17º Carta
¿Cómo podrían pensar que alguien tan delgada como yo, sería una amenaza? Busqué mi libreta y empecé a escribir. Debía decirles que no estaba enferma, que yo no era ninguna amenaza para su nave. Intenté ser lo más clara posible, les dije que buscar respuestas era lo único que pretendía.
Comí lo que me habían dejado detrás de la puerta. Parecía galleta integral con puré de papas color morado, también había una botella con agua aparentemente mineral.
Lavé el plato en el baño que había en la habitación, escondí el tenedor en mi bolsillo, me serviría como cuchillo, por si algo pasaba mal. Siempre debía ser precavida en situaciones desconocidas, donde mi vida podría estar corriendo peligro.
Salí de la habitación y les dejé la notita para que la leyeran. Regresé a mi cama y me puse a dormir, para que volvieran a entrar.
Pasó un par de horas y alguien tocó la puerta. Me puse en alerta, toqué mi bolsillo para verificar si estaba el tenedor. Fui hacia la puerta, pero no tenía mirilla, no sabía quién podría ser el que tocaba tan despacio.
— ¿Quién es? — Grité, pero la respuesta que tuve fue el silencio.
Otra vez volvió a tocar la puerta, esta vez los golpes eran más desesperados. No podía perder la oportunidad de saber quién era el que estaba al otro lado de la habitación.
Abrí la puerta, y una lágrima salió de mi rostro. Lo único que pude hacer en ese momento, fue abrazarlo con todas mis fuerzas. Ya no me sentía sola ni perdida, estaba al lado de él.
— ¿Dónde estamos? — Le pregunté aun en sus brazos.
— Eso, no es lo importante por ahora. — Me respondió separándose de mi para ver cómo me encontraba.
— ¿Por qué me miras así? — Sentía que algo malo me ocultaba.
— Es tu herida, ellos no saben cómo se curó tan rápido. — Dijo señalando mi abdomen.
— No lo sé, te juro que no sé cómo ocurrió. Estuve en coma todo este tiempo. — le respondí preocupada casi llorando.
— Tranquila, yo te creo. Ya veremos cómo les explicamos eso. Es hora de irnos.
Fuimos en dirección a las 3 puertas, Jack se veía relajado pero notaba que se sentía algo preocupado por mí. Volver a verlo me había hecho feliz, pero aun necesitaba saber dónde estaban los demás. Supuse que cuando todo se calmara, Jack me contaría todo.
La puerta numero 1 estaba abierta, entramos en silencio a un gran salón donde las paredes eran enormes y había una enorme ventana donde se podía ver todo. Era de noche, pero se podía ver las hermosas estrellas y los montes llenos de árboles gigantes.
— No imaginas lo grande que es esta nave. Es mucho más grande que el Blue Star. Es como una pequeña ciudad flotante. — Dijo Jack maravillado.
— Jack, — dije acercándome a él — ¿Que pasó aquel día?
— Ese día... — Dijo preocupado, intentando recordar todo, como si de una vieja historia se tratara. — Daryl estaba a punto de matarte y Chuc tuvo que hacerlo. Chuc no quería, pero tu vida estaba en riesgo. El sonido de las balas alarmó a todo el pueblo y al parecer no fueron los únicos que escucharon todo. ¿Te acuerdas de la nave que detectamos en las líneas de Nazca?
— Si, lo recuerdo, el radar detectó una nave. — le respondí.
— Aquella nave, era esta. Su nombre es Triangulum, debe tener aproximadamente 20 500 metros. Esta nave ha viajado por todo el espacio buscando vida.
— ¿Son extraterrestres? — Le pregunté asombrada.
— Si, pero eso no es lo que debería preocuparte ahora. Dicen que nos dejaran ir, pero debes decirles como hiciste para curarte tan rápido. — Me dijo preocupado.
Me quede callada, no sabía que decir. Estaba en una nave extraterrestre yendo a no sé dónde. Por alguna rara razón mi herida había desaparecido, y aun no sabía dónde estaban Chuc y el señor John. Sentía que Jack me ocultaba algo, pero a la vez sentía que él no me haría daño.
— Iré a mi nueva habitación. — le dije sonriendo para que no sospechara.
Él se acercó a mí, y me abrazó muy fuerte. Por un momento pensé que me besaría, pero no fue así, se acercó a mi oído para susurrarme una verdad que no me dejaría dormir por noches.
Con cariño, desde el Triangulum, Luna.
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