Carta 3 Isaza
Llevo las manos hasta mi cabello para despeinarlo con desesperación. La idea de tomar un pedazo de hoja y una pluma me carcome la cabeza desde hace días.
Quizá sea una buena idea. Quizá así pueda decirle todo lo que siento y no me atrevo a compartir con nadie.
Quizá ella en otro plano pueda escuchar mis palabras.
Mando al carajo todo el papeleo que tengo apilado sobre mi escritorio y tomo una hoja color blanca. Con una pluma entre mis dedos, lista para derramar su tinta con mis palabras.
De: Juan Pablo Isaza
Para: Jules Davies Lee
Querida Jules:
Hace unos días encontré cartas de Micaela que iban dirigidas hacía ti y debo confesar que creí que era una broma cuando vi tu nombre plasmado en sobres color azul pastel listos para ser enviados.
Por un momento creí que todo lo que había pasado era una broma y que en realidad estabas bien en alguna parte escondida del mundo, descansando de todos nosotros pero sobre todo de Juan Pablo.
Pero... Todo se fue por la borda cuando comencé a leer un poco el contenido y me dí cuenta que eran cartas que Micaela te escribía pero que jamás ibas a recibir. Al menos no físicamente y pensé... Pensé que sí esto era lo que estaba ayudando a Mica con tu ausencia, quizá podría ayudarme a mi también.
Y pienso que esto es tal vez un poco... Raro, no suelo escribir cartas a nadie así que espero que donde quiera que estés y veas o escuches esta carta, no te burles de mi letra de doctor ni mucho menos de mi mala redacción de palabras.
- Suelto una sonrisa acompañada de lágrimas, pero continúo.
No se por donde empezar para ser sincero. Solo puedo decirte que tu partira nos dejó bastante mal a todos. Hace unos días tuve una pequeña discusión con la terca de tu amiga y me dijo algo que me hirió de forma cruel. Dijo que no me dolía tu partida solo por el hecho de no conocerte de siempre, pero ¿sabes? Creo que tu partida no jodio a uno mas que al otro. Creo que nos jodió a todos por igual, solo que sufrimos tu pérdida de distinta forma.
Martín, por ejemplo, ya no sonríe, dejó de hacer sus locuras junto a Juan Pablo. Ahora solo camina entre la gente como un muerto viviente. Lo veo dos veces por semana por que casi no sale de su departamento.
Simón sufre tu ausencia leyendo una y otra vez los libros que eran tuyos y que dejaste marcados con pequeñas notas escritas y párrafos marcados con lapicero. Creo que leyendo lo que habías escrito en esas páginas es la única forma en que vuelve a sonreír. Él y yo somos los que estamos al pendiente de la manada.
Micaela... Uff, ya sabrás cómo está. Pero el pequeño bollo que viene en camino nos hace luchar para poder ser unos buenos padres.
En cuanto a tu novio... Sigue perdiendose cada día más en el alcohol. Supongo que es así como él afronta tu ausencia y quisiera poder decirle que está mal, que debe recordarte de otra manera pero no me deja verlo. Solo me grita a través de la puerta y cuanto mas insisto, mas botellas estrellan contra puerta.
Mandó a cambiar las cerraduras para que nadie pudiera entrar.
En cuanto a mi... Quisiera poder decirte que estoy bien, que tu ausencia la he ido asimilando de manera pacífica, pero no quiero mentirte. Estoy tan mal, tan tan perdido en mis recuerdos de todas las veces que compartimos momentos agradables.
Sigo yendo al café donde solíamos ir por las tardes y charlar sobre muchas cosas. Desde compartir los mas vergonzosos recuerdos hasta el sueño mas grande que teniamos de niños.
Sigo esperando a que entres por esa puerta con tu sonrisa llena de disculpas por llegar siempre tarde.
Debo confesar que cada que suena la campanilla, levanto la mirada esperanzada en verte pero me llevo una desilusión cuando no veo tu corta melena asomarse por esa puerta.
Quiero decirte también que tu lugar en esa mesa pegada a la ventana permanecerá vacío y yo estaré del otro lado esperándote pacientemente para hablar y llorar por la risa que me causan tus chistes.
Te extraño siempre, Jules.
Atte: J.P. I.
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