Capítulo 41
Torturas
20 años después...
10 de agosto de 1990
Lyon – Francia
Rose Pierre
Han pasado veinte años desde que el inicio de todos estos problemas empezó a causa de un solo hombre. Veinte años desde que no he visto el rostro de mi mejor amiga. Veinte años desde que aún tengo recuerdos turbios de aquel secuestro terrorífico.
Han sido los veinte años más largos de mi vida, pero también los más alegres, porque tengo a mis dos mellizos conmigo sentados en un sofá tomando chocolate caliente, mientras miran la luz del sol ocultarse detrás de aquellos edificios para dar camino al anochecer.
Mi pequeña Lys se ha convertido en toda una mujer. Su cabello castaño está siendo sujetado por una coleta de caballo, dejando varias hebras rebeldes sobresalirse de su peinado que siempre la hace ver como una chica inocente y adorable. Cumplió sus veinte años hace un mes y no puedo esperar para que conozca a sus abuelos.
—¿Por qué me miras tanto, madre? —me pregunta y yo sonrío sonrojándola por completo.
—Creo que tu tía Agustina tenía razón sobre que te pareces a tu padre —recuerdo la última vez que Agustina estuvo aquí y lo que me había dicho sobre el parecido de mis hijos conmigo y Dylan.
—Y yo a ti madre —habla el egocéntrico, pero amable de mi hijo Rolan. Su cabello rubio y ojos grises han hipnotizado a más de una mujer en Lyon.
—Ya lo creo.
—Solo lo dices porque es tu hijo —me recrimina Lys para molestar a su hermano.
—Soy su hijo favorito —ataca Rolan orgulloso de llevar dicho título que salió de su imaginación.
—No es cierto —alega Lys.
—Si lo es.
—No.
—Sí.
—No.
—No tenemos favoritos —la voz de Dylan interrumpe la discusión de los jóvenes Dumont. Se acerca a mí y me da un beso en los labios provocando una cara de asco de parte de los mellizos —. Deberían superarlo. Algún día conocerán el amor de alguien que de verdad los haga sentir especiales, ¿Cierto Rosie?
—Ciertamente —contesto sonriendo por ver a mis dos hijos, sonrojándose por lo antes dicho.
—Ahora vayan a asearse, los abuelos vendrán a verlos —ordena con suavidad Dylan.
—Sí, señor.
Los mellizos se van dejándonos solos en la sala. Ahora solo puedo pensar en todas las posibilidades de que Agustina no vuelva con vida de aquel lugar lleno de mentiras y sufrimiento. No quiero estar más tiempo sin ella. La necesito aquí conmigo.
—Todo estará bien, ya lo verás —me dice Dylan tratando de consolarme, pero eso ya no me tranquiliza como en años pasados.
—Antes funcionaba, Dylan —le digo mirándolo a los ojos con las lágrimas a punto de salir —. Ahora no esperes que finja que todo estará bien cuando no es así.
Sin más, me voy de la sala para encerrarme a mi habitación y llorar sobre mi cama, por tanto daño que hemos sufrido gracias a ese monstruo.
Odio esto.
Odio no poder ayudar a mi mejor amiga, a la chica que era como una hermana para mí.
Agustina...
—¿Madre? —la voz de Lys me hace estremecer y trato de evitar que me vea con lágrimas en los ojos —. ¿Qué sucede?
—No pasa nada, hija —trato de evadir el asunto —. ¿Qué haces aquí? ¿Por qué no te has cambiado de ropa?
—Vine a ver como estabas —expresa apenada —, escuché tu conversación con papá y supuse que era por la tía Agustina.
—Lys yo...
—Madre, no debes ocultarte cuando quieras llorar por tu mejor amiga —la compresión de ella causa que yo quiebre en llanto.
Mi hija me abraza fuerte y me dejo llevar por las lágrimas que he reprimido desde hace varios años, ella me reconforta hasta donde puede y trata de evitar que yo me separe de su lado. No quiero que mis hijos me vean de esta forma, pero ya es imposible evitarlo cuando los únicos que están a mi lado en estos momentos son mis hijos. Ellos son como Dylan y yo juntos; ayudan a los demás sin recibir nada a cambio.
Quisiera que Agustina los conociera algún día...
ᴥᴥᴥ
Versalles – Francia
Tristán Dumont
Creo que ahora entiendo el sentimiento de soledad que siempre experimentaba la argentina de ojos azules. Me siento como si no tuviera nada. Como si hubiese caído al abismo depresivo del cual saqué a mi amada.
Supongo que eso era lo que necesitaba para comprender el porqué de sus decisiones o acciones; ahora entiendo, la desesperación a la que fue sometida para acabar con este asunto de raíz.
Agustina me ha enseñado muchas cosas, entre ellas: el tener empatía hacia los demás; saber cuando alguien necesita consejos; saber cuando alguien te lastima por dentro y cuando pierdes a un ser querido en medio de una tempestad infinita que brota, no solo a tu alrededor sino también en tu interior.
Me ha enseñado lo que es la felicidad, la diversión, la ternura, la madurez y la empatía.
Todo en un año.
Pero estos veinte años me sirvieron para dejar pasar mi duelo, aunque ella no esté muerta, sé que hubiese querido que siguiera con mi vida, mientras ella trataba de terminar con este ciclo tóxico en el que nos metimos.
Han sido veinte años los que he usado para tratar de mejorar por ella y solo por ella, porque la amo sin lugar a dudas y nadie me hará cambiar de parecer.
Me encuentro en Versalles, en la compañía que había dejado de funcionar por un tiempo desde las huelgas que hicieron los ciudadanos. Aún no han dejado de pedir que Agustina salga de su "escondite" para enfrentar la situación.
No entiendo por qué tanto desprecio hacia su persona, pero estos años han servido para que la familia Monnier y yo aclaremos la situación y los ciudadanos cesen con las huelgas.
—El tiempo —la voz de Nathan Pierre me saca del trance que mantuve mirando hacia la ventana. Los años le han sentado muy bien, a pesar de todos los problemas que hemos tenido que pasar los últimos veinte años —... Es nuestro enemigo cuando de un corazón roto se trata. El tiempo solo hace que los recuerdos poco a poco se desvanezcan, porque cuando no tienes a esa persona que amas a tu lado, solo causa el sentimiento de vacío que empieza a surgir con los años.
—Creí que sus consejos solo eran para sus hijos —comento sin quitar la mirada de la ventana, el rayo del sol se cuela por las rendijas.
—Ellos ya tienen a su pareja, el único que carece de amor y afecto, es aquel joven que antes jugaba en esta misma oficina cuando era solo un niño —sonrío por el recuerdo de ese momento. Era un pequeño infante que solo quería convertirse en un hombre exitoso como su padre —. No eres como tu padre, Tristán. Eres mejor.
—Eso creo.
—Padre —la voz de Dimitri rompe ese silencio que habíamos dejado emanar al terminar la conversación —. Diego quiere hablar con nosotros, dice que es importante.
Sin pensarlo dos veces, nos dirigimos hacia la sala reuniones que había sido remodelada, al igual que el resto de la compañía. Se construyeron más oficinas, se amplió el terreno de la empresa, se compraron nuevos inmobiliarios, se remodelaron las oficinas, entre muchas otras cosas que en este momento no tienen tanta importancia como lo tiene esa noticia que Diego tiene que plantearnos.
Llegamos a la sala y allí están, los padres de Agustina, la Sra. Pierre, mis padres, Amber, Colin, Clara y Maximo. Diego se encuentra parado en un rincón de la sala esperando a que todos entremos, para luego, cerrar la puerta que deja completamente la sala insonora para los obreros que aún hacen las remodelaciones.
—¿Qué sucede? —inquiere el padre de los Pierre.
Diego está pensando, parece preocupado y eso solo me altera más.
—¿Qué sucede, Diego? —pregunto esperando una pronta respuesta. El pelinegro suspira, cierra los ojos y cuando los abre toma fuerzas para hablar.
—Pietro descubrió a Agustina —informa y yo palidezco en ese momento.
—¿Qué quieres decir con eso? —cuestiona la madre de Agustina, angustiada.
—Pietro descubrió que Agustina le estaba siendo infiel con Giovanni —explica —. Esta mañana, se registró la muerte del tío de Pietro Russo y no solo eso...
Desliza una grabadora por la mesa redonda.
La grabación empieza emitiendo la voz de Agustina tratando de calmar a un Pietro colérico, pero la escena que encontró, la cual no sabemos cuál era, fue el detonante para lo siguiente que vendría.
—Pietro, esto no es lo que parece —su voz... Se oye tan... ¿Falsa? Parece que ha mejorado su técnica de actuación para con él.
—¿No lo es?, ¿No parece que mi esposa está engañándome con mi tío?
—Sobrino, podemos explicarlo.
—¡Cállate, Giovanni!, me traicionaste y sabes lo que le pasa a los traidores
—¡Pietro, Giovanni intentó violarme! —el silencio reina en aquella grabación. Agustina logró algo y era manipular a Pietro para que matara a Giovanni y así sacarlo de su camino.
Es la primera vez que escucho a Agustina mintiendo de esa manera.
—¿Qué? —la voz de Giovanni parece de sorpresa total —. Non credergli nipote, ti sta ingannando.
<<No le creas, sobrino. Te está engañando>>.
—Tú fuiste el que abusó de mi esposa, eres un desgraciado —un disparo.
Uno que sonaba certero.
Un solo disparo y de repente...
—Tú... No creas que te has salvado de esta, Tina.
—¿A qué te refieres con eso, Mon Amour?
—Eres una buena actriz, pero déjame decirte que ya descubrí tu trampa.
—Pietro, no entiendo de que hablas, ¿Cuál trampa?
—Solo te diré... —unos pasos empiezan a resonar. Agustina suelta un quejido y la cama de la habitación rechina por la caída de ella en la cama. Esto no me gusta —. Que tu tortura, empieza conmigo y terminará con tu muerte.
—Pietro, no, por favor —suplica la castaña, hirviendo mi sangre —. ¡Suéltame!, ¡No!
Ese último grito desgarrador fue suficiente para que el Sr. Monnier intentara estrellar su silla contra la pared, causando nerviosismo hacia los demás que estaban en la sala.
—¡Maldito seas, Pietro Russo!
—¡Adrien! —grita Nathan Pierre para calmar a su buen amigo.
—¡Adrien nada, Nathan! —vocifera el viejo Monnier —. ¡Mi hija está siendo torturada por ese monstruo! ¡La quiero aquí ahora mismo y quiero muerto a ese italiano!
—Lo haremos —responde Diego, sorprendiéndonos a todos —. Yo no mataré a Pietro, pero sí lo hará alguien más.
—¿Quién? —inquiere Colin.
—Tristán —responde y yo solo me mantengo en silencio —. Él tiene buenas razones para hacerlo. Si lo hago yo, estaré poniendo en riesgo las reglas que me lo impiden, así que la mejor opción para matar a Pietro, es él. Agustina necesita su ayuda.
—Y con gusto lo haré —respondo, agradecido por la responsabilidad.
—Ahora mismo, Pietro se trasladó a Verona —informa —. Debemos ser cuidadosos y hacer esto a la perfección. Agustina estará un tiempo más en sus manos, pero podremos contar con el apoyo de uno de los enemigos de Pietro.
—De acuerdo —decimos todos al unísono.
Nos vamos de la sala para tomar el primer vuelo hacia Lyon.
Agustina... te sacaré de ese abismo muy pronto, lo prometo.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro