Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

15

Después de 3 semanas en recuperación por fin llegó el día en el que nos dieron de alta.

Durante la recuperación hubo varias ocasiones en las que mis heridas se volvieron a abrir, pero eso era normal, con la humedad en el sitio era complicado que estas secaran y cicatrizaran pronto, además, yo no era una persona que solía mantenerse quieto por mucho tiempo, quizás ese fue el motivo porque el cual Shura, a pesar de tener más heridas que yo, sanaba con mayor rapidez; pero bueno, al parecer ambos ya estábamos lo suficientemente curados para volver a campo de batalla.

Adiós a los medicamentos y a las enfermeras y hola a las municiones y a nuestros compañeros soldados.

Muchos me considerarían un loco, pero yo estaba feliz por volver al campamento, ser un paciente internado bajo cuidados me generaba un terrible vacío, no estar haciendo nada me deprimía de una manera horrible.

Si... Sé que en algunos momentos durante el deber me había sentido horrible, tomar una vida humana jamás sería fácil, yo no era un homicida, ni un depredador de sangre fría, pero entendía que el propósito de nuestra empresa justificaba todo, y si yo tenía que mancharme las manos con sangre lo haría para defender a mi nación, a sus ideales y a todo Vietnam, si ganábamos le haríamos un favor al mundo entero.

Quizás me estaba volviendo más fuerte.

O quizás me estaba volviendo un demente o un iluso.

Sonreí internamente ante mi propio pensamiento mientras nos transportaban en helicóptero hacia el campamento, si era la primera opción sonreía orgulloso, si era la segunda le sonreía a la tragedia.

Volteé a mi derecha, Shura iba sentado a mi lado, llevaba su casco entre sus manos que descansaban sobre sus piernas así que su cabello lacio se revolvía con total libertad, sus ojos olivos estaban fijos en el objeto verde opaco entre sus manos, estaba perdido en sus pensamientos que guardaba celosamente con sus típicos silencios.

Siempre me preguntaba qué pasaba por esa cabecita suya cuando su mirada se volvía tan reflexiva, sin embargo, ya había aprendido a respetar su privacidad, pero aun así me molestaba sentirme excluido; ante aquel pensamiento un suspiro corto y triste abandonó mis labios, y en cuanto lo hizo las delgadas cejas oscuras se fruncieron. ¿Había interrumpido sus reflexiones con algo tan simple?

Sus ojos olivos se posaron sobre los míos, me miraban con curiosidad, el brillo en su mirada me preguntaba si todo estaba bien, yo le sonreí tímidamente para no preocuparlo, lo cual provocó que él me sonriera de vuelta.

Aunque las palabras sobraban entre nosotros, una pequeña conversación superficial no caería mal.

—¿Alguna vez has disparado de alguno de esos? —Pregunté con genuina curiosidad,apuntando a una de las ametralladoras que sobresalían de las puertas del modelo Bravo, las cuales serían nuestra principal defensa en caso de ser atacados por aire o por tierra.

—No, y espero que nunca me toque ese trabajo.

Sonreí por lo tajante de su respuesta.

—Pff... ¿Sigues con tu miedo a los helicópteros? Si dejaras de pensar en todas esas cosas malas de probabilidades y te relajaras un poco podrías disfrutarlo como un lindo viaje. —Para enfatizar mis palabras crucé los brazos detrás de mi cabeza en una actitud despreocupada, tratando de descansar en la posición más cómoda que me permitiera el cinturón de seguridad cruzado sobre mi pecho.

—¿Un lindo viaje? —Ahora fue el quien bufó con incredulidad. —Tienes una forma muy curiosa de ver las cosas.

—Y tu una forma muy aburrida, y no solo lo digo por la trayectoria, es algo que deberías de aplicar también en la vida, sé que odias esto, pero cosas buenas saldrán de este trabajo, te lo prometo. —Ante mi comentario y mi sermón, Shura frunció sus cejas en desaprobación, para borrarle su mal humor llevé una de mis manos a su hombro derecho y comencé a aplicar una sutil presión. —Siempre estás tenso... Estás duro como roca.

Shura suspiró cansado mientras mi mano trataba de deshacerse de los nudos sobre su hombro. —Solamente me antizipo a todo lo que vendrá.

Suspiré también.

En verdad lo entendía y no me extrañaba que estuviera cansado. Shura era un joven de 18 años que estaba pasando por una edad que debía ser excitante haciendo algo que no quería, a él no le interesaban los Estados Unidos y mucho menos la milicia, se había enlistado en un acto generoso para hacer feliz y apoyar a su madre. No era de extrañar que Shura estuviera hasta la coronilla con la situación, sin embargo, una vez que él volviera a casa y disfrutara de los frutos de su esfuerzo todo valdría la pena.

Sonreí.

En verdad quería que fuera feliz, no solo en el futuro, sino también en el presente. ¿Pero qué era lo que yo podía hacer en esa situación?

Mi manó dejó su hombro para ir a su cabello y revolverlo, dejándolo más rebelde que de costumbre. Cuando el volteó a verme para preguntarme con sus duros ojos verdes porqué había hecho eso le sonreí amistosamente.

Era poco, más solo podía ofrecerle mi amistad, mi lealtad y mi apoyo incondicional, hasta me daba un poco de pena porque sentía que era poca cosa en comparación con lo que él necesitaba y merecía, incluso pensé que él merecía que yo fuera mejor persona, quizás más sabio, más tranquilo y más prudente para no causarle tantos problemas, pero en cuanto la comisura izquierda de sus labios se elevó para formar una pequeña, pero tierna y genuina sonrisa, una cálida sensación me recorrió todo el cuerpo para después alojarse en el centro de mi pecho. Me sentí de maravilla, y sinceramente deseé que él se sintiera de la misma forma.

El helicóptero se estacionó en el área asignada en nuestro campamento. Los soldados ni se inmutaron ante nuestra llegada, estaban ocupados haciendo alguna tarea o no tenían tiempo que perder con nimiedades cuando descansaban y podían echar relajo a su antojo. Vi rostros nuevos, y eso no solo significaba compañeros nuevos, en la mayoría de las ocasiones también significaba que eran el remplazo de un miembro caído de nuestro batallón.

Algo que me llamó la atención al bajar del helicóptero fue que nuestro teniente, Saga, estaba a unos metros de pie, mirando hacia nuestra dirección fijamente, y me pareció extraño porque era el único teniente en la zona de helicópteros. ¿Acaso había asistido para darnos la bienvenida?

—Espero que ya estén lo suficientemente sanos para volver a los patrullajes y no se vuelvan a lesionar.

Una palmada se estampó en mi espalda, era amistosa, y la calma en sus ojos me decía que realmente se alegraba por nuestra exitosa recuperación y reincorporación. —Unos cuantos rasguños no iban a detenernos, teniente.

—Esos cuantos "rasguños" terminaron por empaparlos en su propia sangre. —Saga suspiró y después miró a mi compañero. — Cabrera.... —Los ojos de Shura que habían estado recorriendo de una esquina a la otra el campamento durante todo ese tiempo se posaron en los verdes del teniente. —¿Te encuentras bien?

Shura solo asintió una vez, su breve y callada respuesta no pareció dejar mi satisfecho al más alto, aunque ya todos conocían si actitud tan fría y cortante.

—Excelente. —Pronunció con su vista fija en los olivos del español mientras otra palmada se estampaba en mi espalda, mucho más fuerte que la anterior, tomándome por sorpresa. —Esta noche les tocará vigilancia.

Respondimos en conjunto. —Si, teniente.

En cuanto Saga nos dejó ir caminamos hacia la tienda asignada de nuestro pelotón, o más bien yo seguía a Shura pues sus pies caminaban a una velocidad apresurada de un extremo del campamento al otro. Estaba en busca de algo, o más bien de alguien y yo sabía perfectamente quien era esa persona, el resto de su alrededor no le importaba, no le interesaba que Milo estuviera comiendo con Camus, o que el Sargento Kanon estaba compartiendo un puro con el teniente rubio de la uniceja.

Algo me dolió en lo profundo de mi ser, a la altura del pecho, la forma en la que deseaba volver a ver a su amigo me hacía sentir... Raro.

La sonrisa se desvaneció de mi rostro, pero volvió al pensar en la felicidad que ese reencuentro le traería a Shura, volvería a encontrarse con Ángelo y sonreiría de una forma amplia, y su rostro se iluminaría.

Al menos eso fue lo que yo pensé para su reencuentro, todo bastante lejos de la realidad.

Resultó que en cuanto Shura abrió la entrada de lona de la tienda asignada a nuestro pelotón se quedó ahí quieto ahí, estático. Al alcanzarlo también me detuve, su rostro estaba tranquilo, más sus ojos mostraban toda su confusión. Seguí la dirección de la mirada oliva para ver qué era lo que lo había dejado estupefacto y cuando lo encontré mis cejas castañas también se alzaron por la sorpresa.

Era Ángelo sentado en una silla, dándonos la espalda y detrás de él estaba nada más ni nada menos que Afrodita, con unas tijeras cortándole el cabello mientras ambos cuchicheaban como señoras en el salón de belleza, ajenos a nuestra llegada y completamente solos en aquel lugar.

Shura carraspeó para llamar la atención de ambos, provocando que voltearan en nuestra dirección, el rostro de Ángelo se puso rojo y en el de Afrodita se dibujó una sonrisa felina, aun así, el italiano se paró rápidamente de la silla.

—¿Recibiste me carta?

Shura asintió en silencio.

—Malparido, hijo de puta... — Curiosamente las malas palabras eran algo que sabía decir a la perfección. Ángelo se aproximó a él dando grandes zancadas, pero contrario a sus palabras y a su actitud molesta una vez que estuvieron frente a frente lo estrechó fuertemente entre sus brazos. —¿Por che no respondiste?

—Porque iba a demorar más en llegar la carta que yo en volver. —Respondió con el rostro sobre el hombro del italiano, la cara de Shura comenzó a ponerse roja, pero no por estar sonrojado sino porque el moreno estaba apretándolo con demasiada fuerza contra su cuerpo.

—Ángelo, ya déjalo, podrías lastimarlo. —Traté de abogar por él, pero en cuanto puse mi mano sobre el hombro del mencionado este me fulminó con su mirada azul profunda.

—¡Pues che bueno! —Soltó al pobre de Shura que dio un paso hacia atrás y después comenzó a respirar agitado para recuperar el aliento. —En tu puttana vita me espanta de nuovo así, capisci?

Shura asintió nuevamente, y ahora en cuanto lo hizo Ángelo lo tomó del rostro y lo besó en la mejilla para después darle una pequeña cachetada donde sus labios se habían posado para sacar al de cabellos negros de su estupor.

—Qué bonita bienvenida... —Pronunció Afrodita a mi lado, colocando una mano sobre mi hombro. —Me alegra que ambos estén bien.

Yo solo le sonreí agradecido por sus palabras.

Mi atención no tardó en volver al español que se sacudía su playera verde para remover lo que había caído en ella. —¿Se estaban cortando el cabello?

—Solo yo a Masky. —Tanto Shura como yo alzamos las cejas ante ese apodo dicho por el intérprete. —Yo estoy pensando en dejarlo crecer, quizás tan largo como lo tienen el teniente y el sargento.

Ángelo rodó los ojos. —A mí me da asco el capelli hasta il trasero.

—A ti nadie te preguntó. —El gruñido del Moreno provocó que en el rostro de Afrodita se dibujara una sonrisa traviesa. Pasó una mano entre la melena azul oscura del italiano. —Todavía sigue algo largo, ¿seguro que no lo quieres más corto?

Ángelo atajó su mano y lo miró de frente con severidad. —No, así come lo dejaste está biene.

De repente hubo una extraña tensión en el ambiente, más en preciso entre ellos. Mis cejas y las de Shura no habían vuelto a su sitio original porque seguíamos sin creer lo que estábamos presenciando, esa cercanía en ellos era extraña, y por alguna razón me pareció peligrosa para el resto.

—Me iré a bañare.

—Non dimenticare di pensare a me.

El rostro del italiano se puso colorado ante las palabras que susurró el intérprete en su idioma natal. Yo no entendí absolutamente nada.

—¡Espera! —Cuando Shura salió de nuevo de su estupor llamó la atención del moreno. —¿En dónde está Aldebarán?

—Ayudando en la cucina aunche no le tocca, ya sabes como es. —Ángelo pasó su mano a través del lacio cabello de Shura. —Trasquila a la Capra, parece un puercoespino.

—No es nezesa...

Pero ni lo dejaron terminar de hablar, ambos lo empujaron, de un hombro cada quien, y lo obligaron a sentarse en la silla que había ocupado el italiano.

Una vez que Ángelo dejó el lugar, Afrodita comenzó a pasar sus dedos entre el cabello oscuro del español. —¿Tienes alguna petición en particular?

Fue en ese momento que vi la resignación en los ojos de mi amigo, no tenía escapatoria, hasta yo lo sabía. Shura suspiró antes de responder. —No me dejes sin patillas.

—¿Por qué no? —Afrodita acarició el cabello que le crecía a los costados del rostro. —¿Te gustan esas cosas feas?

Shura frunció el ceño, más dio una respuesta afirmativa y apenada.

El de cabellos celestes bufó. —De acuerdo, solo las recortaré un poco y les daré forma con la navaja.

—Pero no quiero que las cort...

—¡Pero nada!

Shura se dejó hacer por las tijeras que Afrodita usaba, cortos mechones de cabello oscuro y lacio comenzaron a salir volando. Yo acerqué una silla y la coloqué frente a Shura para observar entretenidamente el proceso del cambio, cruzando los brazos sobre el respaldo que había quedado frente a mí. Afrodita cortó un poco del largo de la parte superior, pero por los lados y la parte de atrás la tijera cortó a una distancia de un dedo pegado a la cabeza, en las patillas hizo lo mismo. Cuando terminó se colocó frente al español para medir el largo de los mechones con sus dedos y comprobar que fueran simétricos.

—Tienes carita de bebé con una mirada fría y dura, las patillas hacen que te veas mayor, pero al mismo tiempo más varonil. —Afrodita sonrió para sí mismo ante el resultado de su trabajo. —Eres muy lindo, ¿lo sabías?

Las mejillas del español se encendieron. —Yo no...

—¿Verdad que es lindo, Aioros?

Yo di un brinco en mi asiento al escuchar mi nombre. Mis ojos volvieron a mirar su rostro, el corte de cabello le había sentado bien, demasiado bien, su rostro se veía despejado y sus patillas algo alargadas pero cortas le seguían dando el aspecto de chico malo. Mis mejillas hormiguearon. —Si...

—¿Ves? —Afrodita tomó de nuevo el rostro del español que le miraba extrañado, el intérprete lo tenía muy por fuera de su zona de confort. —Con una carita como esa podrías conseguir lo que quieras si fueras menos cobarde.

Fue entonces cuando el fuego en los ojos del español se encendió, su cuerpo se puso más rígido que de costumbre, su rostro también, las palabras del intérprete le habían calado, sin embargo, no tuvo oportunidad de reaccionar porque una nueva cachetada se estampó en su rostro, en el mismo lugar donde había dejado su marca el italiano, provocando que el pelinegro parpadeará un par de veces, confundido ante lo que acababa de suceder.

Mis puños se apretaron.

—En fin... Aioros, ¿Tú también quieres que te corte el cabello?

De nuevo di un brinco en mi asiento, no me había gustado su actitud hacia Shura, ese gesto, esas palabras, pero por alguna razón no me pareció malintencionado. —¿A mí también me vas a cachetear?

Afrodita arqueó una ceja. —¿Me darás un motivo para hacerlo?

Mis labios se estiraron ante los nervios y negué apresuradamente con la cabeza, definitivamente Afrodita tampoco era alguien a quien molestar, así que me portaría bien.

—Iré por un poco de agua y vuelvo.

Mi mirada lo siguió hasta que abandonó la tienda. Cuando mis ojos volvieron a posarse en Shura este estaba acariciando su mejilla, con la mirada baja, se veía afligido y eso no me gustaba en lo absoluto.

Suspiré. —Afrodita no sabe lo que dice.

Los ojos olivos se posaron sobre mí, un escalofrío me recorrió el cuerpo. —No me importa la opinión de Afrodita, pero tiene razón, a nadie le gustan los cobardes.

Fruncí mi ceño, para mi Shura no era un cobarde, al contrario, él era muy valiente, listo, fuerte... El soldado perfecto. —Quizás le está haciendo daño la compañía de Ángelo.

—No... Yo creo que simplemente ya se siente en confianza como para sacar sus verdaderos colores.

Sonreí de nuevo de manera nerviosa. Ángelo era un sinvergüenza y Afrodita había demostrado tener espinas, y ahora ambos parecían llevarse bien, en mi mente había banderas rojas agitándose con desesperación. — ¿Qué te parece? Nos vamos unas cuantas semanas y estos dos unen fuerzas.

Shura suspiró. —Comienzo a pensar que serán un dúo peligroso. —Se puso de pie y se sacudió la ropa para remover las hebras de cabello oscuro que habían sido cortadas. —Me iré a bañar y después buscaré a Alde para saludarlo, conoziéndolo el también querrá abrazarme y no quiero llenarlo de cabello.

—Ojalá él no te vaya a cachetear como los demás.

Shura se detuvo en la salida de la tienda y después volteó para contestarme. —Ojalá no porque se ve que tiene la mano muy pesada.

Yo también fui víctima de las tijeras de Afrodita. Al igual que a Shura, por los lados y la parte de atrás me lo dejó bastante corto, lo cual me agradaba porque odiaba que se metiera dentro de las orejas, en la parte de arriba me lo dejó más largo que al español, permitiendo que mis chinos se formaran lo suficiente y ya rizado no interfería contra mi visión, y las patillas se me las dejó más cortas en comparación con el hispano. Apenas tuve la oportunidad, de la bolsa que traje conmigo de la unidad médica, saqué mi preciada vincha roja y la até en mi cabeza, faltaban horas para el inicio de la guardia nocturna, pero yo ya no podía estar mas tiempo sin ella. Me sentí completo.

Era bastante agradable volver al campamento, la mayoría de ellos eran buenas personas y convivir con ellos era divertido. Ahora entendía el verdadero motivo por el cual Shura se mantenía aislado normalmente, detrás de aquella camioneta que estaba estacionada, apartado del resto, pero no tenía por qué ser de esa forma. No todos en el campamento eran unos imbéciles y Shura no estaba solo, tenía a Aldebarán, a Ángelo, a mí, incluso a Afrodita, así que esa noche, después de mucho tiempo, se atrevió a pasar el rato con el resto de nosotros. Estaba cohibido, no le dirigió la palabra a los demás, ni los demás a él, pero ese era un gran paso, y uno muy bueno, lo sabía porque el tiempo que tuvimos libres antes de nuestra guardia nocturna lo noté sonriendo tímidamente ante las ocurrencias de sus amigos, y eso me llenaba de dicha.

Era mi momento de descanso previo, pero todo el tiempo lo dediqué a estar al pendiente de él. Llegué a sentir una mirada malintencionada así que me les quedé viendo a los dos soldados en cuestión, de otro pelotón, cuando ellos notaron la amenaza en mis ojos aguamarinos fruncieron el ceño con desagrado y después cuchichearon algo entre ellos. Eso no me importaba, podían decir lo que quieran de mí, pero con Shura nadie si iba a meter, nunca más, yo no lo iba a permitir.

*+*+*

Perdón por la demora, han habido más cambios en mi vida (afortunadamente para bien y estoy muy feliz con ellos, pero no me he podido adaptar lo suficiente y apenas encontraba tiempecito para escribir.

Espero que les esté gustando como va evolucionando la relación de Aioros y Shura, sobre todo en los pensamientos que conocemos del primero, Shura es un misterio aunque me parece también bastante obvio.

Gracias por leer <3

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro