Uno
Cartas
Señor Menma Namikaze:
Tenga buenos días, tardes o noches. No sé a qué horario recibirá esta carta.
No puedo más que decirle que me asombró mucho recibir su carta, mí buzón ya tenía telarañas por la falta de uso. Pero tampoco me sorprende que mis padres hayan hablado de mí con un vecino, soy su única hija, aunque usted tal vez ya lo sepa.
Si soy sincera, se siente extraño escribir a mano, pero también quiero ser sincera con usted. No estoy interesada en una relación amorosa, no lo conozco, pero yo ya amo a alguien.
Espero que lo entienda.
Atentamente, Hinata.
§
Señorita Hinata:
Lamento que haya tenido esa impresión, Hinata.
Mí intención no es adular, ni engatusar. Simplemente busco amistad, alguien a quien contarle las cosas que pasan aquí en la granja o que usted me distraiga con alguna cosa que pasa por allí. Trabajo mucho y no miró televisión, a veces escuchó la radio pero no hay mucho que escuchar.
Sí, lo sé. Parezco un viejo decrépito.
Déjeme decirle que la edad no viene sola.
Principalmente, busco algo que no sea leer viejos libros para distraerme. Me gusta escribir, pero no soy muy sociable. No soy un psicópata, no se preocupe.
Disculpe si le puse en una situación difícil con su novio, sus padre me habían dicho que era soltera, pero también puedo entender cómo de asfixiantes pueden ser los padres.
No se preocupe, no sabran nada de mí. Su secreto está a salvo.
¿A quién podría decírselo?
Atentamente, Menma
§
Señor Menma Namikaze:
Tenga buenos días, señor Menma.
No creo que sea un asunto de edad. Yo tengo 27 y no miró televisión, reviso alguna que otra noticia por internet, pero no tengo una en mí casa. Y jamás he sido de televisor, me gusta más leer y escribir.
¿Cree en las almas viejas?
Con respecto a tener un novio... En ningún momento escribí eso. Estoy enamorada, pero él no lo sabe.
Atentamente, Hinata
§
Señorita Hinata:
Creo, señorita Hinata, que usted tiene mucha razón.
La edad de nuestras almas no están en sintonía con la edad de nuestros cuerpos. Aunque a veces, me siento de cincuenta...
Volviendo al tema de su enamoramiento. ¿Por qué no se lo ha dicho?
Atentamente, Menma.
Pd:¿Usted cree que podríamos tutearnos?
§
Hinata estaba por ponerse a escribir para Menma, se había tardado una semana mas en la respuesta, porque, sinceramente, no sabía qué decirle; cuando la puerta de su casa sonó con un leve golpe. Ella frunció el ceño y miró su celular para ver la hora, era casi las 21 hs y no estaba acostumbrada a recibir visitas tan tarde.
Se acercó a la puerta, pero no pudo mirar por la merilla ya que estaba muy arriba.
-¿Quién es?- preguntó.
-Tu vecino. Naruto Uzumaki.
Hinata jadeó bajo y se movió para ponerse al frente del espejo que tenía al lado de la puerta.
-¡Ya voy!- gritó mientras se peinaba el flequillo algo chueco.
Observó su reflejo, notando la palidez y las ojeras que se notaban bajo sus ojos. Últimamente, no dormía mucho, estaba pasando por una serie de etapa de insomnio y lo aprovechaba para escribir sus historias.
Respiró hondo cuando apretó la manija para abrir la puerta y al fin lo hizo con una sonrisa. A pesar de prepararse para la impresión, se quedó sin aire al tener frente suyo a Naruto con su conocida sonrisa amistosa. Sus ojos celestes brillantes y llenos de calor amable.
Hinata sonrió, embobada, con la mirada clavada en sus ojos de zafiros profundos y obligó a su cerebro a procesar las palabras que estaba diciendo el rubio.
