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Capítulo 3

Los Dumont y los Pierre

¿Recuerdan cuando les conté sobre los Dumont y los Pierre?

Hoy las familias más poderosas de Versalles tendrán una fiesta del 4 de julio, es el evento más esperado en toda la ciudad, ya que en este, los ciudadanos y los de la alta sociedad pueden mezclarse y tener una buena interacción. Yo siempre estoy emocionada por el aniversario de Francia, es como un día en el que todos nos olvidamos de quienes somos y de donde venimos con tal de disfrutar hasta el día siguiente si es necesario.

Me levanté de mi cama, solté un ligero bostezo y me dirigí a la ducha. Cuando salí de ahí, a mi mente llegaron recuerdos repentinos de mi experiencia hablando con los chicos Dumont.

Esos chicos que siempre me han tratado como si fuera su hermana menor, después de todo por lo que han pasado, lógicamente deberían tener una figura femenina en la cual apoyarse cuando se sientan vulnerables, pero eso no es asi, a veces siento que los quiero como unos hermanos mayores para mí, pero otras veces sus personalidades me dan ganas de explotar.

Soy muy paciente con las personas, pero ellos logran que yo llegue al límite, de alguna u otra manera lo logran como si se tratara de un juego de "quien hace explotar primero en ira a la pobre Agustina".

Para ser honesta, prefiero que ellos me hagan explotar a que lo hagan los chicos Pierre.

Me puse mi ropa para ir a la escuela, me puse una falda de cuadros de color gris, un suéter manga larga de algodón de color blanco, una chaqueta de la misma tela, pero de color negro, medias blancas y zapatos negros.

Por si no lo habían notado, mi color favorito es negro y blanco. 

 Tomé mi mochila, bajé las escaleras, comí el desayuno que mi madre me había dejado preparado en la mesa del comedor, oí la bocina del auto de Alex, salí de mi casa y me dirigí a su auto; me monte y le pregunte lo siguiente:

—¿Estás emocionado? —con una sonrisa.

—¿Me ves emocionado? —dijo desconcertado y con sarcasmo.

—Alex, han pasado años desde que eso pasó. Además, el aniversario de Francia se trata de eso, de disfrutar entre todos sus habitantes y pasarla bien — traté de convencerlo, poniendo mi mano sobre la suya que estaba encima de la palanca. Note su frustración.

—Sé que debo dejar el pasado atrás, pero eso no significa que ellos sean mis amigos, Agustina —dice mirándome a los ojos.

Alex aceleró el auto y en unos 10 minutos habíamos llegado a la escuela. Me di cuenta de que todos estaban murmurando sobre la fiesta de hoy, las chicas estaban emocionadas por ver a los chicos Pierre y Dumont, mientras que los chicos hacían fila en el casillero de la famosa Rose Pierre.

Si asi es, la famosa Rose; la cautivadora chica, hija de los señores Pierre, la chica más linda de la escuela. Rose es muy hermosa, con su cabello rubio, su figura esbelta, sus dotes bien equilibradas, su rostro perfecto, ojos avellana. Era el sueño de todos los hombres de la escuela, incluso del país entero.

Alex y yo fuimos al salón de clases de psicología, no había nadie, solo estaba el profesor Charpentier, quien nos dio una mirada seria, pensaba que estaba molesto con nosotros, pero resultó ser otra cosa.

Nos ofreció asiento y obedecimos, lo primero que se me cruzó a la mente fue que algo sucedió con nuestro examen de psicología, tal vez habíamos reprobado. El profesor nos dijo lo siguiente:

—Chicos, quería darles mis felicitaciones por aprobar el examen de psicología con un diez —cuando dijo eso nos pusimos muy felices —. Y les tengo noticias, recibí un email de la UVSQ y me informaron que querían darles la oportunidad de obtener una beca.

Mi corazón se paralizó en ese mismo instante, se notaba el asombro en nuestros rostros y respiraciones, Alex se levantó de golpe para abrazar muy fuerte al profesor y luego a mí. Estaba muy contenta, quería gritarlo a los cuatro vientos, todo mi esfuerzo por tener las mejores calificaciones rindieron frutos al fin.

El profesor nos dijo que ya podíamos retirarnos, porque había una pequeña presentación en el teatro de la escuela.

Cuando todo termino, Alex y yo nos fuimos en su auto, me dejó en mi casa primero y luego se fue a su casa. Tuve que apresurarme porque no queríamos llegar tarde a la fiesta.

Me puse un vestido negro con puntos blancos que la falda es de volado y la parte de arriba ajustado, se apega muy bien a mi figura esbelta; tenía un cinturón blanco en la parte de la cintura; me puse mis guantes blancos y unos zapatos de tacón 5 cm de color negro; una cinta blanca en mi cabello castaño el cual estaba suelto y bien peinado.

Me sentía muy bien, quería que todo saliera a la perfección.

Salí de mi habitación, bajé las escaleras y vi a mis padres bien vestidos para el evento que se llevaría a cabo en la casa de los Pierre.

Mi mamá y yo salimos primero de la casa para luego encontrarnos una limusina privada que estaba enfrente de nuestra casa; mamá y yo subimos al vehículo, papá subió después de nosotras y estábamos esperando a Alex y a su padre. Ellos llegaron 5 minutos después, el chofer aceleró y nos dirigimos a Pierre Manor.

Lo sé. 

Típico cliché: "la familia rica que siempre tiene una mansión con su nombre".

Llegamos a la entrada de la mansión, un balet estaba ahí para ayudarnos a bajar de la limusina, había un montón de personas que llevaban sus mejores vestidos y trajes, era muy hermoso estar ahí con todos los ciudadanos de Versalles. Mamá tenía a papá agarrado de cada brazo entrelazado, para entrar los tres juntos, mientras que Alex y yo hicimos lo mismo, pero le ofrecí mi otro brazo a su padre para asi entrar los tres.

Entramos y nos encontramos con un lobby muy hermoso, luces de candelabros, pilares de marfil, parecía una mansión de reyes —nada comparado con el palacio de Versalles, pero era muy hermoso—.

El señor y la señora Pierre nos recibieron con los brazos abiertos indicando felicidad y gratitud, yo tenía una sonrisa que no se me borraba aunque quisiera, estaba muy feliz por estar aquí otra vez. Ahora les quiero contar un poco sobre el señor y la señora Pierre.

Entramos todos al salón de baile, estaba toda la alta sociedad de Francia, normalmente estos eventos se llevaban a cabo en París, pero en Versalles tenemos nuestra propia manera de hacer las cosas. Habían llegado todos los políticos de Francia, los presidentes; los militares que vestían trajes elegantes, los diputados, en fin, un millón de personas habían entrado por esa hermosa puerta de madera que era la entrada a la mansión.

Yo estaba fascinada con la decoración, hace mucho tiempo que no entraba a la mansión, hicieron muchas remodelaciones muy buenas; Alex me dio una mirada conspiradora dándome a entender que quería agarrar una copa de vino blanco, a lo que yo le respondí con la misma mirada, había llegado la sirvienta de la mansión quien estaba repartiendo las copas por todos lados, usamos el momento y Alex tomó dos copas de vino blanco, eran una reserva del 53; el padre de Alex dice que los vinos de ese año son los mejores. No era de beber alcohol, pero mi padre me decía que el vino era bueno para que me familiarizara con las bebidas de la gente importante, mientras que sea un vino del 53 era mejor para mi metabolismo.

Miré a todos lados analizando las expresiones de la gente que llegaba a la fiesta, las mujeres llegaban combinadas con sus esposos, parecíamos una sociedad bien constituida por colores.

Mi campo de visión fue obstruida por un chico de cabello rubio, ojos avellana, tez blanca, rostro perfecto, y traía un esmoquin azul marino, unos zapatos negros. Alex no estaba muy feliz con su aparición.

—Señorita Monnier —dijo mi apellido con mucha amabilidad tomando mi mano para después dejar un ligero y tierno beso en mis nudillos

—Señor Pierre —dije con una ligera sonrisa.

—Me alegra que esté aquí y que haya traído a su... acompañante —dijo posando su mirada en Alex.

—¿Por qué te sorprende Dimitri?, te dije que no te desharías de mí tan fácilmente —dijo tomando un último trago de su copa con bastante brusquedad.

—Alex, lo último que quiero es que pienses que quería deshacerme de ti, pronto seremos socios en la compañía y tenemos que dejar a un lado las rivalidades —sonríe el rubio con petulancia.

Alex no dijo nada, solo le dio una mirada asesina, sentía que si no cambiaba el tema, él podía llegar a hacerle algo. Cambié de tema rápidamente, preguntándole a Dimitri lo siguiente:

—¿Dónde están Rose y Colin? —pregunté por sus hermanos.

—Rose está con mis padres recibiendo a los invitados. Colin... Tal vez esté cogiendo con alguna chica del pueblo, nunca llega a tiempo para este tipo de eventos —dijo con mucha normalidad.

Colin es el hermano de en medio, por lo tanto, no se preocupaba por no hacer acto de presencia en el primer momento. Ese aire de normalidad que salió de la boca de Dimitri me hizo estremecer, porque estaba nerviosa de que Colin tuviera problemas.

—Por dios Dimitri, no seas irrespetuoso, tal vez no está haciendo nada malo —dije yo intentando calmar mi nerviosismo.

—No conoces a mi hermano, Agustina —me dice con su mirada seria.

Alex estaba furioso con solo verle la cara a Dimitri, no entendía aún el desprecio que le tenía, pero si entendí que algo muy malo, paso entre ellos, no quería que mi curiosidad llegara a otro extremo, por lo tanto, decidí no ponerle más atención a eso.

Luego de echar otro vistazo por la sala, me di cuenta de que los chicos Dumont venían en nuestra dirección, intenté actuar natural, pero los ojos grises de uno de ellos me tenían inmóvil. Sin la posibilidad de decir una sola palabra o de moverme, siquiera, eso era lo que los Dumont causaban en las chicas.

—Señores —saludó uno de ellos con su semblante serio, pero a la vez amable con esa voz suave que tenía; vestía un traje negro muy elegante, su cabello negro bien peinado y sus ojos grises brillaban, tenía zapatos negros también. Posó su mirada en la mía, tomo mi mano y beso el dorso de esta —. Señorita.

—Señores Dumont —incliné un poco la cabeza hacia delante para mostrar respeto.

—Hola, Tristán —pronuncio Alex saludándolo cortésmente.

—Alex —vuelve su mirada a mí —. Agustina me alegra que estén aquí —agrego con una ligera sonrisa.

—Nunca podríamos faltar a esta fiesta, es el día que más he esperado este año —dije risueña.

—Alégrate más, porque hoy nos presentaran ante todos como los nuevos socios de la compañía —informó el chico que estaba al lado de Tristán. Dylan.

—¿En serio?, pensé que sería en la fiesta del aniversario de la compañía.

—El señor Pierre consideró que este era el momento indicado porque en el aniversario de la compañía nos darán las llaves —aporta el otro chico que estaba al lado de Tristán y Dylan. Maximo.

—Tal vez mi padre quiere que nos encarguemos de ello lo más rápido posible —aparece la voz de Rose en la conversación —. Hola Agustina. Alex.

—Rose. Me alegra que todos estemos aquí.

—No podría decir lo mismo, después de todo falta Colin —menciona desconcertada y seria.

—¿Hablando a mis espaldas hermanita? —apareció Colin detrás de Rose, quien volteó ligeramente los ojos.

Todos estábamos ahí riéndonos y hablando como si fuéramos los mejores amigos. Lo único que me hizo dejar de reír fue encontrar en mi campo de visión la silueta del chico italiano; Alex se percató de esto y me dio una mirada de disgusto, intente dejar de mirarlo de reojo. No lo conseguí. Lo que hice fue irme de mi grupo para ir a hablar con él.

Estaba muy elegante, se veía más guapo de lo que era. Me encantó su forma de expresarse ante la gente de clase alta, no parecía incómodo, todo lo contrario, se mezclaba bien con ellos. Me acerqué y me contempló de pies a cabeza con ojos brillantes.

—Tina Argentina, un placer en volver a verla —sus ojos destellaban por la fascinación que transmitía.

—El placer es todo mío, Siervo —hice una pequeña reverencia.

—¿A qué debo el placer? —preguntó.

—Solo vine a verte, noté que te mezclas muy bien con los políticos de aquí —mencioné para cambiar el tema.

—Mi padre me enseñó todo lo que sé —respondió bebiendo ron de su vaso.

—Quisiera conocer a tan buen hombre —anhelé encantada.

—Tal vez puedas, está hablando con los Pierre en este momento.

—Oh, entonces hay que esperar a que terminen su charla.

Un llamado resonó en mi oído, era Alex llamándome por mi nombre, creo que el chico italiano no lo escucho. Detrás de Alex venía Dimitri siguiéndole el paso; Alex me jaló ligeramente del brazo, pero Dimitri dijo algo que me sorprendió:

—Oh, Sr. Pietro, un gusto volverlo a ver.

—El gusto es mío, Dimitri —estrecharon sus manos

—Perdón si los interrumpimos, pero ella tiene que venir con nosotros.

—No hay problema.

¡Se conocían!

¿Cuándo?

¿Cómo?

¿Dónde?

¿Qué fue lo que acaba de pasar?

No entendía como es que se conocían, pero si logré obtener una información muy valiosa: el siervo chico italiano tenía nombre, era Pietro. Le quedaba muy bien ese nombre.

Para ser sincera solo me interesaba saber su nombre, eso que acabo de escuchar, fue algo que no se me borraría de la cabeza, y tenía que buscar respuestas como fuera.

Habíamos llegado a la tarima y la luz de los reflectores se posó en nosotros, al igual que un millón de miradas. Estaba nerviosa por la reacción de todos, no entendía por qué, pero lo estaba. El señor Pierre llevaba un micrófono en la mano y empezó a hablar:

—Damas y caballeros. Hoy es un gran día, no solo para Francia, sino también para Entreprise Versalles, porque la compañía está creciendo cada vez más, al igual que la población francesa —señalo a sus herederos —. Mis hijos, Dimitri, Colin y Rose Pierre, son mi mayor orgullo, ellos han crecido y han logrado ganarse todo mi respeto y el de todos ustedes también —se dirigió a los Dumont —. Tristán, Dylan y Máximo Dumont, no solo son el mayor orgullo de sus padres, ellos también se ganaron mi respeto, el de mi esposa y el de todos ustedes —señalo a Alex —. Alexander Molina, uno de los primeros españoles que recibimos en Versalles, también se ha ganado mi respeto, al igual que su padre, el Sr. Molina, y también se ha ganado el respeto de todos ustedes. Y... —sus ojos se posaron en mí —. La adorable Agustina Monnier, la hija única de los Monnier, también se ganó todo mi respeto, el de mi esposa, el de los Dumont, el de mis hijos y el de todos ustedes —volvió su mirada al frente —. Ellos no solo se ganaron mi respeto, sino también mi amor incondicional, y gracias a eso, quiero anunciarles, que ellos serán ¡los próximos socios de la compañía!

Todo el mundo nos aplaudió ante ese anuncio tan emotivo del Sr. Pierre, había soltado unas cuantas lágrimas de felicidad al ver tanto aprecio de él hacia nosotros. Mis padres estaban felices, también los Dumont. Cuando bajé de primera, todos nos ovacionaron, parecían estar muy felices por tan excelente noticia, yo estaba tan feliz como ellos.

Luego de la ovación, los chicos y yo chocamos nuestras copas y bebimos, estábamos muy ansiosos por que llegara el día del aniversario de la compañía.

Unos cuantos tragos después, me armé de valor para hablar con Rose en privado, se había dirigido al baño de damas, yo la seguí. Llegué al baño y cerré cuando no hubo otra persona dentro de esta que no fuéramos ella y yo.

Esperé a que saliera, cuando salió del cubículo la intercepté, me miró con confusion. Tratamos de limar asperezas por los viejos tiempos, ella aceptó con gusto y sin titubear. Salimos del baño como si nada hubiera pasado y regresamos con los chicos totalmente sonrientes y alegres.

Pietro se acercó a mí para felicitarme, noté algo raro entre Dimitri y Alex, iban a la biblioteca, los seguí con la mirada sin ponerle tanta atención a Pietro, por lo que tuve que decirle:

—Oh, Pietro, excuse mua, ¿me puedes esperar aquí un segundo?, no me tardo —me disculpé dirigiéndome a las escaleras que me dirigían al segundo piso

En el segundo piso se encontraban varias puertas, a la derecha había tres puertas, eran las habitaciones de los chicos Pierre y a la izquierda había una sola puerta, era la biblioteca. Me acerqué a esta que estaba entreabierta, note que ambos estaban teniendo una discusión un tanto rara, parecían discusiones de celos. No entendía nada. Me dediqué a escuchar un poco.

—Alex, deja tu orgullo por una vez y escúchame —exige el rubio —. Yo no hice nada con Giselle.

—¡La besaste en mi cara, Dimitri! —vociferó Alex furioso.

—¡Fue un accidente! —objetó Dimitri —. Está bien, lo siento, no debió pasar eso, pero por favor, perdóname...

Alex no dijo nada. 

—No me gusta cuando peleamos —se acercó a él.

—A mí tampoco —afirmó mi mejor amigo.

Paso lo que jamás pensé que podría ver en mi vida...

Dimitri y Alex, se... Besaron...

Yo estaba sorprendida, todo era más claro ahora. El comportamiento de estos dos era muy sospechoso, intenté lo posible por evitar que alguien entrara y los viera, por lo que tomé la iniciativa de cerrar la puerta completamente para evitar que alguien entrara o escuchara. Me reincorporé a la fiesta, actué como si nada hubiera pasado.

Lo único que me mantenía inquieta era el hecho de que Alex y Dimitri se besaron, nunca me esperé algo asi, creo que en Versalles te enteras de muchas cosas en una fiesta.

Estaba algo inquieta, miraba constantemente la puerta de la biblioteca, no quería que nadie viera lo que hacían o tendrían un grave problema. Me percaté de que ellos habían salido de allí contentos, estaba feliz de que hayan arreglado las cosas. Alex se acercó a mí, observó que estaba algo pálida, no le quise decir que fue por los nervios de estar al pendiente de aquella puerta, él no sabría como manejar esa situación. Tuve que mentirle.

—Creo que es por el frío, tengo mucho frío —dije abrazándome, Pietro se quitó la chaqueta para dármela a mí —. Gracias.

Asintió. Yo estaba riéndome con todos sobre un chiste que había hecho Colin, para ser el hermano de en medio, era muy gracioso, algo que no tenían Dimitri y Rose, pues ellos eran un poco más serios.

Un señor no tan viejo se unió a nosotros, todos nos quedamos mudos, pero no de manera grosera, el señor nos estaba saludando, nosotros le devolvimos el saludo y Pietro lo presentó como su padre.

Estaba deseosa por conocerlo.

—Agustina, él es mi padre, Giovanni Russo —estreché la mano del Sr. Russo.

—Sr. Russo, es para mí un gran honor conocerlo.

—El honor es mío, Señorita Monnier, tengo entendido que usted pasará pronto a ser la socia de Entreprise Versalles —menciona.

—Sí, señor, es una tradición familiar.

—Lo entiendo completamente, que bueno que mi hijo tenga a tan maravillosa socia en la empresa y tan hermo... —fue interrumpido por su hijo.

—Papá... —reprende Pietro —. Será mejor que vayas a hablar con el Sr. Dumont.

—Oh, sí, con permiso —se fue a regañadientes.

Eso fue... extraño...

Estaba confundida, ¿Pietro siendo mi socio en la compañía?, hay algo que no me han querido decir o tal vez yo no estaba enterada de dicho asunto.

—¿Qué quiso decir con eso? —pregunté con el ceño fruncido.

—Mi padre es socio minoritario de la compañía, va a traspasarme las acciones para que siga sus pasos.

—¿Por qué no lo habías mencionado antes? —le pregunté.

—No sabía quién eras hasta que el Sr. Pierre anunció que serías socia, por eso Dimitri y yo nos conocemos —me explicó.

—No estaba enterada de nada —supongo que no soy tan importante como creí.

—No quería que te enteraras de esta forma, lo siento...

—No tienes que disculparte, yo no lo sabía, pero no es motivo para que me enoje contigo. No te preocupes por mí, ¿ok? —dije tranquilizándolo, su rostro se suavizó al escuchar mis palabras.

Los chicos y yo, seguimos la fiesta, varios hombres y mujeres se habían retirado. Luego de un rato, mis padres y yo estábamos por irnos, mañana tenía escuela asi que no podía llegar tarde a casa.

Llegamos a casa después de unos 20 minutos —había mucho tráfico—, me fui a rastras a mi habitación, parecía un zombi que no había comido por tres días, no quería estar en ningún otro lugar que no fuera mi habitación. Entré y de inmediato me senté en el escritorio para empezar a escribir mis cartas.

Recordé muchas cosas, el nombre de Pietro "siervo italiano" Russo; la ahora arreglada buena relación entre Rose y yo; el beso entre Alex y Dimitri.

Estaba impactada por eso, no sabía si decirle a Alex lo que vi o dejarlo asi, y cuando se descuiden poder ayudarlos. Estaba involucrada en un secreto muy difícil de ocultar, aunque fácil de comprender, pero en realidad, la gente de esta época estaba tan cerrada a sus creencias o en sus ideologías que no serían lo suficientemente abiertos como para entender la situación de Dimitri y Alex. 

Yo quiero ayudarlos a evitar que alguien los descubra, solo que no sé cómo...

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