Capítulo I.
Carta I:
26/09/2014.
''Querida Ivonne:
Cuando esta carta esté en tus manos, no te asustes. Soy yo, tu admirador secreto. Seguramente estés pensando que la persona que te escribe es un psicópata. Pero ten la certeza, de que no es así.
No sé por dónde empezar, Ivonne. Pero mientras arreglo mis ideas, y trato de escribir algo coherente, te hablaré sobre los gatos. No sé si son de tu agrado, pero te escribiré algunas curiosidades.
¿Sabías que los gatos gastan casi el 30% de sus vidas aseándose? Si yo fuera un gato, comería todo el día.
¿Sabías también que durante su vida, una gata puede llegar a tener cien gaticos? ¿No te parece eso tierno, Ivonne? Los gatos cuando nacen, son hermosos.
¿Sabías que la aspirina es tóxica para los gatos? Raro, ¿No? Bueno, la verdad, es que yo odio la aspirina.
Y por último, ¿Sabías que al nacer, la gran mayoría de los gatos tienen los ojos azules, que cambian del color al nacer? ¿No es sorprendente, Ivonne? Ojalá mis ojos cambiaran de color todo el tiempo. No me gusta mi color de ojos.
En fin, espero no te hayas aburrido leyendo sobre gatos. Aunque ni siquiera sé exactamente lo que quiero decirte, así que escribiré lo que me atrae de ti.
Lo hermosa, inteligente y amable que eres. Eso es lo que más me gusta de ti. Tu amabilidad, que siempre te gusta ayudar a las personas.
Nunca en mi vida he hablado contigo, y creo que nunca lo haré, ¿Por qué? Soy demasiado tímido, Ivonne. Y creo que tímido, no es la palabra correcta. Y sé que en este momento, estás pensando: '' ¿Quién será?'' No te tomes la molestia en hacerlo, porque creo que nunca lo descubrirás.
Tal vez algún día tenga fuerzas para que puedas conocerme, y estoy esperando el momento. Pero la verdad, aún no me siento lo suficiente capaz de hablarte.
También tengo miedo, Ivonne. ¿Y si no quieres hablar conmigo cuándo me conozcas? ¿O si sales corriendo? ¿Y si te espantas? No es que sea feo, porque no lo soy. En realidad, soy un hombre guapo, Ivonne. Pero tampoco quiero que pienses que soy un vanidoso que mantiene mirándose en el espejo todo el día.
Espera mi siguiente carta con ansias, Ivonne. Esto no es lo que iba a escribirte, pero luego te lo escribiré.
Te quiere,
D.A.
Ivonne cierra la carta con una sonrisa en su rostro. Aunque no sabe que pensar, le parece algo tierno.
–¿De qué te ríes, mujer? –pregunta su amiga Norma interesada.
–De nada. –responde Ivonne sin quitar la mirada de la carta.
–Déjame ver. –Norma le retira la carta de las manos a Ivonne y empieza a leer –¿Admirador secreto? –se ríe– Es un poco cursi, ¿No crees? –pregunta frunciendo el ceño.
–Ay, Norma. Solo es una carta, puede ser hasta una broma.
–¿En realidad crees que tienes un admirador?
–Y si fuera así, ¿qué? –resopló.
–¿Y si es un acosador obsesionado contigo? –dice Norma con curiosidad. –No es por ser mala, amiga. Pero no deberías confiarte tan fácil.
–Lo sé, no te preocupes. La verdad no me interesa.
Ivonne corría agitada por el largo pasillo de la universidad, mientras que su perezosa amiga Norma, caminaba rápido detrás de ella tratando de alcanzarla.
–¿Por qué tuve que esperar a Norma?
Ahora tendría que aguantar los regaños del profesor. Ya se estaba imaginando la escena. Ella al frente del maestro, mientras él le reprocha que si volvía a llegar tarde, no la dejaría entrar. –Y la verdad, es que siempre la dejaba entrar–. Y a decir verdad, Ivonne no hacía caso a lo que su profesor decía, pero aún así, le tocaba escuchar su sermón. Pero por su carrera de psicología, haría lo que fuera.
Cuando estaba en la puerta del salón, sintió como la respiración regresaba a sus pulmones. Se dió cuenta que estaba sudando, y que tenía la boca seca, al igual que sus labios. Pensaba que en cualquier momento podría desmayarse y caer como una paloma muerta.
–La próxima vez, no me va a importar si se te quedan tus llaves. –expresa Ivonne agitada.
–¡Discúlpame, Ivonne!
–Ya no importa, llegamos tarde otra vez. –señala Ivonne con rabia.
Cuando Ivonne iba a tocar la puerta, el profesor se adelanta y abre.
–¿Por qué tan temprano, muchachas? –pregunta el profesor con tono sarcástico.
–No volverá a pasar, se nos presentó algo, profesor. ¿Nos dejará entrar? –pregunta Norma rápidamente.
–Sí, pero la próxima vez, no. –resopla y ellas entran rápidamente.
Ivonne al sentarse, encuentra un sobre azul en su escritorio. Al instante, sonríe.
Abre la carta, y con cuidado de que no la regañen, comienza a leer:
Carta II:
14/10/2014
''Querida Ivonne:
¿Qué hay de nuevo? Espero estés bien, Ivonne. Te estarás preguntando porque no te he enviado cartas todos estos días. Lo que pasa, es que no quiero que pienses que soy... ¿Acosador? Sí, eso. No quiero que pienses que soy un fastidioso, o un hombre que no tiene nada que hacer. Aunque en realidad soy un hombre muy ocupado, créeme.
También quería decirte que te enviaré cartas cada quince días. Sí, cada quince días. En realidad ando muy ocupado, pero créeme que me gustaría enviarte cartas todos los días.
También quería decirte, que quiero que guardes todas las cartas que te enviaré. Por favor. No las rompas, no las botes, ni mucho menos las quemes. Me dolería mucho... Aunque a veces pienso que no te gustan. Es que no sé escribir cartas. Como puedes ver, escribo muchas incoherencias. Y creo que no son interesantes, y tal vez no las lees hasta el final.
Por último, también quiero decirte que eres hermosa. Creo que lo había escrito en la primera carta, pero nunca me cansaré de escribírtelo.
¡Hermosa, hermosa, hermosa!
Espera mi siguiente carta con ansias, Ivonne.
Te quiere,
D.A.
PD: Siempre pongo el número de la carta al inicio, para que sepas cuantas te he enviado, y así las tengas ordenadas.
Por cierto, hermosa.
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