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Seis

Cartas

Hinata se despertó con el golpe fuerte en la puerta de su cuarto. Ella ni siquiera podía abrir los ojos, mientras se giraba y tapaba su cabeza con la sábana.

Había estado hasta tarde escribiendo y mirando el firmamento iluminado sólo con estrellas y una luna creciente cerca de estar llena. Ella había escuchado un poco de música, pero dejó su celular cuando tenía 20 por ciento, para dejar puesta la alarma. Hinata siempre había sido más un bicho nocturno que una que se moviera más de día. Era muy raro que ella se despertara tan temprano, y estaba a punto de quedarse complemente dormida de nuevo, cuando su puerta se abrió y entró su madre.

—¡Arriba bebé! Tenemos muchas cosas para este día.

Hinata gimoteo cuando Hanna le sacó la sábana de golpe, prácticamente se sentía de 15 años de nuevo. Ella agarró su almohada y se tapó la cara cuando sintió que su madre abría las cortinas de la ventana.

—Vamos Hinata, ya son las 7:30...

Hinata volvió a gemir, no era humano despertar a esa hora para ella, pero dejó la almohada a un lado y se sentó con los ojos aún cerrados. Ella se refregó los párpados, intentando abrirlos mientras murmuraba una respuesta para su madre.

—Ya te preparé un baño, y cuando bajes tendré tu café listo. No tardes que es un largo camino a la granja Namikaze..

Hinata abrió grande los ojos y miró la espalda de su madre marchar. Ella no le había dicho nada de lo que le había comentado Toneri, esperaba haber escuchado mal.

Hinata bajó cuando ya estaba más despierta, luego del baño y ponerse ropa cómoda y unos buenas zapatillas para caminar todo el día. Se dejó el pelo suelto para que se secará, pero una vez que lo estuviera, tenía una liga en su muñeca para atarlo. Ella encontró a sus padre en la cocina de nuevo, Hanna poniendo comida en una canasta y su padre con un gran mapa sobre la mesa.

—Buen día—, saludo dando un beso en la cabeza de su padre y sonriendo a su madre.

Hinata se sentó en la silla dónde había estado la noche anterior mientras su madre le dejaba una grande taza de café negro. No era el instantáneo, su favorito... y el de Naruto. Ella agitó la cabeza y le sonrió a su madre de forma de agradecimiento.

Ella había decidido que olvidaría a Naruto y si pensaba en él, no iba a lograr nada más que deprimirse. Así que, suspiró mientras el café caliente pasaba por su garganta, estaba delicioso.

Hanna seguía concentrada en la canasta, y Hiashi en el mapa cuando ella levantó la vista.

—¿Por qué dijiste que es un largo camino hacia la granja, má?— preguntó mientras llevaba la taza a su boca de nuevo, queriendo aparentar inocencia.

Su madre siguió con la comida mientras le contestaba.

—Tu padre recogió los huevos que nos vende Namikaze y dijo que el muchacho que te fue a buscar se ofreció a llevarnos a la feria. Es un gran muchacho ese Toneri¿no, amor?— Hiashi hizo un ruido sin compromiso mientras marcaba algo en el mapa y Hanna la miró con una sonrisa—. ¿Por qué no nos dijiste? Fue muy amable de su parte, ya que el auto estará listo dentro de cuatro días

—¿Cuatro días?— murmuró.

— Menma se ofreció en dejarnos uno de sus chicos por cada día, ya que él trabaja mucho. ¿Lo invitaste, verdad Hiashi?

—Aja...— murmuró su padre.

—Ese muchacho debería divertirse más —, suspiró Hanna mientras volvía con su canasta—. Él está muy ansioso de conocerte.

Hinata se ahogó con el café, casi escupiendo todo en el mapa de su padre.

—Mi hija no terminará que ningún Namikaze—, casi gruñó Hiashi.

Hinata sintió su cara quemar mientras su madre reía y movía la canasta al suelo.

— Menma es un gran muchacho, igual que sus hermanos y cada uno de los trabajan en la granja.

Hiashi comenzó a cerrar el gran mapa mientras negaba con la cabeza.

—No son suficiente para mí bebé.

—¡Papá!— gimoteo Hinata con vergüenza.

—Es la verdad—, se defendió él—. Son buena gente, pero son unos brutos. No sabrían tratar a mí flor. Por eso no le duran las mujeres.

— Hiashi—, rió Hanna—. Deja a la niña que conozca nueva gente, tal vez pueda tener un amor de verano—, su madre le guiñó el ojo.

Hinata se tapó la cara caliente con las manos, queriendo volver a su vieja y tranquila casa.

—¡Hanna! ¿Cómo vas a decir eso?— Hiashi se levantó—. Hinata no tiene esas clases de aventuras.

—Eso no lo sabes, ¿lo tienes querida?— preguntó su madre curiosa.

—¡No quiero saberlo!— gritó su padre mientras salía de la cocina, con su mapa en la mano, por una puerta que daba hacía atrás

Hinata miró a su madre con ojos grandes mientras ella reía. Se había olvidado como sus padre solían bromear todo el tiempo con su vida sexual, más que los dos era su madre. Hanna era más liberal en ese sentido. Ella jamás le había contado nada de eso a ninguno. Su padre tenía la esperanzas de que siga siendo virgen, mientras que su madre quería creer que había tenido más de una aventura. Ella nunca les diría.

—No le hagas caso, ya se le pasara—, dijo su madre con un ademán y se sentó frente a ella—. ¿Tienes un novio ya?— preguntó curiosa.

Hinata negó con la cabeza y no le pasó desapercibido como a su madre se le caían los hombros, con derrota. Pero luego se puso derecha de nuevo, la sonrisa alumbrando todo su rostro con unas pocas arrugas.

—Los chicos de la granja Namikaze son muy atractivos. Tienes de todos los tipos, hay de todo tamaño y color—, y le guiñó el ojo.

Hinata gimió.

— Mamá.. no busco una aventura. Vine a verlos.

Hanna asintió y movió la mano con el mismo ademán.

—Si, si. Lo sé. Pero he hablado con Menma sobre ti, y le mostré tu foto—. Ella le guiñó un ojo—. Él quedó muy interesado.

Hinata se mordió el labio y se levantó para lavar la taza de café, dándole la espalda a su madre. Estaba segura que Menma no le había contado ahora a su madre que él le había mandado una carta... ni que ella había contestado.

—Pues a mí no me interesa—, contestó mientras enjuagaba la taza.

¿Desde cuándo había sido tan mentirosa?

Continuará...

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