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Dieciocho

Cartas

Hinata se despertó en medio de la noche, no supo que la hizo abrir los ojos algo asustada.

Después de toda la pelea que hubo en la granja, ella casi se había tambaleando hacia su habitación y se había encerrado para pensar en todo lo que había escuchado. Ella creyó que estaría feliz al saber qué Naruto no tenía novia, pero resultó que estaba pensando más en Menma. Aunque no lo conocía lo suficiente, estaba segura que se sentiría mal al saber qué su ex estaba embarazada de otro y que había ido a pedirle ayuda a su hermano gemelo dejándole creer que estaba embarazada de él. A Hinata le habría gustado hablar con él, pero Menma parecía tener un carácter demasiado duro y distante. Ella creía que él no recibiría bien su empatía.

Hinata se sentó en la cama, dejando caer sus piernas por el costado de esta y suspiró. La noche estaba cálida y bonita por lo que pudo apreciar por la ventana abierta. El sueño había escapado de ella, así que decidió bajar a tomar una taza de leche tibia para ver si volvía. Ella volvía a tener ese pequeño camisón negro, y aunque creía que no se cruzaría a nadie, se puso una bata fina del mismo color que llegaba hasta sus rodillas. Lo cruzó en su torso y lo ató con el cinturón del mismo material mientras se acercaba a la puerta.

Abrió la puerta con cuidado y escuchó, para saber si oía algo en toda la enorme casa. Ella sólo escuchó los grillos de la parte de afuera y una que otra ave y animal nocturno. Con pies descalzos, por costumbre, salió de la habitación y cerró con cuidado para no hacer ruido. Bajó por las escaleras con cuidado e hizo una mueca cuando una de las maderas crujió bajo sus pies. Retuvo la respiración y siguió bajando, esperando que nadie la hubiera escuchado. Aunque era muy tarde en la noche, o muy temprano en la mañana, dependiendo cómo querías verlo.

Hinata soltó el aire cuando al fin llegó al final de la escalera y suspiró al darse cuenta que la casa parecía seguir en silencio sepulcral. Ella comenzó a caminar hacia la cocina y cuando estuvo a punto de abrir la puerta se congeló al sentir un ruido.

—Mierda..—, llegó hasta ella la voz amortiguada y algo arrastrada de un hombre.

Hinata en primera instancia se asustó y estuvo a punto de subir gritando la escalera. Pero se detuvo y se acercó más a la puerta para poder escuchar. Ella oyó algo en el suelo arrastrarse, tal vez la silla y luego que caía al suelo, algo grande y pesado, junto con un jadeó.

—Oh, carajo..—, murmuró una vez más la voz.

Hinata entrecerro los ojos a la puerta. Esa voz...

Ella suspiró al darse cuenta de quién era y abrió suavemente la puerta, sólo una rendija para ver. Una vela estaba sobre la mesa y resplandecía una botella con un líquido ámbar casi terminada. Ella abrió un poco más y pudo notar que la silla estaba volcada y un cuerpo grande en suelo a un lado.

Hinata abrió la puerta y se quedó mirando a Menma mientras esté se mantenía con los ojos cerrados con la espalda en el suelo. Dudó, pero terminó dando unos pasos en la cocina y dejando que la puerta se cerrará sola. Ella no hizo ni un sonido, pero Menma pareció escucharla de todos modos porque abrió sus ojos inyectados en sangre y los conecto con los suyos llenos de empatía.

—Hinata..—, murmuró con la voz ronca y arrastrada por el alcohol.

Ella cruzó sus brazos bajo sus pechos y se lo quedó mirando sin saber muy bien qué hacer o decir.

—¿Planeas dormir allí?— fue lo único que salió de su boca.

Menma intentó encoger sus hombros, acostado aún en el duro suelo de madera.

— Es una bonita noche y el suelo es igual que el duro colchón que uso..—, murmuró desviando la mirada al techo.

Hinata hizo una mueca y se mordió el labio, sin saber qué responder a eso. En cambio, se movió a la mesa y tomó la botella, viendo la etiqueta.

—¿Te tomaste todo ésto solo?— preguntó algo preocupada.

—Oh, si..— dijo Menma para luego reír un poco.

Hinata lo miró un poco asombrada y algo enojada. Ella entendía lo doloroso que podía ser sentir una decepción amorosa, aunque lo que ella había sentido nunca se acercaría por lo que estaba pasando Menma. Su ex lo había engañado, quedándose embarazada por otro y llendo al hermano gemelo de él con mentiras para que la ayudará. ¿Qué clase de mente enferma tenía esa mujer?, se preguntó.

Hinata dejó la botella en la mesa una vez más con un suspiro y se acercó a Menma, que no hacía ademán de querer levantarse del suelo. Ella se agachó hasta que sus rodillas desnudas quedaron sobre el duro suelo y lo miró al rostro mientras él volvía a mirarla. Hinata estaba a punto de decirle que lo ayudaría a levantarse, pero él habló primero.

— Eres muy bonita, Hinata. ¿Alguna vez te lo dijeron?

Ella se sonrojó, pero luego sonrió cuando Menma hipo después de su pregunta, recordando que estaba hasta el pescuezo de alcohol.

—Si—, murmuró sólo para seguirle el juego. Aunque lo cierto es que sus padres siempre se lo decían, aunque obviamente él no hablaba de esa forma.

Menma suspiró mientras seguía mirándola.

—"Tú sabes quién" es muy afortunado..—, el rubio en el suelo volvió a hipar—, pero estúpido. Tienes que tener paciencia..

Hinata sonrió, aunque sus mejillas se volvieron rosadas, sabiendo que hablaba de su hermano. Ella no pudo evitarlo, acarició su cabello y él cerró los ojos, como si disfrutará de la caricia. Hinata paso sus uñas cortas por su cuero cabelludo.

—Me encantaría llamarte hermana— murmuró él.

Hinata se detuvo por unos segundos y luego siguió con la caricia mientras parpadeaba las lágrimas hacia atrás. Le dolía ver a Menma de ese modo. Ella no había tenido muchos amigos, era algo patético de decir, pero con lo poco que conocía al Menma era lo más cercano que había tenido a un mejor amigo. Él sabía todo de ella.

Hinata no supo cuánto tiempo estuvo allí, acariciando los cabellos rubios, pero sus piernas regordetas comenzaron a doler por la posición. Ella frunció el ceño cuando escuchó que un ronquido salía de la boca levemente abierta de Menma y suspiró.

— Menma—, lo llamó suavemente mientras lo agitaba desde su hombro—. Despierta—, volvió a murmurar mientras se acercaba un poco a su rostro.

Ella se asombró cuando de repente Menma se movió dormido, pasó uno de sus brazos por su cuello y se volteó, llevándola con él. Hinata pegó un leve chillido, pero no se golpeó cuando Menma amortiguó su cabeza con su otro brazo. Ella se tensó cuando el rubio terminó casi sobre ella, pero él largó un ronquido que le confirmó que estaba fuera de combate.

Hinata frunció el ceño mientras analizaba su situación.

Sus piernas terminaron en una posición rara, y tenía una de las de Menma sobre las de ella. Con su movimiento imprevisto, su bata se había subido y estaba casi abierta. Ella tenía la cabeza sobre un ancho bíceps y el otro sobre su mejilla. Su rostro estaba a escasos centímetros del de Menma y por un momento se sonrojó cuando lo miró de cerca. Dormido era muy parecido a Naruto, casi un calco. Ella hizo una mueca cuando el aliento de él llegó a su naríz, olía a alcohol muy fuerte.

— Menma—, lo llamó esta vez más fuerte e intentado moverlo con más violencia.

Menma roncó en su cara y ella suspiró. Hinata ni loca se quedaría en el suelo con él. Algo le estaba pinchando el costado, y el suelo era mucho más duro de lo que se había imaginado.

— Menma, despierta maldita sea—, levantó un poco más la voz, pero no tanto para que la escuchará alguien.

Hinata sopló aliento sobre la cara sonrojada por alcohol de Menma y le gruñó mientras intentaba mover su pesado cuerpo de la mitad del suyo. Ella soltó un resoplido cuando se dió cuenta que no podría moverlo. Pesaba más que un toro.

Ella se detuvo a pensar por unos segundos, intentado ver la manera de sacárselo de encima. Luego pensaría la forma de subirlo los escaleras o por lo menos de llevarlo a un sofá. Pero un ruido la hizo jadear.

El chirrido de una madera...

¡Las escaleras!

¡Alguien se acercaba!

Antes de que ella terminará de procesar esa información, la puerta de la cocina se abrió. Ella levantó un poco la cabeza, lo que el peso del brazo de Menma le dejaba y jadeó asombrada.

—¿Hinata?— murmuró Naruto, sus ojos detrás de sus gafas abiertos de par en par, con una vela en mano bajo el umbral de la puerta.

Continuará...

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