-Disculpa la hora, vecina. Me preguntaba si tenías un poco de café-, ella parpadeó-. Y tal vez leche-, Naruto se rascó la nuca con una risilla-. Me olvidé de comprarlos en mí compra de hoy y no puedo dormir sin tomar un café con leche, si tienes descafeinado mejor-. Hinata siguió parpadeando, la sonrisa no podía sacarsela y Naruto ladeó el rostro-. ¿Estás bien?
-Si-, suspiró ella con una risita y se lo quedó mirando un rato más.
Naruto sonrió y metió las manos en sus bolsillos, él se balanceó en sus talones y siguió esperando una respuesta de ella. Pero Hinata se había olvidado completamente lo que le había pedido. Ella se pellizco de forma disimulada y tosió un poco para disimular la mueca. Naruto frunció el ceño.
-¿Estás enferma?- preguntó algo preocupado.
Hinata sonrió de nuevo y negó con la cabeza. Naruto parecía algo desconcertado por su comportamiento, pero no dijo nada al respecto.
Hinata recordó lo que le había pedido.
- Café y leche-, dijo mientras se volteaba-. Pasa, te los traeré en seguida-, murmuró torpemente mientras volvía a la cocina.
Ella escuchó que la puerta de entrada se cerraba y los pasos de Naruto ir lentamente atrás suyo. Hinata se chocó con una silla y casi se cae, pero pudo reponerse y casi correr a la repisa dónde guardaba el café.
-¿Te gustaría que te lo prepare?- tartamudeo dándole una mirada sobre el hombro.
Naruto aún mantenía las manos en los bolsillos y miraba todo con curiosidad, pero cuando ella dijo eso el la miró asombrado.
-Oh, no. No quiero molestarte.
-No es molestia-, respondió rápidamente-. Estaba por hacer uno para mí.
-¿De verdad?- preguntó algo dudoso. Hinata asintió con fuerza y él terminó sonriendo de nuevo-. Gracias, podrías ponerle dos cucharadas de azúcar.
-¡Claro!- ella se volvió a la lata de café y se movió para poner el agua a calentarse-. Tengo el instantáneo.
-¿Es el que tiene espumita?- preguntó Naruto mientras se sentaba y acomodaba las gafas sobre su nariz.
Hinata sonrió.
-Si, ese mismo.
-¡Que bien! Es mí favorito.
- También el mío- susurró ella.
Hinata preparó las tazas y todo lo que necesitaría, espero hasta que el agua estuviera a la temperatura y comenzó a hacer primero el café de Naruto. Cuando se lo dejó en la mesa, se dió cuenta que él estaba mirando disimuladamente la carta que le había estado escribiendo a Menma. Su rostro se calentó mientras agarraba disimuladamente las cosas y las movía a otro lado. Naruto no mostró reacción de sentirse culpable porque ella lo hubiera cazado mirando sus cosas personales, dió un sorbo al líquido caliente y la miró preparar su café.
Hinata se sentó, sintiendo un nudo en su estómago. Aunque quisiera, no iba a poder tragar el café, pero se llevaba la taza a la boca y se mojaba los labios con el líquido reconfortante. Naruto la miraba y sonreía, pero no intentó una conversación. Ella sentía como quería correr a su habitación y encerrarse allí.
¿Cómo se le había ocurrido invitar a Naruto a su casa?
- Así que...- empezó, sin saber lo que soltaría su boca-. ¿Te olvidaste el café?
Ella bajó la cabeza cuando vió su sonrisa divertida, y apretó fuerte los ojos. Quería que un agujero se abriera en el suelo y la llevará a su tumba.
- Así fue. ¿Puedes creerlo? Nunca olvido el café, pero la última vez había comprado así que pensé que aún tenía-. Él hizo una mueca con sus labios-. Mí Sakura se llevó el café...
Hinata se lo quedó mirando mientras el sonreía y tomaba otro sorbo. Naruto siguió hablando, parecía no tener fin, pero él nunca notó como su corazón se había roto con sus palabras.
Mí Sakura... Se repetía una y otra vez...
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