Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Undécima carta

Estimado señor Lindsay,

Finalmente he decidido regresar la muñeca, con todo y vestido. Esta mañana la escondí dentro de mi abrigo y fui al sitio donde la había encontrado. Volví a colocarme cerca del puesto, esperé a que el vendedor se distrajera con un cliente irritable y, rápida como un suspiro, coloqué la muñeca en su sitio y me evaporé.

Mientras caminaba a casa, tenía la sensación de que alguien me seguía. Sin embargo, no apresuré la marcha ni sentí miedo. Estaba preparada para asumir la responsabilidad de mis acciones. Ya ni siquiera creo tener la energía emocional suficiente para fingir estar avergonzada.

Espero no haberle ocasionado problemas a nadie con mis tonterías. El comerciante lucía verdaderamente agotado. Si no hubiese sido por el asunto del robo, hasta me habría apetecido invitarle un café. No piense mal, no soy la clase de mujer mayor que se mete con jovencitos. Solo considero que hay gente a la que a uno le gustaría compensarle la forma en que la vida los trata, nada más ni nada menos.

Así me sentía respecto a Ruby. ¿Le he hablado ya de Ruby? Estoy segura de que sí. Su muerte fue noticia en todos los periódicos de la alta sociedad, aunque ninguno decía su nombre. El único nombre que importaba era el del caballero que la asesinó, a quien no mencionaré, por tratarse de una persona reconocible.

Le disparó cuatro veces; dos tiros de advertencia, uno en la rodilla y otro entre las cejas, justo cuando se dejó caer. Murió de la forma más indigna posible: desnuda y cubierta de moretones. Hugh pagó una fortuna para otorgarle un funeral respetuoso, pero ni los mayores talentos del arte del embalsamado pudieron dejarla tan hermosa como fue en vida. Su rostro siempre tendría esa mueca de estupor dramático, el agujero nunca desaparecería de su frente pálida.

Aunque el criminal acabó en la cárcel, la prensa que cubrió el escándalo se encargó de hacerlo sonar como la víctima. A fin de cuentas, se trataba de un padre de familia, cuya habilidad para los negocios era admirada por toda la ciudad y cuyas donaciones eran agradecidas por todas las caridades; ella era una prostituta de lujo, yendo de regazo en regazo como una mariposa, riéndose tontamente y compartiendo cigarrillos y caricias con hombres casados.

Nadie iba a defender a Ruby. Ni siquiera nosotros, sus amigos. Minnie se enfureció tanto. Ellas siempre habían sido las más cercanas; hermanas del alma desde el momento en que se bajaron del tren que las traía desde Saint Paul y Edina, jurando protegerse la una a la otra y evitar así que la jungla de asfalto las devorase.

Minnie sabía que había fallado. No había logrado protegerla. Lo menos que podía hacer era vengar su muerte de alguna forma, aunque fuese solo alegando contra las horrendas acusaciones de los periódicos. Esperaba que Vincent y yo pudiéramos hacer lo mismo.

—¡Son basura! —nos gritó, manos en las caderas—. Díganme en qué momento Ruby les dio la espalda... ¡a cualquiera de los dos! Adelante, Vincent, dime cómo te rechazó cuando te cambiaste el nombre. Dime cómo sintió asco y se desentendió de ti. ¡Ajá, no puedes! Porque nunca sucedió. Y tú... —Se volvió hacia mí—. Estás tan llena de ti misma. No arriesgarías tu vida perfecta por una puta, ¿no es así? No te romperías una uña por ella. Prefieres sentarte a ver el espectáculo, a ver cómo ensucian su memoria. Tal vez incluso te sirva para una de tus obras, ¿eh? ¿El príncipe y la puta muerta? ¡Pero tengan presente... —Nos señaló a ambos—, que así como ustedes escupen en su tumba hoy, yo escupiré en la de ustedes mañana! Nunca se librarán de lo que hicieron. Nunca olvidarán su risa. Los atormentará por siempre y allá arriba se los juzgará. No lo olviden: alguien los juzgará.

Estaba ebria, pero no por eso sus palabras eran menos ciertas. Nos pidió disculpas algunos meses después y pasó tiempo en un hospital psiquiátrico para estabilizarse. Luego de eso le perdimos la pista.

Aunque Minnie nunca lo dijo, podía verlo en sus ojos, así como podía ver en los ojos de Vivian al muchacho llamado Vincent que buscaba salir. La amaba. Escuché que se casó con un magnate petrolero unos años más tarde y, aun así, supe que amaba a Ruby, de una manera en que Wanda, Vincent y yo nunca podríamos amarla.

¿Siento remordimientos por el modo en que me conduje en relación a la prensa y la muerte de mi amiga? No ahora. Ya no. La apatía ha borrado incluso eso. No obstante, durante años, me sentí responsable. Estoy segura de que todos nos sentimos responsables. Protegerla no era solo la obligación de Minnie. Era un compromiso de todo el grupo. Y contrariamente a lo que Minnie parecía pensar, en realidad era la única que no la había defraudado.

A pesar de que no puede responderme, tengo curiosidad. ¿Alguna vez ha defraudado a alguien, señor Lindsay? Imagino que sí. Todos lo hemos hecho en algún punto de nuestras vidas y usted no puede ser la excepción. Así que como ejercicio limítese a pensar en ello y... aceptarlo, dejarlo correr. Es todo lo que queda.

Saludos cordiales, Alazia M.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro