Cinco
Cartas
Hinata casi se sintió aliviada cuando Toneri se detuvo frente a una cabaña que suponía era de sus padres. Toneri saltó de su asiento y abrió la puerta de la parte de atrás desde su lado, había sido mucho esperar que el atractivo bruto le abriera la puerta. Ella suspiró mientras se sacaba el cinturón y hacía una mueca al escuchar cómo se le caía la maleta a Toneri.
-Mierda..-, murmuró él mientras la levantaba.
Hinata salió del monstruo con ruedas sin ayuda y se volvió justo cuando el muchacho dejaba su maleta al frente de ella. Él volvió a darle una sonrisa que ella creía que era buena para alguna mujer hueca que prefería la apariencia en lugar de la caballerosidad.
-Gracias por buscarme.
-Cuando quieras dulzura-, dijo dando un leve golpe en su sombrero. Hinata se empezó a dirigir hacía al camino que la llevaría a la casa de sus padres, pero Toneri se puso en su camino-. ¿Planeas ir a la feria?- preguntó con curiosidad.
Hinata parpadeó, algo asombrada por su intento de comunicación ahora que no estaba manejando. Ocultó su sonrisa al pensar que al parecer Toneri no podía hacer dos cosas a la vez.
-Si, esa es la idea- le respondió.
-¿Te gustaría que te pasara a..
-No es necesario-, le cortó-. Iré con mis padres, pero gracias-, agregó con una sonrisa, intentando no sonar desagradecida, después de todo él se había tomado el tiempo para ir a buscarla a la estación de trenes.
-¿Crees que para mañana tendrán arreglado el auto?
Hinata se mordió el labio, olvidando el desperfecto del auto.
-No quiero meterte en problemas con tu patrón-, se escudo.
Toneri hizo una seña con la mano, sacándole importancia.
-Ese amargado no le molestará. ¿Por qué no le dices a Hanna y a Hiashi que te lleven a la granja mañana? Damos una vuelta y luego los llevo a los tres al primer día de feria.
-Les diré- contestó con una sonrisa, sólo para sacarse al insistente hombre de encima de una vez.
Hinata observó marchar a Toneri y suspiró. El monstruo que era esa enorme camioneta, levantó polvo seco y ella se tapó la cara cuando las partículas fueron a sus ojos y boca. ¡Que animal!, pensó con desagrado.
Ella se volvió, viendo la cabaña, era más grande de lo que había pensado y no pudo evitar sonreír al compararla con una de las imágenes que se había imaginado para una de sus historias de época. Hinata sabía que no iba a poder subir capítulos esa semana, le había avisado a sus chicas y ellas le habían animado a qué se tomará unos días libres, deseándole buena suerte y una gran aventura. A veces creía que las chicas eran sus más íntimas amigas, ni Kiba sabía de su pasatiempo, y era como un hermano... Ahora también lo sabía Menma...
Hinata hizo una mueca, ¿cómo se le había ocurrido decirle sus secretos más íntimos? ¡Era una estúpida!
Ella dejó atrás sus pensamientos cuando la puerta de la cabaña se abrió y su madre salió casi corriendo con una gran sonrisa. Hinata también sonrió, no había notando cuánto había extrañado a sus padres, hasta ahora que los veía de nuevo.
•
Hinata bajó a la cocina, después de tomar la orden de sus padres para que bañara y relajara en el piso de arriba. Su padre estaba sentado leyendo un libro mientras su madre tarareaba en la cocina. Ella sabía que había heredado su gusto por la lectura de Hiashi, pero también era buena en la cocina, más con los postres que con lo salado.
—Ah, cariño—, saludo su padre cuando la vió entrando en la pequeña, pero acogedora, cocina—. ¿Te sientes mejor?
—No hay nada como un buen baño para luego de un largo viaje en tren—, murmuró su madre mientras dejaba dos platos en la mesa. Uno para su padre y otro frente a la silla de al lado—. Siéntate bebé, vamos a cenar algo.
Hinata alzó una ceja y miró su reloj de pulsera mientras se sentaba.
—¿Cena? Son las cinco, má—, ella estaba para un buen café.
— Aquí nos manejamos diferente, dado que a las siete la luz se va ...
—¿Qué?— preguntó Hinata confundida mientras detenía los cubiertos en el aire.
Hiashi dejó su libro en la mesa y su madre se sentó, mirando con una sonrisa comprensiva.
—Nos gusta aquí porque a esa hora la electricidad se corta para cuidar el medio ambiente. No sabes lo bonito que es el cielo iluminado sin toda esa contaminación lumínica.
Hinata abrió la boca, para decir algo, pero su padre la interrumpió.
—Puedes cargar cualquier cosa durante el día, mientras se hace las actividades, y usarlas a la noche. No te olvides, porque o sino tendrás que esperar hasta el otro día para hacerlo.
Hinata cerró la boca y observó a sus padres comer tranquilamente un estofado de verduras. Ella bajó la mirada, pensando que tendría que cargar su celular antes de que la luz se fuera. Tenía algo así de cuarenta por ciento, y aunque no iba a poder subir capítulos, quería escribir de noche si podía. Su laptop tenía la carga de cien por cien, eso no le preocupaba, pero sin su música era casi imposible escribir para ella. Y no quería estar sola con sus pensamientos.
—¿A qué hora se van a dormir?— preguntó preocupada al pensar que no podían hacer mucho si no tenían electricidad.
Su padre se encogió de hombros y su madre sonrió.
— Generalmente a las 20, como mucho a las 21.
Hinata no dijo nada mientras ella también comía.
¿Dónde se había metido?
Continuará...
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