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En otra vida, escribimos un
"felices para siempre"
pero en esta solo me tocó
perderte y esperar que,
de algún modo,
me recuerdes...
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En esta vida, Lasso y Yami Safde.
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Quizás en otro mundo, tú y yo pudimos estar juntos. Quizás en otro mundo, Creadora jamás me odió y tú pudiste ser mía.

En ese mundo hubieras sido mi esposa. Te hubiese otorgado mi mundo convertido en cenizas y te habría coronado como la reina de mi Caos.

Si en nuestro plano existiera la iglesia te hubiese llevado al altar y habría intentado prometerte la vida entera en un par de palabras sencillas.

Pero en esta vida no.

Vida, te he visto ir por el mundo entregando tu corazón a mortales tontos que con el tiempo caen en mis garras. Y debo cuidarlos.

Y me mata hacerlo.

Me mata cuidar sus cuerpos y guiar sus cenizas hasta las estrellas, dejarlos que sigan su transición por Creación mientras deseo con toda mi muerte ser yo, al menos, alguno de esos tontos seres que van caminando por la acera y tienen la dicha de toparse contigo.

Vida, han pasado siglos y yo he seguido escribiéndote cartas por cada uno de esos estúpidos cien años que caen al olvido. Pero yo no lo hago.

No te olvido.

No olvido dejarte notas, esos craneos que encuentras siempre en tus paseos al bosque son mis regalos hacia ti, espero siempre, pero siempre, Vida, que al verlos frente a frente tengas un destello de mi rostro y me recuerdes.

Cuervos y frutas... Vivo solo por la ilusión de que algún día me recuerdes. De que algún día realmente mueras y puedas ser mía por completo. Mía para amar, mía para cuidar, mía para atesorar. Simple y sencillamente mía.

Lejos de Creadora, lejos de ese niño tonto que va por el mundo creando estrellas.

Creo que madre se sintió culpable de lo que te hizo y para callar su culpa ahora creó un pequeño muchacho que te sustituye.

Pero no lo hace bien.

Él no canta tus cánticos que calman mi corazón. Él no huele a primavera ni tiene tu ansiedad adorada, en su lugar huele a estrellas y rebosa inocencia.

Él-no-es-tú.

Cada vez desapareces más. Cada vez te disuelves más entre un mundo que no te merece. Estás perdiendo esa chispa vital que te caracteriza. Fumas más de ese estúpido tabaco. Vida, deja de hacer eso, no te va.

Y es que no sabes cómo detesto tener que llevarme los cuerpos que habitas solo para sentirte por un momento tan malditamente corto tu esencia en mis manos.

Te han llamado Hoku en esta vida. Es gracioso, ¿No? Opino firmemente que sí porque te estás convirtiendo en una estrella fugaz en un cielo en el que están cayendo cada vez más lluvias de estrellas.

Pero jamás dejo de reconocerte.

Siempre te reconozco como mi vida.

Siempre logras enamorarme.

Siempre soy tuyo.

Por siempre,
MUERTE.