25° Carta
Era verdad, a aquella mujer la había soñado tantas veces cuando era niña. Me atormentaba por las noches, siempre vigilándome, observándome y analizándome. Cuando cumplí trece años, ella simplemente desapareció de mis sueños (pesadillas en realidad). Es humana, eso no hay duda, pero algo me hace dudar de aquello. Incluso es más pálida que yo, y su cabello es completamente blanco. Y pese a su aspecto fantasmal, ella es muy hermosa. Aterradoramente linda.
— No debes tener miedo, es solo una pesadilla. — Me calmó Jack tomándome de las manos.
— ¿Y si no lo es? — cuestioné.
— Pues eso lo sabremos mas adelante — dijo Jack encogiéndose de hombros.
Fuimos nuevamente hacia el pequeño pueblo, donde el señor John descansaba. En una pequeña casa hecha de telas y palos, estaba el padre de Jack, durmiendo. No quisimos levantarlo, pero él debería saber sobre esa mujer o si tuvo la misma alucinación.
— No — Dijo el señor John cuando le preguntamos si había visto a esa mujer —. En mi alucinación vi un planeta, lleno de personas naranjas. Y eso fue todo. Se qué dirección tomar, pero el universo es tan enorme, que nos perderíamos sin el equipo adecuado.
— Mayur tiene una nave, debe tener otras más. — comenté.
— No entiendo este planeta — dijo Jack preocupado.
— ¿Por qué? — pregunté curiosa.
— Si la tecnología esta prohibida, ¿Por qué Mayur tiene naves? ¿De donde las obtuvieron si no tienen las herramientas necesarias para crearlas?
— Debemos irnos, de inmediato — Ordenó el señor John poniéndose de pie.
— No tenemos una nave — dijo Jack mirando a su padre.
— Oh, claro que si la tenemos.
Seguimos apresuradamente al señor John, hacia un pequeño rio que se formaba detrás del pueblo. Cruzamos un puente colgante, con cuidado de no caernos. Pronto anochecería y me daba miedo por las raras criaturas que habitaban este planeta.
— ¡Ahí está! — Exclamó el señor John, señalando a la nave Blue Star.
— ¿Tendrá el combustible necesario para salir de aquí? — Preguntó Jack a su padre, se veía preocupado.
— Yo creo que sí, la gente de Boyuk la trajo junto conmigo. Y cuando me fijé, si tenia combustible.
— De acuerdo, es hora de irnos.
— Un momento — dije bruscamente— ¿No se están olvidando de algo?
— ¡CHUC! — gritó Jack— Ahora vengo, iré a buscarlo.
Al cabo de unos minutos Jack y Chuc venían corriendo, llevaban consigo unas bolsas y parecía que se lo habían robado de alguien.
— ¿Qué llevan ahí? —pregunté cuando se acercaron.
— Algo de comida, y trajes espaciales que tome prestado antes de venir— respondió Chuc. Rei, sabia que eso no era cierto.
— De acuerdo, es hora de irnos— Dijo el señor John ingresando a la nave.
Nos pusimos los trajes ededianos, eran muy parecidos a los que usamos en la luna, solo que eran mas ligeros y el color era azul marino. El traje me quedaba muy suelto, incluso a lo demás también les quedaba así. Nos abrochamos los cinturones antes de que el señor John diese el aviso de despegue.
Aunque la nave Blue Star no hacia mucho ruido al despegar, se que todo el pueblo debió haberse dado cuenta, de cómo habíamos huido. Éramos unos malagradecidos, pero el señor John se veía demasiado seguro al decir que debíamos huir. Después de todo, él era la cabeza del equipo.
— Según mi sueño, debemos atravesar un agujero de gusano muy cerca de un planeta de color ámbar. Solo debemos ir de frente y guiarnos por un sueño. Todo esto me parece tonto. — Decía entre dientes el señor John. Parecía enojado, parecía perdido.
Ya empezamos a impacientarnos, cuando ocurrió. Fueron exactamente una semana y cuatro días, cuando por fin encontramos un planeta muy brillante. Era una alegría encontrarla, la oscuridad del espacio podría ser realmente espeluznante.
— Estoy muy seguro que es este planeta —dijo el señor John observándola. Cerró sus ojos para recordar el sueño.
— ¡Papá! — gritó entusiasmado Jack, despertando al señor John. — ¡Ahí esta!
— ¡Lo encontramos! — dijo emocionado Chuc
Vi al planeta, me parecía demasiado raro lo solo que estaba en medio de la oscuridad. No parecía un planeta, su forma no era tan ovalada, era casi deforme. Tampoco era una estrella. Todo se estaba volviendo extraño y curioso.
— ¡Alto! — Grité antes de que Jack dirigiera la nave hacia el agujero y baje la voz para continuar — Creo que no es un planeta, es mas bien como un faro o una señal para guiarse hacia el agujero de gusano.
— ¿Y eso que tiene de malo? — me cuestionó el señor John.
— Pues... —dije, y añadí lentamente— Si los zelenianos no quieren que su planeta sea encontrado por los Narrasti, ¿por qué dejar una señal tan obvia en medio del espacio?
— No tenemos otra opción, no se ni como regresar a la Luna. Estamos perdidos, lo único que nos queda es avanzar. — Confesó con vergüenza el señor John.
— Chuc — Voltee a verlo — Tu eres el único que puede ayudarnos, ¿crees que es peligroso cruzar el agujero?
— Bueno, según lo que yo sé, si la nave no es lo suficientemente resistente, podríamos deteriorarnos y morir. La segunda cosa que podría pasarnos, es quedarnos atrapados ahí, girando y girando sin poder parar. Y la última, la menos probable, es poder cruzarla luego de un ajetreo intenso, y llegar a una nueva parte del universo.
— Bien, esto será una votación — dije con decisión y firmeza — Levanten la mano los que deseen cruzar el agujero.
Cinco manos estuvieron alzadas. Shedalah se había metido a nuestra nave. Apareció de la nada, como un pececito que sale de su escondite para ver si está seguro afuera.
— ¿Qué haces aquí? — pregunté asombrada.
— Iban a necesitar de mi ayuda, tengo mucha información que podría serviles de apoyo. — respondió con seguridad.
— ¿Crees que es seguro cruzar el agujero de gusano? — le preguntó el señor John.
— Según mis ancestros, si un hiyuk es de color verdoso y anaranjado, es seguro cruzarlo.
Me acerqué a la cabina de manejo, para poder ver el hiyuk mas de cerca. Era más verde que naranja, y algo de mí, intuía que nos iría bien. Jack se sentó en el asiento del copiloto y el señor John se dispuso a manejar la nave hacia el hiyuk.
— Fue un honor haberte conocido — dijo Chuc, cuando me senté a su lado.
— No te despidas, todo estará bien. Confía en mí. — Susurré y cerré los ojos.
La inmensa nave Blue Star, había recorrido el universo, atravesado portales y viajado en el tiempo. Solo debía cruzar el hiyuk, debía de resistir una vez más.
Mi respiración se hacia mas agitada, mientras mas avanzamos hacia el agujero de gusano. Tenia la garganta seca y las manos me sudaban, tenía miedo de morir.
— ¡Es hora chicos! — gritó el señor John con un nudo en la garganta.
Y todo se desvaneció.
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