Capítulo 13
"Jamás te dejaré caer, te lo prometo mon garçon de pierre"
Agustina Monnier
Querido Pietro...
Mi amor.
Quiero decirte que sigo pensando en ti todos los días. Lo que hayas hecho antes, no me importa en lo más mínimo, yo te amo incondicionalmente. No tengo palabras para describir eso que tanto siento por ti.
Sé que debes estar confundido, pero cuando me dejaste aquí, estaba enojada y furiosa conmigo misma porque no logré disfrutar un poco más contigo.
Quiero recompensarte esas noches que no hemos estado juntos.
Quiero verte.
Necesito verte.
Si nos vemos, reviviremos esa noche de pasión que tuvimos antes de tu partida.
Te lo prometo, será inolvidable para ambos.
Piénsalo.
Con amor, Agustina.
—No me gusta recordar esos momentos, chicos —miro a Rose y a Dimitri.
—Lo sabemos —Rose me toma de la mano —, como también sabemos que tú quieres verlo para decirle todo en la cara.
No digo nada, tiene razón, si hago esto es porque le quiero decir todo el daño que me hizo.
Hace un mes que llevo enviándole cartas y él aún no responde. Esto me está frustrando más de lo que pensé. Quiero verlo tras las rejas de una vez por todas.
¿Qué ha pasado durante un mes?, bueno, estuve en rehabilitación, duré un mes en el hospital, logré estabilizarme y los chicos me han estado ayudando.
Rose y Dylan anunciaron que se van a casar, no querían dar la noticia antes por mi situación y eso era más importante que cualquier otra cosa —en realidad me hubiese gustado que lo anunciaran antes—.
Dimitri y Diego... bueno, están saliendo, parece ser que el hermano de Alex siguió sus mismos pasos y no se resistió al encanto de un Pierre; Colin tiene novia, es una chica que conoció durante sus vacaciones en París, dijo que nos la presentaría muy pronto cuando cumplieran al menos 5 meses; Maximo encontró al amor de su vida, por así decirlo, se enamoró de mi secretaria, hacen linda pareja y me alegra que él haya podido encontrar a alguien al fin.
Y Tristán... Él sigue con sus planes de querer encarcelar a Pietro y yo lo apoyo en todo eso. No hemos tenido mucho tiempo para hablar a solas, hemos estado muy ocupados y creemos que lo sentimos, debemos hablarlo en el momento indicado.
Luego de haberme disculpado infinidad de veces con él, ha tratado de pedirme que salgamos a comer, pero yo me he negado, ya que no tenía ánimos para salir con nadie.
Tristán es mi amigo y lo quiero mucho, pero no puedo bajar la guardia, me han hecho mucho daño, aunque él no tiene la culpa, yo soy muy insegura todavía.
Dimitri, Rose y yo, fuimos a la oficina de Tristán, teníamos que entregarle las cartas que escribí para que las pudiera enviar al Vaticano y asegurarse de que Pietro las lea. Entramos a esta, Tristán nos dio la señal, cuando entramos estaba con una chica de cabello negro, ojos verdes, tez blanca, figura esbelta; llevaba un vestido volado de color azul marino, unos tacones del mismo color, su cabello le llegaba a los hombros y estaba ondulado.
Cuando la vi cerca de Tristán, la furia empezó a emanar dentro de mí, mi pecho dolió por un momento, no dejaba de ver a la chica, era bonita y no dudé en preguntar quién era:
—¿Quién eres tú? —pregunté despectivamente.
—Amber Blanc —me extiende la mano y yo la ignoro —, un gusto conocerla, Señorita Monnier.
—¿Qué hace aquí? —pregunto con simpleza, mostrándome un poco grosera. Ella baja la mano y vuelve a hablar.
—Estoy aquí porque el Sr. Dumont me lo pidió —golpe bajo. Miré a Tristán furiosa —. Compré las acciones del Sr. Russo.
Voy a estallar en ira si nadie me explica como es que ahora tenemos una nueva socia y que además compró las acciones de Pietro.
—Eh, Amber. ¿Que te parece si Dimitri y yo te mostramos el lugar? —sugiere Rose. Sabe que estoy enojada.
Se van en un silencio sepulcral y yo me quedo en mi lugar, fulminando a Tristán con los ojos mientras él solo palidece al ver mi rostro lleno de ira.
—Puedo explicarlo —advierte.
—No quiero tus estúpidas explicaciones —objeto —. ¡¿Cómo es que no me dijiste nada de esto?!
—Lo iba a hacer, lo juro —me rio sarcásticamente —. Te lo juro, Agustina.
—¡Esa chica puede ser espía de Pietro! —alego.
Pietro tiene mucha gente, lo más probable es que lo sea.
—¿Estás... Celosa? —se ríe —. Y no, no es espía de Pietro.
—No. No lo estoy —respondo su pregunta —. Y ¿Cómo lo sabes?, ¿se lo preguntaste y ella te contestó con una sonrisa?
Al escuchar lo que acabo de decir me di una bofetada mental, si parecía una novia celosa, estaba celosa de que esa chica estuviera a solas con Tristán en la oficina y que él no me dijera que iba a ser la nueva socia de la compañía.
—Estás celosa —afirma con una sonrisa estampada en su hermoso rostro —. Agustina Monnier haciéndome una escena de celos. Eso es nuevo.
Giro los ojos mostrando fastidio.
—No te preocupes —me agarra del mentón —. Ella no hará que me olvide de ti.
¿Recuerdan que les dije que él y yo no hemos hablado desde hace mucho?
Bueno, en realidad no hemos hablado seriamente, pero a veces nos coqueteamos entre nosotros como si volviéramos a ser esos dos adolescentes hormonales que alguna vez fuimos en el pasado.
—Tristán debemos hablar —es mejor ahora que nunca.
—¿Sobre qué? —pregunta.
—Sobre... —me detengo por un momento —... Nosotros. Ha pasado un mes y sé que he sido un poco dura contigo, yo ya superé a Pietro y ya estoy mejor conmigo misma. Sé que cuando te doy las cartas, las lees y te torturas pensando que sigo sintiendo algo por él, pero no es asi.
Desde hace días lo he pillado haciendo eso, sé que la rabia lo carcome y su orgullo no lo deja admitir la realidad de las cosas, pero yo quería aclararlo desde hace mucho, solo que no sabía como.
Hoy es el momento.
—Quería aclararlo —fue lo último que dije.
—Lo siento —expresa y yo frunzo el ceño —, siento haberte dejado caer.
—No te culpes —apacigüé —. Cometí una locura, pero ya estoy aquí.
—Si algo te pasaba, me hubiese suicidado con tal de estar a tu lado —sus ojos se vuelven rojos. Quiere llorar —. Te amo, Agustina...
No dije nada. Él nunca me había hecho sentir algo asi.
—Amo todo de ti —confiesa —. Creo que es por eso que me dolió tanto verte en el hospital.
—Yo también te amo —confieso. Me di cuenta a tiempo —. Amo tu corazón de piedra, Tristán Dumont.
Su rostro se iluminó con un brillo impresionante. Me abrazó, me levantó y dimos muchas vueltas. Reíamos como niños mimados.
Recuerdos de él y yo llegaron a mi mente de repente:
—¿Me dejarás ser tu amiga? —preguntó mi pequeña yo de 11 años.
—Te dejaría ser eso y mucho más —me sonríe el pequeño Tristán de 12 años.
—¿Amigos?
—Amigos.
Pensé que mi felicidad sería Pietro, pero resulto ser Tristán.
Ese chico de piedra que logré romper sin darme cuenta de ello, en ese momento, concluí que todo este tiempo tuve una venda en los ojos que los chicos debían quitarme para evitar que cayera en el gran agujero.
—Habrá un evento esta noche en la casa de Amber —menciona —, y quisiera que vinieras conmigo. Estaba aquí conmigo porque me dio la invitación.
—¿Crees que sea buena idea? —pregunté.
—Sí, para nuestra primera cita —responde.
—Entonces, iré —confirmé —. Nunca me perdería a Tristán Dumont con un traje elegante, de nuevo.
—Y yo nunca me perdería a Agustina Monnier con un vestido elegante, de nuevo —nos reímos.
—Aún no puedo creer que Pietro hiciera eso para apartarme de ti —mi remordimiento salió a la luz, ya me estaba pesando en los hombros —. Hasta me mostró una carta que... me decía todo lo que "sentía" por mí.
—¿Una carta? —frunció el ceño con confusión —. ¿Qué clase de carta?
—Una carta para el día de San Valentín.
Me bajó y quedó perplejo con lo que dije, no entendía por qué tomó esa actitud.
—Agustina, esa carta la escribí yo.
Me tomó desprevenida esa confesión. ¿Cómo es que Tristán la escribió?
—¿Qué? —no puedo creerlo —. ¿Cómo es que...?
—Yo la había escrito hace mucho, antes de que llegara el día de San Valentín — empezó —, quise dártela, pero no logré hacerlo porque era muy cobarde. Pietro estuvo allí cuando la escribí. Yo... A veces te veía en el café escribiendo tus cartas y decidí hacerte una para San Valentín, no pensé que Pietro la usaría para engañarte. Hasta que el día de la entrega de las llaves fue cuando Alex me lo dijo todo.
Mi mejor amigo definitivamente era muy chismoso, pero valió la pena tenerlo de amigo.
Esto sí que no me lo esperaba.
—No sé que decir —fue lo único que salió de mi boca.
—No digas nada, no lo sabías —me abraza —. No podía decírtelo hasta que abrieras los ojos.
—Hasta que me diera cuenta... —murmuré para mí misma.
ᴥᴥᴥ
Estaba en mi habitación arreglándome para esta noche. Tristán dijo que el evento sería elegante, por lo tanto, elegí mi mejor vestido de gala para hoy. Me puse un vestido volado de color azul celeste con escote de corazón que en la cintura tiene unos pliegues que dan inicio a una cola que llega hasta mis tobillos; unos zapatos negros, un collar con el dije A&A —fue un regalo que me había dado Alex hace unos años como símbolo de nuestra amistad— y unos guantes blancos.
Bajé a la sala y Tristán ya estaba allí con mi padre viendo las noticias mientras me esperaba. Me puso algo nerviosa. Mi padre nunca se había llevado tan bien con alguno de los chicos, solo con Alex, y eso porque era mi mejor amigo, ni siquiera con Pietro, llegó a tener ese tipo de trato como lo tiene con Tristán ahora. ¿Cómo lo habrá convencido?.
Tristán me dirigió la mirada fascinado con mi atuendo, me contemplaba como si fuera una obra de arte y me gusta que lo haga, eso confirma que lo que siente hacia mí es real y no pasajero. Nos dirigimos a la puerta, me despedí de mis padres y había una limusina esperándonos a Tristán y a mí. Subimos a esta y emprendimos nuestro camino hacia la mansión Blanc.
Amber Blanc, hija de la diseñadora de modas más cotizada de todo Versalles, Charlotte Blanc; hizo vestidos y trajes para muchos famosos de los años cincuenta. En realidad, el vestido que tengo ahora, es un diseño de ella.
La Sra. Blanc es conocida como la reina de la moda y su hija como la princesa del glamour —les queda muy bien los apodos—. Charlotte también tiene una gran reputación en París, está en el puesto número dos de los mejores diseñadores que hay en la capital.
Amber es conocida por ser algo coqueta y lograr obtener lo que quiere cuando quiere. No me cae mal, solo la he visto en noticias cuando esta con su madre, pero no quisiera arriesgarme a que me quite al hombre que me ayudará a sanar las heridas que tengo abiertas.
Llegamos a la mansión Blan, es más grande que la mansión de los Pierre y los Dumont. El valet abrió la puerta y bajamos de la limusina, un montón de personas estaban pasando por la entrada de la mansión. Entramos con las manos entrelazadas. saludamos a todos con una sonrisa, mientras que nos dirigíamos al salón principal. Tristán y yo fuimos a la mesa de bocadillos para probar el champange que estaba ofreciendo la servidumbre. Estuvimos hablando los dos y cortejándonos, ya que se veía guapo con ese traje negro que llevaba puesto.
Pasaron 5 minutos y Amber se nos acercó para saludarnos, no se habia percatado de nuestra presencia hasta minutos después.
—Tristán —dice con una sonrisa en su rostro —. ¡Si viniste!
—Por supuesto —le da un beso en la mejilla —, y vine con alguien. Agustina...
Me rodea la cintura con su mano y me apega hacia él.
—Hola —saludo avergonzada, fui grosera con ella esta mañana —. A-Amber, perdón si...
—No te preocupes —me interrumpe —, yo también me hubiese puesto celosa si se tratase del hombre me gusta.
—Gracias por entender —sonrio agradeciéndole —, y... ¿Qué están celebrando?
—Oh, el lanzamiento de la colección de primavera fue todo un éxito —explicó —, asi que, mi madre consideró que era apropiado que celebraramos el gran éxito en Versalles, en vez de Paris.
—Entonces, salud por eso —brinda Tristán. alzamos nuestras copas y bebemos de estas.
Noto a alguien que me resulta familiar entre la multitud. Un rubio de ojos avellanas que se trata de esconder de mi vista.
¿Colin?, ¿Qué hace aquí?, ¿acaso se coló al evento o lo invitaron?
—¡Colin! —Amber lo llama y este se sorprende al vernos con ella —. ¿Dónde estabas?, te estaba buscando.
—Lo siento... —se disculpa y no deja de mirarnos, parece nervioso —. ¿Qué hacen aquí?
—Oh, los invité —responde Amber —. No te molesta que lo hiciera, ¿cierto cariño?
Tristán y yo nos miramos perplejos, ¿en verdad le dijo cariño?, ¿al casanova de Colin Pierre?, no entendíamos nada de lo que estaba pasando, pero es claro que, nos lo tiene que explicar.
—No —dice dándole una sonrisa a la chica y esta se va dejándonos a los tres solos —. ¿Qué hacen aquí?
—Amber nos invitó —respondió Tristán —, y ¿tu que haces aquí?
—Colin, ¿no se suponía que tenias novia? —la pregunta sonó un tanto absurda cuando la solté porque al atar cabos sueltos, me di cuenta de que ella podría ser la famosa novia de la que nos hablaba Colin hace un mes —. Espera, ¿ella es...?
No dijo nada, en realidad, apartó la mirada y la posó sobre la castaña con reflejos dorados. Ese silencio fue más que una confirmación a mi pregunta.
—¡Wow! —exclamó Tristán, sorprendido —. Felicitaciones.
—Se las iba a presentar mañana —explica Colin —, pero ella había hablado contigo esta mañana y ahora los invitó, creo que mejor le doy la noticia a los chicos mañana en la compañía.
—Sí hazlo —asiento —. Conoces a Rose cuando le ocultas algo y Dimitri... no creo que este de humor para más sorpresas este año.
—Si lo sé —baja la cabeza.
—Pero... cuenta con nosotros —lo aliento —. Se ve que es buena persona, creo que nos agradará.
—Gracias.
El resto de la noche estuvimos con Amber hablando sobre París. Ella tenía cierto aire de paz y tranquilidad como Rose, ellas se llevarán bien, lo sé.
Me fui al balcón del segundo piso de la mansión, tenía una copa de champán por la mitad y me quedé deleitando la luz de la luna menguante en el cielo oscuro bañado en estrellas brillantes y constelaciones. Fijo mi vista en la ciudad y me acuerdo de la última vez que vi esta misma vista, fue en la casa de Pietro. Me repugna tener que volver a rememorar ese momento en mi cabeza.
Alguien se recuesta sobre la baranda y no me volteo a verlo por qué ya sé quién es. El castaño de ojos grises me mira con preocupación.
—¿Estás bien? —me pregunta.
—Si —le sonrío.
—Te conozco Agustina —me toma del mentón para que lo mire a los ojos- recordaste algo
—Es que... —trato de contener las lágrimas —... Fui muy ingenua. Pensé que Pietro en serio me amaba y... solo me usó para destruirte.
Empiezo a soltar varias lágrimas y me abraza. Me duele tener que pensar que estuve a punto de destruir al hombre que me ama y que yo lo amaba antes de sentir algo por Pietro. Tristán siempre estuvo allí, desde lejos, pero siempre estuvo para mí. No quiero volver a hacerle daño, quiero darle todo el amor incondicional que él siempre me ha dado desde pequeños.
—No tienes que culparte —me acaricia el cabello —, estabas siendo manipulada por él. No me hubiese importado que me destruyeras para que pudieras abrir los ojos y ver quién era él en realidad.
Me toma de las mejillas con sus manos suaves.
—Te amo, Agustina Monnier —continúa —, esa es la verdad de todo esto.
—Yo a ti, Tristán Dumont —me besa la frente.
Bajamos al primer piso. Todos estaban entre sus grupos confidenciales, hablando y riendo. Se notaba la felicidad en los rostros de los invitados.
Vi a alguien entrar, se dirigía a nosotros y reconocí su rostro. Su semblante era serio y algo paranoico, su cabello despeinado lo delataba. Se acercó a nosotros y fijo su vista en Tristán.
—¿Sr. Jacquet? —pregunto yo con el ceño fruncido.
—Señorita Monnier, un gusto en verla —me saludó plantando un beso en mis nudillos.
—¿Qué haces aquí, Félix? —pregunta Tristán.
El Sr. Jacquet saca de su espalda un arma de fuego y le apunta a Tristán, este me jala hacia atrás para protegerme y así quedarse frente al arma. Todos en el salón quedamos perplejos y paralizados, yo estuve paralizada y no sabía qué hacer. Nunca había estado en este tipo de situaciones.
Colin y Amber se encontraban de la misma manera que nosotros, Tristán tensó la mandíbula.
—Félix, baja el arma —dice Colin calmando a Jacquet.
—¡No! —no aparta el arma de Tristán —. ¡Tengo que hacerlo!
—¡¿Hacer qué?! —pregunta Tristán entre gritos —. ¡¿Matarme?!, ¡¿eso es lo que quieres?!
—¡No! —grito entre sollozos —. ¡Jacquet, por favor baja el arma!, ¡lo podemos solucionar!
—¡¿Por qué te dejaste manipular de ese imbécil?! —me reclama —. ¡Si te hubieses dado cuenta antes, nada de esto estuviera pasando!, ¡no hubiese amenazado a mi esposa!, ¡ni haber atentado contra su vida!
—¡Ella no tiene la culpa! —exclama Tristán —. ¡Haz lo que te pidió hacer Pietro!, pero si le pones un dedo encima a Agustina, te arrastro conmigo al infierno
Se abalanza sobre Jacquet para arrebatarle el arma, la gente se aparta asustada, Colin trata de apartarme y llevarme hacia Amber. Colin intenta calmar a los chicos, pero no lo logra. Tristán toma el arma por encima de las manos de Jacquet, lo lleva a su abdomen y de un momento a otro.
¡BOOM!
Un disparo resuena en los oídos de todo el mundo.
Los dos hombres quedaron quietos y con sus rostros vacíos. Mi mirada estaba posada en Tristán, quería ver si alguno de los dos había recibido el disparo. Jacquet se apartó y la sangre salía del abdomen de... Tristán...
Y allí, Tristán Dumont, cayó en el piso y yo me le abalancé para revisarlo. Tenía los ojos abiertos, estaban apagándose.
Mi pecho dolió, no voy a dejar que él caiga en el agujero del que tanto me salvó y evitó que cayera.
Ahí en ese momento...
En ese instante...
Tristán Dumont cerró los ojos...
Mi chico de piedra... No te voy a dejar caer, te lo prometo.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro