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Trigésima tercera carta

Señor Lindsay,

Esperé demasiado. Va a sacarme de aquí. Me dejaron hablar por teléfono con Judy y ella misma me lo contó. Dice que Hugh se enteró de que me golpearon. Fue así:

Judy: El señor M. lo sabe.

Yo: ¿Qué sabe?

Judy: Que un médico le dio una bofetada.

Yo: ¿Cómo supo eso? (Nerviosa.)

Judy: El propio médico se lo dijo. Le dijo que era usted una paciente muy irrespetuosa, pero que no tenía de qué preocuparse, porque la había puesto en su lugar. Cuando le preguntó a qué se refería, admitió con orgullo lo que le hizo.

Yo: ¿Y qué sucedió?

Judy: ¡No se lo imagina! El señor M. se puso hecho una furia. Me lo encontré en la entrada de la clínica. Yo me estaba llevando la última carta que le escribió a Theodore, y él salía echando humo, amenazando a diestra y siniestra, soltando improperios.

Yo: (Silencio.)

Judy: De modo que planea sacarla de allí.

Yo: ¿Cómo?

Judy: Así es. Dice que no pasará un minuto más en una clínica donde la maltratan físicamente. Él mismo se ocupará de ponerla a salvo en un lugar mejor.

No recuerdo el resto de la conversación, pues tuve una crisis. Pero es cierto. Los administrativos me lo confirmaron. Y aunque parecían aliviados de librarse de mí, yo no estaba tranquila en lo absoluto. No lo estoy.

Desconozco por qué Hugh está haciendo esto. Es decir, desperdiciando la coartada perfecta. Pero está claro que va a asesinarme. Tal vez no él. Tal vez le pague a alguien más. O tal vez su nueva estrategia sea realmente internarme en una clínica mejor, donde pueda enloquecer plácidamente y los periódicos no anuncien que él me tenía en un mal sitio. Tal vez sí quiera despistar y haya descubierto una forma más segura de hacerlo.

Sea como sea, es una sentencia de muerte. Tengo que salir de aquí cuanto antes. Antes de que él regrese. Antes de que envíe a otros a por mí.

¿Y si lo que busca es meterme a un geriátrico, del que no podré irme jamás, ni siquiera estando rehabilitada? ¡No puedo quedarme a averiguarlo!

Señor Lindsay, no sé qué será de mí, pero espero que al menos usted siga respetándome.

Saludos cordiales, Alazia M.

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