Capitulo 7
Tras llamar por teléfono y que su tío lo cogiera, sus manos empezaron a temblar tanto que el móvil se le cayó al suelo. No sabía cuánto tiempo iba a estar ahí dentro, así que con las fuerzas que aún le quedaban pateó la puerta varias veces sin compasión alguna. Claro está que en dicha situación no pudo usar toda su fuerza y la puerta no se movió.
Chuuya empezó a desesperarse, su visión empezaba a nublarse, su cuerpo a temblar más y perdía las fuerzas. Siempre odió eso de él mismo, pensaba que esa fobia afloró en él por culpa de su debilidad.
En medio de la desesperación escuchó a su tío gritar, pero ya no le podía contestar, debido principalmente a que le comenzaba a faltar el aire. Pudo notar como golpeaban la puerta con mucha fuerza, pero obtenían el mismo resultado que cuando Chuuya la había golpeado con anterioridad. En ese momento su visión se nubló hasta tal punto que creyó que ese era su fin.
Mientras tanto los de fuera estaban golpeando cada vez más fuerte pero no conseguían nada.
- Maldita puerta - maldijo Mori - ¿Por qué demonios las hicieron tan resistentes?
Entonces se escuchó un fuerte golpe desde dentro y la furia que sentían los de afuera aumentó considerablemente.
Cuando por fin apareció con el conserje y después de que este lograra cortar el candado y abrir la puerta, Mori entró a toda velocidad a por su sobrino. Los otros tres jóvenes más el conserje observaron cómo Mori sacaba a un inconsciente Chuuya que luchaba por respirar.
- Ya estás fuera Chuuya - le dijo Mori echándole un poco de agua en la cara - Ya se ha acabado.
Dazai quedó en shock al ver el estado del pelirrojo, despertó de este cuando vio como Chuuya reaccionaba un poco ante el agua que le echo Mori y se enfureció tanto en ese momento que empezó a apretar sus manos hasta clavarse las uñas y sangrar. El que fuera, iba a pagar muy caro lo que le habían hecho a Chuuya.
Una vez se tranquilizó un poco, Mori llevó inmediatamente a su sobrino a la enfermería, siendo acompañado por Dazai y los otros dos chicos muy de cerca.
- Espero que mejore pronto - dijo Ango - ¿Quieres que hagamos algo?
Dazai lo miró sin entender.
- Sabemos de sobra que irás a por los que le han encerrado - contestó a la pregunta silenciosa de Dazai.
Tras unos minutos de reflexión y tras dirigir otra vez su mirada a Chuuya, contestó.
- Averiguaré quiénes han sido - (Ya luego me ocuparé yo de ellos) pensó lo último, pues no pensaba permitir que se escaparan fácilmente de lo que habían hecho.
Una vez que Mori consiguió estabilizar a Chuuya llamó a su hermana y se giró para darle las gracias a los chicos pero sólo vio a Dazai.
- Gracias por ayudarme a sacarlo de allí - le agradeció - Aunque creo que deberíamos omitir el hecho de no haber podido echar la puerta abajo.
Dazai sonrió ante las palabras del doctor.
- Menos mal que la puerta no era de papel, sino hubiéramos quedado peor - le contestó - ¿Es claustrofobia? - preguntó a pesar de ya conocer la respuesta.
- Si - le contestó - y como ves no lo lleva para nada bien, en casa tiene el cuarto más grande por lo mismo.
- ¿Es de nacimiento? - preguntó de nuevo Dazai.
Mori no respondió inmediatamente, se limitó a observar el otro chico y lo preocupado que estaba por su sobrino. Aún sin responder, se dirigió a la silla más cercana para sentarse y por el camino disimuladamente le escribió un mensaje a su hermana.
- No - respondió al fin mientras dejaba el móvil y se ponía a jugar con su bisturí. Sus pensamientos se fueron en ese momento a un recuerdo de hacía varios años para luego centrar su mente en qué le haría a los que se atrevieron a encerrar a su sobrino.
- ¿Puedo quedarme hasta que despierte?
- No te lo recomiendo - le dijo sonriendo - Tiene muy mal despertar y más cuando le pasan estas cosas.
Dazai no siguió el consejo de Mori y se sentó en la silla más cercana a la cama y ahí espero a que el joven pelirrojo despertara. En algún momento, Mori salió en busca del director que debía de estar todavía por el centro, dejando a los dos solos.
Después de que pasaran unos minutos después de la salida de Mori, Chuuya abrió los ojos y su verdadera personalidad salió a flote. Chuuya no era para nada tranquilo, era más como una bomba de relojería que al llegar a su límite explotaba dándole igual quién estuviera cerca.
- ¡Valientes hijos de puta! - chilló nada más incorporarse - Los voy a matar, serán cobardes los cabrones - salió de la cama sin percatarse de la persona que le estaba observando con una expresión de sorpresa - Los pienso moler a golpes, Mori ¿Quiénes han sido?
Al terminar su pregunta miró hacia donde él creía que estaba su tío, encontrándose con que era Dazai.
(¿Cómo demonios he podido confundirlos?) pensó mientras todos los colores del mundo se le subían a la cara.
- Vaya, Chuuya - habló Dazai - No sabía que pudieras hablar de esa manera y con ese volumen - sonrió - Quién me iba a decir que no tendrías nada de delicado y que de esa boquita pudieran salir tantas palabras malsonantes.
Chuuya quería desaparecer en ese momento.
- No se lo digas a nadie - Chuuya no supo porqué dijo eso, pues le daba igual lo que dijeran de él y tampoco quería caer bien a nadie.
Ante esas palabras, a Dazai se le iluminaron los ojos y una sonrisa diabólica apareció, hay supo Chuuya que había cavado su propia tumba.
- ¿Qué haré? - se burló Dazai - ¿Debería de contarlo o no?
- ¿Qué quieres a cambio? - preguntó ya Chuuya derrotado
- Por ahora quiero que permanezcas a mi lado - le contestó - Cuando se me ocurra otra cosa te la diré.
Chuuya suspiró.
Dos horas más tarde Chuuya se había ido con su tío después de hablar con el director. Dazai por el contrario seguía en el centro, Ango le había llamado para decirle que ya sabía quiénes osaron molestar al pelirrojo y Dazai estaba buscando sus casilleros.
Para su mala suerte, estos chicos salieron corriendo a sus casas después de encerrar al chico, pero con lo que no contaban era que no solo provocaron a la familia del pelirrojo sino también a Dazai, el cual se encargaría de vengarse de cada uno de ellos.
(No debo precipitarme, todo tiene que ser perfecto) pensó Dazai mientras salía del recinto escolar.
A la mañana siguiente, Chuuya salía de su casa con su hermana, otra vez le tocaba acompañarla al colegio. Esa noche Elise no la pasó con ellos, pues se fue a dormir a casa de una amiga. Mori salió antes para ir a recogerla y llevarla a clase junto con su amiga.
- ¿Mamá no puede llevarme? - preguntó la pequeña
- No puede. Le respondió Chuuya mientras se colocaba los zapatos - Mañana puede, pero hoy no.
Kyoka infló sus mejillas.
- Odio cuando me toca ir contigo - le dijo - Me tengo que levantar más temprano y aguantar a Higuchi.
Suspiró la pequeña. Chuuya sólo la miro sin decir nada, no podía hacerlo, después de todo él también odiaba levantarse temprano.
Una vez que se aseguraron que llevaban todo salieron de la casa. Mientras Chuuya cerraba la puerta, Kyoka salió a la calle y se sorprendió al ver a alguien que no conocía con el mismo uniforme que su hermano apoyado en el muro de su casa.
- ¿Quién eres? - preguntó.
Antes de que el chico contestara, salió Chuuya.
- ¿Por qué te paras? - preguntó - ¿Con quién hablas? - miró a donde estaba mirando Kyoka y no pudo creerse lo que veía.
Grande fue su sorpresa, al ver que era ni más ni menos que Dazai con una gran sonrisa en sus labios.
- ¿Dazai? - pronunció con duda, sin creerse lo que veía
- Buenos días Chuuya - le saludó el otro con entusiasmo. - Que coincidencia tan agradable - siguió.
(Claramente no es ninguna coincidencia) pensaron los hermanos a la vez.
Tras un pequeño cruce de palabras sin importancia al final las tres se pusieron en marcha. Uno con un sentimiento de molestia, otra miraba de reojo a los dos chicos y el más alto no borró su sonrisa en ningún momento.
Continuará.........
He aquí el siguiente capítulo, espero que les haya gustado, comentéis y votéis, nos leemos.bss
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