⋆˚࿔ 𝐗𝐕 𝜗𝜚˚⋆
22 de febrero 1959
Yoongi se ajustaba su corbata mirándose al espejo, odiaba estos días. Las reuniones anuales de su padre eran un fastidio.
¿Era realmente necesaria su presencia?
Se preguntó, fastidiado.
Con un bufido, abrió la puerta de su habitación y caminó hacia el salón donde estaban todos los socios de su padre reunidos. Su único consuelo en ese lugar era su piano.
Al entrar, observó a todos los socios, incluidos el señor Tanaka y su hija Sayuri, sentados elegantemente.
La mencionada lo vio alzand la mano antes de pararse y hacer una reverencia.
-Hola, Yoongi. ¿Cómo estás? -preguntó con una sonrisa.
-Hola, Sayuri. Muy bien, gracias. Lamento no haberte acompañado después al jardín, estaba arreglando unos asuntos internos -respondió Yoongi, tratando de ser cortés.
-No te preocupes, comprendo perfectamente, joven Min -dijo ella, con una mirada comprensiva.
-Hijo, ven acércate con tu viejo padre -rió su padre, llamándolo con un gesto.
Yoongi se acercó a su padre, manteniendo una expresión neutral mientras saludaba a los socios uno por uno. Sabía lo importante que era para su padre que él estuviera allí, aunque le costara mostrar entusiasmo.
-Me alegra verte, Yoongi. Estas reuniones no serían lo mismo sin ti -dijo el señor Tanaka, estrechándole la mano con firmeza.
-Gracias, señor Tanaka -respondió Yoongi, forzando una sonrisa.
Sayuri se quedó cerca de él, observando cómo interactuaba con los demás. Había algo en su mirada que Yoongi no podía descifrar, una mezcla de curiosidad y comprensión.
Durante la reunión, uno de los socios comentó en voz alta, mirando a Yoongi con una sonrisa.
-Veo que el joven Yoongi ha crecido mucho desde la última vez que lo vi. Ya está listo para casarse, ¿no es así?
Yoongi sintió una oleada de incomodidad. Abrió la boca para responder, pero otro socio intervino.
-Aquí no existe la distinción de Japón y Corea. Podrán ellos tener conflictos políticos, pero en el mundo empresarial, hasta un mexicano puede entrar -dijo con una risa, causando que varios otros se unieran a las risas, incluido el señor Min.
Yoongi forzó una sonrisa, tratando de mantener la compostura. En ese momento, su padre se giró hacia él, con una mirada orgullosa.
-Hijo, ¿por qué no tocas una pieza en el piano para nuestros invitados? -sugirió el señor Min.
Yoongi trató de negarse educadamente.
-Padre, no creo que sea el momento adecuado...
Pero la mirada severa de su padre dejó claro que no aceptarían un "no" por respuesta. Yoongi sintió la presión aumentar, sabiendo que no tenía opción.
-Vamos, señores y señoras, mi hijo tocará el piano. Le he enseñado todo lo que sabe -anunció el señor Min con orgullo, haciendo que todos los ojos se volvieran hacia Yoongi.
Resignado, Yoongi se dirigió al piano. Se sentó en el banco, sus dedos temblando ligeramente mientras se preparaba para tocar. Cerró los ojos un momento, intentando calmarse, y luego comenzó a tocar una melodía suave y melancólica.
Mientras sus dedos se movían sobre las teclas, Yoongi encontró un momento de paz, dejando que la música hablara por él. A pesar de la presión y la incomodidad, la música era su refugio, el único lugar donde podía ser verdaderamente él mismo.
Cuando terminó, la sala estalló en aplausos. Yoongi se levantó, inclinándose ligeramente antes de regresar a su lugar. Sayuri, que había estado observando todo, le ofreció una sonrisa de apoyo.
-Tocaste maravillosamente -le susurró mientras regresaba a su asiento. -¿Te gustaría salir al jardín? - sugirió la joven japonesa.
Yoongi se volvió hacia Sayuri con una sonrisa agradecida.
-Claro, me encantaría -respondió, aliviado por la oportunidad de escapar, aunque fuera brevemente.
La reunión continuó con las usuales discusiones sobre negocios y estrategias. Yoongi, aunque presente, se sentía distante, su mente vagando hacia la última carta de Jimin y las emociones que había despertado en él.
-¿Listo para nuestro paseo? -le preguntó.
-Sí, claro -respondió Yoongi, aliviado de poder salir del sofocante ambiente del salón.
Caminando juntos hacia el jardín, Yoongi sintió una brisa fresca en su rostro, un contraste bienvenido con el ambiente cargado de la reunión.
-Yoongi, ¿has pensado alguna vez en viajar? -preguntó Sayuri, rompiendo el silencio.
-Sí, de hecho, he estado considerando un viaje recientemente -admitió Yoongi, pensando en su deseo de conocer a Jimin.
-¿A dónde te gustaría ir? -inquirió ella, con genuino interés.
-A Francia -respondió Yoongi, sorprendiéndose a sí mismo con la honestidad de su respuesta.
Sayuri sonrió, sus ojos brillando con comprensión.
-Francia... suena maravilloso. Espero que encuentres lo que buscas allí.
Yoongi le devolvió la sonrisa, sintiendo un destello de esperanza. Sabía que algún día, tal vez no tan lejano, seguiría su corazón y encontraría su camino a Francia.
Pero por ahora, estaba agradecido por la compañía de Sayuri y por la pequeña chispa de posibilidad que ella le había ayudado a encender.
El jardín estaba iluminado por la luz suave de la luna y las farolas de gas, creando un ambiente tranquilo y relajante. Caminaban lentamente, disfrutando del sonido de las hojas susurrando en el viento.
-Sabes, mi madre siempre me decía que los jardines son lugares de paz y reflexión -comentó Sayuri mientras abría su sombrilla azul cielo-. Tal vez porque ella solía pasar mucho tiempo en ellos.
Yoongi asintió, apreciando la calma del momento.
-Es una buena filosofía. A veces, necesitamos alejarnos del ruido para escuchar nuestros propios pensamientos.
Sayuri le miró con una sonrisa.
-Exactamente. Y también es un buen lugar para compartir historias.
Yoongi sintió una conexión sincera con Sayuri en ese momento, algo que no esperaba.
La noche continuó en su serenidad, y por un breve instante, Yoongi se permitió olvidar las presiones y expectativas que le rodeaban.
Finalmente, la reunión llegó a su fin y los invitados comenzaron a dispersarse. Sayuri se acercó a Yoongi, su expresión suave y amigable.
El jovén , se despidió del señor Tanaka y Sayuri con una reverencia respetuosa.
-Gracias por venir -dijo con una sonrisa, aunque su mente ya estaba en su habitación y la tranquilidad que le esperaba.
Sayuri le devolvió la sonrisa, sus ojos brillando con afecto.
-Espero que podamos hablar más pronto, Yoongi. Buenas noches.
Yoongi asintió y una vez en su habitación, encontró la carta que Lilia había colocado cuidadosamente sobre su cama. Suspiró aliviado al deshacerse del traje incómodo y se acostó en su cama, ansioso por leer la carta de Jimin.
21 de febrero de 1959
Querido Yoongi,
Hoy tuve una clase de composición con el profesor Seokjin. Fue difícil al principio, pero con su ayuda, logré tocar "Estrellita, ¿dónde estás?" en el piano. ¡Incluso me tomaron una foto mientras lo hacía! Fue un pequeño logro, pero me hizo sentir muy bien.
Tu carta realmente cambió mi ánimo. Me ha dado esperanza y fuerzas para seguir adelante. Siento que cada día estoy más cerca de entender y superar lo que ha pasado. Gracias por estar ahí, aunque sea a través de cartas.
Me gustaría saber más sobre ti, Yoongi. ¿Cuál es tu rutina diaria en Londres? ¿Hay algo que te apasione aparte de la música?
Espero con ansias tu respuesta y saber más sobre ti.
Con cariño,
Park Jimin
Posdata: Te dejo una pequeña foto mía tocando el piano. Fue un momento especial para mí, y quería compartirlo contigo.
Terminó de leer la carta y sostuvo la foto por un momento, perdiéndose en sus pensamientos.
¿Cómo sería conocer a Jimin en persona?
La conexión que habían forjado a través de las cartas era profunda y significativa, y Yoongi no podía evitar sentirse atraído por la idea de encontrarse cara a cara con su amigo de correspondencia.
Guardó la carta y la foto en un lugar seguro. Mientras miraba el techo, una idea brilló en su mente. Decidió volver a ponerse su traje y ajustarse el moño antes de dirigirse al salón donden Lilia estaba ocupada limpiando.
-Lilia, ¿podrías ayudarme-dijo Yoongi, sosteniendo la cámara.
Lilia negó con la cabeza, riendo suavemente ante las ocurrencias de Yoongi. -Oh, joven Yoongi, siempre con tus ideas locas,-expresó con cariño, pero accedió a tomarle la foto.
Yoongi poso frente a la cámara. Un rápido destello de la cámara fue suficiente. Reviso la foto quedando perfecta, la añadió al sobre que contenía la carta para Jimin.
-Esta será la señal perfecta,- pensó Yoongi para sí mismo mientras se lo entregaba a Lilia con una sonrisa.
Lilia asintió, entendiendo el significado detrás de la foto. Con discreción se encaminó hacia fuera, entregando la carta al joven cartero
Yoongi se sintió satisfecho, con un suspiro de tranquilidad, se preparó para dormir, con la mente llena de pensamientos sobre Francia, la música y Jimin, se dejó llevar por el sueño, sintiéndose un poco más esperanzado y menos solo que antes.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro