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28 de febrero 1959

-Joven Min, ¿está prestando atención? -exigió su profesor, observando a Yoongi que miraba distraído por la ventana.

-¿Disculpe? -preguntó Yoongi, sacudiéndose de sus pensamientos.

-Volvamos a empezar.

-Agh, esto es aburrido. ¿Por qué no puedo ir a una universidad normal en lugar de estar aquí, recibiendo clases de Administración?

-Porque fue la petición de su padre, el señor Min -respondió el profesor con calma.

Yoongi rodó los ojos y miró su cuaderno, en el que solo había escrito la fecha.

Había sido feliz unas semanas atrás cuando el señor William se enfermó de fiebre. No le preocupaba mucho una carrera que no deseaba seguir, pero toda la diversión parecía haber terminado con el regreso a las clases.

Amaba la música; era su pasión. Si tan solo su padre fuera más comprensivo, entendería que la administración de negocios no era lo suyo.

El profesor William lo había educado desde pequeño, enseñándole inglés británico con fluidez. Desde secundaria hasta ahora, había sido su maestro.

¿Qué futuro podía esperar si ni siquiera era el suyo?

No tenía una respuesta clara a eso. Simplemente siguió el transcurso del día, mirando por la ventana.

La puerta se abrió lentamente y una figura delicada apareció en el umbral. Sayuri, la hija del socio de su padre, entró en la habitación con una expresión de confusión en su rostro.
-Disculpe, ¿dónde está Yoongi? -preguntó Sayuri, mirando a su alrededor.

El profesor William levantó la vista, claramente molesto por la interrupción.

-¿Qué está haciendo aquí, señorita Sayuri? -preguntó con un tono severo. -Una dama no debería estar en una clase de este tipo.

Yoongi sintió un nudo en el estómago. El comentario del profesor le parecía fuera de lugar. Aunque Sayuri no había hecho nada malo, el hecho de que la llamaran "dama" de esa manera le parecía despectivo y anticuado.

Sayuri se sonrojó, claramente incómoda por la reprimenda, pero trató de mantener la compostura.

-Lo siento, no quise interrumpir. Solo estaba buscando a Yoongi -dijo con una voz temblorosa.

-No es el lugar para que usted esté aquí -respondió el profesor con firmeza. -Yoongi, acompáñela fuera de la sala, por favor.

Yoongi se levantó con una mueca de molestia en su rostro. Miró a Sayuri, quien parecía aliviada pero aún avergonzada.

-Vamos -dijo Yoongi, guiándola hacia el pasillo.

Una vez fuera de la sala, Sayuri respiró hondo y se volvió hacia él.

-Lo siento, Yoongi. No quería causarte problemas.

Yoongi se encogió de hombros, tratando de ocultar su descontento.

-No te preocupes, Sayuri. El profesor tiene sus ideas anticuadas. No deberías haber sido regañada por eso.

Sayuri sonrió débilmente, agradecida por su comprensión.

-Gracias. Espero que no te haya molestado mucho.

-No, en realidad, sí. Pero solo porque no soporto cuando la gente no muestra respeto hacia los demás.

Ambos se quedaron en silencio por un momento, compartiendo una comprensión silenciosa antes de que Yoongi rompiera el silencio.

-Vamos a salir de aquí. Quizás haya un lugar mejor donde podamos hablar.

Sayuri asintió, y juntos caminaron por el pasillo, alejándose de la clase y de las estrictas reglas que parecían controlar su mundo.

Yoongi condujo a Sayuri a través de los pasillos hasta el jardín, al salir, el aire fresco de la tarde les envolvió, y un ligero sol de invierno iluminaba el jardín.

-¿Te parece bien sentarnos aquí? -preguntó Yoongi, señalando un banco bajo un árbol cercano. Sayuri asintió y se sentó, mientras él tomaba asiento a su lado.

-¿Cómo van tus estudios hasta ahora?

Sayuri sonrió, aunque su expresión seguía mostrando cierta preocupación.

-Voy mejorando poco a poco. No es fácil adaptarse a una nueva cultura y un nuevo idioma al mismo tiempo. Pero estoy tratando de acostumbrarme.

-Lo estás haciendo bien -la animó Yoongi. - entiendo lo que sientes.

Sayuri lo miró con curiosidad.

-¿Por qué te cuesta tanto? Es por tu padre, ¿cierto?

Yoongi asintió, mirando al horizonte.

-Sí, pero mi verdadera pasión es la música. No me interesa la administración, aunque mi padre lo crea. Me resulta difícil estar aquí cuando quisiera estar en un lugar donde pueda expresar lo que realmente amo.

Sayuri le dio una mirada comprensiva.

-Eso debe ser muy difícil. A veces, siento que las expectativas de los demás son una carga pesada.

-Exactamente. Y a veces me pregunto si alguna vez podré seguir mis propios sueños -dijo Yoongi con un suspiro.

Sayuri lo miró con una mezcla de empatía y curiosidad.

-Quizá hay formas de combinar lo que quieres hacer con lo que esperas de ti. ¿Has pensado en eso?

Yoongi la miró sorprendido, apreciando el consejo.

-No mucho, para ser honesto. Pero es una buena idea. Tal vez pueda encontrar una manera de integrar la música en lo que hago aquí, aunque sea solo un poco.

Sayuri sonrió, animada por su respuesta.

-Eso suena como un buen plan. No pierdas la esperanza, Yoongi. A veces, encontrar una forma de equilibrar las expectativas y tus propios deseos puede llevar tiempo, pero es posible.

Yoongi asintió, sintiendo una renovada esperanza.

-Gracias, Sayuri. Me siento tranquilo al contarte cosas que no suelo compartir con nadie. Me alegra que estés aquí.

-Y yo me alegro de estar aquí contigo -respondió Sayuri con una sonrisa sincera.

Ambos se quedaron en silencio, disfrutando de la calma del jardín mientras el sol comenzaba a descender.

La conversación había sido una pausa refrescante en sus rutinas, y aunque los problemas no se resolvían por completo, el simple hecho de compartir sus pensamientos les brindó un alivio momentáneo.

Desde una distancia prudente, Lilia, observaba a los dos jóvenes en el jardín. Aunque trataba de mantener un perfil bajo, la carta que llevaba en la mano era de gran importancia. Decidió que el momento de acercarse había llegado.

Con pasos suaves y discretos, se acercó al banco donde Yoongi y Sayuri estaban conversando. Lilia esperó a que Yoongi se inclinara hacia ella para entregarle el sobre.

-Jovén Min -dijo Lilia en voz baja, extendiendo el sobre con una expresión de seriedad en el rostro. -Esto es para usted.

Yoongi tomó el sobre, sintiendo el peso de la importancia en su interior. Al leer la dirección, entendió que era un mensaje urgente y significativo. Miró a Sayuri, quien estaba absorta en sus pensamientos, y se levantó lentamente.

-Lo siento, Sayuri -dijo Yoongi con una expresión disculpatoria-. Parece que tengo algo que atender.

Sayuri levantó la vista, preocupada.

-¿Todo está bien?

-Sí, solo un asunto urgente. Nos vemos más tarde, ¿de acuerdo?

Sayuri asintió, un poco decepcionada pero comprendiendo la situación.

-Claro, Yoongi. Nos vemos luego.

Yoongi le dio una última mirada antes de alejarse, moviéndose hacia un lugar más privado donde pudiera leer la carta sin interrupciones. La expresión en su rostro se tornó grave mientras abría el sobre y desplegaba el contenido.

Lilia lo observó de lejos, satisfecha de haber cumplido con su tarea. Luego, se volvió para regresar a sus quehaceres, dejando a Sayuri sola en el jardín.

La atmósfera en el jardín cambió con la partida de Yoongi. Sayuri, ahora sola, se quedó en el banco, sintiendo una mezcla de curiosidad y preocupación.

Aunque entendía que los asuntos importantes a veces requerían atención inmediata, no pudo evitar preguntarse qué podría ser tan urgente como para interrumpir su conversación.

