30° Carta
Supliqué a Shedalah ser intermediaria entre su gente y nosotros. Pero fue en vano, ella no aceptó. El prisma Zadumi podía destruir gran parte del universo, era una bomba, los Narrasti la querían para someternos a todos. Su patriarca no dejaría que otros la tomaran, preferiría morir antes de entregar el prisma a uno seres malvados.
Mamá está en esa nave, quién sabe qué le habrán hecho, eso no me ha dejado dormir. Debo buscar una manera de acabar con todo esto, pero que pueden hacer un robot, una chica menuda, un rubio, un científico y una extraterrestre contra todo un ejército del planeta Narrasti. Mi única esperanza era Laya y todos los habitantes del planeta Azkart, teníamos un objetivo en común. Así que me alcé de valor y fui hablar con ella.
—Necesito hablar con Laya —le dije a la mujer que se encontraba vigilando en la puerta del cuarto de la reina.
—Juke dotek —respondió seria con los ojos puestos en mí.
No entendí lo que dijo, y pasé sin su permiso. Laya se encontraba durmiendo, había soltado su cabello, era demasiado largo, parecía una capa blanca sobre ella.
—¡Despierta! Tenemos que hablar —grité con autoridad, ella despertó y me observó de manera extraña, y sonrió de costado.
—Ahora mi invitaba quiere mandar sobre mi —dijo riendo.
—No, pero no entiendo cómo puedes estar tan tranquila sabiendo lo que ha ocurrido —dije indignada.
—Solo reposo un poco, me ayuda a poner en claro mis ideas —dijo levantándose —. Además... Ya tengo un plan.
—El ultimo no nos salió tan bien que digamos.
—Porque éramos débiles, sin armas, sin un plan de ataque, solo de defensa. Contra ellos debemos ser más inteligentes, astutas, y crueles. Ya basta de estrategias tontas y ridículas. ¿Quieres ganar esta guerra que tu comenzaste?
—¡Por supuesto que sí! —alcé la voz con firmeza.
—De acuerdo —volvió a soltar esa sonrisa de costado, de manera malévola —. Tenemos que ir a un planeta, tú tienes la nave y yo la dirección. ¿Tenemos un trato?
—Si —dije estirando mi mano y ella también hizo lo mismo.
Fui corriendo a avisarle a Jack y al señor John sobre nuestro plan, pero noté que estaban discutiendo o algo así. No quise entrometerme y busqué a Chuc que se encontraba al lado de Shedalah hablando sobre la vida en Azkart.
—¿Sabes por qué pelean? —le pregunté a Chuc.
—Si, pero no creo que me creas —respondió parecía molesto conmigo.
—Chuc, sé que hace poco tuvimos una pequeña discusión y no te creí, pero entiéndeme no puedo desconfiar de él.
—No estarías desconfiando del señor John, él está muerto —dijo Chuc, parte de mi quería saber porque decía todo eso.
—Luna —intervino Shedalah que había estado callada escuchando nuestra conversación —Quizá debes escuchar a tu amigo un poco más, hay cosas que te sorprenderían saber.
—Esta noche, te espero detrás de la estatua de Laya, tendremos una charla —le dije a Chuc antes de irme y el aceptó.
Vi que Jack y el señor John salían de la cueva, y los seguí. Quería contarles sobre el nuevo plan, y también tenía curiosidad de a dónde iban. Escuche toda la conversación o gran parte de ella. Y entendí porque Chuc decía todo eso, yo también empecé a desconfiar de el señor John.
—Hijo —dijo el señor Rumsfeld tomando el hombro de Jack—. Basta ya de tantas guerras, no estamos metiendo en una pelea que no nos corresponde. Debemos actuar de inmediato.
—Padre, nuestra gente está sufriendo en manos de esos perversos seres —dijo desesperado Jack.
—Por eso mismo, tenemos que convencer a Shedalah de ir a su planeta y entregar el prisma Zadumi.
—Pero eso ya hizo Luna, y fue imposible —respondió con tristeza Jack.
—Entonces llevemos con engaños a Shedalah a su planeta, y robamos el prisma.
El rostro de Jack se puso pálido, se veía confundido. Entonces empezó a mover su cabeza en negación a lo que había dicho su padre, quiso decir algo, pero se contuvo y fue en dirección a mí. Traté de esconderme y fui corriendo al túnel.
Entre al santuario corriendo, y me senté al lado de Chuc, me sentía muy agitada y el frio había empezado a congelar mis manos. Shedalah se acercó a mí y me ofreció una manta.
—¿Te sientes bien? —preguntó Shedalah mientras avivaba más el fuego, para que pudiera calentarme.
—No... —respondí titiritando.
—Chuc ¿puedes traernos un poco de kufik caliente? —preguntó Shedalah de manera dulce y él fue sin decir más —. A veces las personas no son como creemos que son, sé que debí contarte esto hace tiempo, pero tenía miedo.
—¿Qué pasó? Cuéntame sin miedo, no te juzgaré.
—El señor John es un pervertido —dijo sin rodeos—. Ha estado coqueteándome y hostigándome desde hace algunos días, y eso me ha asustado. En mi planeta, no actúan de esa manera los machos, creo que el padre de tu novio, está loco.
Quise argumentar el motivo del porque Jack no era mi novio, pero me quedé más pensando en lo que ella había dicho. ¿El señor John un pervertido? ¡Qué había ocurrido con el magnífico hombre que había conocido!
—Te creo —le dije abrazándola.
—Gracias, pensé que te pondrías de parte de él.
—No me pondría de parte de ningún pervertido —le respondí.
Chuc vino con un recipiente lleno de Kufik, su sabor es un poco agridulce, pero muy rico. Me calmó el frio que tenía. Abrigada en la manta me puse a pensar en lo que había pasado con el papá de Jack, porque había cambiado así de pronto, o acaso es que todo el tiempo había estado aparentado ser algo que no era. Me apenaba lo que sentía Shedalah, ella había estado ocultado todo eso por miedo al monstruo llamado John.
—Debemos contárselo a Jack —dijo Chuc.
—O enfrentar al señor John —añadí.
—Ahí viene —dijo Shedalah señalando a Jack.
—Yo lo haré —dijo Chuc levantándose para ir en dirección de Jack.
Los vi a lo lejos, discutiendo mientras que el rostro de Jack se llenaba de vergüenza, de temor y miedo. Chuc abrazó a su amigo, a su hermano, y Jack empezó a llorar, él era un hombre lleno de sentimientos, no era igual a su padre.
Jack se acercó hacia nosotras, se sentó cerca del fuego y dijo:
—Creo que John hizo eso por una razón, no estoy justificándolo, pero creo que tiene un objetivo.
—¿De qué hablas? —pregunté curiosa.
—Hace un momento me propuso engañar a Shedalah, ir a su planeta y robar el prisma Zadumi. Eso me hace pensar que intentó seducirla para tener acceso e información acerca de Edén y así poder tener en sus manos al prisma que tanto desean los Narrasti.
—¿Tu padre es un traidor? —dije sorprendida.
—No, no lo es —dijo Chuc—. Tu padre está muerto, y ese tipo de allá fuera que anda sobre la nieve armando un plan, es otro hombre que creo que conocemos todos.
Con cariño, desde Azkart, Luna.
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