II
Mi amor.
Puedo sentir lo triste que estás.
Puedo sentir tu presencia rompiendo el silencio,
rasgando el tiempo entre tristes congojas.
Siento como se seca tu alma…
Y no mi vida… no.
Yo vivo en ti y en tu mirada.
Yo respiro en tu aliento
y me abrazo a tu regazo en las mañanas.
¿Sientes el aire de la brisa matutina?
Soy yo mi vida.
¿Sientes el perfume suave de la primavera?
Soy yo mi amor.
¿Puedes ver el vuelo de las mariposas?
En cada aleteo mi alma reposa.
¿Puedes embriagarte del amanecer?
¿De los dorados rayos de sol en el mar?
Ahí estoy yo dibujando estelas en el cielo,
ahí estoy yo acariciando los amaneceres
y prendiéndome en tu tiempo
cuando buscas en el cielo mi presencia.
¿Sientes la suave fragancia que deja la lluvia al caer?
Es el perfume de nuestro amor
que sigue vivo en la belleza de cada flor,
en la silueta de cada sombra
que se dibuja en el tiempo cuando cae el sol.
Escucha…
Escucha el silencio amor
porque ahí también estoy yo.
¿Puedes escuchar el canto de las aves en la mañana?
¿Puedes escuchar esa canción…?
¿Esa con la que te besaba
y acariciaba tu cuerpo y cada rincón
como la traviesa niña que siempre te necesitó,
como la sensual mujer que te ama y que te amó?
Ahí estoy yo
en cada nota,
en esa letra,
en esa canción…
Porque mi amor
mientras tengas vida que vivir ahí estaré
cogiendo tu mano al amanecer,
embriagando tu vida con cada sonrisa,
saboreando la miel de tus labios
porque cada vez que beses con ellos, amor…
Me estás besando.
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