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Nueve

Cartas

Su mundo estaba negro, pero podía escuchar las voces a su alrededor, aunque no distinguía la distancia que tenían de ella y no sentía su cuerpo. Era como ser el aire.

-¡Dios mio Hinata!- gritó Hanna.

-¡Mí flor!- gritó Hiashi al mismo tiempo.

-¡Hinata!- gritaron las dos veces masculinas.

-Debemos alzar sus piernas-, la voz de su madre se escuchaba apresurada-. Se le bajó la presión.

-¿Hay que traer un vaso de agua?- ella no podía reconocer cuál de los hermanos había hablado.

-Creo que tiene que ser dulce-, dijo el otro-. Ahora vengo.

Hinata gimoteo mientras sentía que poco a poco la consciencia de su cuerpo llegaba, sentía que tenía los ojos abiertos de par en par, pero no veía nada. Se asustó.

- Tranquila mí bebé, estarás bien-, murmuró su madre.

-¿Qué sucedió?- se sumó otra voz masculina.

- Konohamaru, ve a traer algo para darle viento a Hinata. ¡Muévete, idiota y cierra la boca!

Hinata parpadeó furiosamente mientras empezaba a ver puntos del cielo celeste en medio de su visión negra. Sentía su cuerpo aletargado, pero levantó una mano para tocarse la cabeza, para saber si aún la tenía en el cuerpo. De repente, sintió una ráfaga de viento en su cara constante y giró el rostro hacía allí. Cuatro manos acariciaban su cara y cabeza, otro par tenía en sus tobillos, manteniendo sus piernas más arriba que su cuerpo en el suelo.

Su visión se hizo más clara y parpadeó al ver hacia sus pies. Ella reconoció a Naruto por su camisa café y sus lentes.

- Bienvenida preciosa. Nos asustaste.

Hinata jadeó e intentó liberar sus piernas, Naruto las bajo con lentitud y la soltó cuando mantuvo sus pies en el suelo. Ella quiso sentarse rápidamente, pero una mano la sostuvo del hombro.

-Tranquila, mí niña-, dijo su padre cuando ella lo miro.

-Que gran presentación-, murmuró su madre con una risita.

-Hanna, por el amor de Dios- Hiashi miró mal a su esposa, pero ella le sonrió a su hija.

Hinata se percató de nuevo del viento que daba en su rostros y giró el rostro allí. Ella se quedó mirando a un atractivo chico con ojos azules intensos. Él sonrió, mostrando dientes blancos y rectos, una sonrisa muy parecida a la Naruto. Su cabello era castaño oscuro, algo largo ya que caía en sus facciones masculinas, aunque jóvenes.

- Él es mí hermano menor, Konohamaru, Hinata- habló Naruto.

Ella se sonrojó furiosamente, porque no pudo evitar que sus ojos fueran a la camisa levemente abierta, mostrando un pecho duro y bronceado. Subió su mirada de nuevo y movió la boca como pez fuera del agua por la sonrisa que le daba el chico. Él había notado la dirección de su mirada.

-Toma, Hinata.

Ella giró el rostro hacía otro lado cuando una sombra se cernío sobre su cuerpo. Era Menma con un vaso de jugo de naranja, él se había puesto una remera que había tenido mejores tiempos. Ella supuso que había sido blanca, pero ahora parecía algo amarillenta por el extendido tiempo expuesto al sol. Sus padres la ayudaron a sentarse lentamente y Hanna tomó el vaso de Menma y se lo acercó a la boca a su hija, con un agradecimiento murmurado.

Hinata tomó el líquido dulce y frío, primero unos pocos sorbos, pero al sentir el refrescante líquido bajar por su garganta, tomó la taza con una mano y se lo bajó de un sólo trago. Se tapó la boca con una mano cuando un pequeño erupto se le escapó.

"Trágame madre tierra" gimoteo en su interior con los ojos fuertemente cerrados.

Ella se mordió el labio y levantó la mirada para ver a Menma en el mismo lugar, sus manos en los bolsillos de sus vaqueros. Su cabello rubio brillaba gracias al sol en su espalda, parecía enorme desde su posición. Y aunque no tenían diferencias físicas, sus ojos celestes eran más duros de los de su hermano.

Su atención fue a dónde Naruto permanecía a la altura de sus pies, aún de cuclillas. Él movió su dedo, empujando sus lentes hacía atrás, Hinata pudo notar como su camisa se ajustaba a la altura de su bíceps. Su expresión y mirada estaba llena de preocupada, y parecía más blando de carácter que Menma.

Y por último miró con disimulo a Konohamaru que seguía agitando lo que parecía una madera fina y en forma de cuadrado. Sus ojos eran más oscuros a comparación de sus hermanos, pero tenía una chispa de alegría que ninguno de los dos mayores tenía. Se notaba que era pícaro y vivaz.

"Oh, ¿Por qué? ¿Por qué a mí?" Lloriqueo.

-Lo siento-, murmuró apretando los dedos en la taza que aún mantenía.

-No debes disculparte, mí niña. Todo es culpa de Namikaze-, casi gruñó su padre que se mantenía cerca de espalda, aún sosteniéndola.

Ella jadeó.

-Oh, no papá...

-Claro que sí-, le interrumpió mirando mal a Menma-. Si su toro no hubiera estado suelto no habría pasado nada de esto.

Hinata miró a Menma con el labio inferior apretado por sus dientes, culpable. Él suspiró.

-Lo siento, Hiashi. Le aseguro que averiguaré quién lo dejó afuera-, dijo con voz profunda mirando al hombre.

-Fue un accidente-, habló Konohamaru por primera vez, o por lo menos, desde que ella estaba plenamente consciente-. Una de las barras de su corral de rompió. Fui a soltarlo hace un momento, pero él ya no estaba. Vine lo más rápido que pude-. Él dejó de darle aire y miró a su hermano mayor, a Menma.

- Arrégalo-, gruñó Menma mirando mal a su hermano.

Konohamaru asintió y bajo la mirada a Hinata.

-Lo siento señorita-, le pidió haciendo una leve inclinación con la cabeza.

Hinata asintió e intentó levantarse. Sus padres la tomaron de los brazos y se asombró que Naruto la tomara de las manos. Ella se quedó con la mirada clavada en Naruto, ambos mirándose profundamente. Prácticamente podía sentir como los demás se perdían en el fondo de la escena mientras él se cernía cerca de ella. Hinata tuvo que tirar la cabeza hacia atrás para poder seguir con la mirada conectada en sus pozos claros.

Ella sintió que sus labios tenían un tirón, esa tonta sonrisa se instaló en su boca mientras miraba a Naruto. Totalmente pérdida, estúpida y enamorada. La preocupación aún están pintada en la expresión del rubio, pero poco a poco sonrió.

Hinata podría haberse desmayado de nuevo cuando sintió una tierna y casi imperceptible caricia de los dedos pulgares de Naruto en el dorso de sus manos.

Continuará...

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