Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 23

Cautiverio en el Vaticano

Diciembre de 1968

Rose Pierre

Meses.

Meses y meses de cautiverio...

Fue doloroso, pero hasta ahora he logrado ser fuerte, por mis padres, mis hermanos, mi esposo y mis hijos.

Sí.

Mis hijos.

Dylan y yo nos enteramos de que eran dos. Cuando me enteré de eso estaba tan contenta, pero el secuestro hizo que todo se volviera de color gris y ambiente melancólico.

Todo había pasado tan repentinamente, que ya casi no recuerdo como fue que los cuatro llegamos aquí. Dylan también fue secuestrado. Al parecer, Pietro no quería dejar cabos sueltos por ahí.

Solo recuerdo pocas cosas, estábamos en Nueva Orleans, habíamos llegado justo en la fiesta de Mardi Gras —la fiesta de carnaval que se celebraba allí—, íbamos a dar un recorrido por las calles de aquella ciudad. 

Me sorprendió que los habitantes sabían hablar francés, después de todo, Nueva Orleans era estadounidense, no le dimos mucha importancia. No importaba nada más en ese momento, que solo pasarlo bien en nuestra luna de miel y ver crecer a nuestros hijos en mi vientre, aún no sabíamos lo que eran, pero decidimos guardar el suspenso hasta que regresáramos a Versalles.

Estábamos en la casa que los padres de Dylan usaban también para casa de campo cuando querían ir a otro continente. La madre de Dylan nos dejó pasar ese mes allí para terminar nuestra luna miel. Yo me encontraba en la cama leyendo cartas de mis padres y mis hermanos, ellos siempre me escribían cartas para saber como me encontraba y como estaban los mini Dumont Pierre que crecen en mi vientre.

Durante nuestra estadía en New York, un médico me había hecho una ecografía de rutina para saber como iba la criatura y para nuestra sorpresa, nos dijo que serían mellizos.

Cuando terminé de leer las cartas de mi familia, froté mi vientre con mi mano, mientras me veía al espejo de cuerpo completo que estaba en la habitación. Traía un vestido rosa floreado y noté que el embarazo se estaba comenzando a notar un poco. Llevo 3 meses de embarazo y me ha sentado bien en cuanto a mi físico, solo que... Mis cambios de humor constantes han estado estresando a Dylan y no quisiera que esto, en vez de ser una alegría, termine siendo una razón para separarnos.

Despejé ese pensamiento de mi mente y escuché que alguien había tocado la puerta, me dirigí a esta porque creí que era Dylan.

—¿Dylan, cariño? —abrí la puerta y no tuve tiempo de reaccionar cuando empezaron a atacarme.

Colocaron un pañuelo en mi boca y taparon mi nariz, traté de zafarme del agarre de esos hombres, pero fue inútil. Ya había cerrado los ojos.

De pronto, abrí los ojos y mi visión se volvió borrosa. Cuando escuché el ruido de las personas gritando alegres y diciendo "El nuevo Papa", supe de inmediato en donde me encontraba. No veía nada, tenía una bolsa en la cabeza, pero si sentía que me estaban arrastrando como si fuera un costal de papas. Temía por mis hijos, no podía dejar que nada malo les pasara.

Cuando me soltaron, caí de rodillas al suelo frío y helado, no sabía en donde estaba exactamente, aunque me daba una idea, hasta que escuché esa desagradable voz:

—Bentornata a casa.

<<Bienvenida a casa>>.

Me quitaron la bolsa de la cabeza y miré con desprecio al idiota italiano que se hace llamar Pietro.

—Extrañaba tus gestos —se burló de mí —. Dime, ¿Cómo ha estado mi pequeña argentina?

—Je ne te dirai rien de miserable —le dije totalmente furiosa y él solo mostró una sonrisa burlona.

—No te preocupes, no le haré nada, nunca lo haría —se acerco a mi y yo no me moví ni un segundo —. Mucho menos a ti, querida Rose.

—¿Por qué?

—Porque te necesito; bueno, necesito a... tus hijos.

Lo que menos quería era que dijera que necesitaba a mis hijos, ¿Cómo rayos sabe que son dos?

—Respondiendo a esa pregunta que estás formulando en tu cabeza —se hincó sobre una de sus rodillas para estar a mi altura —. Sé que son dos porque tengo hombres en todos lados, además te necesito viva, porque muerta no me sirves de nada... Llévensela.

—¡No! —grité porque el pánico que empecé a sentir cuando me arrastraron hasta una habitación que parecía un calabozo.

No sabía que hacer, traté de buscar salidas, pasadizos, algo que funcionara. Estaba desesperada, quería salir de allí. Tenía que tratar de salir.

—¿Rose?- una voz apareció y lo reconocí.

—¿Dylan? —mis lágrimas salieron y corrí hacia él para abrazarlo y empecé a llorar —. Dylan, Pietro connaît nos enfants, il les connaît.

<<Pietro conoce a nuestros hijos, los conoce>>.

—Lo sé, lo sé —decía, mientras yo solo dejaba que mis lágrimas cayeran —. Tenemos que encontrar una salida.

Empezamos a buscar y buscar, pero era inútil, Pietro nos encerró muy bien. No teníamos ni idea de donde estábamos.

Así fue como habíamos llegado hasta este punto.

Meses y meses de torturas incesantes, de preguntas sobre Agustina que ni Dylan, ni yo contestábamos, aunque nos torturaran. A mí, solo me cuidaban y si trataba de escapar con Dylan, la peor parte siempre le tocaba a él. Latigazos, ahogamientos, hambruna, todo lo hacían como castigo y a mí me obligaban a verlo sufrir por mis actos.

Era Diciembre y hoy debíamos estar arreglados para la cena que planeó Pietro. Yo estaba en mi habitación con lujos que me los gané sin haber hecho ningún esfuerzo, mientras que Dylan se pudría en esa bodega en donde nos habían encerrado la primera vez.

Desde hace unas dos semanas que no lo veía y estaba preocupada por saber si le habían hecho algo. Los hombres de Pietro vinieron a buscarme y me esposaron para que evitara escapar, siempre lo hacía para prevenir cualquier tipo de estupidez que yo hiciera. 

 Cuando llegamos al conclave, había una mesa larga, candelabros, velas, comida y; en la cabeza de la mesa se encontraba el rostro repugnante de Pietro Russo con su túnica del gran Papa. Revisé el lugar para ver en donde estaba Dylan y lo encontré sentado justo al lado de Pietro. Estaba pálido, se veía decaído y cansado, no sé cómo es que aún no se ha desmayado, después de todos estos largos meses sin conciliar el sueño y sin comer bien.

Me llevaron a la otra silla que estaba del lado izquierdo de Pietro para así quedar frente a frente con mi esposo adolorido y cansado. Se me partió el corazón cuando lo vi así y fulminé a Pietro con la mirada, este me dio una amplia sonrisa causándome náuseas.

—È un piacere avervi entrambi alla mia tavola, miei vecchi amici.

<<Es un placer tenerlos a los dos en mi mesa, mis viejos amigos>>.

—Pour moi, ce n'est pas un plaisir d'avoir à partager une table avec vous, votre sainteté —comenté con altanería, dándole una sonrisa completamente falsa y sin cortesía. Eso lo irritó de cierta forma, Dylan trataba de advertirme con la mirada que no lo volviera a hacer, entonces recordé que si lo irritaba más, el castigo lo recibiría Dylan.

<<Para mí no es un placer tener que compartir una mesa con usted, su santidad>>.

No volví a decir nada, solo comía lo que me dieran, mientras observaba a Dylan comer desesperado y hambriento. Una lágrima se deslizó por mi mejilla y lo limpié furiosa por tener que estar llevando una vida de lujo en la capilla, mientras que, Dylan sufre en esa bodega todos los días tratando de buscar un escape para los dos.

Luego, Giovanni entra y nos examina tanto a Dylan como a mi, fija su mirada en Pietro y habla:

—Smettila di fare il pagliaccio, abbiamo un nipote della compagnia —le reclamó a su sobrino cruzándose de brazos.

—Non essere scortese, caro zio, abbiamo ospiti, sicuramente ti ricorderai di Rose Pierre e Dylan Dumont —lo único que logré traducir de esa conversación es que Pietro nos presentó a Giovanni para que este se acordara de nosotros.

—Mi ricordo di te, figlia di Nathan e figlio di Dumont e sembra che i loro fratelli siano qui in Vaticano, Pietro! —no entendí absolutamente nada de lo que dijo, pero por la cara que puso Pietro, había pasado algo malo.

—Mis más sinceras disculpas, amigos míos, pero debo retirarme. Trabajo —se levanta de su puesto —. Prenderli.

Los hombres de Pietro nos llevan con ellos a nuestros respectivos lugares y un rayo de esperanza se nota en mi rostro porque en toda esa conversación logré traducir todo en mi mente sin que Pietro o Giovanni se dieran cuenta de ello. Dylan fue el único que logró descubrir lo que estaba haciendo porque él me conoce muy bien y conoce cada uno de mis gestos. 

 Me llevaron a mi habitación y lo primero que se me vino a la mente es que lo más probable seria que los chicos nos sacarían de aquí en cualquier momento y debía estar preparada para eso. De pronto, un sonido llama mi atención y vi que alguien estaba intentando entrar por la ventana de mi habitación, me mantuve alerta, busqué lo primero que encontré por si me llegaban a atacar. Cuando la persona entró a mi habitación pude notar unos gestos que solo yo reconozco a la distancia.

—¿Colin?

—Rosie...

—¡Colin! —corrí hacia sus brazos, y nos dimos un largo abrazo, mis lagrimas empezaron a descender hasta mojar mis mejillas. Me separé de él y nos miramos a los ojos —. Te extrañé...

—Yo a ti...

Escuchamos un ruido en la ventana y otras dos personas entraron por esta.

—Rosie —mi hermano mayor me abraza fuerte junto a Colin —. ¿Estás bien?, ¿Cómo esta mini Dylan?, ¿te hicieron algo?

—No, pero... si le están haciendo mucho daño a Dylan, esta sufriendo mucho...

—Lo sabemos, pero no podemos actuar hasta que sea el momento —habla Diego y yo frunzo el ceño.

—Es mi esposo del que hablas Diego, debemos ayudarlo, ha recibido todos los castigos por mi.

—Rose, sabemos lo que hacen con Dylan pero no podemos actuar de un momento a otro, hay que ser más inteligentes que Pietro, tiene a toda la policía del Vaticano a su disposición, varias familias de la alta sociedad fueron compradas por él; estamos solos en esto, solo tenemos el apoyo de la mitad de los agentes de la Interpol.

Traté de procesar todo lo que dijo, estábamos en un callejón sin salida. A este paso, Pietro obtendría lo que siempre quiso y no podremos evitarlo.

—¿Qué haremos ahora? —inquiero preocupada y angustiada.

—Debes ser paciente, nosotros estamos tratando de acelerar todo el proceso — responde Diego y yo asentí —. Mañana, Pietro estará en un desfile con todos los cardenales, debes estar atenta de que ninguno de sus hombres estarán aquí — escucho lo que dice y saca un pequeño micrófono —; te dejaré este micrófono escondido para escuchar todo lo que pase aquí adentro, ¿de acuerdo?

Volví a asentir. Diego me explicó lo que tenia que hacer, luego se irían a decirle parte del plan a Dylan, así que, me insistieron en que no podía arriesgarme a ir con ellos. Solo espero que el plan que ellos trazaron funcione y todo salga bien.

ᴥᴥᴥ

Dylan Dumont

 Gritos, lamentos, sollozos; incluso gemidos.

Era lo que se escuchaba en maldita bodega.

¡Merde!

He gritado miles de maldiciones en mi propia cabeza y las he susurrado para no tener que llamar la atención de los vigilantes.

He tenido que pasar hambre aquí abajo, también me han azotado un millón de veces, lo hice por el amor que siento por Rose, no dejo que le toquen ni un solo cabello, no quiero que toquen a mis hijos.

Recuerdo aun el primer castigo que me impusieron:

Era el segundo día que Rose y yo estábamos aquí encerrados. El olor de los estupefacientes que los hombres de Pietro usaban para drogar a las mujeres que eran de trafico de blancas. Rose estaba pálida, estaba muy mareada y el embarazo empezaba a notarse más con el tiempo. Tiene dos meses de embarazo y pareciera que tuviera cuatrillizos.

—Dylan... —me llamó. Yo me mantenía en la esquina de la celda mirándola fijamente, mientras que ella estaba dormida en la pequeña cama en la que no cabíamos los dos. Me acerqué a ella.

—¿Si, Rosie? —le dije con una voz dulce.

—¿Vamos a morir? —esa pregunta me sorprendió, lo dijo tan triste y pesimista, Rose no es así pero... cuando se trata de este tipo de situaciones, a veces es muy pesimista y entra en la negación.

—No, no vamos a morir Rosie, no dejaré que eso pase.

—Que Pietro se apiade de nosotros... —dijo con la voz apagada, se estaba durmiendo.

El sonido la celda abriéndose la despertó y yo me mantuve alerta ante cualquier movimiento extraño. Giovanni Russo estaba parado frente a nosotros, mirándonos con asco y repulsión, como si fuéramos la cosa más asquerosa que haya visto. Eso me irritó.

—Sali in conclave, Pietro ti aspetta per la colazione —ordena a uno de los hombres y sostiene fuerte del brazo a Rose, eso me hace aniquilarlo con la mirada, suaviza el agarre y la guía a la salida.

Me echan a empujones de allí y logramos salir. Llegamos al conclave, Pietro nos recibe a los dos con una visage hypocrite —cara de hipócrita—, y nos da un abrazo a los dos. En ese momento quería golpearlo por poner sus asquerosas manos encima de mi esposa, nos sentamos en la mesa lujosa que se encontraba en medio del salón y habían montones de platos con comidas típicas de Roma.

—Deben tener mucha hambre, i miei amici —Rose y yo nos miramos fijamente, temíamos que la comida tuviera veneno —. No se asusten, no esta contaminada, coman...

Rose y yo no sabíamos que hacer, pero yo fui el que dio el primer bocado, traté de saborear la comida antes de que ella lo hiciera, me estaba asegurando de que no tuviera veneno. Terminé de probar y asentí con la cabeza, indicándole que ya podía probar bocado. Obedeció, ambos comenzamos a comer como un par de animales salvajes y hambrientos.

—Es un gran honor tenerlos aquí, amigos míos —se jacta Pietro mirándonos y le dedicamos una mirada asesina —. ¿Muy pronto?

Se estaba burlando en nuestras propias caras el muy...

—No somos amigos, Pietro —Rose habla y yo me tensé —. Nunca fuiste nuestro amigo, nunca lo serás.

Pietro se irritó y pude verlo por como miraba a Rose. Su mandíbula estaba tensa y entonces habló:

—Querida Rose, es de mala educación que una dama como tú, use ese lenguaje y menos frente a su santidad él.

Quería que uno de los hombres de Pietro me diera un tiro ahí mismo, con Pietro en el poder no podemos llevarle la contraria. El italiano le hizo una seña a uno de sus hombres y estos la sujetaron de una manera que no me gustó, los golpeé para que la dejaran en paz, pero ellos me sujetaron con fuerza y determinación.

El italiano se acercó a Rose y le propinó una bofetada que me hizo alterar causando que lo agarrara del cuello.

—Remettez la main sur ma femme et vous mourrez, espèce d'italien ! —lo amenacé, me enfureció que hiciera eso con Rose.

<<¡Ponle las manos encima a mi esposa otra vez y morirás, italiano!>>.

—Voulez-vous recevoir ses punitions? Eh bien, ce sera un plaisir! —le indica a sus hombres que me sujetaran con fuerza hacia un pilar del conclave.

<<¿Quieres recibir sus castigos? ¡Pues será un placer!>>.

Rasgaron mi camisa y dejaron mi espalda expuesta, no logré ver nada, pero de repente.... Un latigazo chocó contra mi espalda. El ardor fue insoportable, aunque los gritos de Rose me mantuvieron firme.

Una....

Dos....

Tres...

Cuatro...

—¡Basta! —el grito desgarrador de Rose me dolió mucho más que los latigazos —. ¡Déjalo en paz!

—Tu, mia cara Rose, la tua punizione sarà sempre questa, vedere il tuo amato marito ricevere le tue punizioni. Proprio perché sei il portatore delle due creature che porti nel tuo grembo.

 <<Tú, mi querida Rose, tu castigo será siempre éste, ver a tu amado esposo recibir tus castigos. Precisamente porque eres portadora de las dos criaturas que llevas en tu vientre>>.

Cinco...

Seis...

Siete...

Ocho...

Nueve...

Diez.

Los tenia contados en mi mente. Solo pensaba en Rose, mis hijos, también en mis hermanos y... mis padres...

Los latigazos terminaron y no sentía la espalda. Caí de rodillas al suelo, Rose se acercó a mi para revisarme, sus lagrimas estaban pronunciadas y yo solo estaba agonizando del dolor. De un momento a otro, todo se había vuelto negro.

Cinco... Seis... Siete... Ocho... Nueve... Diez.

Cuando había abierto los ojos ese día, estábamos de nuevo en esta asquerosa celda, pero con el tiempo Rose no volvió a provocar a Pietro, algunas veces lo hacia y me castigaban. Aunque ya no pasa tanto, se que algún día saldremos los dos de aquí. Mis intentos de escape no deben ser en vano.

Haré todo lo posible para proteger a mi esposa e hijos...

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro