"Querido Rubén:

¿Cómo estás? Supongo que no podré escuchar respuesta de tu parte, pero no es como que no conozco lo que dirías de todas maneras. Es tu segundo día aquí dentro y he decidido visitarte. Cuando te vi encerrado en esa celda, mi estómago se encogió. Se notaban las ojeras, los ojos rojos y cristalizados, tu piel más pálida de lo usual, y tu sonrisa ancha de siempre había logrado esfumarse después de mucho tiempo.

Saber que te hice eso... Vaya Rubén. Lo lamento demasiado. Sé que sueno como que lo hago para yo intentar dejar de cargar con la culpa pero, ¿recuerdas cuando dijimos que seríamos como una sola persona? ¿Que si uno sentía felicidad, el otro igual? ¿Qué si uno sentía dolor, el otro también lo sentiría? Pues sí, lo siento. Y siento haberte hecho tal cosa luego de todo lo que pasamos. Lo pienso y pienso y no puedo evitar sentir una punzada en el pecho al imaginar el día siguiente sin ti. Y el siguiente. Y el resto de mi vida. Porque aunque salgas en unos años, conozco el hecho de que no serás el mismo, mucho menos conmigo.

Cuando tus ojos avellana con verde se cruzaron con los míos, un escalofrío recorrió mi columna por completo y tuve que tragar saliva de los nervios de que me dijeras que no querías tener nada conmigo. Era una mirada con la frialdad de una noche de haber nevado como una tormenta. Con la dureza de una piedra que ni cayéndose al abismo se rompería. Hasta que me reconociste. Noté una oleada de dolor y desesperación. Te acercaste a la reja en cuanto viste que quitaban la llave, y cuando se abrió la puerta, me abrazaste.

Admito que me tomó por sorpresa. Esperaba que gritaras que me sacaran de ahí, que me dijeras muchas cosas malas por lo que te hice, y desearme el sentimiento de dolor y culpa por mis días restantes. Pero lo que hiciste fue abrazarme.

"No es tu culpa, no te odiaría ni por lo peor que me hayas podido hacer"

Rubén, esas palabras resuenan en mis oídos una y otra vez, como si tuviera una grabadora que se ha trabado en mi cabeza. Lágrimas salen de sólo recordar que aún por lo peor que te pude hacer, no me das ni un poco de la culpa, siendo que la consecuencia fue gracias a mí. No te merezco ahora. No te merecí nunca. Y nunca te mereceré. Soy alguien tan horrible para alguien tan magnífico como tú. Siento haber hecho lo que hice.

Siento haberte dejado encerrado, cariño.

Con amor y culpa,
Elena."