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13

Estaba aburrido, las aspas del ventilador moviéndose despacio, echando una miseria de aire, no era suficientemente entretenido para pasar el rato.

Me encontraba en un dilema. Después de pensarlo durante toda la noche me di cuenta que lo que hice con Shura estuvo mal, todo había sido una gran metida de pata, desde el forzoso interrogatorio, hasta mi forma de ayudarlo. No había pensado en lo absoluto en sus sentimientos ni en sus preferencias, sin importar que le dije que no quería lastimarlo terminé haciéndolo y todo por querer satisfacer mi curiosidad y no pensar antes de actuar.

Reconozco que al inicio había estado enojado, primero por las palabras que me había dicho mi vecino de camilla, y en segunda porque me sentí engañado, creí que Shura me había mentido al ocultarme ese detalle, porque no lo había hecho "obvio", pero muy tarde me di cuenta que Shura jamás había sido deshonesto conmigo, el siempre se había mostrado tal cual era, serio, tímido, reservado en todos los aspectos de su vida, y aunque el Capitán Shion lo había asignado como mi "escolta" con el tiempo Shura me había ofrecido su amistad, había sido amable conmigo, me había enseñado mucho, y era alguien con quien podía contar en las buenas y definitivamente en las malas, era un gran sujeto, y yo lo había lastimado.

Estaba apenado conmigo mismo por mi comportamiento, y sabía que debía disculparme con él. Pero Shura no quería saber nada de mi. Varias veces en la mañana me atreví a mirar en su dirección, esperando obtener una señal de su parte que reflejara un son de paz entre nosotros, pero obtenía lo opuesto a ello, cuando Shura sentía mi mirada se giraba en la cama para darme la espalda.

Joder...

Tenía miedo de acercarme y ser rechazado por él, mucho miedo, mi corazón se rompería.

Solté un largo suspiro mientras miraba el techo sobre mí. ¿Acaso yo le había roto el corazón a Shura al hacerlo sentir rechazado?

—¿Soldado Bowmanson?

La voz grave que pronunció mi apellido llamó mi atención.

—¿Si? —Me senté sobre la camilla para mirar al soldado enfrente de mí.

—Te llegó una carta.

Mis ojos brillaron al mirar el pequeño sobre amarillo que el soldado extendía hacia mi. Era una carta para mi.

¡Mi primera carta!

La acepté con una sonrisa, al leer mi nombre en ella mi sonrisa se ensanchó aún más, definitivamente era mía, cuando estuve a punto de leer el nombre del remitente vi de reojo como el soldado se alejaba y, aunque ya me había dado mi correspondencia, necesitaba obtener un tributo para atenuar la situación actúal que me aquejaba. c¡Espera!

El soldado se detuvo.

—¿Tienes más cartas para entregar a este pabellón? Una para un chico de apellido Cabrera.

El soldado miró los otros sobres que llevaba, cuando terminó de repasarlos sin encontrar a mi objetivo me desilusioné, sin embargo, continuó buscando en su mochila y de ahí sacó un pequeño paquete. —¿Diego Cabrera?

De nuevo mis ojos brillaron, solo que ahora fue por escuchar su nombre. —¡Si! ¿Crees que yo se la pueda entregar? Es mi amigo, el chico de cabellos negros que esta unas camas allá... —Señalé a mi izquierda con discreción.

El soldado se encogió de hombros. —Es un trabajo menos. —Y sin agregar más me la dio.

Rápidamente salí de la camilla, las heridas en los músculos de mi cuerpo dolieron más los esparadrapos que las sujetaban para que no se abrieran debían cumplir su función, no eliminaban el dolor, pero debía soportarlo, era por una buena causa, Shura lo valía.

Cuando estuve en frente de su camilla el alzó la mirada, pero en cuanto sus ojos se encontraron con los míos su ceño se frunció.

—Llegó el correo. —Extendí su paquete con una tímida sonrisa. —Esto es para ti.

—...

