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22º Carta

Los pequeños extraterrestres nos llevaron a nuestras celdas, estas eran limpias pero no tenían cama ni donde sentarse. Los barrotes eran blancos y desprendían electricidad al tocarlos. El techo tenía un pequeño conducto de aire, sería difícil salir por ahí. Empujaron a Jack a una celda; a mí al costado, en otra celda; y a Chuc lo pusieron en una celda frente a la mía. Los extraterrestres eran mudos, no desprendían ni una sola palabra. Tenían el tamaño de un niño de 8 años. Al cerrar las puertas, se fueron rápido, sus pequeñas piernas se movían velozmente.

— ¿Estará Christina con ellos? —Pregunté, cabía una gran posibilidad que la hubiesen encontrado en la selva.

— Supongo, pero ella es la que menos me preocupa — dijo Jack al otro lado de la pared.

— Daryl nos matará —dije apoyándome en la pared—, estoy segura que lo hará.

— De querer matarnos, ya lo hubiese hecho. Tranquila saldremos de esto, además tú eres inmortal. — Me animó Jack.

— Viéndolo de esa forma, parece fácil señor telequinesis. —Solté una risa y ambos reímos juntos.

— ¿Qué ocurre Chuc? — preguntó Jack al notar que Chuc no decía nada.

— Estoy pensando en Daryl — dijo rompiendo su silencio—, ¿no se dieron cuenta que cojeaba al caminar?

— No, — respondí— ¿qué tiene eso?

— Pues que no tiene genes regenerativos, no sé cómo pudo sobrevivir a las balas que le disparé. Quizá ellos tenían planeado todo desde antes, hay algo detrás de todo esto. Tenemos que averiguarlo, estoy seguro que no tiene ningún poder, por eso los tienen a ustedes aquí, para averiguar dentro de sus cuerpos.

Pasamos el resto del día hablando, planeando en realidad. Lamentablemente, eran pocas nuestras opciones de salir de aquí. Encerrados en jaulas como animales, como si nosotros fuésemos un peligro. El verdadero peligro eran esos Narrasti, esos seres ambiciosos que solo buscan venganza. Daryl había hecho un trato con ellos, ¿qué clase de trato habría sido ese? Un humano rencoroso y un extraterrestre despiadado, la peor combinación.

Aquel día no nos llevaron comida ni agua. Tuve que resignarme a dormir en el piso, utilicé mi brazo de almohada y empecé a dormir. Tuve sueños muy raros, sentía que una mujer me hablaba y me decía que despertará. Esa mujer sabia mi nombre, lo decía en un susurro. Luego me di cuenta que la voz no provenía de mis sueños.

— Luna — susurraba una voz de mujer—, despierta por favor.

— ¿Dónde estás? — pregunté soñolienta.

— Aquí, arriba. — Inmediatamente vi hacia el techo. Ella estaba arriba, detrás del conducto de aire. Ya la había visto antes, era la extraterrestre que usaba ropa,  y tenía los ojos rojos.

— ¿Qué haces aquí? — pregunté confundida.

— Vengo para ayudarlos. Piensan experimentar con ustedes. Dicen que te quitaran los miembros, para saber si puedes regenerar tus huesos.

— ¿Qué clase de monstruos son? — pregunté asqueada por las oscuras intenciones de los Narrasti.

— Los peores. En 5 minutos vendrán ellos, estén preparados. Toma esto, los ayudara en algo — dijo lanzándome 3 cuchillos y un mapa—. No son cuchillos ordinarios, son especiales. Tienen veneno, mi sangre es veneno para ellos y otros seres, no sirve contra los humanos. El mapa los guiará para salir de este laberinto, tienen que ir donde está marcado con una "X".

— Gracias por tu ayuda. ¿Cuál es tu nombre?

— Me llamo Shedalah, algún día volveremos a vernos Luna. Te espero en el Edén, adiós. — Ella sonrió y se fue sin decir más.

Shedalah, era muy hermosa. No entendía porque me había ayudado, tampoco a que se refería con "Te espero en el Edén". ¿A qué lugar se refería? Espero realmente algún día volver a ver a mi nueva amiga con ojos felinos y orejas alargadas.

— Jack — grité—, despierta.

— Luna, ¿qué ocurre? — dijo Jack desde su celda.

— Jack, escúchame. Meteré mi mano entre los barrotes, dejaré un cuchillo delante de tu celda, tú sabes que hacer después.

— Te harás daño, no hagas eso, la electricidad quemará tu piel. — me suplicó Jack.

— Jack, puedo regenerarme, solo tendré unas quemaduras por segundos. Es la única forma de estar preparados, ellos vendrán en minutos.

— De acuerdo, estoy listo. — Dijo Jack.

Me armé de valor, y metí mi mano entre los barrotes. Mi piel empezó a quemarse, sentía un dolor inmenso. Lancé el cuchillo hacia el costado, justo delante de la celda de Jack.

— ¿Lo tienes? — le pregunté con temor.

— Si, esto de tener poderes me esta gustado — respondió—, ¿quién te los dio?

— No es momento de hablar — le respondí, y mire a Chuc—. Chuc, reza porque tenga buena puntería y llegue el cuchillo a tu celda.

— Confío en ti, ¡tú puedes Luna! Saldremos de aquí. — Chuc me alentó y yo lancé el cuchillo. Traspasó mis barrotes, y en buena hora la de él también.

