Uno
El Camp Nou se erguía majestuoso bajo el cielo despejado de una tarde de primavera.
Los cánticos de los aficionados resonaban en las gradas mientras los jugadores de ambos equipos saltaban al campo.
Hansi, con 21 años, ajustó sus medias antes de dar los primeros pasos en el césped. A pesar de ser un profesional consumado, no podía negar el cosquilleo de los nervios que siempre le acompañaban en encuentros importantes.
El partido era amistoso, pero el orgullo estaba en juego, el Barça era un rival imponente, y enfrentarlos en su propio estadio era un desafío.
Sin embargo, algo más llamó su atención, mientras calentaban, sus ojos se detuvieron en un joven Omega que practicaba tiros a portería.
Su cabello castaño reflejaba la luz del sol, y su sonrisa, cuando el balón entraba en la red, parecía iluminar el estadio entero.
Hansi no podía apartar la mirada.
—¿Quién es él?—Preguntó en voz baja a uno de sus compañeros.
—¿Ese? Es Bojan Krkić, la joya del Barça. Tiene solo 19 años, pero dicen que será uno de los mejores.
Hansi asintió, fingiendo desinterés, aunque en realidad sentía que algo en su pecho se agitaba cada vez que lo veía moverse con tanta gracia por el campo.
El partido comenzó, y Bojan demostró rápidamente por qué era considerado una promesa.
Su agilidad y precisión eran deslumbrantes, pero para Hansi, no eran solo sus habilidades lo que le impresionaban.
Era la forma en que se levantaba después de cada caída, la pasión que irradiaba con cada movimiento, la alegría genuina que parecía transmitir incluso en un simple pase.
En una jugada, Hansi terminó cara a cara con Bojan tras un cruce defensivo.
El Omega levantó la vista, encontrándose con los ojos de Hansi.
—Buen corte.—Dijo Bojan con una sonrisa que hizo que a Hansi se le secara la boca.
—Gracias… eres rápido —Logró responder, aunque su voz salió más ronca de lo que esperaba.
Bojan se rió suavemente antes de volver a correr, dejando a Hansi con el corazón latiendo a un ritmo desconocido.
El Barça ganó el partido por un gol, y los jugadores comenzaron a intercambiar camisetas.
Hansi buscó a Bojan entre la multitud, lo encontró riendo con algunos compañeros, su rostro enrojecido por el esfuerzo.
Armándose de valor, Hansi se acercó.
—¿Te importa si intercambiamos camisetas?
Bojan lo miró sorprendido, pero con una chispa de diversión en los ojos.
—¿Tú quieres mi camiseta?
Hansi se encogió de hombros, intentando parecer despreocupado.
—Es un recuerdo de un gran jugador.
Bojan se rió, pero accedió.
—De acuerdo, pero espero que también recuerdes el gol que les marqué.
Hansi sonrió mientras le entregaba su camiseta.
—Eso será difícil de olvidar.
Más tarde esa noche, el equipo de Hansi cenó en un restaurante cercano al estadio, sin embargo, él apenas podía concentrarse en la conversación.
Su mente estaba atrapada en el recuerdo de Bojan, decidió salir a tomar aire y, para su sorpresa, encontró al joven Omega en la entrada.
Cuando Bojan lo vio, levantó una mano en señal de saludo.
—¿Tú también necesitas escapar del ruido?
Hansi asintió.
—A veces es bueno tomar un momento de calma.
—¿Y qué haces en tu momento de calma?—Preguntó Bojan, apoyándose contra la pared con una expresión curiosa.
Hansi sonrió, sintiéndose más relajado de lo que esperaba.
—Observar las estrellas, si es posible, me recuerda que el mundo es mucho más grande de lo que nosotros pensamos.
Bojan lo miró fijamente por un momento antes de hablar.
—Eres diferente a lo que imaginé.
—¿Y qué imaginaste?
—Un Alfa frío, competitivo… Distante, pero tú eres… —Bojan buscó las palabras, inclinando la cabeza ligeramente.
—Tranquilo.
—Tal vez no siempre me han entendido bien.
Bojan sonrió.
—Creo que te entiendo un poco mejor ahora.
Las cartas de Hansi comenzaron a llegar con una puntualidad casi religiosa.
Cada semana, el cartero dejaba un sobre blanco cuidadosamente sellado con un remite alemán.
Al principio, Bojan se sorprendió, nadie le había escrito cartas de ese modo, mucho menos alguien como Hansi Flick, un Alfa que apenas conocía.
La primera carta era sencilla, casi tímida.
Querido Bojan.
Desde que regresé a Alemania, no dejo de pensar en nuestra charla aquella noche.
Hay algo en tu forma de ser que me atrapó… una luz, quizás.
No sé si es demasiado atrevido decirlo, pero siento que puedo hablarte con una sinceridad que pocas veces encuentro.
Espero que no te moleste recibir esto. Simplemente necesitaba decírtelo.
Con afecto,
Hansi.
Cuando Bojan leyó esas palabras por primera vez, sintió un calor extraño en el pecho. Releyó la carta al menos una decena de veces antes de guardarla en su cajón más preciado.
No tardó en responder.
Querido Hansi.
No puedo negar que me sorprendió recibir tu carta, pero, al mismo tiempo, me alegró.
Es raro, pero creo que entiendo lo que sientes, hablar contigo aquella noche fue como si, por un momento, el resto del mundo desapareciera.
Tal vez sea extraño decirlo, pero me alegra que tú también lo sintieras.
Con cariño,
Bojan.
Con cada intercambio, sus cartas se volvían más íntimas.
Compartían detalles de sus vidas, sus sueños, y sus miedos más profundos.
Hansi hablaba de su infancia en Alemania, de cómo siempre había sentido que debía cumplir con las expectativas de su familia.
Bojan, por su parte, le contaba sobre la presión de ser una estrella joven, de la soledad que a menudo sentía en un mundo que lo veía más como una promesa que como una persona.
Un día, Bojan escribió.
Hansi.
A veces me pregunto cómo sería todo si no fuéramos quienes somos. Si no fueras un Alfa en Alemania y yo un Omega en España.
Si pudiéramos vivir en un lugar donde nadie esperara nada de nosotros, donde pudiéramos ser solo tú y yo.
¿Es egoísta desear algo así?
Siempre tuyo,
Bojan.
La respuesta de Hansi llegó días después.
Bojan,
No, no es egoísta, es lo único que quiero. Desde que empecé a escribirte, cada momento lejos de ti se siente como una eternidad.
He leído y releído tus cartas tantas veces que las sé de memoria.
A veces cierro los ojos y trato de imaginar tu voz diciendo las palabras que escribiste.
Si hubiera una forma de estar contigo… la tomaría sin dudarlo.
Con amor eterno,
Hansi.
Sus sentimientos crecieron entre palabras y promesas escritas en tinta.
Pero el mundo real no era tan amable como el que imaginaban en sus cartas.
Hansi empezó a sentir la presión de su familia, especialmente de su padre, quien insistía en que debía casarse con una Beta de buena posición.
La carta que cambió todo llegó un día de lluvia en Barcelona, Bojan la leyó con las manos temblorosas.
Mi querido Bojan,
No sé cómo empezar esta carta porque no quiero escribirla.
Quiero que sepas que todo lo que he dicho, todo lo que hemos compartido, es real.
Eres lo mejor que me ha pasado en esta vida. Pero… mi familia me ha comprometido con alguien más.
No es algo que haya elegido, sino algo que se espera de mí. Ella es una buena persona, pero nunca será tú.
Nunca podré amarla como te amo a ti.
Te prometo que siempre llevaré tu nombre en mi corazón, aunque ya no pueda escribirlo en cartas.
Perdóname, por favor. Te amo más de lo que puedo expresar.
Para siempre tuyo,
Hansi.
Bojan no pudo contener las lágrimas mientras leía, esa noche, salió al balcón de su apartamento y miró el cielo, buscando respuestas en las estrellas.
Guardó la carta junto a las demás, pero no respondió.
Hansi cumplió con su deber, casándose con la Beta que su familia había elegido.
Aunque trató de ser un buen esposo, su corazón nunca dejó de pertenecer a Bojan.
Tuvo un hijo, Joshua, al que adoraba, pero en las noches solitarias, se encontraba pensando en el joven Omega que había dejado atrás.
Años después, cuando Joshua tenía nueve años, Hansi vio un artículo en el periódico.
Era una entrevista con Bojan, en una de las preguntas, mencionaron que tenía un hijo pequeño.
No había ninguna mención de un Alfa.
Aquella noche, Hansi se sentó en la oscuridad de su estudio, sosteniendo una de las cartas de Bojan que aún guardaba.
Su mente estaba llena de preguntas, pero sabía que no tenía derecho a buscar respuestas.
En el otro lado del mundo, Bojan sostenía a su pequeño en brazos, cantándole una canción suave mientras lo arrullaba.
Nunca se había emparejado con otro Alfa, para él, el único hombre al que amaría siempre sería Hansi.
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