9
—¡Bajen sus armas!
—하위!
Una serie de gritos entre los soldados de ojos rasgados y nosotros comenzó. Ellos se acercaban más y más a nosotros, nos superaban en número, y lo peor es que uno de ellos tenía el cañón de su arma lista para volarle la cabeza a nuestro teniente que no tenía escapatoria alguna, algo que preocupaba especialmente a su hermano gemelo, quien, a pesar de no ser poliglota, ni siquiera bilingüe, alcanzó a entender la amenaza del sujeto que tenía a su merced a Saga.
—¡Basta! —Rugió Kanon, haciéndose escuchar por sobre todos los gritos de los presentes. ¡Soldados americanos, les habla su sargento, bajen sus armas!
Mis ojos se abrieron de golpe al escuchar esa orden descabellada, todos lo miramos con incredulidad.
—¡¿Qué demonios están esperando?!
Mis puños se cerraron con fuerza alrededor del sujetador de mi rifle, quería aferrarme a él, era lo único con lo que podía defenderme, ya era bastante malo estar en desventaja por número como para tener que manejar la situación a puño limpio contra alguien armado.
—¡Es una orden!
Tragué duro al escuchar su voz desesperada y determinada, era una locura, una que podía costarnos la vida de todos los de nuestro pelotón, pero al ver como dejaba caer su arma a un metro de su cuerpo para después arrodillarse con las manos en alto entendí lo serio que era, se había rendido.
Pero... ¡¿por qué?!
Mi mente trataba de pensar lo más rápido posible para tomar la decisión de obedecer o no esa orden, sin embargo, el sonido de otra arma cayendo sobre el lodo llamó mi atención, volteé de reojo, había sido Shura quien imitó a nuestro sargento tal y como él demandó.
En ese entonces el tiempo se detuvo para mí.
Miré al español con consternación, ¡era una locura suicida!
Entonces ¡¿por qué obedeció?!
Él era listo, demasiado... Y yo sabía que le gustaba tomar decisiones en base a las probabilidades, quizás y por algún motivo el sí comprendía porque obedecer a Kanon era la mejor opción.
Con resignación cerré mis ojos y cuando los volví a abrir el tiempo retomó su curso. Todos obedecimos la orden de Kanon, ahora no solo estábamos rodeados y superados en número... También estábamos desarmados.
Todo el cuerpo me temblaba, podía sentirlo sobre todo en los extremos de mis dedos y en los escalofríos en mi espalda. Trataba de mantener la calma lo más posible, mover cualquier músculo era impensable sobre todo porque ya tenía el cañón del arma del enemigo contra mi nuca.
Tenía miedo, mucho miedo...
¿Mi hora había llegado?
¿Así es como terminaríamos?
¿Ejecutados sin dar pelea?
—젠장 러시아인, 그들의 시간이 왔습니다. —Pronunciaron con un tono confiado antes de reír un grupo, sin embargo, sus risas fueron interrumpidas rápidamente por la voz de Afrodita.
—기다림! 우리는 러시아인이 아니라 미국인입니다!
Todos volteamos a verlo de manera discreta, sorprendidos, nuestros ojos que ya se habían resignado el inminente final podían ver una pequeña luz de esperanza en el soldado de cabellos celestes que había atrapado la atención de los asiáticos.
Uno de los soldados enemigos se acercó a él y lo tomó de sus sedosos cabellos antes de acercar su rostro al de él, murmurando algo entre dientes que, aunque no podía entender nada se escuchó como una amenaza, sin embargo, Afrodita no perdió la calma en ningún momento y respondió de vuelta en su idioma.
Mis cejas se arquearon sorprendidas cuando el soldado enemigo comenzó a desabrochar poco a poco la gabardina de plástico que protegía a Afrodita contra la lluvia.
—Hey, ¡¿che cosa stai haciendo?¡
Todos nos preguntábamos lo mismo y sinceramente, al pensar lo peor, todos queríamos detenerlo, pero al ver cómo le daban un fuerte golpe al italiano en la nuca para aturdirlo desistimos.
Afrodita frunció la mirada con tristeza al ver a Ángelo tirado sobre el lodo después de recibir aquel golpe, sin embargo, continuó permaneciendo quieto, sin hacer el mínimo intento por evitar que le desabotonaran la prenda, la fortaleza en sus ojos celestes me hizo permanecer en mi sitio y, para mi sorpresa y la de todos, una sonrisa se dibujó en el rostro de nuestro interprete cuando las insignias de su uniforme quedaron al descubierto.
Hubo otro breve intercambio de palabras entre ellos mientras los demás permanecíamos sobre el suelo arrodillados con las manos extendidas a la altura de la cabeza, temblando nerviosos y expectantes ante la situación. De pronto el soldado de ojos rasgados se dirigió a sus compañeros y estos dejaron de apuntarnos.
Tomé una bocanada de aire, aliviado al ya no tener un cañón contra la nuca.
No tenía idea de que había pasado o si ya todo estaba solucionado, pero cuando los miembros del otro ejercito dejaron de rodearnos para comenzar a agruparse, aproveché para mirar al cielo gris sobre nosotros, ¡gracias, Dios!
—Chicos, está bien —Informó Afrodita mientras volvía a abotonarse su gabardina. —No se preocupen, son soldados de Corea del Sur, creyeron que éramos una tropa de rusos, podemos ponernos de pie.
Todos tomamos nuestras armas del suelo.
Camus se aproximó a atender a Deathmask quien se sobaba la cabeza por el golpe.
Saga tenía una expresión de pocos amigos, estaba indudablemente molestó por la vergonzosa situación que nos hicieron pasar los coreanos, estaba a punto de echar humo por las orejas, aun así se contuvo para no mostrar el verdadero nivel de su molestia. —¿Quién es su lider?
Afrodita señaló discretamente al soldado con el que había estado dialogando, el mismo que le había desabotonado la gabardina. —Nos ofrecen sus sinceras disculpas por la confusión.
Saga frunció sus cejas azuladas, no muy conforme con las disculpas ofrecidas, sin embargo, cuando la mano de su gemelo se posó sobre su hombro, cerró los ojos y su expresión se relajó un poco después de respirar profundo. —Bien... Diles que las acepto y también pregúntales que hacen en este distrito, por favor.
Todos nos reunimos alrededor del Afrodita, nosotros detrás de Saga y ellos detrás de quien era su superior. Resultó que los coreanos se habían instalado en una villa cercana, no muy lejos de la costa y que tenían dos días de haber llegado al distrito que le correspondía a nuestro capitán.
Mientras se realizaba ese intercambio de información la lluvia volvió a caer sobre nosotros.
—Dicen que para limar las asperezas nos ofrecen su campamento para refugiarnos de la lluvia.
Saga miró al cielo, estaba cargado de nubes oscuras y pronto oscurecería, después miró a los coreanos, quienes sonreían de forma prepotente por habernos superado minutos atrás, y después nos observó a nosotros, quienes ya estábamos empapados, cansados, quizás con la presión baja por el susto y necesitábamos un buen descanso.
—Justo en el orgullo. —Suspiró con pesar. —Bien... Iremos al campamento de los coreanos.
Mis compañeros y yo miramos a los soldados del otro ejercito con desconfianza, sin embargo, no importaba lo que opináramos, las ordenes de Saga eran nuestra ley.
—¡Si, teniente! —Respondimos todos al unísono, todos menos uno...
Cuando me percaté del silencio de Shura observé que sus ojos verdes estaban fijos en Saga, clavados como dagas de esmeralda, mirándolo con desaprobación e incredulidad, sin embargo, no dije nada al respecto, no con todos tan cerca que podrían escucharnos pues no quería evidenciar su actitud, así que solo le dí unas palmaditas en la espalda para que avanzara junto al resto, quienes ya seguían a los coreanos hacia su campamento.
Permanecimos caminando, detrás del pelotón de los coreanos, Shura, Aldebarán y yo permanecimos hasta el fondo, Deathmask tendría que mantenerse cerca de Saga porque las habilidades de Afrodita podían ser necesarias en cualquier momento para propiciar las interacciones entre ambos ejércitos. Confiaba en Aldebarán, y lo más importante es que Shura también lo hacía, así que aproveché la distancia con el resto para preguntar.
—¿Y bien? ¿Qué te ocurre?
Shura despegó su mirada de los soldados frente a él para verme a los ojos por un instante. —No es nada.
Este muchacho y sus ganas de no compartir nada...
Tenía que cambiar la estrategia para hacerlo hablar, sonreí al pensar en la manera para aflojarlo.
—Oye, Shura... —Me acerqué un poco más a él para moderar el tono de nuestras voces y que nadie más pudiera escucharnos. —¿Por qué obedeciste a Kanon cuando nos ordenó rendirnos?
Shura posó sus ojos en Kanon, quien caminaba detrás de su hermano mayor al frente de nuestro pelotón. —Porque si los coreanos nos hubieran querido matar lo hubieran hecho sin tomarse la molestia de rodearnos y presionarnos cuerpo a cuerpo. —Y como todo intelectual, no se resistió a dar a conocer la justificación de sus actos, aunque la realidad que ofrecía su respuesta me puso nervioso, definitivamente estábamos vivos de puro milagro. —No sé porque nos querían mantener vivos, quizás y nos hubieran llevado a un campamento de prisioneros de guerra.
Fruncí la mirada, aún más incomodo ante esa posibilidad. —¿No sería mejor morir luchando que rendirnos y ser un prisionero de guerra?
—No si lo que te interesa es seguir con vida. Eso es lo único que yo quiero, sobrevivir y volver a casa. —Shura pasó saliva. —Disparar contra ellos, rodeados, y superados en número era aún más suicida que rendirnos.
—Si tu lo dices... —Pronuncié con resignación, aunque no muy convencido, definitivamente no estaba de acuerdo con ser prisionero de guerra, sabía bastante bien a las horribles torturas a las que los sometían y prefería morir por un balazo en la cabeza o desangrarme en cuestión de minutos que vivir en condiciones infrahumanas y maltratado por días, meses, incluso años si era extremadamente desafortunado.
Diablos... Pensar en eso hizo que olvidara lo que quería preguntarle a Shura en un inicio. Creo que lo mejor que podía hacer en esa situación incómoda y desconcertante era ser agradecido por seguir vivo.
Nos tomó una hora llegar al modesto campamento de los coreanos del Sur, antes de llegar ahí nos triplicaban, pero en sus instalaciones nos superaban mínimo cinco veces más. Nos miraron con desconfianza ante nuestra llegada con sus compañeros.
—우리 동료 미국인들에게 음식을 저장하십시오
Y ah, si, como olvidar la barrera del idioma que nos impedía entendernos entre nosotros.
Inmediatamente todos volteamos a ver a Afrodita para saber que había dicho, desconocer lo que se decían entre ellos no era nada tranquilizador sobre todo considerando los hechos. —Pidieron a sus compañeros que apartaran un poco de comida para nosotros, sus compañeros americanos.
Arqueé una ceja cuando los vi cuchichear unas cosas y después sonrieron de manera altanera, mientras nos lanzaban miraditas, yo no sabía ni como decir "perro" en coreano, pero estaba bastante seguro que se habían jactado y mofado de nosotros por haber logrado acorralarnos y rendirnos. Emití un largo suspiro, mi orgullo como soldado estaba herido.
Pero lo que me quedaba de orgullo se fue completamente de lado una vez que nos ofrecieron comida caliente y nos ofrecieron una pequeña tienda donde podríamos protegernos de la lluvia dentro de la noche.
Saga no estaba nada cómodo por la situación en la que nos encontrábamos, pero consideraba que por la hora y las condiciones climatológicas pasar la noche en la intemperie o pedir por un helicóptero para nuestro traslado estaban descartados.
—Lamento mucho la situación que pasamos, muchachos. —Dijo el mayor de los gemelos con una expresión llena de pena en su rostro. —Esto no debió haber sucedido.
—No, eres un idiota por ponernos en esto, pero también pudo haberle pasado a cualquiera de nosotros, y afortunadamente ya quedó y estamos vivos, así que sácate el perro de una buena vez. —Pronunció Kanon con un tono relajado mientras le daba un golpecito en el hombro a su hermano mayor.
Sin embargo, la expresión de Saga no cambió ni un poco a pesar del pedido de su hermano. —Tampoco estoy muy de acuerdo con que le ordenaras a tus compañeros que bajen las armas solo porque me tenían de rehén.
El gemelo menor sudó la gota gorda cuando el teniente reclamó por su acción y permaneció en silencio. Me preguntaba si en aquel momento Kanon había llegado a la misma conclusión que Shura, que los coreanos de haber querido matarnos no se hubieran tomado la molestia de acorralarnos ni presionarnos, pero ante el silencio y la falta de justificación me imaginé que no lo hizo, solo tomó esa decisión para poder salvar a su hermano.
Bajé la mirada y observé el plato con fideos que los coreanos me habían entregado mientras mi mente trataba de pensar en la situación, que hubiera hecho yo de haber estado en la complicada situación en la que se encontró Kanon, que decisión hubiese tomado si alguien importante para mi se hubiera encontrado como rehén, ¿habría podido abrir fuego contra la amenaza o hubiese suplicado y arriesgaría la vida de todos? Yo no tenía ningún familiar en el pelotón, pero todos eran buenos muchachos, y todos sabían que su vida estaba en juego segundo a segundo, y quería pensar, que todos teníamos un buen motivo o ideales para arriesgarla, pero ¿soportaría verlos morir por el bien de la causa?
En los más de tres meses que llevaba en el servicio habíamos sido afortunados, bastante afortunados, pero la suerte era algo con lo que se podía contar en un momento y perderlo en el siguiente.
No me gustaba pensar en eso...
Alcé la mirada y mis ojos por alguna razón se posaron en Shura, era joven, un buen muchacho al igual que el resto, sin embargo, reconocía que era a quien más afecto le tenía de los presentes, y aunque habíamos empezado con el pie izquierdo creo que en ese momento podía considerarlo mi mejor amigo.
Achiqué la mirada al tratar de ponerme en los zapatos del sargento: si Shura hubiese estado en la situación de Saga y yo en la de Kanon, ¿habría tomado la decisión de exponer la vida de todos para salvarlo? Una vida a cambio de la de todo el pelotón, tan solo considerarlo era cruel, pero ¿acaso no le había dicho antes que confiara en mi y que no me perdonaría si algo llegara a sucederle? Creo que la respuesta de lo que yo hubiera hecho en la posición de Kanon era obvia, ¿pero si fuera al revés? ¿Shura sería capaz de poner en riesgo a todos sus compañeros solo por mi?
Que cruel era de mi parte suponer sobre él con un difícil caso hipotético, pero Shura era tan centrado, tan calculador, y su único objetivo era regresar vivo a casa.
Mmm... No lo juzgaba, pero la respuesta que el tomaría me pareció más que obvia.
Una vez que terminamos de cenar, Saga pidió voluntarios para apoyar a los coreanos con la vigilancia de la noche, para mi sorpresa Shura se ofreció a hacerlo, y como era mi compañero designado yo debía acompañarle me gustara o no la tarea designada.
Pero que conste que definitivamente no me gustaba.
Una vez que estuvimos bajo nuestra pequeña guarida en el exterior, lejos de todos nuestros compañeros y de un techo decente que nos protegiera de la lluvia, pero no, gracias a su buena voluntad terminamos bajo una lona de dos por dos metros, que estaba sujetada con unas piedras que le daban una altura de 50 cm que solo nos permitía estar con el cuerpo enteramente pegado al piso. Ahh... Ya era bastante difícil desvelarse sentado, pero evitar quedarme dormido mientras estaba acostado sería un reto mucho mayor.
—Quiero verle el lado bueno a la situación... —Pronuncié recostado boca abajo después de haber mirado a través de unos binoculares de visión nocturna con los que no capté nada preocupante para entregárselos a Shura. —Hace mucho que no tenía una pijamada.
Shura dejó de mirar en los binoculares y volteó a verme, estaba demasiado oscuro como para ver la expresión en su rostro, pero podía imaginarla con sus delgadas cejas alzadas y su expresión seria al escuchar su pregunta. —¿Una pijamada?
—Si... —Sonreí con nostalgia. —Cuando eras niño, ¿nunca dormiste en tu jardín sobre un saco para acampar con amigos y te quedaste platicando con ellos mientras observaban el cielo estrellado? Sé que no podemos ver ni una estrella en este momento, pero sabes de que hablo, ¿cierto?
—¿De niño? No... —Sentí como se acomodaba a mi lado para seguir observando. —Lo más zercano a eso es cuando patrullo por las noches contigo o con Deathmask, pero no puedo platicar con ustedes en esos momentos, y no puedo mirar a las estrellas porque estoy observando entre los árboles.
—¿Quieres hacerlo? —Pregunté repentinamente, apoyándome sobre mi hombro, de costado frente a él.
—¿Qué cosa?
—¡Acampar! —Exclamé emocionado. —Un día que no estemos de patrullaje y no nos toque hacer vigilancia, podríamos dormir fuera de la tienda de nuestro pelotón, solo tendríamos que bañarnos con repelente contra insectos.
—No tenemos permitido dormir fuera de la tienda en el campamento a menos que estemos en vigilan... ¡Ey! —Exclamó después de que le di un golpecito en el hombro.
—No seas aburrido Shura, yo he visto que varios romper esa regla, incluso una vez vi que Milo convenció a Camus de acompañarlo y el médico se ve muchísimo más "tranquilo" que tu.
Shura dejó los binoculares unos instantes para voltear a verme y guardó un breve silencio mientras procesaba esa información. —¿En verdad viste a Milo hacer eso?
Que se enfocara en Milo cuando yo solo lo mencioné por el logro que había realizado con Camus para compararlo con él me pareció extraño. —Si.
—Ohh... —No podía ver su rostro, pero por alguna razón entre esa oscuridad imaginé que sonrió de manera felina.
Yo guardé silencio sin comprender su reacción y su interés. —¿Qué tiene de importante Milo en todo esto?
—Nada... —Respondió con simpleza para ocultar sus verdaderos motivos. —Solo curiosidad...
Torcí los labios al no estar satisfecho con su respuesta. —Bueno... Pero tendrás que hacerlo, Shura.
—¿Por qué tengo que? —Preguntó con renuencia.
—Porque de lo contrario, tendré que considerar esta nuestra pijamada y te advierto que estamos muy juntos y yo abrazo mientras duermo. —Y cuando rodeé su cadera con una de sus piernas se estremeció por completo y en un movimiento rápido la quitó de encima.
De nuevo dejó de ver por los binoculares para encararme. —¿No deberías comportarte como alguien de 22 años?
—¿Y tu no deberías comportarte como alguien de 18?
Shura bufó molesto. —No estamos en un lugar para jugar.
—Lo sé, pero la vida se puede ir así... —Chasqueé los dados de mi diestra. —En un parpadeo, merecemos disfrutarla cada que tengamos la oportunidad. ¿Acaso no tuviste miedo cuando los coreanos nos acorralaron?
Shura hizo otra pausa antes de volver a colocar los binoculares sobre sus ojos, pero por alguna razón no estaba viendo hacia la dirección que debíamos cuidar, parecía como si estuviera observando en dirección al campamento. —Si... Cuando vi sus rostros y los escuché hablar sabía que no eran vietnamitas, pero había pensado que eran de Corea del Norte así que si me sentí tentado a disparar hasta que Kanon dio la orden de bajar las armas.
—Ya que los mencionas... —Aproveché esa pequeña ventana para satisfacer mi curiosidad de momentos atrás. —¿Tu que hubieras hecho en su lugar, si alguien que tu aprecias hubiera sido tomado de rehén?
—¿Qué importa? El hubiera no existe, además es más fázil hablar de una posible estrategia que ejecutarla.
—¿Entonces si se te ocurrió una estrategia?
—Para nada... Estábamos rodeados, sobrepasados por número, Saga de rehén... Si disparábamos Saga moría y muy seguro nosotros también, aunque si hubiéramos ocasionado bajas, pero si no lo hazíamos nos dábamos una oportunidad, además, como te dije antes, ellos nunca planearon matarnos, al menos no en ese momento.
Y ahí estaba como siempre la lógica, así que no respondía a mi duda o quizás si confirmaba la suposición que había hecho antes.
Pensé en decirle que yo hubiera hecho lo mismo que Kanon de haber estado en su situación, yo también hubiera elegido con el corazón, pero si lo hacía, ¿haría sentir mal a Shura por ello? Quizás, no quería hacerlo sentir como un soldado desalmado y sin corazón, no creía que lo fuera, pero no quería afectar su percepción sobre sí mismo.
Suspiré. —¿Entonces si haremos nuestra pijamada la próxima vez que estemos en el campamento?
—Pff... Duro y dale con lo mismo.
—Puedes invitar a Deathmask si tú quieres.
Shura guardó silencio en la oscuridad, pero después de unos segundos suspiró. —Lo voy a pensar.
—¡Genial!
—Aunque no entiendo porque quieres desvelarte en la intemperie, siempre lo hazemos... lo estamos haziendo ahora mismo, y en nuestro campamento podemos relajarnos bastante en la tienda.
—Si, pero ahora nos estamos cuidando el trasero y el de los demás, no es igual. Y ahhh... por cierto, gracias por ofrecerte de voluntario para esta noche. —Dije con evidente sarcasmo.
Escuché como chasqueaba su lengua. —Puedo hazerlo solo si tanto te molesta.
—Solo te molesto un poco, relájate.
Shura suspiró de nuevo.
—Ahórrate el sermón, ya sé que estamos en Vietnam, ya sé que somos soldados, ya sé que podemos morir por un error o un descuido, y sé que todo esto valdrá la pena una vez que ganemos la guerra, pero eso no impide que quiera crear buenos momentos contigo.
Otro silencio.
Me giré boca abajo en el reducido espacio, sin los binoculares no podía ver nada más que el cielo negro y las siluetas de los árboles. —¿Puedo preguntarte algo?
Una sutil risotada provino de sus labios. —No me preguntes si puedes hazerme una pregunta, solo hazla.
Crucé los brazos frente a mi rostro y los uso como soporte para apoyar mi mejilla. —¿Hay alguna razón en especial por la que te ofrecieras de voluntario?
Shura se mantuvo quieto, observando hacia el campamento y después retiró los binoculares para masajearse los parpados. —No me agradan los coreanos.
Esta vez el que rio fui yo. —También decías eso de los americanos y ahora soy tu amigo, ¿no?
—Pero es que tu... Tu eres diferente de los demás, y creo que nosotros como ejerzito somos diferentes a ellos.
—¿Por qué los dices?
—¿Alguna vez te has preguntado por qué los pobladores de las pequeñas villas a las que llegamos nos tratan con tanta desconfianza y nos miran con miedo a pesar que se supone estamos ahí para ayudarlos en esta guerra?
Achiqué la mirada ante su pregunta que me parecía tenía una respuesta obvia. —Porque somos soldados armados y eso pondría nervioso a cualquier persona que estuviera indefensa.
—En parte si es por eso, pero la desconfianza y el miedo se potenció a raíz de una masacre en una provinzia en Vietnam del Sur realizada por las fuerzas de Corea del Sur el año pasado, dizen que mataron a mas de 300 personas y que estas eran en su mayoría mujeres, niños y ancianos desarmados. ¿Por qué atacaron a las personas que se supone a todos nos han ordenado ayudar?
Mis ojos estaban completamente abiertos ante aquella noticia que era completamente desconocida para mí. —No puede ser cierto, no...
—Pero lo es... —Shura dejó los binoculares y se acomodó igual que yo, cruzando sus brazos frente a su cabeza para recostar su mejilla en ella, no podíamos vernos, pero esa conversación delicada ameritaba ser tratada con prudencia, así que bajó más la voz. —Sin embargo, los notizieros de América no quisieron transmitir la notizia para no inzentivar más marchas contra la guerra a pesar que los autores de la masacre fueron del ejercito de Corea del Sur, ¿pero entiendes porque no confío en ellos? ¿Cómo confiar en alguien que actúa en contra de las personas que debe proteger? Eso es no tener palabra ni honor.
—Pero... pudo haber sido solo un pelotón, no hay que juzgar a todo el ejército de un país por un acto individual.
—Esa no fue la única masacre, Aioros, dizen que hubo otra por parte de los surcoreanos en ese mismo año, es una notizia que sonó muy fuerte entre los soldados el año pasado.
Froté mi rostro con frustración, despeinando mis cejas mientras trataba de digerir lo que Shura me había comentado.
Shura volvió a tomar los binoculares y los volvió a colocar contra sus ojos para observar hacia el campamiento de nuestros anfitriones. —Quizás y esté mal de mi parte juzgarlos a todos y quizás este perdiendo mi tiempo vigilándolos esta noche, pero tengo motivos sufizientes para desconfiar de ellos y de sus prinzipios.
*+*+*+*
La provincia masacrada por los surcoreanos en 1966 fueron Bình Hòa y la villa de Binh Tai.
Lo que dice Shura de mantener la noticia en secreto me lo saqué de la manga, aunque si es verdad que las noticias que provenían de la guerra si alborotaban las marchas en contra de esta en EUA.
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