Catorce
Cartas
Hinata miró el cielo estrellado desde la ventana de la habitación. La casa de los Namikaze se mantenía en un silencio sepulcral. No era de extrañar ya que era algo así de las una de la madrugada.
Ella no podía dormir.
Sus padres habían llegado un poco antes de que ella terminará de cocinar el estofado. La comida había salido bien, tal vez le había faltado un poco de sal. No pudo evitar la sonrisa cuando Menma reclamó la sal, pensando que Konohamaru había cocinado. Cuando su hermano menor dijo que Hinata lo había hecho su rostro había cambiado. Ella se había escudado diciendo que mucha sal era mala para la salud, pero aún así Menma le había puesto a su comida, pero ya sin quejarse. Naruto había sonreído, pero no le había agregado el condimento, diciendo que para él estaba perfecto. Hinata lo dudaba, pero él era demasiado amable para decir otra cosa.
El sonido de arrastre la asustó y se volvió a la puerta. Su laptop estaba abierta, dándole luz a la habitación sin electricidad y notó un papel blanco cerca del suelo. Sus cejas se alzaron con curiosidad y se acercó para tomarla. Hacía calor, por eso ella se mantenía con un pequeño camisón con pantalones cortos y volvió a acercarse a la ventana donde entraba una fresca brisa. Desdobló el papel, pero no pudo leerlo con sólo la luz de la luna. Tuvo que sentarse en la cama de nuevo y lo acercó a su laptop para leerlo.
Hinata:
Jamás habría imaginado que estabas enamorada de mí hermano, después de todo no es único Naruto del mundo (creo), pero déjame decirte que aunque él es el inteligente de la familia, es un imbécil con respecto a mujeres.
No tiene mucha experiencia, sólo lo que le dan sus tontos libros que lee a veces.
Si tu deseo es saber si él siente algo por ti, pueda darte algunos consejos. ¿Para que están los amigos? Me agradaría tenerte en la familia.
Pd: Averiguaré para ti quién esa supuesta mujer que vive con él.
Tu incondicional amigo, Menma.
Hinata estaba sonriendo cuando terminó de leer la nota y suspiró mientras miraba por la ventana, la luna creciente en pocos días sería llena. Ella se encargó de guardar lo que había escrito para su historia y apagar la laptop. Guardo entre sus cosas la nota y sonrió cuando se acostó. Agradeció que la ventana tuviera un mosquitero o sino estaría siendo comida por los mosquitos en esa noche calurosa. Su boca se quedó con una sonrisa mientras cerraba los ojos y se ponía de lado hacia la ventana.
Aunque un pensamiento algo oscuro pasó por su cabeza cuando estaba a punto de dormirse.
¿Qué haría si Menma descubría que Naruto tenía novia y no sentía cosas por ella?
•
Hinata se despertó con un sobresaltó cuando algo fuerte cayó en el pasillo. Aún con la neblina del sueño sobre ella pudo escuchar las voces.
—Ten cuidado imbécil.
—Se me resbaló..
— Menma dijo que no hiciéramos ruido para despertar a la señorita Hinata o nos rompería el pescuezo.
—No lo hizo a propósito idiota. Cierra lo boca.
Hinata se sentó en la cama y caminó a la puerta, aún adormilada la abrió de golpe mientras se refregaba un ojo con la mano. Dos hombres la miraron con ojos grandes, entre medio de ellos llevaban un enorme escritorio que apenas entraba en el pasillo.
—Buenos días—, murmuró Hinata.
No obtuvo respuesta, eso hizo que ella los mirará de nuevo. Uno de ellos tenía el pelo rubio y largo atado en una colega baja, tenía hermosos ojos claros. Él otro tenía pelo corto y rojo, con bonitos ojos almendras y una lluvia de pecas sobre su nariz. Pero ambos arruinaban sus facciones varoniles con los ojos muy abiertos y la bocas en O perfectas. Ella creía recordarlos de anoche, sus nombres Deidara y Sasori.
Hinata se despertó un poco por su falta de modales y los miró con el ceño fruncido. Estaba por decir que era mal educado no contestar y quedarse viendo cuando unos pasos pesados se escucharon desde más arriba del pasillo.
—¿Que mierda idiotas?—, preguntó una voz autoritaria que Hinata reconoció enseguida—. Naruto necesita que...
Hinata giró la cabeza para mirar a Menma, que se detuvo a unos pasos atrás de Sasori y la miró con la misma expresión que los otros dos hombres.
—Buen día, Menma—, dijo con una sonrisa recordando su nota de anoche.
De repente él frunció el ceño, mirándola de mala forma. Eso hizo que la sonrisa de Hinata desapareciera.
—¿Se puede saber qué estás haciendo?
Ella se sorprendió de sus palabras casi gritadas. Él rostro de Menma se volvió rojo de repente, aunque parecía más enojado que otra cosa.
—¡Hinata! ¡Por el amor de Dios!— gritó de nuevo.
Ella le alzó una ceja y se sintió totalmente ofendido.
—¿Qué diablos te pasa?— le respondió con el mismo tono.
Menma abrió la boca para decir algo, pero no pudo decir nada cuando Naruto de repente apareció al lado de su hermano.
—¿Por qué estás gritando?—, preguntó mirando mal a su hermano—. Pensé que dijiste que...
Naruto se detuvo cuando miró hacia Hinata, su expresión ceñuda se borró mientras abría la boca y la cerraba como pez fuera del agua.
¿Qué pasaba con esos hombres?
—Buen día, Naruto—, dijo algo sonrojada, pero sin olvidar su enojo—. ¿Tu me devolveras el saludo, o serás tan mal educado como tu hermano y sus hombres?—. Hinata volvió a la mirada a la hombres que estaban al frente de su puerta.
Notó que la mirada azul de Deidara estaba clavada en la parte baja de su cuerpo y ella también bajó la mirada. Sus propios ojos se abrieron mientras notaba que estaba con su pequeño camisón negro, sin sostén, y sus pantalones a juego que apenas cubrían el inicio de sus muslos.
El grito desgarró su garganta mientras daba un paso atrás y cerraba la puerta con un portazo.
"Oh Dios. No saldré de esta habilitación nunca", se juró.
Continuará...
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