el Sol en el rostro porque de inmediato dibujabas una enorme sonrisa en tus mejillas mientras cerrabas los ojos, recuerdo que amabas observar las estrellas porque de inmediato se creaba un replondar eufórico en tus ojos y por la fuerza con la que las señalabas, recuerdo que tenía que sujetarte muy fuerte para evitar que cayeras de la ventana en tu intento de tocarlas. Qué curioso es que puedas conocer tan bien a una persona y no te percates de ello hasta que mencionas todos sus gustos y pasiones y que, en ese momento, caigas en cuenta de todo lo que sabías, y que todo lo sabes sólo por el amor que le tienes, el mismo amor que te hace memorizar acciones en automático y que te impide olvidarlas.

Recuerdo las incontables veces que permaneciste mirando durante horas el rosal morado de nuestro patio, y que después de horas comenzabas a hablarle diciéndole "papá", cómo si ese fuese el único método de comunicarte con él, recuerdo que después de las palabras abrazabas el rosal y lo hacías una y otra vez aunque sabías que dolía y que las espinas en tu carne te hacían sangrar, recuerdo vigilarte cada que te sentabas a mirar el rosal, recuerdo comenzar a cortar las rosas y quitarles todas las espinas para dejarlas en tu habitación y evitar que salieras, recuerdo que esa acción provocó que salieras a abrazar el rosal con mayor frecuencia y sin contemplarlo antes, recuerdo todas las veces que Carlos me llamó la atención por no poder evitar esos arranques de afecto que te causaban tanto daño.

Recuerdos, recuerdos y más recuerdos. Recuerdos que me abruman incluso en sueños. Recuerdos que, justo cómo en esta noche, me oprimen el pecho y me forman un nudo de gritos ahogados en la garganta, que me hacen despertar de golpe creyendo que aún seguías aquí, con tu mano en mi mejilla llamándome "mamá" mientras yo aún dormía, despertándome con tu imagen al lado de mi cama, con la sangre que escurría de tu nariz manchando tu ropa por completo, la sangre que no te causaba temor pero a mí me llenaba de pánico sólo por tratarse de ti. ¿Recuerdas cómo te tomé entre mis brazos y te cargué directo al baño? Yo lo recuerdo, recuerdo ponerte un millón de gasas y hacer presión, recuerdo llamar a Carlos aterrada de que algo te ocurriera, recuerdo pedir un taxi para llevarte al pediatra y que te quedaras dormida entre mis brazos en el camino, recuerdo llamarte para que no te durmieras y ser ignorada por tu necesidad física de descansar, recuerdo llegar al hospital y recuerdo tu revisión médica, recuerdo que Carlos llegó tiempo después, recuerdo que mencionaran que fue sólo una emorragia por golpe de calor pero que había sido una emorragia severa, recuerdo sentirme culpable por haber permanecido dormida y no darme cuenta de cuándo comenzaste a sangrar. En esta noche recordé, recordé ese incidente entre sueños, recordé tu imagen ensangrentada y desperté, desperté apanicada mirando a Carlos dormir a mi lado entre la oscuridad de la noche en la habitación, desperté con lágrimas en los ojos mirando a todos lados una vez sentada en la cama, con la falta de aire y mi espalda contra la fría pared, entendiendo que fue un sueño, que tu imagen era un recuerdo, que tú no estás.

Salí de la cama con el mayor de los silencios que me fue posible para evitar despertar a Carlos, conteniendo mis lágrimas hasta que llegué a tu habitación, entonces lloré. Lloré y lloré con las manos en mi boca para evitar hacer ruido de más, lloré aún sintiéndome asfixiada, colapsando de vez en vez al recordar más cosas. Ahora intento escribirte en mi intento de calmarme, aunque parece que es en vano ya que mi mente sigue trayéndome  más y más recuerdos que de nueva cuenta me impiden respirar.

¿Recuerdas los listones que ataba a tu cabello? ¿Recuerdas mis besos en tu frente mientras dormías? ¿Recuerdas las canciones de cuna que cantaba para ti? ¿Recuerdas la fuerza de mis abrazos? ¿Recuerdas el calor de mi alma? ¡¿Recuerdas mi existencia?! Yo no olvido la tuya, juro que no. Y en esta fría noche que me trajo tus recuerdos entre sueños, en esta sola habitación que dejaste ausente de vida, entre la culpa y mis lágrimas, quiero decirte que te amo con cada parte de mí, que te extraño y que todo aquello que en mi mente llace se quedará ahí por siempre, atesorado por la lunática en la que me he convertido, esperando paciente a volver a comer contigo, a despertarte por las mañanas, a mirarte al dormir, a arrullarte entre mis brazos, a sentir tu calor, a escucharte hablar, a contemplar la rareza de tu ser, de tus descubrimientos, de tus miedos.

Dulce Natalya, sólo quiero que vuelvas a mí.

Esperándote, mamá. ❄️