Fin
Los entrenamientos en el Barça tenían una regla clara.
Quien fuera el último en salir de las duchas tenía que recoger los balones del campo.
Para Gavi, esto se había convertido en una especie de tradición personal, porque siempre terminaba siendo él quien se quedaba más tiempo bajo el agua.
A decir verdad, el Omega amaba ese momento de relajación después de entrenar.
Esa tarde no fue diferente, Gavi salió con el cabello aún húmedo y una toalla colgando de su cuello, listo para cumplir con su "deber".
Sin embargo, no esperaba encontrarse con alguien en el campo.
Joshua Flick seguía allí, pateando un balón distraídamente, mientras su padre estaba en los banquillos terminando una conversación con Laporta.
Joshua levantó la vista al escuchar el sonido de los pasos de Gavi, el Omega se detuvo al verlo, ladeando ligeramente la cabeza con curiosidad.
—¿Sigues aquí? —Preguntó Gavi, con una sonrisa ligera mientras miraba al Alfa.
Joshua se congeló por un segundo, ¿Por qué su voz sonaba tan...? No tenía palabras para describirlo.
—Ah... sí, bueno, estaba... —Joshua pateó el balón, intentando parecer relajado, pero el balón salió en una dirección completamente distinta.
—Ya sabes, practicando.
Gavi alzó una ceja, divertido.
—Claro, practicando.—Se inclinó para recoger uno de los balones tirados por el campo.
El Alfa lo observaba, y cuando Gavi empezó a juntar los balones en una red, Joshua se sintió obligado a ayudar.
Se acercó rápidamente y tomó un balón, luego otro, aunque sus manos temblaban ligeramente.
—Déjame ayudarte.
—¿Ah? No hace falta, yo siempre hago esto.—Respondió Gavi con naturalidad, aunque le dejó tomar los balones de todas formas.
Joshua se movía torpemente, casi como si nunca hubiera cargado balones en su vida, mientras acomodaba uno, accidentalmente dejó caer otro, provocando que Gavi soltara una risa baja.
—¿Estás bien? —Preguntó Gavi, inclinándose para recoger el balón que Joshua dejó caer.
—¡Sí! Sí, claro, estoy bien.—Joshua sintió que el calor subía a su rostro, bien hecho mierda por tus ojitos.
La sonrisa de Gavi lo golpeó como una ola, era pequeña, pero luminosa, con esos ojos avellanados que parecían brillar bajo las luces del campo.
Joshua sintió que su corazón daba un salto tan grande que casi dejó de respirar.
—Gracias por la ayuda, aunque pareces más nervioso que yo el día de mi debut.—Bromeó Gavi, mientras acomodaba los balones en la red.
—¿Nervioso? No, para nada.—Dijo Joshua, riendo de forma forzada.
—Yo no me pongo nervioso.
Gavi lo miró, divertido, y decidió no responder.
Sin embargo, había algo encantador en ese Alfa que parecía hecho de gelatina.
A unos metros de distancia, Hansi los observaba desde los banquillos, con los brazos cruzados y una sonrisa apenas perceptible en su rostro.
Laporta ya había terminado de hablar hacía rato, pero Hansi había optado por quedarse en su lugar, observando.
—Sin duda, ese pequeño Omega es hijo de Bojan.—Murmuró para sí mismo.
—Solo un Krkić podría poner como tonto a un Flick...
Finalmente, Hansi se levantó y se acercó a los dos chicos, Joshua estaba todavía en su magnífico y nada torpe intento de ayudar a Gavi cuando su padre habló.
—¿Eres Gavi, verdad?—Dijo Hansi con voz amable, aunque había una chispa de curiosidad en sus ojos.
El Omega levantó la vista, sorprendido, era raro que el entrenador principal se dirigiera a él directamente, y menos en su primer día.
—Sí, soy yo, míster.—Respondió con una sonrisa.
—Gavi, bueno, mi nombre completo es Pablo Martín Krkić Gavira, pero todos me dicen Gavi.
La reacción fue inmediata, aunque Hansi ya lo sospechaba, escuchar ese apellido lo golpeó como un rayo.
No había duda, era el hijo de Bojan.
Hansi no tuvo tiempo de responder, porque en ese momento una voz suave pero clara resonó desde la entrada del campo.
—¡Gavi! —Llamó alguien.
El mundo de Hansi pareció detenerse cuando giró la cabeza.
Allí, de pie bajo las luces del anochecer, estaba Bojan Krkić, con el cabello más corto y algunas líneas de madurez en su rostro, pero con esa misma dulzura en sus ojos que Hansi recordaba tan bien.
—Papá, ya recogí todo.—Dijo Gavi, levantando la red de balones.
Pero Hansi no escuchó nada de lo que el chico dijo.
Su mirada estaba fija en Bojan, quien ahora también lo miraba, congelado en el lugar como si acabara de ver un fantasma.
—Bütesi...—Susurró Hansi, su voz temblando ligeramente.
Por primera vez en su vida, Hansi Flick no supo qué decir.
Joshua, que había notado la tensión entre los dos hombres, miró a su padre y luego a Bojan, una sonrisa divertida apareció en sus labios.
—¿Conoces a su padre, papá?—Preguntó Joshua, rompiendo el silencio incómodo.
Hansi parpadeó, sacudiéndose del trance, Bojan, por su parte, sonrió tímidamente, su mirada recorriendo al Alfa que no había visto en más de veinte años.
—Sí, Joshua.—Dijo Hansi, su voz ahora más firme, aunque sus ojos no se apartaban de los de Bojan.
—Conozco a su padre.
Y en ese momento, mientras Bojan daba un paso hacia él, Hansi supo que el destino finalmente le había dado una segunda oportunidad.
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