Mientras tanto, Yoongi se dirigió a un rincón tranquilo, lejos de la vista de los demás. Desdobló la carta y comenzó a leer con atención, sabiendo que el contenido podría tener implicaciones importantes para su futuro.

29 de febrero de 1959

Querido Yoongi,

Hoy ha sido un día lleno de inspiración y nuevas ideas, y no podía esperar para contártelo.

Después de mi rutina matutina en la escuela, me dirigí al taller de escritura creativa que imparte el profesor Seokjin.

En clase, tuve la oportunidad de hablar sobre mi proyecto, una obra de teatro que estoy titulando "Black Swan". Se trata de una historia de transformación , donde estoy combinando mi amor por el ballet con la actuación.

Expuse la idea de cómo la danza será una metáfora de la transformación interna del protagonista, y la reacción de mis compañeros y del profesor fue muy positiva.

Seokjin me ofreció algunos consejos y me animó a seguir el proyecto. Estoy muy emocionado por cómo la obra está tomando forma, y siento que estoy en el camino correcto.

Más tarde, me encontré con Jungkook en la cafetería. Le hablé de ello, y fue genial recibir su apoyo.

Por la tarde, me dirigí al estudio de danza para practicar. El lugar estaba tranquilo y vacío, lo que me permitió sumergirme en mis pensamientos y movimientos sin distracciones. Cada paso que daba me acercaba más a la visión que tengo para la obra. Me sentí completamente inspirado.

No podía dejar de pensar en tus cartas y en cómo han influido en mi proceso creativo.

Gracias por ser mi constante inspiración. Espero con ansias el día en que podamos compartir más que palabras y, tal vez, juntos visitemos los lugares que hemos soñado.

Con cariño,

Jimin

Posdata: Adjunto una foto de una de mis sesiones de práctica en el estudio. Espero que te dé una idea de lo que estoy trabajando , tengo fé que todo saldra bien.


Yoongi admiró la belleza que desprendía la foto; no pudo evitar imaginarse a Jimin vestido de blanco, girando como un cisne, elevándose en el aire y brillando como las estrellas.

Dio un largo suspiro y, sin poder contenerse, le escribió un poema, agregándolo a su respuesta a la carta.

Al salir de su habitación, vio a Lilia conversando con Sayuri en la sala. Ambas charlaban animadamente, compartiendo risas leves mientras sorbían su té.

-Lilia -interrumpió Yoongi.

-Joven Min -respondió Lilia, volviendo la vista hacia Yoongi, quien estaba de pie, entendiendo su señal-. Bueno, Sayuri, debo dejarla; tengo un asunto pendiente.

-Por supuesto, ha sido un placer charlar con usted, señora Lilia.

-El gusto es mío, querida -dijo Lilia con una sonrisa, alejándose y dejándolos solos.

Yoongi observó cómo Lilia se alejaba, dejándolos a él y a Sayuri en un incómodo silencio. Sayuri lo miró con curiosidad, sus ojos brillando con una mezcla de timidez e interés.

-Me alegro estar contigo hoy -comentó Sayuri, tratando de romper el hielo.

-Sí, igual -respondió Yoongi, con una leve sonrisa, intentando parecer cortés.

Se quedaron en silencio por un momento, hasta que Yoongi decidió que lo mejor sería despedirse de manera educada.

-Sayuri, tengo que disculparme. Tengo algunas cosas que atender -dijo Yoongi, haciendo un gesto hacia la puerta, sugiriendo que su tiempo juntos debía llegar a su fin.

-Oh, claro, entiendo. No te preocupes -respondió Sayuri, aunque su voz denotaba una pequeña decepción-. Fue un placer verte de nuevo, Yoongi.

-Igualmente, Sayuri -dijo Yoongi, inclinando levemente la cabeza en señal de respeto antes de salir de la sala.

Mientras caminaba por el pasillo, se prometió a sí mismo que no permitiría que nadie, ni siquiera su propio padre, lo alejara de lo que realmente amaba.

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