— Recuerden, solo afectará este cuchillo a los extraterrestres, tiene un veneno para ellos. Los matamos y salimos corriendo. Tengo un mapa aquí que nos ayudará a escapar.

— De acuerdo. — dijeron al unísono mis amigos.

Escuchamos una puerta abrirse, eran ellos. Yo me hice a la dormida, y Chuc escondía el cuchillo en su mano robótica. Se acercaron los extraterrestres, no eran los pequeños, eran los Narrasti. Sus alas me daban miedo, y su fea mirada me daba asco. Abrió uno de ellos mi celda, y me agarró del cuello. Vi que estaban haciendo lo mismo que Chuc, asentí con la cabeza para que sepa que era hora de atacar. Acuchillamos a los extraterrestres, cayeron al piso en cuestión de segundos.

— Lo mataré si no regresan a sus celdas — dijo el extraterrestre que había atrapado a Jack. Apretaba su cuello tan fuerte, que la cara de Jack se puso roja y le salían lágrimas del dolor.

— No lo creo — Dijo Chuc lanzando el cuchillo, pero mi amigo no tenía buena puntería. Los ojos del extraterrestre observaron a Chuc, y yo aproveché la distracción para lanzarle el cuchillo que tenía en la mano. Tenía tan buena puntería o tan buena suerte de principiante, que le cayó directamente en uno de sus ojos.

— No sabía que tenían sangre verde — dije viendo el cuerpo inmóvil del extraterrestre. — Será mejor irnos ahora.

— ¿A dónde? — preguntó Jack con la voz afónica y con el cuello rojo, tenía las marcas de las garras del extraterrestre.

— Tengo un mapa, una amiga me lo dio mientras dormías. Tenemos que ir a esta "X" — dije acercándome a la puerta —, vengan por aquí.

Al salir había un enorme pasadizo, según el mapa teníamos que ir hacia la derecha y ahí encontraríamos un ascensor. Fuimos corriendo en dirección al ascensor, pero al llegar solo había una pared. Era un camino sin salida.

— Esto está mal —dije agarrando el mapa—, aquí debe haber un ascensor.

— No — dijo Chuc—, recuerda lo que hizo el extraterrestre. Ahí hay un triángulo, la única forma de pasar, es que un extraterrestre nos abra la puerta.

— Debe haber otra opción — dijo Jack intentando poner su mano, pero era en vano—. No, nuestras manos no sirven.

— Si la hay, espérenme aquí. — dije antes de empezar a correr.

Habíamos sido tan tontos de dejar los cuchillos ahí, en la escena del crimen. Fui corriendo a ver los cuerpos muertos de los extraterrestres, cogí un cuchillo y le corte la mano a uno de ellos. Su sangre tenía mucha mucosidad, pero eso no me importó.

Llegué con la ropa llena de sangre de reptil alienígena, y una mano de Narrasti entre mis manos. Jack me miró asombrado, creo que no se le habría ocurrido hacer algo así, o no pensaba que yo era capaz de hacer eso.

Puse la mano del reptil, y en hora buena la puerta del ascensor se abrió. Chuc y Jack entraron rápidamente. Yo decidí guardar la mano y el cuchillo, por si lo necesitábamos más adelante. El mapa decía que teníamos que ir hacia abajo. Marqué con mis sucios dedos el triángulo en dirección hacia abajo. El ascensor bajó con tanta rapidez que casi me caigo, pero Jack me sostuvo.

— Bien — dije al salir del ascensor—, ahora debemos ir en esta dirección y ahí encontraremos la "X" que está marcado en el mapa.

Estábamos corriendo lo más rápido que podíamos, cuando de pronto escuchamos el sonido del ascensor, venían detrás de nosotros. Uno de ellos estaba a punto de alcanzarnos, pero le lancé el cuchillo, y éste murió. Al otro que iba detrás, le lancé lo único que tenía cerca, la mano del extraterrestre; pero él se enfureció más y empezó a correr más rápido.

Chuc, que iba más adelante, empujó la puerta que estaba señalado en una "X" en el mapa. Pero vi que se detuvo.

— ¿Qué ocurre? — Grité mientras corría.

— Luna — gritó—, no hay nada aquí.

— ¿Qué? — pregunté sorprendida, y cuando estuve cerca lo entendí.

En efecto, no había nada. Era una puerta hacia afuera, pero la única forma de salir era saltar al vacío. Venían más y más extraterrestres, nuestra única solución era saltar.

— ¿Saltamos? — les pregunté a mis amigos, cuando entendimos que era lo único que podíamos hacer.

— Siempre juntos. — dijo Chuc agarrándome la mano y asentí con la cabeza. Y con mi otra mano agarré a Jack.

— Siempre juntos. — dije viendo a los ojos de Jack y él se acercó lentamente a mí, para darme un beso.

Había tenido mi primer beso, y ya iba a morir, típico de mi rara vida. Sabía que era nuestro fin, pero al menos moriríamos con dignidad y después de haber descubierto cosas que jamás nadie había visto.

Caer de una altura así, era jugar con la muerte. Pero luego recordé que yo era inmortal, y Chuc prácticamente también lo era. Se partió mi alma y mi corazón, al saber que Jack no resistiría la caída.

Con cariño, desde el paraíso, Luna.

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