⋆˚࿔ 𝐗𝐈 𝜗𝜚˚⋆
Enero de 1959
Namjoon giró la rueda, marcando cada número con precisión. Al soltar el último, sintió un pequeño clic y la línea quedó marcada. Al otro lado, una voz cálida y amable respondió.
—¿Hola?
—Buenas tardes, señora Lilia. ¿Está Min Yoongi? —preguntó Namjoon con tono urgente.
—Sí, está tocando el piano en este momento —respondió Lilia.
—¿Podría hablar con él? Es urgente. Soy Min Namjoon.
—Espere un momento, por favor —dijo ella antes de dejar el teléfono sobre la mesa.
La señora Lilia se dirigió al salón donde Yoongi estaba concentrado en su piano. Al acercarse, interrumpió suavemente.
—Yoongi, ha llamado tu primo. Dice que es urgente.
Yoongi frunció el ceño, claramente molesto por la interrupción, pero dejó el piano y se dirigió rápidamente al teléfono. Tomó el auricular y habló con voz firme.
—¿Namjoon? ¿Qué sucede?
—¡Hola, Yoongi! ¿Cómo estás? —respondió Namjoon alegremente.
—Ve al grano, Namjoon. ¿Qué necesitas? —dijo Yoongi, manteniendo un tono serio.
—Necesito que me ayudes con una actividad —explicó Namjoon—. Es algo importante.
Yoongi hizo una pausa, evaluando la situación. —Si dices que es importante, debe ser algo de mi interés. ¿De qué se trata?
Namjoon explicó con entusiasmo:
—Estoy dando clases en el último semestre de actuación en una universidad en Francia. Se me ocurrió una buena idea para cerrar el ciclo: que los alumnos interactúen con personas desconocidas... bueno, no tan desconocidas para mí, ya que son familiares— Yoongi giró los ojos, ya sabía por dónde iba el asunto.
—La idea es que los estudiantes se enfrenten a situaciones reales con personas reales para mejorar su capacidad de improvisación y reacción a través de cartas durante, mmm, cuatro meses.
—¿Interactuar con personas desconocidas por cartas? ¿Durante cuatro meses? —respondió Yoongi con incredulidad—. Namjoon, eso suena como una tontería.
—¡Espera, Yoongi! —exclamó Namjoon antes de que pudiera colgar—. Escucha, no es tan absurdo como parece. Quiero que participes porque confío en que puedes ofrecerles una experiencia auténtica y desafiante. Además, tú eres uno de los mejores en lo que haces. Tu perspectiva única y tu habilidad para mantener la calma bajo presión podrían ser de gran ayuda para ellos. Solo te pido que lo pienses.
Namjoon, ajeno al dolor de Yoongi por su amigo Hoseok, añadió con sinceridad:
—Además, Yoongi, creo que podría ser beneficioso para ti también. Conocer nuevas personas y salir de tu rutina podría ser justo lo que necesitas. No te encierras en ti mismo, amigo.
Yoongi suspiró, sin estar completamente convencido pero dispuesto a darle una oportunidad a la idea de Namjoon.
—Está bien, lo intentaré —concedió finalmente, cerrando los ojos brevemente mientras asimilaba la decisión.
Namjoon sonrió al otro lado de la línea, agradecido.
—Gracias, Yoongi. No te arrepentirás, te lo prometo.
Con eso, terminaron la llamada, dejando a Yoongi reflexionando sobre lo que vendría y abriéndose a la posibilidad de algo nuevo en su vida.
—¿Todo bien, Yoongi? —preguntó Lilia con su tono cálido y maternal.
Yoongi suspiró, pasando una mano por su cabello.
—No lo sé, Lilia. Mi primo Namjoon me ha pedido que participe en una actividad con sus estudiantes, algo sobre enviarnos cartas. No estoy seguro de si debería hacerlo.
Lilia sonrió con suavidad y se acercó, colocando una mano reconfortante sobre su hombro.
—A veces, las oportunidades más simples pueden tener el mayor impacto, Yoongi. Sé que has pasado por mucho y que es difícil abrirse a los demás. Pero el dolor que llevas dentro no desaparecerá si sigues aislándote.
Yoongi asintió, sus ojos reflejando la lucha interna que sentía.
—Entiendo, pero... ¿cómo saber si esto realmente ayudará?
Lilia le dio un apretón suave en el hombro.
—La vida siempre nos da razones para seguir adelante, aunque a veces no las veamos de inmediato. Tal vez, al abrirte a estas nuevas experiencias, descubras algo valioso sobre ti mismo y sobre los demás. La conexión humana es poderosa, Yoongi. Permítete sentir, compartir y sanar.
Yoongi miró a Lilia, encontrando consuelo en sus palabras.
—Gracias, Lilia. Tal vez sea hora de intentarlo, como usted dice.
—Eso creo, querido —respondió ella, sonriendo—. Da ese paso y verás que no estás solo. Hay personas que se preocupan por ti y que quieren verte feliz.
Con esas palabras, Yoongi se sintió un poco más decidido a seguir adelante con la propuesta de Namjoon, dispuesto a abrirse a nuevas experiencias y cambios positivos.
En la casa de Namjoon, la puerta se abrió con un suave chirrido y su novio Kim Seokjin entró, visiblemente cansado. Dejó su maletín junto a la entrada y se dirigió directamente hacia Namjoon, abrazándolo con fuerza.
—¿Cómo te fue hoy? —preguntó Namjoon, acariciando suavemente la espalda de Jin.
—Agotador —respondió Jin con un suspiro, hundiendo su rostro en el cuello de Namjoon—. Pero no tan mal. ¿Y tú? ¿Hablaste con Yoongi?
—Sí, lo hice —dijo Namjoon, sonriendo—. Y accedió a participar.
Jin giró los ojos, mostrando una mezcla de incredulidad y resignación.
—Esta idea tuya parece una locura y algo arriesgada. No sé si involucrar a la familia en esto sea lo mejor.
Namjoon sonrió con confianza, apretando suavemente las manos de Jin.
—Tengo todo bajo control. Sé qué alumnos pueden interactuar bien con mi familia. Yoongi, por ejemplo, puede conectarse perfectamente con Jimin. Su positivismo es justo lo que Yoongi necesita. Además, creo que será una experiencia valiosa para todos.
Jin suspiró, todavía un poco escéptico, pero confiando en el juicio de Namjoon.
—Está bien, confío en ti. Pero, por favor, asegúrate de que todo salga bien.
—Lo haré, te lo prometo —aseguró Namjoon, besando suavemente a Jin en la frente—. Gracias por creer en mí.
Jin sonrió levemente, sintiéndose un poco más tranquilo.
—Siempre creo en ti, Namjoon. Solo espero que esto realmente ayude a Yoongi y a tus alumnos.
—Lo hará —dijo Namjoon con determinación—. Estoy seguro de ello.
Después del abrazo reconfortante, Namjoon y Jin se separaron lo suficiente para mirarse a los ojos. Sin decir una palabra, se inclinaron el uno hacia el otro y se dieron un beso tierno pero lleno de cariño.
—Te amo, Namjoon —susurró Jin cuando se separaron, acariciando su mejilla.
—Y yo a ti, Jin —respondió Namjoon con una sonrisa amorosa.
Jin rompió el abrazo suavemente y se alejó unos pasos.
—Voy a cocinar algo de pasta para la cena. ¿Te gustaría ayudarme?
Namjoon asintió con una sonrisa.
—Claro, déjame ayudarte.
Jin se dirigió a la cocina mientras Namjoon lo seguía de cerca. Entre risas y complicidad, comenzaron a preparar la cena juntos, compartiendo ese momento íntimo en pareja.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro