Carta 7 Juan Pablo parte III
Cuatro meses, una carta, un par de fotos, tu recuerdo, un terremoto, cuando llega todo se desarma.
Fueron tantas esas noches que en pedazos me empeñaba en darle abrazos como loco a tu fantasma.
- Morat
- Hola cariñooooo solo para decirte que te amo mucho y para darte las gracias por las bellísimas flores que me mandaste al trabajo. A mis niños les encantaron también, tanto que terminaron por hacerme pucheros para que les diera una y como soy tan vulnerable a ellos tuve que darles una a todos, perooooo he conservado dos que dejaré en mi escritorio para recordar lo mucho que soy feliz a tu lado. Te veo más tarde te amo.
No puede evitar contener el llanto al escuchar su voz grabada en esos mensajes.
He sido tan cobarde que solo miro sus fotos en mi celular pero no sus mensajes o sus audios.
Decidí checarlos en mi celular mientras el de Jules cargaba.
Llevaba tanto tiempo apagado que creí que no volvería a encender pero me sorprendí cuando lo cuando lo conecté a la luz y en la pantalla se reflejaba el logotipo del celular.
Había decidido abrir sus pertenencias y volverla a escuchar en audios en el día que se cumplían exactamente cuatro meses desde su partida.
Era un sabor amargo y nostálgico el que tenía en la boca - además de lo salado de mis lágrimas - al revivir todos los recuerdos. Todos llegaban a mi de un solo golpe que me producían un enorme nudo en el estómago que intentaba subir por mi garganta.
- Se que no deberia decirte esto porque se supone que es una sorpresa pero... - reproduje otro mensaje y entonces después de un suspiro largo volvió a hablar -teorganiceunacenaromanticaporquecumplimos... meses juntos - solté una carcajada sintiendo que un poco de la tristeza se disipaba. Ese era el efecto que tenía Jules sobre mí. Solo ella podía cambiar mi estado de ánimo a uno dichoso y feliz - mierda, no...no vayas a reírte, creo que lo dije muy rápido pero lo que en realidad quería decir era que te hice una cena romántica o al menos un intento, porqué cumplimos ocho meses juntos y te lo digo por que se que tienes mucho trabajo y no puedes atender mis llamadas pero por favor has el intento de salir solo una hora de esa estresante oficina y ven a cenar conmigo - la escuché reír y un escalofrío recorrió mi espalda junto a un salto que mi corazón dió - perdoname por molestarte, te amo y espero puedas venir. Te estaré esperando.
- Espérame Jules.
Doy un largo, largo trago a mi botella de vodka.
Dejo de lado el celular procediendo a abrir la bolsa que esta sobre mi regazo.
Cuando la abro y saco la primer prenda suelto un sollozo fuerte al ver la la blusa blanca que llevaba ese día, manchada de sangre seca.
Hago puño mi mano libre y me la llevo a los labios para silenciar mi llanto.
- Dios...
Pongo la blusa sobre mis piernas y sigo con su chaqueta verde que tanto me fascinaba como combinaba con el verde de sus ojos, sus pantalones, su ropa interior, sus zapatos... Toda la ropa está desgarrada por las tijeras que usaron en el hospital para desprender la ropa de su cuerpo.
Resoplo tomando toda su ropa. La llevo hasta mi pecho abrazandola con tanta desesperación.
Solo queda un poco de su aroma en ella porque el resto huele a sangre.
- No merecías esto, cariño... Perdóname por no poder salvarte...
No conté los minutos que permanecí así, aferrándome a los que quedaba de su ropa, hasta que la puse en el suelo y seguí sacando las cosas de la bolsa.
El collar de esmeralda que su madre y Jerry le regalaron en su cumpleaños también estaba manchado de su sangre, al igual que su reloj y el pequeño anillo de promesa que le di, junto con otros dos que solía usar.
Su cartera con sus identificaciones y el boleto de avión estaban hasta el fondo.
Todos sus pertenencias estaban llenas de recuerdos que en su momento fueron increíbles y ahora solo estaban manchados de dolor.
Besé el collar y el anillo con labios temblorosos y los dejé junto al resto a un lado de mí.
Jalé las dos maletas decidído a abrirlas.
En la primera estaban sus zapatos, algunas hojas con sellos y firmas de la escuela en Barcelona, ropa que guardaba su aroma fuerte y me hizo abrazarla e inspirar su olor.
En la segunda maleta seguía habiendo ropa junto con algunas otras pertenencias de ella pero hubo algo que llamó mi atención. Un pequeño montón de fotos, en todas apreciamos todos. La pequeña familia que habíamos formado con Martín, Isaza, Mica, Simón, Nath, Jules y yo.
En otras más era ella con cada uno de ellos y el resto solo éramos nosotros dos. Siempre sonriendo y siendo felices en todas.
¿Porqué ahora había tanto dolor en una foto?
¿Porqué todo lo que tenía que ver con ella me quemaba el alma en lugar hacerme sonreír?
Todo esto era una mierda.
Más abajo de su maleta estaba un disco de vinil como el que me había dado aquella vez que pasamos el fin de semana en una cabaña en el bosque, junto a ella había un pedazo de papel con algo escrito.
• Bachata Rosa
• Until for you
• Quiero ver - Café Tacvba
• Te regalo - Carla Morrison
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De inmediato supe que era la lista de canciones que Jules escribía y hacía solo de nosotros.
Habían puntos que había dejado en blanco, puntos que se quedarian sin llenar y que me hacían tragar duro al saber que ya no habría mas canciones para hacerlas nuestras.
El vibrar de algo que viene de la cocina me hace salir de mi burbuja deprimente e ir a ver que es lo que tanto vibra.
Es el celular de Jules que recibe demaciadas notificaciones.
Cuando tomo el aparato entre mis manos está con la pantalla iluminada en mensajes, correos y mas notificaciones de sus redes sociales pero lo que llama mi atención es una fotografía de mi durmiendo con la cabeza apoyada sobre su regazo como fondo de pantalla.
No se que pensar o que hacer por que mi cabeza esta hecha un nudo, y por mas que quiero dejar de llorar, dejar de pensarla por un minuto me es imposible porque todo lo que pasó está impreso en mi memoria y sinceramente no se como voy a seguir adelante con todo esto.
Siento mi pecho arder y otra oleada de llanto se apodera de mi.
Pongo una mano sobre la barra para poder sostenerme de algo mientras dejo que las lágrimas salgan de una buena vez.
Un trueno se escucha afuera y un rayo ilumina por unos segundos las ventanas. La lluvía está azontando furiosa la tarde, no parecía que llovería. El cielo azul estaba completamente despejado, con el sol dando calidez con sus potentes rayos y de la nada el cielo se nubló haciendo que el sol desapareciera como por arte de magia.
Tal vez asi había ocurrido conmigo. Mi vida era como el cielo azul, despejado en compañía de mi sol que era Jules, hasta que en un dos por tres desapareció y me dejó a cambió una cruel e inesperada lluvía.
Suspiro cansado limpiandome la cara con el dorso de la mano mientras tomo el celular y voy de vuelta hacia la sala de estar.
El frío de la lluvia comienza a colarse por toda la casa. No tengo mas que una vieja sudadera puesta asi que pienso que lo mejor es encender la chimenea.
El licor me espera a un lado, como si algo quisiera que fuera el escenario perfecto para entrar en una depresión; lluvia, frío, una chimenea, fotografías y recuerdos regados a mi alrededor, y el recuerdo de la mujer que más amé en el mundo latente en mi memoria.
Mirando el fuego arder y el celular en mis manos me llega un flashback de algo muy similar en un escenario completamente diferente.
- ¿Porqué tomar? ¿Porqué estar ebria?
Le pregunté al verla pérdida en el alcohol. Sus orbes verdes brillaban por el llanto y su labio inferior temblaba por el frío que seguramente tenía por estar empapada de pies a cabeza.
- Bueno, porque la vida es una mierda. Mí vida es una mierda y estar sobria es una mierda - me respondió en un tono de voz frío y distante.
- La vida es una mierda, mí vida es una mierda y estar sobrio también es una mierda... - recito sus palabras sintiéndome ahora identificado con lo que me dijo aquella vez que fuí a buscarla como loco por primera vez a su antigua casa.
Niego con la cabeza y pongo toda mi atención en su celular.
No abro ningún chat, ninguna de sus redes sociales, porque eso sigue siendo su privacidad y quiero que sus últimas conexiones se queden en la última vez que ella las usó.
Solo me entretengo en su galería, apreciando cada fotografía que tomó desde este celular.
La mayoría de fotos son del cielo teñido de morado, naranja, azul y todos los colores que se mezclaban cuando el amanecer o el atardecer aparecían.
Fotografías mías que me tomaba distraído, fotos de nosotros dos, fotos de Micaela - que ella misma se tomaba desde su móvil -.
Jules no era del tipo fotogénica asi que son contadas las fotos que tiene de ella misma. Era por esa razón que yo me encargaba de tomarle miles de fotos porque era la única forma de tenerla guardada en mi celular.
Tres golpes secos en la puerta me hacen respingar.
¿Quién podría llamar a mi puerta con semejante tormenta?
No tengo en mente abrir, puede tratarse de algún ladrón que viene con el pretexto de resguardarse de la lluvia y luego matarme para llevarse todas mis cosas... Aunque si lo hace no es como si me importará. Algún día voy a morir de todas maneras, él sólo acelerará el proceso de mi muerte y así estaría mas temprano que tarde junto a Davies.
Otros tres golpes - más fuertes y urgidos que los anteriores- me hacen volver a respingar y salir del pequeño y estúpido tranze que mi cabeza inundada en alcohol me hizo divagar.
A regañadientes me levanto a abrir no sin antes darle un trago a mi botella, para agarrar valor por si las dudas es un loco asesino.
Más golpes vuelven a inundar el ambiente.
- ¡Ya voy, carajo! - gruño.
Al abrir me sorprendo al ver a todos mis amigos fuera de mi puerta, con sus sombrillas en mano, sus impermeables y temblando de frío.
- Les dije que nos abriría - dice Martín abrazándose a si mismo.
- Hasta que te dignas a abrirnos, Villamil - Mica está pegada del brazo de su novio - con permiso, yo voy a entrar porque me estoy muriendo de frío.
Intenta pasar por mi lado pero la detengo interponiendome en su camino por colarse a mi casa.
- ¿A dónde vas? - digo con hastío - Largense de aquí, no quiero verlos. A nadie.
- Yo no me pienso ir de aquí - Mica vuelve a intentar pasarme de largo pero hago de mi cuerpo una roca para impedirlo.
Ella refunfuña molesta una palabrota pero sigue sin quitar su expresión de odio hacía mí.
- Vamos, Juan Pablo esta lluvia nos está mojando el culo - me suplica Isaza castañeando los dientes.
- Nadie los invitó a venir - reclamo
- Muy bien, escucha, Juan Pablo, si estos tres idiotas no pudieron contigo, creeme que yo sí - La pelinegra encuadra los hombros decidida a enfretarme - Ya estoy harta de que Isaza venga cada dia a casa y me diga que te comportas como una mierda...
- Me comporto como quiero porque es mi casa.- interrumpo pero a ella me ignora y sigue con su vómito verbal.
- ... Asi que no me importan tus insultos o todo lo que hagas para impedirme entrar a esta casa por que también fue y sigue siendo casa de Jules.
Me da un empujón nada suave en el pecho y pasa por mi lado entrando por fin a casa.
- ¿Qué no te dije que no los quería volver por aquí? - ahora me dirijo a Simón quien tiene las gafas mojadas - ¿No te quedó claro?
- Por supuesto que me quedó claro y también dijiste que a menos que trajeramos a Jules de vuelta no nos dejarías pasar y mucho menos dejarías el alcohol.
- Exactamente. Y como no la traen consigo espero que se vayan, ya - aprieto los dientes harto de estos intrusos - y tú, ve y saca a la loca de tu novia si no quieres que la corra aventandole botellas como hacía con ustedes.
Isaza suelta una risita y veo emoción en sus ojos.
- No voy a sacar a Mica de ahí, no cuando puedo divertirme y ver como ella te saca a patadas antes de que tu intentes tomar una botella.
Los dos hermanos sueltan a reír y callan cuando les doy una mirada de muerte.
- Con tu permiso, Villamil - Martín me pasa por un lado, seguido de Isaza.
- Les dije que no pueden entrar a mi casa.
- Como Mica dijo, también fue y sigue siendo casa de Jules y ella si nos abría dejado pasar - Dice Simón pasando por mi lado pero antes de entrar por completo se detiene poneindo una mano sobre mi hombro - hemos traído a Jules.
- ¿Qué? - me giro de inmediato hacía él - ¿Es broma, no? No me gustan este tipo de bromas, Simón. Si vienen a reírse de mi dolor es mejor que se...
- Ninguna broma - aclara apresurado - cada uno de nosotros, traemos a Jules con nosotros.
Da un leve apretón en mi hombro y se adentra.
- ¿Has estado viviendo en este mierdero desde hace meses?
Micaela tiene cara de asco al pasearse por la casa.
- Estarás en mi casa con la condición de que no toques nada y dejes de criticar.
Rueda los ojos y sigue caminando hasta donde los demás que están reunidos en la sala.
- ¿Qué estabas mirando? - pregunta Martín - ¿Qué es todo esto?
Señala el suelo donde estan las maletas abiertas y la ropa y más cosas regadas.
- Dije que no toquen nada.
Pero antes de que termine de hablar, Martín ya tenía algunas prendas entre sus manos.
Su rostro se volvió pálido como la última vez que estuvo aquí y se fue sin decirme nada.
Entonces me acerqué hasta él para prevenir que se fuera a desmayar o algo.
- ¿Estás... Bien? - pregunté.
- Yo... - él dió un largo suspiro como dándose fuerzas a si mismo - Estoy... Bien.
- ¿Vas a decirme que mierda ocurre contigo? Hace unos días casi te da un ataque de...
- ¿Martín qué? - nos interrumpe Simón llegando hasta nosotros y teniendo la atención de todos los demás.
- Nada. Yo nada - responde el nombrado mirándome con dureza.
Pero algo me dice que esto no es algo que debo dejar pasar. Que es algo en lo que debo ayudar a mi amigo, aunque yo no pueda ni ayudarme a mi mismo.
Asi que me llevo una mano al tabique de la nariz y lo aprieto frustrado por saber que tal vez la cargaré con él.
- Hace unos días Martín me trajo de vuelta aquí porque estaba borracho en un bar y no tenia como regresar y entonces él...
- Cierra la boca, Villamil - me ordenó cerrando los puños a sus costados pero lo ignoré olímpicamente.
- Él vio que en la entrada estaban aun las maletas de Jules que el aeropuerto mandó - señalo el desastre que hay en el suelo -, al igual que la bolsa de hospital que guardaba sus pertenencias...
Todos llevan los ojos con más atención al suelo y veo como Mica se lleva las manos a la boca.
- Dios... - murmura al ver la ropa que su amiga llevaba el último día.
- Marto sostuvo la bolsa y entonces él...
- Cierra la boca, ya.
- No lo haré.
- ¡Que te calles!
- ¡Necesitas ayuda, porque estuviste a punto de sufrir un...!
- ¡MIERDA, CÁLLATE YA!
- ¡NO!
- ¡SUFRÍ UN MALDITO ATAQUE DE PÁNICO!
Abrí la boca para seguir gritándole pero la cerré de inmediato cuando lo admitió.
Ambos estábamos con la respiración agitada por los gritos, Simón tenía los ojos bien abiertos por lo sorprendido, Mica con los ojos llorosos e Isaza estaba pálido mirando la ropa destarrada y luego hacia nosotros.
- Marto, tu... - Simón se acercó a él para tomarlo de los hombros.
- Llevo meses con esto - admite bajando la cabeza - Las noches eran insoportables, no podía dormir porque cada que cerraba los ojos la veía tirada en el suelo mirándome confundida. No puedo estar en casa en silencio a menos que tenga musica porque de mo contrario escucho en mi cabeza el sonido del disparo, los gritos de Villa...- se detiene por la ola de llanto que lo asalta.
Entonces lo miro y camino hasta él.
Sabía que la partida de Jules nos había jodido a todos pero siempre pensé que yo era él mas jodido por perder al amor de mi vida. Ahora veo que cada uno llevó su duelo de distinta manera. No imaginé que el pequeño Vargas sufría ataques de pánico.
Entonces miro a los demás detalladamente por primera vez y veo que todos llevan el dolor impreso en sus rostros.
- ¿Porqué no me habías dicho nada de esto? - Simón lo abraza por in momento porque Martín se separa para encararlo.
- No quería preocuparte - mira a Isa y Mica - a ninguno - limpia sus lágrimas con la manga de su hoodie que está seca gracias al impermeable que llevaba puesto - Se que ustedes dos han estado preocupados en mayor parte por Mica, Juan Pablo, Nath y yo y ustedes mismos... Creí que ya era suficiente con todo el peso que cargaban para que se enteraran que comencé a sufrir ataques de pánico cada noche.
Admito que escuchar que esos dos la habían hecho de papás en nuestro grupo todo este tiempo y que no solo llevaban su dolor sino que tenían que preocuparse por el resto, me hace tragar duro y sentirme culpable. Jodidamente culpable.
- Martín no nos hubiera costado nada ayudarte, dios, eres mi hermano, nuestro hermano y siempre vamos a estar para ti como también para los demás - Simón tiene los ojos húmedos y lo abraza con fuerza.
- Tenemos que buscarte ayuda - sugiere Micaela.
- Estoy asistiendo a terapias con un psicólogo. Papá me lleva y él y mamá están al tanto de mi situación. Las últimas sesiones han ido bien y no había vuelto a tener episodios hasta hace unos días que vine aquí y vi su... ropa.
- Carajo Martín - Simon se llava una mano a la frente - no puedo creer que no nos hayas dicho nada.
- Ya te dije el porqué.
Los dejo hablando sobre el mismo tema mientras me encamino a la cocina para tomar una botella y beberla com ansias porque todo esto es mas mierda de lo que creí.
Llevo la botella a mis labios pero una mano me la arrebata con fuerza haciendo que el líquido se derrame un poco sobre mis manos, mi hoodie y el suelo.
- ¿Que mierda te pasa, Micaela?
Ella vierte el líquido en el fregadero, tira la botella al cesto de basura y me mira con brazos cruzados.
- No me gusta que bebas. Últimamente te pones más pesado que de costumbre cuando lo haces - me responde.
- Te dije que estás en mi casa y no...
- Y yo te dije que también es casa de mi amiga, asi que deja de reprocharme eso.
- Fuera de aquí, déjame solo.
- Creo que ya has estado suficiente tiempo solo, asi que no me iré. Ninguno nos iremos de aquí.
- ¿Qué es lo que quieres, he?
- Quiero de vuelta al amigo pesado que eras conmigo. Quiero al amigo con alma de niño por bromear y al amigo con alma de anciano que se enojaba cuando alguien mas volteaba sus bromas contra él - toma un paso mas cerca de mi - Quiero de vuelta a mi amigo.
Me deja pensando por unos instantes hasta que hablo.
- ¿Si? Pues suerte en buscarlo porque no creo que ese amigo vuelva.
Intento darme la vuelta para huir pero me detiene bruscamente por el hombro.
- ¿Quieres dejar tu maldito drama y ayudarnos a sacarte de esta mieda? - señala la cocina.
- ¿Has dicho drama? - resoplo conteniendo la ira - ¿Crees que todo esto lo hago por drama como un estúpido niño?
- No, yo no quise...
- Pues eso fue lo que dijiste, Micaela ¡Diablos, yo la amaba y era feliz con ella, no estaba listo para dejarla ir!
- ¡¿Y crees que yo si estaba lista?! - frunce el ceño - Ninguno de lo estábamos pero pasó y no podemos cambiar nada. No vamos a traerla de regreso si nos empeñamos a deprimirnos y morir asi.
Resoplo negando con la cabeza.
- ¿Cómo puedes hablar así? ¿No te dolió perderla?
Y creo que dije algo malo porque veo su mandíbula tensarse y en un rápido movimiento la tengo frente a mi con una mano sobre mi mejilla.
Me había pegado una cachetada que dejó mi mejilla hormigueando.
- ¡No te atrevas a decirme que no me dolió perderla! - grita - ¡Era como mi hermana, ignorante de mierda! ¡Crecimos juntas, lloramos y reímos juntas! - sus ojos se llenan de lágrimas que lucha por retener mientras que yo intento sobar mi mejilla que arde - Te aseguro que me siento peor que tu y sin embargo estoy aquí, parada intentando ayudarte, luchando porque todo esto no siga yéndose por la borda porque si tu caes, te aseguro que no caerás solo... Te llevas a esos tres estúpidos tras de ti y entre ellos está el padre mi hijo.
Carajo, es cierto, por un momento olvidé que estaba embarazada.
Llevo mis ojos hacia su apenas notable vientre y otro latigazo de dolor en el pecho me arde cuando recuerdo lo emocionada que estaba Jules de que su mejor amiga estuviera embarazada.
- ¿Porqué crees que me alejé de ustedes? - digo bajando la mano y recuperando la postura dura - Los alejé para que nada de eso pasara. Los alejé para no arrastrarlos conmigo.
- Sabes que aunque los alejes, van a ir tras de ti como lo han estado haciendo estos meses.
- No pedí su ayuda. No la quiero...
- ¡Deja de decir mierda! - vuelve a explotar - ¡¿No escuchaste que estamos igual de jodidos que tu?!
- ¡Deja de gritarme que me tienes a putos centímetros de ti! - también alzo a la voz pero como siempre, se pasa lo que digo por el arco del triunfo y sigue gritándome.
- ¡Martín tiene ataques de pánico, Simón lleva meses sin tocar una pluma para escribir y sabes que ama su trabajo como escritor además que se está partiendo en mil pedazos por todos al igual que Isaza que también sufre de insomnio y yo debería estar disfrutando de mi embarazo pero en lugar de eso me la paso llorando no solo por Jules, sino por todos! - hace una mueca de dolor llevando sus manos a su vientre pero nada de eso la detiene - ¿Sabes que tu amigo lleva tiempo convenciendome de que necesito ir al psicólogo porque llevo riesgo de caer en depresión?
Tuerzo la boca en respuesta a todo lo que dice.
Me ha dejado sin nada que decir porque quiera o no, todo esto es cierto.
- Mica, amor, ven - Isaza entra tomando suavemente su mano.
- ¡No, no he terminado con este.... Este...
Comienza a respirar con dificultad pero es una mujer que no se va de una discusión sin dejar al otro inundado en su propia mierda.
- Micaela, no puedes alterarte. El bebé... - pero ella lo empuja alejándolo de ella.
- ¡Ya te dije que no me muevo de aquí hasta que este tipo entienda que solo queremos su bien y el de nosotros... ¡AH! - grita apretando con una mano su estómago y poniendo la otra en su frente.
- ¡Mica! ¿Qu-que... Que sucede, estás bien?
Isaza no sabía que hacer, solo la tomaba para evitar que se cayera
- No me siento bien, Isa... Me estoy mareando y...
Los demás entraron corriendo e intentendo auxiliar a Mica mientras que yo solo estaba parado en mi lugar sin saber que hacer.
- ¡No te quedes ahí parado! - grita Simón - ¡Llama a una maldita ambulancia!
Apesar de que Mica perdió todo el color de su cara, sus ojos me encuentran y siguen fulminantes sobre mi.
Tomo el móvil que me tiende Martín y marco a emergencias.
✉️
- ¿Estrés excesivo? - pregunto.
- Sí, Mica llevaba mucho retiendo emociones y parece que la discusión que tu y ella tuvieron fue la gota que derramó el vaso - explica Simón a través del teléfono.
- ¿Y ella está bien? El bebé...
- Sigue molesta contigo pero está bien. Ambos lo están. A Marto y a mi no nos dejaron pasar a Urgencias pero según Isaza la tendrán algunas horas más en observación. No te preocupes.
Resoplo tomando mi cabeza.
- Cuando puedas, por favor diles a los dos que lo siento mucho. Lo que menos quiero es causar daño a ellos o al bebé.
- No te preocupes, no fue tu culpa...
- En parte si lo fue - interrumpe la voz de Martín y sonrió un poco.
- Bueno si, pero lo importante es que no pasó a mayores - sigue Simón - Te llamaremos por cualquier cosa.
- Claro, si, gracias por avisarme.
La llamada termina y guardo el celular.
Mi cuerpo pide del licor que tengo en la mano pero un sentimiento de culpa me invade tanto que termino por estrellar la botella contra la pared.
- A la mierda - me digo tomando el portaretratos con su foto - Lo siento Jules, no quería que esto pasara. Espero no te molestes conmigo por hacer que tu amiga embarazada fuera a parar al hospital.
Abrazo fuerte su fotografía. Mi cuerpo se relaja cuando la imagino acostada junto a mi sobre el sofá y me dejo llevar por el sueño.
✉️
Gruño con el sonido lejano de golpes en la puerta.
Intento seguir durmiendo porque la cabeza me duele horrores y siento quei cuerpo no ha descansado lo suficiente pero los golpes se vuelven más fuertes como si estuvieran pateando la jodida puerta.
Me levanto molesto, mirando la hora en el reloj de la pared.
03:47 pm
Mierda, dormí mucho.
La puerta sigue sonando fuerte hasta la abro y veo que efectivamente alguien la estaba pateando.
- ¿Quieres dejar de patear mi puerta, Micaela?
- Estoy en todo mi derecho y mas te vale no llevarme la contraria porque te recuerdo que por tu culpa mi bebecito y yo fuimos a parar al hospital.
Abro la boca para reprochar pero pasa adentro golpeando mi hombro con mucha fuerza.
- Dijo que te chantajearia con eso por el resto de su embarazo - me aclara su novio pasando por mi lado también con bolsas en la mano.
Ruedo los ojos y me hago a un lado para dejar pasar a los otros dos.
- De verdad tienes que limpiar este mugrero, Juan Pablo.
- Deja de decirme que debo hacer, Micaela - aprieto los dientes trantando de contenerme.
- Bueno, eh... - carraspea Martín - ¿Comemos?
- No tengo nada en el refrigerador.
- Traemos comida. Comida de verdad - aclara Micaela poniendo las bolsas sobre la mesa de centro, bo sin antes hacer una mueca de asco y darle la basura que estaba encima de ella a su novio, que también hace una mueca de asco.
Comemos entre silencios incómodos e intentos de charlas entre los chicos en las que ni Mica ni yo participamos.
Agradezco en silencio la comida caliente y casera que mi estómago pedia a gritos.
Un cosquilleo me llega a la boca cuando termino mi sopa de verduras.
Al cabo de un rato, Simón e Isaza se llevan los platos sucios a la cocina. No demoran mucho y vuelven hasta nosotros.
- Muy bien, hora de hablar - Mica palmea las manos - ¿Qué es todo esto? Porque no te has tomado la molestia de limpiar y alimentarte bien ¿Has visto lo flaco que estás? - sus orbes negros me juzgan de arriba abajo.
- No es tu problema.
Ella toma un suspiro largo conteniendose.
- Solo queremos ayudarte y sí, ya se que no la pediste pero debemos salir de esto juntos.
- Ya no estamos completos - digo.
- ¿Quieres poner de tu parte? - me reprende Simón - Te juro que pareces adolescente negativo.
- No es que sea negativo, Simón, ni un jodido adolescente. Saben que esto es difícil, ustedes también lo están viviendo. De diferente manera, sí, pero es porque cada uno tiene una pareja que lo apoya. Y yo ya no tengo a la mía.
- Yo no tengo pareja - Martín levanta la mano.
- Pero sales con chicas, Marto. Tienes a Simón a tus padres...
- También tienes una familia y nos tienes a nosotros - dice Isaza - tu eres quien nos a alejado a todos los que intetamos ayudarte.
- No quiero llevarlos conmigo a la miseria - miro por un momento a Mica que me devuelve la mirada - Solo quiero hundirme yo solo. Quiero hundirme en alcohol y llanto hasta olvidarla o estar con ella otra vez. Lo que pase primero.
- Hay momentos en los que hace falta perderse en el alcohol para olvidar - Mica se levanta de su lugar poniéndose de cuclillas frente a mi - Jules hacía lo mismo que tú cuando eran fechas para recordar aquello que la quebró - su mano toma mi hombro y me hace mirarla - Recuerdo todas esas veces que la vi rota, ebria hasta los huesos y con los ojos inundados en lágrimas cuando sepultó a su padre y corrió a su madre. Esa no era la Jules que yo conocía - explica con la mirada en mis ojos pero perdida en el recuerdo - Desgraciadamente por mas alcohol que ingerio, por mas lágrimas que derramó, nunca pudo olvidar su dolor y entonces dio vida una nueva Jules oscura y sin corazón. Hasta que un día recurrió a las drogas y eligió hacer lo peor que un ser humano puede cometer - paso saliva conteniendo el llanto - Intentar quitarse la vida sin darse cuenta que tenía a su alrededor personas que la apreciaban y la querían. Desgraciadamente la tristeza es tan fuerte que te ciega y te hace olvidar que por mas oscuro que veas, siempre habrá una luz en la ciudad que esperará por refugiarte. Siempre abra algún abrazo que te reconforte y te de un gramo de paz.
- Pero Mica... - intento interrumpir pero no me lo permite.
- Déjate ayudar y buscar refugio como Jules lo hizo conmigo y mi hermano. Déjanos salvarte de esta tormenta que nos arrastra a todos, déjanos subirte a nuestro bote y seamos el salvavidas uno del otro porque ese es el poder que una verdadera amistad tiene.
- Yo...
- No cometas los mismos errores que Jules Davies cometió. Ella no lo hubiera querido. No querría que ninguno de nosotros pasáramos lo que ella pasó y menos tú.
Me quedo sin palabras y entonces me permito llorar una tormenta y por primera vez desde hace meses, siento el cálido abrazo de mis amigos que me da la paz que tanto he buscado.
Todos lloramos y nos rompemos al mismo tiempo pero la diferencia de ese momento es que no estamos solos. Nos tenemos los unos a los otros.
✉️
- ¿Qué hiciste? - termino de bajar las escaleras tallandome los ojos para espantar los rastros de sueño.
- Limpiar un poco - sonríe colocándose un mechón de cabello tras la oreja - Si vamos a hacer esto juntos, debemos limpiar primero.
- Creí decirte que estarías dentro de mi casa con la condición de que no tocaras nada - gruño.
- También creí decirte que no te atrevieras a llevarme la contraria. Recuerda lo que pasó hace dos días.
Ruedo los ojos.
- Lo siento, Mica. No quería que algo malo les pasará a ti y a tu... - miro su vientre que parece creció en los últimos dos días - bebé.
- Tendrás que pedirle disculpas cuando nazca - dice - Los chicos están durmiendo todavía en las habitaciones de huespedes, si no te molesta.
- Aunque me moleste, no les importaría, ¿O si?
Ella se echa a reír negando con la cabeza
- Tienes toda la razón.
Bajo la mirada buscando el portaretratos de Jules junto a su ropa pero no hay nada. Tampoco vidrios de las botellas que estrellé, ni basura ni nada.
- Sus cosas las puse de vuelta en su maleta y su otra ropa la lave... Espero no te... Molestes.
Levante de inmediato los ojos hacía ella. Algo me arde en pecho mezclado con ira pero mi lado razonable me dice que es lo mejor para mi y los demás. En especial para Martín.
- Supongo que era lo mejor - bufo - ¿Como te sentiste al ver sus... cosas?
Aparta su mirada de la mía, poniéndola en otra parte.
- Nunca pensé que un día iba a guardar las cosas de mi amiga para siempre, o que iba a lavar su propia sangre - la voz se le rompe pero no flaquea - ¿Ya sabes que harás con su ropa o sus cosas?
No lo había pensado. Porque por más egoísta que sonara, no quería dar nada de ella y que otras personas tuvieran lo que un dia fue de ella.
- Aun no lo sé.
Asiente sentándose en los reposabrazos del sofá.
- Escríbele.
- ¿Qué? - pregunto confundido - ¿A quién?
- A Jules, tonto.
Doy una risa irónica.
- Deja de jugar Micaela. No me hace ninguna gracia que...
- No es ningún juego. Es un consejo que te ayudará.
- Ya ¿Y crees que donde sea que esté haya internet? ¿O tenga datos móviles? ¿O tenga un maldito teléfono?
- Escríbele una carta - dice - dile todo lo que piensas, como te sientes y lo mucho que ha pasado desde que se fue.
- Es una mejor idea ¿Habrá buzón en el cielo o algún cartero que lleve mi carta hasta allá?
- ¡Deja tu maldito sarcasmo! Estoy intentando ayudarte, o qué ¿Lo que dijimos ayer te entró por un oído y te salió por el otro?
Me rasco una ceja y la dejo hablar.
- Habla - digo tomando asiento frente a ella.
- ¿Recuerdas la carta que me escribió antes de irse?
Asiento.
- A Jules y a mi nos encantaba escribirnos cartas de niñas. Era nuestra manera de comunicarnos cuando no podiamos vernos y nosotras mismas nos entregabamos las cartas en el colegio.
- No tiene mucho sentido.
- ¡Ya lo sé! Pero éramos niñas y cuando eres niño todo tiene sentido.
- Sigue.
- A lo que voy es que desde que Isaza se puso insistente en llevarme a un psicólogo, volví a escribirle cartas a Jules porque ella es la única que me pude ayudar. Asi que le escribí como si estuviera en un viaje pensando en que podría leer lo que te escribo y llevo tres meses intentándolo y ¡Dios! Ha sido una gran ayuda.
- Entiendo tu punto pero yo no podría hacerlo ¿Entiendes? No tiene mucho sentido para mi escribirle sabiendo que nunca las leerá.
- Puede escucharlas mientras tu las lees en voz alta. Se supone que nuestros seres queridos nos cuidan desde el más allá ¿No? Que se van físicamente pero espiritualmente siguen con nosotros
¿Seria eso posible?
¿Jules estaba aquí, había estado conmigo todo este tiempo?
¿Era por eso al dormir la sentía cerca de mi?
- ¿Porque no sugieres eso con los otros?
Sus labios se ensancharon en una sonrisa triunfal.
- Ya lo hacen. Isaza encontró mis cartas y tomó esa iniciativa. Le resultó y se lo contó a Simón, la historia se repitió y ahora Martín lo hace - alcé mis cejas sorprendido - Ellos piensan que yo no se que me han robado mi idea pero yo lo sé todo.
Hice un sonido de burla.
- Bueno casi todo - corrigió.
- Eres insoportable.
- Gracias - sonrió poniéndose de pie y yendo hacía las escaleras - Piénsalo ¿Vale? Te aseguro que será la mejor ayuda que puedas recibir. Piensa en ella e imagina que está contigo.
Asiento dudoso con una nueva idea punzando en mi cabeza.
- Por cierto, todas las botellas de Vodka y cualquier tipo de alcohol se han vaciado por accidente en el lavaplatos - arrugo las cejas - Tu desayuno está listo en la cocina - sube las escaleras - iré a despertar a los otros.
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