Apreté la carta contra mi pecho, le gustaba.

¡Por dios!

Le gustaba a InuYasha, como la chica de las sombras y como Kagome.

¡Qué felicidad!

No sabía si llorar o correr hacia él y darle un beso.

Le diré a la salida que yo soy la chica de las sombras, se lo diré y nada lo va a arruinar.

Fui corriendo a buscar a Koga, para decirle y que me de su apoyo moral, necesito que me acompañe y me de valor y coraje para hacerlo porque en este preciso instante estoy temblando, de verdad es urgente encontrar a mi mejor amigo.

Hoy era martes y me correspondía la tutoría, pero creo que le diré después que esta acabe, a la salida de la escuela.

(...)

Estaba sumamente nerviosa esperando a InuYasha, ahora que sabía que yo le gustaba, solo podía sonreír pero no quería levantar sospechas, quiero decírselo a la salida para que sea mucho mejor, aún no he pensado en cómo se lo voy a decir pero creo que eso es lo de menos, tal vez solo se lo diga rápido y si no me cree, le mostraré mi cuaderno,
donde están todos los borrones y son las mismas hojas y la misma letra.

Los minutos se hacían eternos, revise mi celular y me di cuenta que estaba atrasado por diez minutos, bueno, tal vez tuvo que hacer algo antes de venir.

Descanse mi cabeza en la mesa por un largo rato, mi corazón estaba a mil, necesitaba calmarlo, me levanté y me acerqué a la ventana para apoyar mi frente en ella, la biblioteca tenía una excelente vista al patio trasero y al mirar hacia ese lugar, pude ver a Kikyo hablando con Sesshomaru, me pareció extraño pero no le di ninguna importancia.

Al momento en que me volvía a sentar, llegó mi amor imposible, quizás ya no tan imposible.

—Hola— dijo con la vista baja.

—¡Hola! ¿Cómo estas?— tenía demasiada energía, no podía evitarlo, InuYasha me miró algo desconcertado.

—Bien— soltó.

Es un antipático.

—Bueno, empecemos entonces.

InuYasha me mostró su cuaderno, tenía materia nueva, mucha materia nueva.

—No entiendo nada de esa basura— se quejó él— y creo que no lo voy a poder entender nunca.

—No seas tan pesimista, pon atención, esto no es tan difícil.

Comencé a explicarle todo lentamente, InuYasha no entendía mucho, luego se levantó y fue a buscar agua.

Busqué una hoja en blanco de su cuaderno, y vi una carta mía, me sentí tan feliz, la guarde rápidamente justo tiempo cuando InuYasha regresaba.

Seguimos en la materia por un largo rato, al final él pareció entenderlo.

Y con eso, se acercaba el momento en que le diría todo, mi corazón de nuevo comenzó a acelerarse y mis manos estaban sudando frío.

—Quiero hablar contigo— dijo InuYasha sorprendiéndome.

—Eh... Sí, yo también tengo que hablar contigo.

—Bien, salgamos de aquí— Y comenzó a caminar.

Apenas podía controlar mi respiración, estaba nerviosa, como nunca antes.

Al llegar a la salida, creí que me iba a desmayar. Lo miré, él estaba a mi lado, tan guapo, tan alto, con su actitud despreocupada.

De verdad estoy completamente enamorada de él y voy a luchar por esto.

—Escucha— interrumpió mis pensamientos— esto que voy a decir, no se como te lo vallas a tomar, nunca antes lo había hecho y no es ninguna propuesta de nada porque aun no decido nada— hizo una pausa para mirarme a los ojos— Kagome, el otro día te dije algunas cosas, y ahora...— miró al suelo, sus mejillas estaban algo ruborizadas— Kagome, me gusta mucho la chica que me manda cartas pero también me gustas tu.

Oh por dios.

—InuYasha— pero eso no salió de mi boca.

Miré hacia el lugar que provenía la voz.

—¿Qué demonios quieres Kikyo?— preguntó molesto InuYasha.

—Pues vengo a ver si ya sabías la noticia— dijo ella en tono sarcástico.

—No se de qué hablas— InuYasha estaba comenzando a impacientarse.

Y yo no entendía nada.

—Bueno, sobre tu nueva cuñada— soltó una carcajada.

Oh no.

—Tu nueva cuñada— volvió a decir— tu nueva cuñada Kagome, ella esta con Sesshomaru y va a ir a una cena con tus padres— sonrió triunfante y se largó.

InuYasha volteó a verme, yo estaba congelada.

—No es tan así— dije rápidamente.

—¿Entonces es cierto?— me preguntó furioso.

—Eh no, es que él...— no me salían las palabras, y él me miró con decepción.

—Es cierto entonces, creí que eras diferente, ve a Reírte de mi con ese idiota, no se cómo fui capaz de fijarme en ti, bueno ya se que no valgo nada— lo último lo dijo más para él que para mi, me sentí desesperada.

—¡InuYasha, espera yo soy...! ¡espera! ¡soy la chica de las sombras, espera!— pero ya estaba muy lejos, se fue hecho una furia.