Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Carta del 01/06/2087

¡Hola, hola! Perdón por tardar, pero he estado liada con la antología solidaria para los perritos en la que me embarqué junto a Myriam Ojeda y, bueno, también liada con la vida en general jaja...

¡Espero que os guste esta nueva carta! Estamos apunto de dejar atrás el inicio de la historia, para metenernos de lleno en su desarrollo y, con ello, en la acción.

¿Me regalas una estrellita o un comentario a modo de pago para ver cómo vamos?

¡Besazos y, como siempre, GRACIAS!

............................................................................................

01/06/2087

Sé poco, por no decir nada de él, de Unai. Aunque parezca una locura, hasta ahora, sólo nos hemos limitado a subsistir juntos, jamás hemos indagado en nuestro respectivo pasado, aunque, ciertamente, curiosidad no me ha faltado.

Sin embargo, aquí estamos, yo, confiando en alguien del que sólo sé su presente, para que me ayude en lo que él ha comenzado a llamar: "una misión suicida", y, bueno, él, ayudando a alguien que únicamente le ha contado parte de su historia para conseguir un objetivo: encontrar a su hermano.

Así que, aunque hasta ahora nuestro conocimiento del otro se ha reducido sólo al aquí y ahora, es inevitable que, habiéndonos embarcado juntos en esta, ¿cómo llamarla? ¿Aventura? Bueno, pues es natural que habiéndonos metido en esto, hayan comenzado las preguntas.

Preguntas, por otro lado, que habíamos evitado hacer para no tener que responder también. Y es que, como te he comentado otras veces, "aire", o seas quien seas, es de locos confiar en alguien en estos tiempos, pues no sabes con quién estás tratando, cuál es su pasado, cuál fue su bando en la guerra y qué está dispuesto a hacer en su propio beneficio tal y como están las cosas en este mundo...

En mi defensa diré que se es más feliz viviendo en la ignorancia, centrándose únicamente en vivir un día más, y, como ya sabes, una buena parte de mí creía que no compartiríamos mucho de nuestro "camino" juntos, pero, al parecer, sí que lo compartiremos, así que va a ser inevitable conocernos...

Ahora mismo estamos refugiados en un viejo y destartalado coche. Según Unai, el camino a la Urbe, donde están los vencedores en el norte, es más corto si avanzamos por lo que queda de las antiguas carreteras y autopistas.

Yo no estaba muy por la labor... No me gusta alejarme de los bosques y los campos, ellos me han proporcionado protección desde hace mucho. Las carreteras y autopistas pueden hacer que nos encontremos con personas y no me gusta encontrarme con mis semejantes, me han dejado bastante claro durante muchos años de lo que pueden llegar a hacer.

Sin embargo, si estoy dispuesta a llegar al norte y encontrar a mi hermano, no puedo esperar que lo haga sin toparme con nadie.

Lobi acaba de posar su hocico en mi muslo y me complica la vida para escribir, pero he apoyado en mi otra pierna lo que me sirve de soporte para escribir en este sucio folio, es decir, la roñosa carpeta azul en la que guardo estas cartas. ¿Qué por qué te cuento esto? Por si empieza a ser incomprensible mi letra en las próximas líneas...

En fin, lo que te iba contando, que es inevitable que ahora que compartimos más que el presente, que compartimos una misión, pues surjan las preguntas sobre nuestro pasado. Así que en estos días de camino hacia el norte, nos hemos ido interrogando aleatoriamente con preguntas más y menos significativas, más y menos personales... Así es como mi yo más desconfiado ha acabado por sonreírle a Unai.

—Agáchate, vas a espantarlo —le susurré a Unai hace unos días, mientras yo apuntaba a un conejo a una cierta distancia.

Él puede ser un buen estratega en la caza, pero quien mejor sabe sobre conseguir presas soy yo. Se nota de dónde proviene en cosas como estas... Hasta Lobi parecía saberlo en ese momento, agazapada a unos metros de nosotros.

Disparé y dijo:

—Entonces, del bando rebelde, tú y tus padres eran del bando vencido.

Lo miré por encima del hombro, mientras encaminaba mis pasos para recoger el conejo.

—Bueno, sí, aunque yo no es que tuviera mucha elección, era una cría, me vi en ello, ¿sabes a lo que me refiero?

—Sí... —murmuró andando hacia mí con su arma al hombro y Lobi a unos pasos de nosotros.

—Aunque no creo que estuviera en el bando incorrecto, lucharon por una causa: la libertad.

Unai asintió mirando a su alrededor...

—Lamento que los perdieras.

—Tranquilo, no tuviste la culpa.

—Ya... —Chasqueó con una media sonrisa evidenciando su uniforme.

—Me refiero a que no les apuntaste tú.

—Sólo gente parecida, ¿no?

—No elegimos donde nacemos, ¿cierto?

—Supongo...

—Unai —le dije, mientras comenzaba a andar—, no puedes sentirte culpable por todos los vencidos. Nosotros también matamos a miles de los tuyos y no por ello voy a cargar con ello.

—Naya, no creo que tú hayas disparado a matar en plena guerra, yo sí, aunque apenas rondara los catorce años... E incluso después de la guerra lo he hecho, he disparado a quemarropa.

—¿Por ello desertaste? —murmuré con algo de recelo—. ¿Para no hacer más cosas como esas?

—Para ser libre, como tú, Naya...

Le miré de soslayo, sonrió levemente, le devolví el gesto mientras continuábamos andando y, finalmente, dije:

—Pensar así es un poco iluso, Unai... No soy libre, sobrevivir en el bosque no es ser libre.

—Lo sé, pero es mejor que acatar órdenes como un robot.

—No sé yo, allí dicen que hay comida para todos, que en la Urbe no se pasa necesidad...

—¿Pero a qué precio? ¿Levantando muros?—le preguntó a la nada, elevando los brazos en un movimiento de queja. Se detuvo y lo imité.

—Bueno, no sólo levantando muros. Dejando morir a quien no es como tú, masacrando a los rebeldes, creando campos de concentración... —lo miré diciendo mucho más de lo que quería.

—¿Lo ves? No quiero eso, ahora sé que no lo quiero y no voy a seguir contribuyendo a ello.

—Aunque te hayan criado para eso.

—Aunque me obliguen a hacerlo, aunque tenga que morir aquí fuera...

—¿Eso te decían, que morirías fuera de la Urbe? —Sonreí con ironía.

—Es evidente que no contaban contigo —me guiñó un ojo y reí.

—Evidentemente.

—Ni con tu flecha.

—¡Ey! —protesté por ese reproche tan gratuito.

Y así es cómo, aquel día, abrimos la veda de la preguntas y, en los días sucesivos, comenzamos nuestro particular interrogatorio, saltando de cosas importantes a cosas insignificantes... Y, a veces, recuerdos de nuestro pasado relevantes para nosotros, daban paso a algo parecido a un juego de niños... Por ejemplo, ayer le contaba un recuerdo con mi padre, en el que salíamos con la bici cuando yo tenía unos cinco años... y Unai, sin venir a cuento, chocó su brazo con el mío haciéndome perder un poco el equilibrio y me preguntó:

—¿Y tú color favorito?

Me descolocó aquello, pero tragué saliva, haciendo que la humedad de mis ojos no fuera a más y respondí:

—Supongo que el verde.

—¿Por qué el verde?

—Una mujer mayor, en uno de los campos de refugiados, me contó que era el color de la esperanza.

—Dios... Eres muy deprimente.

—¡Oye! —lo empujé con fuerza, algo que no había hecho jamás, pero me salió natural, supongo que se debía a algo sencillo... Hasta ahora no habíamos compartido esta camaradería.

Unai respondió riendo y ahora, en este sucio y viejo coche, si evoco todas esas conversaciones que hemos tenido, carentes de significado, pues no hablábamos de nada relevante, sino de gustos y bromas... No puedo evitar sonreír. Me lo noto en la comisura de mis labios, en cómo se estira mi piel en esa zona, en que, aunque lo observe dormido, tiendo a finalizar mi escrutinio con una sonrisa dibujada en la boca, tal y como me pasa con Lobi.

Sí, puede que haya sido una buena idea rescatar a estos dos... Que, por cierto, están durmiendo a pierna suelta; Lobi, ahora acurrucada en el sillón del copiloto y Unai, con un brazo bajo su cabeza a modo de almohada y el otro rozando su arma.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro