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Cartas

Cartas

Hinata lo observó irse, sabía que parecía una maniática obsesionada, pero no le importaba mientras él no lo notará.

Su cabello rubio brillaba gracias al sol, su piel era levemente más oscura que la suya y sus lentes estaban en el puente de la nariz masculina. Su traje para salir a trabajar estaba desgarbado, pero era algo normal en él. Ella suspiró al verlo saludar despreocupadamente a la anciana Chyō que pasaba a su lado. Naruto era amable y sonriente, siempre conversando con los vecinos.

Hinata lo había conocido hacía tres años, cuando se había mudado en la vieja casa de Hiruzen cuando el anciano murió. Él no lo había conocido, pero había comprado la casa al hijo de este, Asuma. Ella vivía en su casa desde que tenía uso de razón, sus padres le habían dejado la propiedad cuando se jubilaron y se mudaron a su sueño hacía cinco años. Una cabaña cerca de una montaña. Hinata amaba a su barrio, tranquilo, lleno de casitas iguales pero de personas cariñosas que conocía desde niña.

Volvió a suspirar cuando Naruto se perdió de vista al doblar en la esquina y ella volvió la mirada a su celular. Tenía al rededor de treinta notificaciones de Wattpad por su último capítulo. Un secreto muy bien guardado.

La escritura.

Amaba escribir, dejar su imaginación volar con cosas locas. Ella podía escribir de novelas de época, actuales o futuristas, mientras el amor fuera el centro. Pero su secreto mejor guardado era que ella siempre escribía pensando en Naruto y ella. Obviamente siempre cambiaba los nombres, aunque nadie se percataría que era ella ya que no tenía su nombre real en la aplicación.

Hinata trabajaba desde casa, haciendo traducciones o portadas, propagandas y cosas por el estilo. No era mucho, pero ella no tenía que pagar alquiler. Ganaba lo suficiente para pagar las cuentas, los alimentos y algunos lujos de vez en cuando. No era derrochadora y se cortaba el cabello ella misma. Kiba siempre decía que era una tacaña, pero ella era ahorrativa.

Se movió para hacerse un té y buscar sus auriculares, se pondría su lista favorita y escribiría un poco, tal vez podría darle a las chicas un capítulo nuevo antes de tiempo.

Hinata llegaba de comprar esa misma tarde cuando paso al lado de su buzón, pero se detuvo al notar algo raro. Ella miró sobre su hombro y frunció el ceño al ver la banderita levantada, avisándole que tenía correo. Hinata alzó la ceja, ya ni siquiera recibía las facturas por correo, porque se manejaba con el e-mail, todo por celular o computadora.

Ella se acercó curiosa y miró hacia los lados de la calle, pero pensó que era tonto si encontraba a quién había puesto eso en su buzón. Estaba segura que cuando se había ido a su compra semanal, la banderita había estado abajo. Hinata se encogió un hombro y acomodó las bolsas para poder abrir el buzón. Ella miró hacia adentro, encontrando la carta y sacándola, cada vez más curiosa al notar letra escrita a mano.

Para: Hinata

De: Menma

Ella miró curiosa la dirección de remitente, pero no lo conocía. La curiosidad era cada vez más fuerte, así que bajó la banderita y casi corrió adentro para leerla. Un extraño retumbar golpeó en su corazón, la emoción de algo nuevo. Hinata guardo las cosas que necesitaban refrigeración y dejó lo demás para después.

Se dejó caer en fuerza en el sillón viejo y ya estaba cortando el sobre blanco. Se mordió el labio mientras sacaba una hoja y parpadeó al notar que era un pergamino. Ella miró la letra, sin leer aún. Sus dedos pasaron por las letras negras y con tinta, era algo tan lindo. Su corazón golpeaba más fuerte cuando se decidió a leer.

Señorita Hinata:

Espero no ser imprudente con esta carta que le estoy mandando.

Primero quiero presentarme ante usted por este medio. Mí nombre es Menma Namikaze. Ahora que mí nombre ya fue escrito, estoy seguro que se preguntará, ¿Cómo este desconocido sabe mí nombre y dónde vivo?

No, señorita. No soy un acosador. Sus padres me han hablado mucho de usted y deseaba conocerla. Sé por ellos que usted no viaja mucho, lamento decir que yo tampoco. No soy dado a la tecnología, aclaro ya que estoy seguro que se preguntará por qué no le mando un mensaje o una solicitud en Instagram. Como espero que esté enterada, en nuestra localidad no hay mucha señal telefónica y me parecía el método más rápido para poder comunicarnos. Cada semana, un cartero viene aquí y deja o lleva el correo.

Déjame decirle que no deseo importunarla, ni molestarla. Si no es de su agrado, simplemente no conteste a esta carta. Entenderé.

Pero primero déjeme decirle unas cosas de mí.

Tengo una pequeña granja que lindera con el terreno de sus padre. Hemos estado hablando varias tardes, su madre hace la tarta de manzana más deliciosa que he probado. Y tengo 30, por si cree que soy un viejo decrépito.

Nunca me he casado.

No tengo hijos, aunque me gustaría en un futuro.

No tengo problemas de salud y tengo todos los dientes...

Eso fue una broma. O sea, si tengo todos los dientes, pero...

Disculpas, no puedo borrar lo que ya he escrito por hacerlo con tinta o tendría que usar otro pergamino. Prefiero que me conozca de esta forma, sin poder tachar nada, ni ocultar nada.

No busco una relación amorosa, sólo una amiga. La montaña puede ser solitaria a veces.

Espero recibir una respuesta de su parte pronto, y si no es así, disculpe las molestias y que tenga un hermoso y productivo día.

Menma.

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