9° Carta
Habíamos regresado a la fría y oscura Luna. Extrañaba la tierra, extrañaba a Chuc. Deseaba volver de inmediato, pero eso no era posible. Te envié las cartas por el portal más pequeño, y fui a casa.
Mi mamá estaba muy enojada, traté de hacerla calmar diciéndole que no me había pasado nada malo, que había sido una de las experiencias más bonitas de mis 16 años de vida. Ella sabía lo importante que era para mí hacer algo así, siempre habían creído que yo era una debilucha, y con este viaje demostraba lo contrario.
Las personas no paraban de preguntarnos los detalles del viaje, pero el señor John nos dijo que el viaje debía ser estrictamente secreto. No debíamos contar los pormenores de la expediciónamos, teníamos que guardar silencio.
Días después fui a la casa del señor John junto a Daryl y sus hermanas. Queríamos saber cuándo volveríamos a Egipto.
— Debemos esperar 1 mes, — Dijo el señor John — si Chuc no regresa, iremos por él.
— Padre, Chuc no va a regresar. Es imposible que él haya creado un portal de regreso — Jack se veía preocupado.
— Confío en Chuc, pero lo mejor será ir por él — Intercedí, no podíamos dejarlo un mes, teniendo en cuenta que el tiempo es relativo, es decir, podría pasar un mes aquí, y haya podría pasar años.
Terminamos la discusión, al final decidimos esperar 1 mes. Recuerdo que fue el mes más largo y aburrido de mi vida.
Mi madre confiaba en mí, le dije que esta era la razón por la cual yo había nacido. Ella, más que nadie, sabía lo importante que sería para mí este viaje.
Cuando se cumplió el mes de espera, mi madre fue la que me llevó donde la nave del señor John.
— Amigo mío, cuídala mucho. — Le suplicó mi madre al señor John, mientras yo me despedía de ella con la mano.
Esta vez teníamos mejor las cosas planeadas. Regresaríamos por Chuc, esa era la misión.
Daryl y sus hermanas subieron a la nave. El señor John junto a su hijo, subieron segundos después.
Todos estábamos preparados y entusiasmados con este viaje. Yo me sentía más que feliz, por primera vez en mi vida sentía que mi vida valía la pena, que mi madre confiaba en mí, y señor John me había permitido subirme a su nave.
— Todos a sus posiciones. — Ordenó el señor John desde la cabina de manejo.
— Señor Gordon, deséenos suerte. — Envió Jack ese mensaje por la radio.
— Vuelvan pronto — Dijo el señor Gordon desde la base lunar.
La nave otra vez estaba en marcha, pero tenía algo diferente en ella. A los costados tenia acoplados dos pequeñas naves.
— Chuc, espéranos solo un momento más. — Dijo el señor John y la nave entró al portal.
Otra vez estábamos en medio de un tornado, pero esta vez era de color verde y celeste. La sensación de ardor que sentía en mi cuerpo era fuerte, esta vez no soporté más y me desmayé.
— Luna, despierta. — Me dijo Jack, mientras me daba palmaditas en el rostro.
— ¡Maldita sea! — Gritó enfurecido el señor John.
— ¿Qué ocurre? — Le pregunté a Jack preocupada.
— No lo sé. — Respondió y me dio la mano para levantarme de la silla, fuimos hacia las ventanas casi corriendo para ver lo que ocurría.
El señor John no renegaba por gusto, en ese momento la desilusión se hizo parte de mí. No estábamos en Egipto. No sé dónde rayos estábamos. Lo peor es que era totalmente distinto a Egipto, este lugar estaba lleno de árboles, era totalmente verde el panorama, estábamos en una jungla.
¿Cómo encontraríamos a Chuc?
Con cariño, desde la maldita Jungla, Luna.
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