Comencé a sudar la gota gorda pues el no respondió ni hizo nada, se quedó quieto, pero sus ojos estaban bien clavados en los míos, de una forma que me resultó intimidante, a la expectativa de mi siguiente movimiento, esperándolo.

Suspiré, yo sabía que esperaba de mí. —¿Puedo sentarme? —De nuevo no obtuve respuesta, pero me senté de todas formas en la orilla de su camilla, a su derecha. —El que calla otorga. —Con cuidado dejé el pequeño paquete sobre su regazo.

Y aunque siguió sin decir nada, cuando dejó de mirarme el matiz en sus ojos cambió, ya no estaban enfadado, en ese momento se veía... Triste.

Mi corazón se encogió, lo estaba haciendo esperar demasiado y con ello lo estaba lastimando aún más.

Cerré mis ojos y me rasqué la frente antes de hablar. —Escucha Shura, quería disculparme no debí haberte acosado con mis preguntas, ni decirte que hacer, estuvo mal y fuera de lugar. No tenía ningún derecho a tratarte de esa forma, nadie lo tiene y nadie lo merece.

Sus ojos verdes volvieron a posarse en mi pero sus labios seguían sellados.

—Soy un grandísimo tonto. —Sonreí apenado, deseé tomar su mano que descansaba a su costado, pero no me sentí digno de merecerla. —Prometí que no dejaría que nadie te lastimara y terminé haciéndolo yo mismo, pero te juro que jamás volverá a suceder. —Enuncié con la mano derecha sobre el pecho. — ¿Me perdonarías?

Cuando su expresión se relajó y en su rostro se formó una de sus características sonrisas sutiles la felicidad volvió a mí. —Vale.

No me esperaba una gran respuesta de su parte, después de todo así era Shura, de pocas palabras, reservado, y yo no le cambiaría ningún detalle por nada del mundo, así lo quería.

—Gracias a Dios... —Pasé una mano por mi cabello, alborotando mis rizos castaños. —Estaba pensando seriamente en arrodillarme y suplicar por tu perdón.

—Que bueno que no lo hiziste, hubiera sido una vergüenza para ambos.

Sonreímos juntos.

Cuando Shura comenzó a abrir el paquete que había dejado sobre su regazo recordé un agradable detalle que me moría por compartir con él. —¡¿Adivina qué?! —El entusiasmo esporádico en mi voz hizo que diera un pequeño brinquito sobre la camilla, yo le mostré el otro sobre que me habían entregado. —¡Recibí mi primera carta!

Sus ojos brillaron de felicidad, creo que la mía había sido tanta que se la había contagiado. —¡Genial! ¿Pero por qué aun no la has abierto?

—Ohh... —Miré el sobre en mi mano, era la letra de mi madre, le había quedado muy bonita su caligrafía al poner mi nombre. —Es que quería compartir este momento contigo.

Shura se mordió su labio inferior, y después de pasar saliva continuó. —¡Pues ya ábrela de una vez!

Sonreí de nuevo mientras abría el sobre, Shura trataba de no alzar tanto la voz, pero claramente también estaba emocionado.

Lo primero que salió fue una fotografía de mi pequeño hermano, quien ya debía tener un año y siete meses de vida, había crecido tanto en 3 meses, y en la fotografía estaba montando una silla mecedora en forma de leoncito animado, sonriendo, mostrando sus diminutos dientes de leche.

Me reí un poco de lo simpático que se veía antes de pasarle la foto a Shura.

—¿El es tu hermano?

—Si... Se llama Aioria.

Sus delgadas cejas se alzaron al escuchar el nombre, y aunque no dijo nada yo sabía que seguramente le pareció curioso que nuestros nombres se parecieran tanto. —Vaya... Es lindo. Se pareze mucho a ti.

Lo miré con incredulidad. —¿En serio lo crees?

—Claro, los cortaron con la misma tijera.

Me moví de donde estaba para sentarme hombro a hombro junto a él y así volver a ver la foto de mi hermano sin tener que pedírsela. —Si, me parece que los dos sacamos todos los rasgos de la familia de nuestra madre, aunque él es más rubio que yo, y si no lo asolean tanto de bebé como a mi puede que se quede blanquito, aunque no creo que tanto como tú.

Shura me regresó la foto, la cual dejé con cuidado sobre mi muslo. Después seguí buscando en el sobre, todo lo que quedaba era una hoja de papel perfectamente doblada, estaba bastante emocionado, cuando leí las primeras tres palabras sentí que el corazón no me cabía en el pecho.

"Querido hermano mayor. Lamento enterarme que digas que el calor en Vietnam es insoportable..."

—Espera un segundo. —El español me interrumpió. —¿Si le escribiste del clima?

—¡Tu me dijiste que lo hiciera!

—Era una sugerenzia si no tenías nada más que dezir.

—Pues así eran las cosas... —Shura achicó la mirada ante mi comentario. —Vale, perdón, continua.

—"... Aquí en Madison el verano fue calientito, aunque las nubecitas blancas en el cielo ayudaban." —Relamí mis labios al percatarme de las palabras aniñadas en la carta, mi madre había aceptado el juego que le propuse al escribirle a mi hermano. —"Espero que estés usando la crema que mamá me pone para no tostar mi piel, aunque eso haría que me pareciera más a ti, y no creo que me molestaría."

—Te lo dije, con la misma tijera.

—"Te extraño, hermano. Ahora que puedo caminar de un lado al otro entro a tu cuarto, buscándote, sin embargo, mis ojitos nunca te encuentran y es cuando me dan ganas de llorar, incluso llegué a buscarte debajo de la cama, o en tu closet y cuando volteo para preguntarle a mamá por ti ella dice que estas muy lejos, siendo un héroe para el país, que te habías ido por la gloría y por la paz, por el honor y el bienestar, yo ni siquiera sé que significa eso, solo quiero que vuelvas pronto y con bien, extraño jalarte el pelo." —Escuché la sutil risilla del español a mi lado, yo también sonreí y, aunque en el pasado llegó a provocarme dolor cuando hacía eso, admitía que si extrañaba al chiquillo. —"Y sobre tu pedido, no te preocupes, me estoy portando bien, me como todos mis vegetales, y cuando se trata de carne como como si fuera un león. Tampoco te preocupes por tus cosas, no he roto ninguna de ellas... Aún." —Este niño... —"También, durante las noches antes de dormir con mamá me pide que me quede callado, nos arrodillamos juntos y me pide que junte las manitas para pedir por tu bienestar y porque tu ángel de la guarda nunca te abandone. Espero que vuelvas pronto, ya se lanzar la pelota de goma y me muero por jugar contigo. ¡Te quiero mucho! Tu hermanito, Aioria".

Cuando terminé de leerla cubrí mis labios y parpadeé un par de veces para desvanecer la humedad que se acumuló en mis ojos, no creí que me pondría tan sensible y tenía un mar de emociones por dentro, estaba feliz, pero al mismo tiempo triste, maldición, si me echaban de menos en casa.

Una paleta envuelta se hizo presente en mi campo de visión, sacándome de los pensamientos que me entristecían.

—¿De donde sacaste eso? —Le pregunté a Shura antes de aceptar su oferta, lo que hizo fue voltear la caja que había abierto mientras yo estaba sumergido en mis pensamientos, y de ella salieron un montón de paletitas planas de diferentes colores. Fácilmente calculaba que eran como unas 30.

—Mi mamá me las mandó.

—Vaya... —Recordaba que cuando recién lo conocía frecuentemente lo veía con una paleta en la boca, sin embargo, con el tiempo estas desaparecieron y después lo vi con mayor frecuencia con cigarros entre los labios. —Que lindo de su parte.

Shura solo sonrió antes de abrir una de color verde y llevarla a su boca, yo hice lo mismo con la mía roja, eso me recordó algo.

—¿Crees que cuando nos vayamos de aquí nos regresen lo que llevábamos puestos al ser heridos?

—¿Para qué quieres tu uniforme?

—No lo quiero, pero quiero que me regresen el pañuelo rojo que me diste, quiero seguir usándolo en mi frente.

Shura se encogió de hombros. —Es un pedazo de tela, te podemos conseguir otro.

—Pero no quiero otro, quiero el que tú me regalaste, me siento desnudo sin él.

Shura arqueó una ceja. —¿Desnudo?

—Bueno, incompleto.

Hubo un corto silencio mientras Shura pasó saliva, había despegado sus ojos de mí, algo pensaba, quizás como recuperarlo, lo único que se movía era el palito de la paleta que se asomaba de sus labios. —Tendremos que preguntarles a las enfermeras.

—Si... —Sonreí satisfecho ante su propuesta. —¿Y a ti qué te escribió tu mamá?

Las mejillas de Shura se pusieron rojas de golpe. —No tengo porque leerte mi carta, es privada.

—¡Yo te leí la mía!

—¡Yo no te pedí que lo hizieras!

Eso era cierto así que me quedé sin palabras, sin embargo, llamé su nombre con ojos de perrito triste. —Shuraaaa... Si algo me ha enseñado el incidente del día anterior es que realmente no nos conocemos tanto, y a pesar que debo respetar tu privacidad yo si quiero conocerte más.

Shura frunció el ceño antes de sacarse la paleta. —¿Solo porque soy gay?

—No, solo porque me agradas. —Sonreí ligeramente para inspirarle confianza, eso era todo lo que quería, que confiara en mi, quería estar para él en lo que fuera. —Puedes decirme lo que sea, en verdad, si quisieras hablarme de chicos te escucharé.

—¿De chicos?

—Si... Seamos objetivos, estás en el ejercito y en el cuartel somos puros hombres. —Dejé el dulce de lado, sosteniéndolo en mi izquierda. —¿Qué tal si encuentras al amor de tu vida y se comporta como un idiota? Podrías contarme si quisieras desahogarte.

—Ah... —Shura se rascó la mejilla, incómodo.

Esa no era mi intención, así que continué en un intento por arreglar las cosas. —O si te gustara alguien... —Recordé que la noche anterior Shura había dejado la habitación con otro hombre, mi cuerpo se puso tenso de solo recordarlo. —¿Ya te gusta alguien?

Shura desvió la mirada, su cuerpo herido se apegaba contra el respaldo de la cama, quería desaparecer, y sus mejillas rojas lo delataban.

¡Si le gustaba alguien!

Sonreí. —No tienes de que apenarte, el amor es de lo más natural y es lindo y mágico, y si lo encuentras cualquier persona, digo, hombre, seria dichoso de ser tu pareja; por fuera eres bien parecido, y por dentro eres inteligente, educado, fuerte, te sabes valer por ti mismo y creo que lo que más me gusta de ti es que transmites paz y seguridad.

Sus pestañas negras y largas parpadearon repetidas veces mientras me miraba, su rostro seguía rojo como un tomate. De nuevo desvío la mirada y suspiro. —Aioros...

—Aunque ahora que lo pienso, creo que nadie del cuartel es suficientemente bueno para ti, te mereces a alguien perfecto. —A diferencia de Shura yo si me había dado el tiempo de conocer a todos los demás, incluso a los miembros de otros pelotones, al ser soldados todos tenían buen físico, pero no todos tenían lindas facciones, la mayoría se comportaban como unos idiotas y seguramente la mayoría de ellos ni eran gays, que difícil situación.

—No quiero a alguien perfecto.

—¿Eh?

—Y tampoco busco al amor de mi vida aquí, es bastante difícil la situazión, todos los días existe la alta probabilidad de morir o resultar lesionados. —Sus ojos verdes miraron las cintas blancas con las que estaba parchado su cuerpo y suspiró. —Sería doloroso.

—Pero el amor siempre tendrá ese lado malo si siempre lo ves de esa manera, no solo aquí, en el servicio, sino también allá fuera. Siempre tendrás el miedo de que en un segundo podrías perder a alguien especial, la vida es muy impredecible, lo único que puedes hacer es disfrutar cada situación lo más que puedas y hacerle saber a las personas que amas cuanto los aprecias.

Suspiré y miré la carta que me había mando mi madre de parte de mi hermano. ¿En verdad yo había dicho eso? Sonreí de lado para mi mismo, quizás estaba madurando, aunque sea un poquito a la vez.

Cuando volteé a ver a Shura su mirada estaba perdida en la nada mientras meditaba.

Puse una mano sobre su hombro, provocando que sus ojos verdes se encontraran con los míos. —De cualquier forma, a lo que realmente iba es que me gustaría que confiaras en mi como yo confío en ti.

—Aioros... —Shura tomó mi mano para removerla con cuidado de su hombro y dejarla sobre la cama. —No es que no confiara en ti, es solo que... —Mordió su labio inferior y seguido de ello suspiró. —Tenía miedo de tu reacción, pero también siendo honesto, no creo que había motivo de decirlo.

De veras que yo era un idiota. Bajé la mirada al recordar mi comportamiento el día de hoy.

—Y si confió en ti, en verdad lo hago, que me guarde algunas cosas es solo por mi amor a la discreción, no te lo tomes personal.

—Entiendo... —Alcé la mirada para verlo, en su rostro estaba dibujado su pequeña sonrisa de lado. —Aún así quiero conocerte más.

—Eres imposible... —La sonrisa de Shura se amplió, aunque negó con la cabeza. —Pero dale, que quieres conocer.

—Todo lo que tú me quieras compartir.

Ante mi respuesta los ojos de Shura se abrieron como platos y después bajó la mirada para rascarse la nuca. —No soy tan interesante, Aioros.

—Para mí lo eres.

Shura volvió a introducir la paleta en su boca y cerró los ojos mientras trataba de aclarar su mente, sus recuerdos, su historia y decidía que detalles contar de ella, sacando el dulce cuando estuvo listo para hablar. —Nazí en Madrid, España el 12 de enero del 48 y mi madre y yo llegamos a los Estados Unidos cuando yo tenía 10 años.

Recordé que Aldebarán me había mencionado que la madre de Shura era toda su familia. —¿Qué hay de tu padre?

Shura rio con amargura ante la mención. —Él solo embarazó a mi madre y su familia lo mandó lejos para que mi nazimiento no le arruinara su vida. Eran solo unos adoleszentes, sus padres no querían que yo naziera, incluso le dieron dinero a mi mamá para que se deshiziera de mí. Eso es todo lo que sé de ellos y pues, el apellido. —Torció los labios con disgusto. —Mi madre me registró con él por si quería buscarlo algún día, pero honestamente no quiero verlo nunca.

Cerré mis puños con ira, la sangre me bulló. —Que tontos... —¿Cómo podrían ser tan crueles con un pobre bebé? Demonios, la historia de Shura era tan opuesta a la mía, yo me moría por reencontrarme con mi padre y él...

—Quizás.

La seriedad en la voz de Shura me sacó de mis pensamientos.

—La verdad es que si yo no hubiera nazido mi madre no hubiese terminado yendo a América mediante engaños. —Sonrió con tristeza. —Ya sabes la típica historia, una mujer bonita, con problemas económicos, le dizen que la pueden volver una gran estrella o modelo en otro país, pero es solo un negozio ilegal y asqueroso.

Abrí mis ojos como platos, si había escuchado que eso sucedía, pero jamás creí que conocería al familiar de alguien que había lidiado con ello. —Tu madre... ¿Está bien?

—Si, ella se dio cuenta a tiempo así que pudo escabullirse de ello, pero después de eso tuvimos que dejar Nueva York porque tenía miedo de que nos encontraran, y no teníamos ni un centavo, ni nadie que nos acogiera, así terminamos en un refugio de Rochester, Minnesota.

—¡Eso está cerca de donde yo vivo! —Comenté evidentemente emocionado. —Creo que está a 3 horas en auto desde Madison.

—¿Madison?

No me extrañaría si Shura no se sabía las capitales de todos los estados y no lo juzgaba por ello, sobre todo considerando el duro pasado que estaba descubriendo. —Si, en Wisconsin. Tu estado está junto al mío. —¡Éramos vecinos de estado! Y también éramos vecinos de catre en el campamento. Miré a la camilla izquierda a nuestro lado, desde que descubrí que Shura estaba en el mismo pabellón que yo jamás vi a nadie ocuparla, pero en cuanto viera a una enfermera le pediría que me cambiaran, ya no soportaba ver la cara de Algol de cerca y quería mantenerme cerca de mi amigo, por si me necesitaba.

Shura abrió sus ojos ante la sorpresa. —Siempre pensé que serías de un lugar soleado... Como Florida.

—Y estás en lo cierto, solo que en diferente costa. Nací y crecí en California hasta los 11 años que fue cuando mi madre abandonó a mi padre.

—Vaya... —Shura sonrió tímidamente. —¿Me habías comentado antes que tu padre era soldado, zierto?

Asentí con orgullo. —Si, sirvió en la segunda guerra, en Corea, y ahora está aquí en Vietnam del Norte.

—Wow... Y tu eres soldado voluntario. —Sonrió de lado. —Los dos deben estar igual de locos.

Sonreí con él, me halagaba que me comparara con mi padre. —Puede ser.

—Es curioso... —Dijo en voz baja más como para sí mismo.

—¿Qué cosa?

—Ahh... —Fue entonces cuando se dio cuenta que había pensado en voz alta. —Como la guerra ha impactado tu vida y la mía mucho antes de nuestro servicio.

Yo lo miré con atención, sabía que el pasado militar de mi papá y de mi abuelo habían sido una gran influencia en mí, sin embargo, no sabía cómo la guerra había afectado la vida de Shura en su pasado. —¿A qué te refieres?

—Ah... Es que mis abuelos y mi madre son de Nagasaki.

De nuevo abrí los ojos como platos. —¿Nagasaki, Japón?

—Si... Una de las ciudades que destruyeron con una de sus monstruosas bombas.

Mi cuerpo se inclinó tanto hacia atrás que casi me caigo de la camilla de Shura. —Ouch... —Me quejé ante el dolor por mis heridas ante el esfuerzo por sujetarme y también en donde las manos de Shura se aferraron de mis brazos para que no terminara en el piso. —No lo puedo, creer Shura... ¿Eres mitad japones?

—Si, pero eso también es un secreto así que no se lo digas a nadie, ¿de acuerdo? Solo tú lo sabes, bueno, tú y el oficial que me reclutó, pero solo tú estás cerca y si se llega a saber sabré que fue tu culpa.

Asentí emocionado a pesar de la amenaza que había en aquella oración, ¡Era algo que solo yo sabía! A eso me refería cuando decía que quería confianza, ahora si no tenía duda, definitivamente la había. —¿Cómo fue que te reclutaron?

Shura desvió la mirada, sin embargo, creo que ya sabía que mis ojos insistentes no lo dejarían en paz hasta obtener lo que quería de su parte. Suspiró resignado. —Fue hace casi dos años. Un polizía me arrestó por golpear a unos gringos.

—¿Tu? Con lo serio y bien portado que te ves... ¿Eras un malandrillo de las calles?

—¡No! —Exclamó apenado. —Es solo que ya me tenían hartos y no quería que le causaran más problemas a mi mamá así que... Ya sabes, tuve que defenderla. Pero cuando ella fue a sacarme de la comisaría el ofizial se dio cuenta que ambos éramos indocumentados y dijo que no tenía otra opzión más que deportarnos a menos que sirviera en el ejérzito y así obtendríamos la nacionalidad de forma legal.

—No lo entiendo... —Mi ceño se frunció ante la confusión, apreciaba a Shura y sé que sin ese incidente no lo habría conocido, pero.. —¿Eso no sería bueno después de la forma en la que llegaron al país?

—Supongo... —Shura pasó una mano por su cabello, estirando las delgadas hebras negras hacia atrás. —No te mentiré, yo estaba emozionado, pero mi mamá no.

—¿Por qué no?

—El problema es que tendríamos que comenzar de nuevo y a mi madre le costó mucho establecerse ahí y sacarme adelante lo mejor que pudo, además creo que le encanta los Estados Unidos.

Joder... Shura se había metido en este embrollo solo por ella, para darle gusto y que se quedara en el lugar al cual amaba, por ella aguantaba que otros lo molestaran, que lo empujaran con el hombro, se metieran con sus cosas, se burlaran y lo insultaran, por ella guardaba silencio, para obtener la nacionalidad que ella tanto quería para ambos.

—Shura... ¿Cómo se llama tu mamá?

El aludido me miró desconcertado ante mi pregunta. —Mine. ¿Por?

Sonreí ligeramente. —Por nada... Es solo que ella es realmente muy afortunada de tenerte.

*+*+*}





Hola!

Antes de que quieran patear a Aioros por los capítulos anteriores hay unas aclaraciones que me gustaría hacer.

Como han visto en este ff Aioros dista de ser don perfecto como acostumbramos a verlo en muchas de las historias (en las que es bueno y no está vengativo ni abusivo con Shura) y yo estoy cómoda con eso, ¿por qué? Bueno, un personaje perfecto como protagonista a mi parecer suele ser aburrido o suele ser pisoteado por los demás.

Otra cosa es que sobre el tema de homosexualidad, se pudo haber entendido (por el conocimiento basado en estereotipos) que Aioros nunca había lidiado con ella, al menos no de manera consciente, y su reacción fue imprudente y errónea, pero no lo hizo del todo con mala intención, simplemente quería aclarar las cosas (aunque si, estuvo mal y metió la pata donde no debía).

En tercera, a mi parecer los Sagitarios no son unas moneditas de oro. Si, son queridísimos por todos y son muy agradables, pero en base a mi experiencia con varios de ellos, son signos a los que les gusta divertirse a costa de los demás, que quizás no lo hagan con malicia, pero son tan relajados que a veces no se miden o se ponen a pensar en el impacto de sus palabras sobre todo cuando están "bromeando".

Y por último, insisto, aquí no es don perfecto por default, pero eso no impide que no reconozca sus errores y tenga la madurez para enfrentarlos y tratar de solucionarlos.

El Aioros de este mundo tiene muchas fallas (las cuales en mi opinión se notan desde el prólogo) y se está enfrentando a una situación horrible por unos motivos bastante cuestionables, aunque respetables, (digo, el man siempre cree que está haciendo lo mejor para todos) y creo que debido a su positivismo Aioros es un buen personaje para tener el complejo de héroe que parecen tener los americanos (el ejército interfiere en otros países con la falsa idea de "ayudar" con armas cuando claramente el gobierno tiene intereses económicos).
No todas las buenas intenciones llevan a buenos resultados y eso es algo que este muchachito debe aprender por las buenas o por las malas.

Y en este cap por fin conocemos muchísimo más de Shuris!

Muchas gracias por los comentarios, gracias a que comentaron que Shura tenía como ciertos aires asiáticos en el primer capitulo donde aparecieron los coreanos se me ocurrió volverlo canon en esta historia, así que si, Shura es mitad japonés.

Y pues ay mis chiquillos, Aioros me da mucha risa por lo ingenuo que es, pero están avanzando en su amistad.

Y si creen que Shura lo perdonó rápido pues creo que él es bastante maduro y que incluso, con su negatividad o sus malas experiencias, podría incluso haber esperado algo mucho peor, además se nota que por Aioros Shura cede demasiado.

Gracias por leer!

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