Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Primera carta

Estimado señor Lindsay,

Le resultará extraño recibir esta carta, leer este nombre. Un nombre absolutamente anónimo que, sin embargo, asegura ser uno de los más relevantes en el mundo de las artes escénicas —mundo que, por cierto, he oído que le importa muy poco—. No obstante, confío en que sabrá depositar su confianza en mí —valga la redundancia— y, a la larga, comprenderá que la veracidad de mi estatus no es relevante para el propósito de mis misivas.

Por si se lo pregunta, no estoy utilizando mi nombre de nacimiento. Dado que prefiero mantener mi identidad secreta, sería algo absurdo de mi parte. Alazia no es ni siquiera un nombre —aunque en mi opinión debería serlo—, sino una palabra que descubrí recientemente. Significa el miedo a ya no ser capaz de cambiar, de haber realizado todas las modificaciones en nuestra persona que la vida va a permitirnos.

¿Nunca le ha sucedido, señor Lindsay? ¿Nunca se ha levantado una mañana y ha pensado en el adulto que quería ser cuando niño? ¿Nunca ha recordado que en su más tierna infancia anhelaba convertirse en un bombero, un médico o incluso el gobernante de una nación, solo para darse cuenta de que jamás llegará a ser ninguna de esas cosas? Todas las opciones, aquel abanico de posibilidades que se abría ante sus inocentes ojos de crío, parece cerrarse cada vez más, hasta que un día ha desaparecido por completo, y ya no queda futuro, solo presente.

Qué pregunta más estúpida y qué cinismo el mío al plantearla, encontrándose usted privado de libertad. Me creerá ridícula, una chiquilla obtusa convencida de que sabe lo que es pasarla mal. No es así. Tengo más años de los que seguramente me da y he vivido mucho más de lo que se imagina. Aunque sí, le concedo eso: es irrespetuoso querer enseñarle a un convicto sobre la sensación de estar atrapado.

Verá, no me pongo en contacto con usted esperando simpatía o palabras de aliento. Comprendo que no las obtendré y, en cierta forma, es lo que me impulsó a escribirle. Notará que ni siquiera remito una dirección para que pueda responder, sino que le hago llegar estas cartas a través de una amiga en común. Incluso si le suplica que revele mi nombre, no lo hará. No revelará el nombre de ninguno de los partícipes en esta historia, y me he cerciorado de modificar todo detalle que pudiera dejarme en evidencia. Llámelo licencia creativa.

Judy es una muchacha encantadora, ¿no es así? Me alegra no tener que ocultarla también, a pesar de que su presencia en mi vida es secundaria para el tema que nos ocupa. Quisiera que pudiese verla ahora. ¿Permiten visitas en prisión? ¿O no se ha atrevido a hacerle frente después de lo sucedido? Sea cual sea el caso, la encuentro preciosa, más ahora que se tiñó el cabello de rubio platino. No le hacía falta, pero es evidente que se trata de algo que quería hacer hacía bastante tiempo.

De todas maneras, no pretendo que mis cartas giren en torno a ella. A decir verdad, no sé bien a dónde voy con estas cartas. Ni siquiera estoy interesada en conocer su opinión sobre los acontecimientos que le describa. Sencillamente quiero compartir algunas reflexiones y experiencias, empezando por una que, de no ser porque su naturaleza se lo impide, estaría preocupándome mucho.

Me he vuelto incapaz de sentir nada. Adelante, ríase, me consta que sueno como una adolescente, pero le garantizo que es la pura verdad.

En el pasado ya había transitado periodos similares. Cuando la enfermedad comenzó a pisar fuerte, mi cerebro moribundo desarrolló este espeluznante mecanismo de defensa. Siempre que una situación me sobrepasaba a nivel emocional, algo dentro de mi mente se apagaba, ya no respondía. Mi mirada se tornaba nublosa y mi carne se suavizaba, miembros superiores e inferiores colgando sin peso, el cuerpo inmóvil y la boca formando una rígida línea de inexpresión.

Era posible hacerme reaccionar, pero, en cuanto volvía, mi voz ya no describía las subidas y bajadas propias de la joven efervescente que aparentaba ser. Todos los sonidos que salían de mis labios tras aquellos lúgubres episodios eran mecánicos, de una monotonía que haría difícil seguir mi discurso, si este no estuviese compuesto, en su mayoría, por monosílabos igual de parcos.

Al cabo de unos minutos, volvía a la normalidad. Quizás algunas horas. Un par de días, si el susto era grande. Un verano entero en el peor de los casos registrado hasta la fecha.

Eso es lo que me temo, señor Lindsay. El verano de mi divorcio fue el caso más terrible, la única ocasión en la que se barajó la posibilidad de recluirme en un centro psiquiátrico contra mi voluntad, y aun así había un motivo detrás. Esta vez, no hay nada. Nada motivó que me encontrase tan mal de repente y, por el carácter de la condición, tampoco me interesa superarlo.

Podría ver a mi doctor, mas no quisiera molestarle. ¿Para qué importunar a la gente con problemas que solo me conciernen a mí? Si ya conozco la respuesta. Hablará sobre dietas, ejercicio y horas de sueño, y en cuanto me descuide, una de las enfermeras me clavará un dardo tranquilizante en el cuello y despertaré en la sala acolchonada.

A lo mejor solo alcancé mi máximo potencial. Me convertí en todo lo que alguna vez seré. Y resulta que, en mi fuero interno, siempre fui lo que ahora ha salido a la superficie. ¿No es eso terrorífico? Espero no estar deprimiéndolo con mis desvaríos de triste divorciada. Imagino que la cárcel tampoco debe ser ningún picnic.

Creo que lo correcto será dejarlo aquí. Ya he escrito mucho, mis dedos se cansan y si me dejo las gafas más tiempo, sentiré un espantoso mareo cuando me las quite. Quién sabe, quizás eso sea lo último que esté destinada a sentir.

Mi único deseo es que estas tribulaciones le sirvan para entretenerse en las solitarias noches de celda. Le escribiré pronto, a menos que prefiera lo contrario. Sin importar su decisión, agradezco la lectura, siempre y cuando no haya arrojado la carta a la basura nada más ver que se trataba de una extraña.

Saludos cordiales, Alazia M.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro