Capítulo IV: Final.
Diciembre 16, 2014.
Ivonne estaba confundida. No sabía que pensar, y por alguna razón, estaba nerviosa. ¿Por qué él? ¿Por qué alguien tan inseguro? ¿Y si es mayor que ella?
Había confirmado que estaba enamorada. Estaba enamoraba de un chico que no conoce, estaba enamorada de alguien inseguro, y que probablemente, nunca haría algo para salir de su extraña zona de confort. Tenía miedo; estaba nerviosa. Y empezaba a desesperarse.
Se encontraba acostada en su cama pensativa, con el corazón lleno de ansiedad. Aquel chico misterioso no le volvió a mandar cartas todos esos días. ¿Será que ya no la quiere? ¿Se arrepintió? ¿Y si le pasó algo? Ivonne no sabía porque se preocupaba. Solo... solo estaba enamorada.
Hoy, sería el mejor momento de su vida. Hoy saldría de la universidad, y se graduaría de psicología, de la carrera que siempre soñó; su sueño desde pequeña.
Se sienta en su cama, respira profundo para tranquilizar aquello que la tenía con desespero. Coge un espejo, y comienza a retocarse su maquillaje. ¿Por qué se dañaría la noche por algo tan tonto? ¿Por alguien que probablemente ya la olvidó?
—¡Ivonne!, ¡Vámonos!, ¡Llegaremos tarde! —grita su amiga, mientras entra a la habitación alegre. —¡Pero mira que guapa te ves! Ese vestido azul te luce.
—Gracias. —sonríe, se levanta y arregla su vestido con las manos. —Hoy será un día inolvidable. ¡Tú también te ves muy guapa con ese vestido rosa!
—¡Gracias! —da una vuelta emocionada, sonriéndole orgullosa. —¡Vámonos ya!
—¡Hija! ¡Felicidades! No puedo creer que ya te hayas graduado. Estoy muy orgullosa de ti. Dios mío, creo que lloraré. —felicita su madre orgullosa, mientras la abraza.
—Gracias, ma. No puedo creer que me gradué de la carrera que soñaba. —responde Ivonne, sollozando.
—Bueno, para completar esta emocionante noche. —dice, mientras saca de su bolso un sobre. —Esta carta te llegó hoy en la mañana... Pero atrás de la carta, dice que la leyeras en la noche. Así que... adelante, léela... Tranquila, está sellada, no leí nada. —ríe.
Ahora, si está más que contenta. ¿De verdad aquel chico le había vuelto a enviar una carta? ¡Pensaba que se lo había tragado la tierra!
Se aleja un poco de la multitud, y se sienta en una de las mesas. Abre la carta con desesperación, y de esta se caen unas llaves. Las recoge, y mientras su corazón palpitaba rápido, y sus manos sudaban, comenzaba a leer.
Carta seis.
16/12/2014
''Querida Ivonne:
Por favor, quiero vayas a este salón: Ciento cinco.
Te tengo una sorpresa. Ve con mucho cuidado, que nadie te vea, por favor.
Te ama,
Antonio''.
Ivonne, se quedó pasmada. ¿Enserio? ¿Y si la sorpresa es que lo va a conocer? Su corazón empezaba a latir rápidamente, y sentía que en cualquier momento, lloraría.
Se levanta con cuidado de que nadie la vea, y comienza a caminar hacia los pasillos de la universidad, y por todo el campus. La universidad estaba un poco oscura, y lo único que se escuchaba eran personas hablando y gritando por la celebración.
Ivonne ni siquiera sabía donde quedaba aquel salón. Nunca había visto el salón ciento cinco. O tal vez sí, pero no sabía exactamente de que parte de la universidad, y eso la estresaba. Pues en una universidad tan grande, siempre es más difícil encontrar un salón.
Sube las escalas del segundo piso, con los nervios de punta, con sus manos sudadas, y con el corazón casi saliéndose. Seguro se perdería, y no quería hacer esperar a Antonio.
Cuando llegó al segundo piso, se dió cuenta que habían muchos casilleros, y salones que ni siquiera estaban enumerados.
La paciencia se le estaba agotando. Pero no se iba a rendir. Ella quería conocerlo. Y hoy tenía que hacerlo.
Llegó al tercer piso mientras miraba hacia atrás que nadie la estuviera siguiendo o alguien la hubiera visto. Empieza a caminar buscando aquel salón.
Y mientras caminaba buscando el salón, siente como su respiración se cortaba, al ver que al frente suyo estaba el salón ciento cinco. Mira debajo de la puerta, y ve que hay una luz amarilla, pero a la vez, se ve oscuro. Aprieta con sus manos sudadas la carta, mientras cierra los ojos, respira profundo, y los vuelve a abrir. Por un momento pensó que el corazón no estaba latiendo, pero aún estaba viva. Las piernas le estaban temblando, y sentía una presión en el pecho.
Antonio estaba nervioso. No quería que el amor de su vida lo viera así. Pero... ¿Y si no lo intentaba? ¿Y si tal vez no lo rechazaría? Pensaba que en cualquier momento iba a llorar, pensaba que cuando ella cruzaría esa puerta, se quedaría mudo. ¿Y si sale corriendo cuando lo vea así? Sintió un ruido en la puerta, y el corazón empezaba a acelerarse. Cierra los ojos, y los abre de nuevo. Se limpia las manos en su pantalón, mientras respira profundo tratando de calmarse.
Ivonne coge las llaves entre sus manos temblorosas. Trata de abrir la puerta, pero las llaves se caen. Respira profundo, se agacha, y las recoge. Vuelve a respirar, y mete las llaves. La gira, y abre la puerta con los ojos cerrados. Respira profundo, y abre los ojos. Y no lo puede creer.
Es... él.
Su chico misterioso.
Es Antonio: Vestido con camisa blanca elegante, corbata y pantalón negro.
Él la mira fijamente esperando una respuesta.
Ella solo se queda de pie frente a él, mirándolo, mientras sus ojos comenzaban a inundarse de lágrimas.
Ivonne se acerca a él, y se agacha. Agarra sus frías manos, lo mira a los ojos, y le sonríe. Él le devuelve la sonrisa, nervioso.
—¿Por esto no te mostrabas frente a nadie? —pregunta Ivonne.
Antonio respira profundo y comienza a hablar.
—Sí. —responde. Su voz es profunda, y casi baja. —Por esto... por esto no quería que me conocieras. —finaliza, y la mira de nuevo. —¿No dirás nada? ¿No te molesta?
—¿Por qué esto me molestaría? —dice. —Eres un chico normal. No te veo nada de malo. —sonríe, mientras toca su suave cara.
—Pero soy... —hace una pausa. —Estoy en silla de ruedas, y estar sin una pierna muchas veces es motivo de rechazo. —dice en voz baja, mientras seca una lágrima de Ivonne.
Ivonne acerca su cara a la de él, y lo besa. Lo mira a los ojos, y Antonio le sonríe coquetamente.
—Sabes que eres normal como todos, tener de más o tener menos no te hace una persona "rara" como decías... Así te amo, y así te amaré. —confiesa.
—¿Me amas, Ivonne? —pregunta Antonio con un brillo en sus ojos.
—Con todo mi corazón. —admite.
—Pero, ¿No te importa mi estado? ¿Cómo pude gustarte? No soy guapo, menos así...
—No tiene nada que ver, Antonio. Me enamoré de ti fue por tus sentimientos, ni siquiera sabía quién eras, y aún así me enamoré. ¿Y cómo que no eres guapo? Tus ojos azules son lindos, tu piel blanca es muy suave, tu cabello negro es fabuloso, eres cómo... Cómo mi hombre perfecto. —ríe.
Antonio se ríe, y la vuelve a besar.
—Creo que el número ciento cinco, será mi favorito. —ríe.
—Sin duda, el mío también. —responde Ivonne.
Antonio la mira fijamente, y suspira.
—Querida Ivonne, ¿Quieres ser mi novia?
Y de nuevo, la besa. La besa como si fuera su único lugar en el mundo.
FIN.
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