12º Carta
El sol cegó mis ojos al salir de la pequeña casa donde habíamos pasado la noche. Estiré los brazos y las piernas, había dormido muy incómoda en el piso. Acababa de amanecer y ya podía ver a las mujeres cocinar, hablaban palabras raras y reían entre ellas. Cuando pasaban personas yo solo los saludaba con una sonrisa, ellos hacían lo mismo y seguían con sus quehaceres.
Debo de decirte que no hay nada más hermoso que la naturaleza, esa sensación a aroma fresco por las mañanas era lo mejor.
Mi nariz percibió un olor delicioso, fui a ver de dónde provenía. Fui hacia atrás de una casita, y ahí estaba, encima de unos cuantos pedazos de madera, había una olla rustica.
Me acerqué para ver qué era lo que cocinaban, era algo de color marrón que olía demasiado bien y el hambre se apoderó de mí.
— Xocolatl. — Dijo la señora que estaba preparado aquella apetitosa mezcla. Ella cogió un recipiente para servir la espesa comida y me lo dio en las manos.
— Gracias. — le dije antes de probar el "Xocolatl", tenía frutas y leche, pero tenía un sabor principal: el cacao.
— Es chocolate. — Dijo Jack señalando mi plato. La señora sirvió uno para él y él le agradeció.
Minutos después llegaron el señor John, Daryl y sus hermanas. Tomaron desayuno con nosotros. Chocolate caliente con frutas era el mejor desayuno de mi vida.
Estábamos listos para la gran misión de hoy: Conocer el lugar, y enseñar al gran señor Pakal la nave.
Subimos las enormes gradas para llegar al palacio de Pakal, cuando llegamos encontramos a Chuc hablando con él en un idioma que no comprendíamos, en ese momento deseaba ser Chuc para poder comprender a estas personas.
— Buenos días. — Nos saludó el señor Pakal en nuestro idioma.
— Le enseñe el idioma a él y a muchos más en el pueblo, solo saben lo básico. — nos explicó Chuc.
— Muy bien, ahora debemos ir a conocer la nave. — Dijo el señor John bajando las gradas.
— Espera — Gritó Chuc — Primero tengo que enseñarles algo.
Fuimos todos hacia otro palacio, donde había unos hombres con una tela amarrada en la cabeza. Ellos trabajan esculpiendo algo en el piso, parecía una moneda gigante.
— ¿Qué es eso? — Pregunté.
— Esto es un calendario, una advertencia, una ayuda para la humanidad. — Respondió Chuc.
— A qué te refieres con eso. — le dije.
— En este calendario mostrará el fin de nuestro planeta, en el año 2102 empezará el fin de todo. Creo que es una buena manera de advertir a los humanos.
—Chuc, hermano. No podemos cambiar el pasado, eso podría traer consecuencias. — Susurró Jack.
— No estoy cambiando nada, pregúntale a tu padre. Este calendario si existió. Se las reglas del tiempo. — Le respondió Chuc.
Todos nos quedamos en silencio, solo Chuc sabia tanto sobre la vida, sobre el universo. Si él creía que esto ayudaría, debería de tener razón. Yo creo que debía de existir una oportunidad para el mundo, para ustedes, para ti.
— Los humanos no van a creer en eso. En esas épocas nadie cree en nada, mi padre dijo que el Calendario Maya había sido una mentira, que en el 2012 el mundo no se terminó y que solo eran patrañas.
— Hubo un error, no es 2012 es 2102. ¿Cómo pudo suceder eso? — Se preguntó Chuc a sí mismo. Fue hacia el calendario y lo revisó, en efecto, todo estaba bien.
En ese momento yo solo pensaba en lo complicado que era todo, sabíamos que el pasado no se podía cambiar, pero tenía esperanza de que al menos el futuro cambiara.
— Yo te apoyo, debemos de seguir con el calendario. Cualquier cosa que ayude con los humanos en el futuro, debemos de hacerlo. — Le dije a Chuc, él tenía todo mi respaldo.
— Es momento de cambiar el mundo. — Dijo Jack cogiendo mi hombro.
Si, era el momento de cambiar el mundo. Espero que cuando recibas esta carta pienses en el esfuerzo que tuvimos que hacer para ayudarlos. El mundo está en tus manos, es tu responsabilidad también.
El señor John no tiene esperanza, él ya no es el mismo que conocí, está callado y triste. Dice que él ya no podrá ayudarnos en esta misión, ten seguro que yo le haré cambiar de opinión.
Espero algún día darme con la sorpresa que pudimos ayudar a todos ustedes. Chuc, Jack y yo no vamos a darnos por vencidos.
Con cariño, desde la tierra del fin del mundo, Luna.
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