Carta Para el Rey (Gash bell - KiyoxApolo)
Advertencias:
Leve mención de escenas +18 / Romántica
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«Querido Gash:
Sé que ha pasado un tiempo desde la última vez que enviaste tu carta. Puede que estés molesto o preocupado, pero no es fácil para mí contarte lo siguiente.
No sabes las veces que he escrito, roto y reescrito esta carta que ahora lees. Mi habitación está llena de papeles, basura de lápiz y lápices quebrados por la frustración. La última vez que te respondí te dije que había obviado muchas cosas que contarte por miedo, porque no sé cómo manejen estos temas en el mundo Mamodo.
Me has contado maravillas de tu trabajo como el nuevo rey después que ganamos la batalla. Has estudiado mucho para crear nuevas leyes, has hecho más amigos y fortalecido tus lazos con tus viejos amigos. Incluso recuperaste algo del tiempo perdido junto a tus padres y Zeon, y eso me tiene contento.
Pero esta experiencia que te narraré... puede ser algo complicada de entender, pero antes recordemos hechos de nuestro tiempo juntos.
Cómo bien recuerdas tú eras uno de los 100 niños elegidos para pelear por el trono de tu mundo, al igual que Ropes. Por tus cartas sé que él te ha apoyado mucho durante estos años, y a su vez, te ha dado algunos conflictos sobre las leyes. Apolo, su compañero mientras estuvo en el mundo humano, me ha contado un poco sobre las riñas que ustedes dos han tenido últimamente. El caso es que con ellos tuvimos un enfrentamiento, y después cuando Ropes regresó al mundo Mamodo después de pelear con Zeon, Apolo nos apoyó en en las duras batallas que tuvimos. Cómo el conflicto con Zophise y los guerreros de la batalla de hace 1000 años, o cuando Faudo fue liberado, o nuestra pelea con Clear Note.
Después de eso, cómo ya sabes, Apolo siguió trabajando en la empresa de la cual es presidente y yo terminé la secundaria. Tres duros años en los cuales hablábamos principalmente con Cartas, al igual como con Megumi-san, Folgore, o bien Sunbeam-san y la hermana Elle. Me contaba cómo le iba manejando la compañía, los empleados, los problemas económicos, los problemas con su familia, sus problemas amorosos... y así mismo te lo mencioné en una carta: sus amoríos me molestaban.
Al principio pensé que mi enojo era porque no lo consideraba algo positivo para él; porque, cuando él me contaba su noche de pasión con alguna prostituta o una chica que conoció en un bar mientras estaba con sus amigos de América, jamás me transmitió alegría en sus cartas. Creí que simplemente me molestaba porque quería que fuera feliz, pero no lo era del todo.
Y así pasaron los años, y me gane la beca. Sí, quizás por todas tus obligaciones lo hayas olvidado, pero cuando terminé la secundaria logré obtener una beca para estudiar en América. Exacto, dónde vive Apolo. Y cómo ya lo había mencionado, la universidad en donde estoy resulta ubicarse en la misma ciudad donde vive y trabaja Apolo.
Al principio no sabíamos de esta casualidad, tenía que adaptarme a la vida universitaria e independiente y él tenía (y sigue teniendo) muchas obligaciones en la empresa. Pero después de unos dos meses nos encontramos en un café. Si Gash, te mencioné que antes de mi primera clase en la mañana siempre pasaba a una cafetería a comprar un expreso o un capuchino, y de vez en cuando alguna galleta (no, nunca encontrarás el pescado que tanto te gusta en una cafetería), y en uno de esos días nos encontramos.
— "¡Kiyomaro!" —Al verlo sentí mi corazón brincar aunque creí que era la emoción de vernos después de mucho tiempo. Su sonrisa hizo que me alegrara y el día pareciera aún más brillante —. "¿Qué haces por esta parte del mundo?"
— "Pues ya no ando buscando Mamodos a los cuales derrotar" —bromeé —, "por mi café matutino y de camino a la universidad".
Al principio se quedó estupefacto, créeme cuando te digo que su cara de sorpresa, al no haber peligro de ser atacados, es lo mejor del mundo. Es una cara que me encanta ver cada vez que tengo oportunidad. Él salió de su sorpresa y nos sentamos un rato a platicar. Le conté de la beca y que ya llevaba tres meses estudiando en una universidad cercana de la cafetería.
—"Vaya, sí que te ha ido bien" —mencionó mientras sonreía.
— "No tanto cómo a ti, pero sí".
— "¿Y qué decidiste estudiar al final Kiyomaro?"
— "Arqueología, cómo mi padre".
— "No me la creo" —dijo mientras reía —"Y yo que pensé que estabas curado de ver ruinas antiguas".
Seguimos platicando durante bastante tiempo, perdí mi primera clase, y con eso te harás una idea. Cuándo nos dimos cuenta de la hora, nos pusimos de acuerdo para juntarnos a la misma hora al día siguiente, y después cada uno se fue a cumplir con su rutina. No sin antes intercambiar números de teléfono, ya que me había tocado cambiar el mío y no había podido dárselo a Apolo.
Esos tres meses antes del acontecimiento que te contaré en unas breves líneas fueron bastante extraños, pero deja que los resuma. Apolo y yo nos juntamos cada día en las mañana en la cafetería. Hablábamos del día anterior y de otras cosas como sus experiencias con Ropes mientras viajaban, algunas experiencias que tú y yo vivimos, algún recuerdo que tuviéramos de otros Mamodos y otras cosas por el estilo. Pero siempre tocábamos el tema amoroso y ahí es dónde está lo raro.
Apolo me contó en muchas ocasiones frente a frente sus aventuras sexuales, y sí, como estás pensando yo me enojaba. Lo intentaba disimular porque era la vida de Apolo y yo no tenía derecho de entrometerme. Siempre que lo escuchaba y me enojaba terminaba preguntándome: "¿Por qué te enojas" "¿Qué hizo mal para que te enojes con él?". La respuesta nunca llegaba, pero un día mi habilidad "Comunicador de la respuesta", la que nos ayudó en las últimas batallas que tuvimos, me dio la respuesta a la primera pregunta: estaba celoso.
Exacto Gash: estaba celoso; aunque al inicio creí que era porque envidiaba la vida de Apolo al haber estado con muchas mujeres, que deseaba tener esas experiencias para mí... pero esa no era la verdad. En realidad, estaba celoso de las tipas que habían tocado a Apolo. Me sentía enojado porque ellas habían disfrutado del cuerpo desnudo de ese hombre, habían disfrutado del toque de sus labios, de sus manos y de su... bueno, ya sabes, todo de él. Y yo, aunque no lo quería aceptar en ese momento, deseaba disfrutarlo también.
Quería tener esa experiencia, pero no solo por una vez. Quería que eso fuera mío, que Apolo solo tocará y se fijara en mí. Que me dijera palabras bonitas, que me cuidara y se preocupara cada vez que estuviéramos desnudos en una cama. Yo quería eso, y sé que Apolo no es un objeto que pueda poseer, pero quería que él fuera mío, quería que fuera mi novio.
Yo no sentía Amistad por ese hombre rubio, de ojos azules y sonrisa traviesa que te dice "soy feliz con mi vida, pero no te metas conmigo porque conocerás una bestia". Me sentía atraído a ese hombre, cómo debería haberme sentido hacía una mujer.
Una vez te preocupaste porque Pattie quería (y sigue queriendo) casarse contigo, y tú estabas espantado porque eso implicaba convertirse en "papi y mami". Sí, eso quería yo, pero no con una mujer, sino que con Apolo. Quería que Apolo y yo tuviéramos un romance como algunos que leíste o viste en películas mientras estuviste conmigo durante la batalla.
Y una parte de mí se negaba a eso.
No sé qué cara estés haciendo en este momento o tus pensamientos cuando llegues a leer esta carta, pero esto es lo que deseaba. Y cada vez que nos juntábamos con Apolo a platicar mi esperanza y cariño aumentaban. Conocí más cualidades y defectos suyos, cómo que a veces deja la ropa tirada por ahí y minutos después la llega a recoger. O que muchas veces se duerme en las reuniones de la empresa relacionadas con estrategias y todas esas cosas.
Cree en que siempre lo escuchaba con fascinación y él se dedicaba a escucharme cuando relataba algo. Pero no todo podía ser color de rosas, principalmente cuando llegó ese día de fiesta.
Te conté que fuimos a una fiesta a celebrar el cumpleaños de un buen amigo de Apolo, que nos la habíamos pasado bien y que había llegado a tomar algo ese día. Que bailé mucho y conocí personas maravillosas. Sí, todo eso es cierto, pero me guarde una parte: la razón por la cual deje de hablarle por unos días.
La noche estaba tranquila y todos estábamos riendo por las ocurrencias de los invitados. Hablando de cómo los otros chicos la pasaban siendo gerentes de empresas o trabajando horas extras porque sus patrones los necesitaban demasiado. Incluso algunos pocos infortunios amorosos. Pero toda la noche él estuvo viendo a alguien. Apolo estuvo tan inmerso en las personas que estaban en la discoteca a la que fuimos a terminar la celebración que no había escuchado mucho de lo que se dijo. Él estaba borracho, sí, pero estaba viendo muy fijamente a una mujer que también lo veía.
Mi ánimo bajó drásticamente, aunque procuré que no se me notara. Apolo se había mostrado un poco distante cuando el alcohol empezó a pasarle un poco la factura en su cuerpo. Créeme, tú nunca has visto a una persona borracha, porque no tuviste la oportunidad, pero el alcohol es algo que te quita el control sobre todos tus sentidos.
Apolo estaba borracho y después de varios minutos viéndose con la mujer, se levantó con la excusa de ir al baño. Yo solo me concentré en la plática procurando no pensar en qué podía estar pasando. Y por unos quince minutos todo había funcionado, pero él no volvía del baño. Empecé a buscarlo porque tal vez fue a comprar un trago más, pero tampoco estaba la tipa que había estado viéndolo fijamente.
— "Ya fue a divertirse con alguien más".
Ese comentario, de uno de los amigos de Apolo me molestó, pero comprendí que Apolo había ido a ligar con esa mujer. Esperé unos dos minutos y me levanté, con la misma excusa de ir al baño. Me escabullí y empecé a buscarlo, incluso llegué a preguntarle a alguien que si quería ligar, dónde podía tener tranquilidad para eso. Me indicó que detrás de la disco había un callejón bastante oscuro y solitario cómo para tener un momento apasionado sin problemas, o si no estaba siempre el cuarto oscuro. Sinceramente, no quería meterme en un lugar sin nada de apoyo luminoso porque igual no iba a poder encontrarlo, aunque quisiera. Así que salí al callejón.
Sentía el corazón palpitar, como si quisiera salirse en cualquier momento. Estuve mentalizándome que ahí no iba estar él. Se había ido a su casa sin avisar probablemente, o ya el alcohol lo había hecho sacar su cena en los retretes. Pero sí estaba en el callejón.
Procuro no recordarlo porque en ese momento puedo decírtelo: mi corazón se rasgó de tal manera que las lágrimas no tuvieron problema en salir. La mujer gemía con la mano de Apolo en la boca con tal que no saliera tan fuerte su voz y él solo la empujaba contra la pared. Ella tenía su vestido subido y su calzón le colgaba de un tobillo. Él tenía los pantalones y el bóxer hasta las rodillas y su playera medio levantada. Sus respiraciones eran agitadas y soltaban vaho cuando exhalaban al aire de la noche.
— "¡Sí!" —Gritaba la tipa —, "dale con más fuerza".
— "C.... ¡Mmm!... Caya...."
Solo escuché eso, y me volteé. Regresé adentró y solo escuché como todos empezaron a decir que yo igual había ligado con alguien. Solo me despedí y salí corriendo de ahí. Llorando y con el corazón destrozado me dirigí al apartamento dónde me estaba quedando. Mi compañero se extrañó de verme tan temprano y llorando, quiso interrogarme, pero le dije que no tenía ganas. Cerré la puerta tan fuerte que de milagro no se cayó la pared, y lloré toda la noche. Grité e insulté a Apolo de tal manera que te asustarías y me lavarías la boca con jabón. Principalmente, quería llorar porque era mi culpa de haber ido a buscarlo y no decirle mis sentimientos. De no decirle que yo quería ser a quien él abrazará en las noches y con quien él sintiera placer. Pero no podía, no quería arruinar mi amistad y de igual manera, simplemente no podía sacar el sentimiento tan fácil.
Y así pasaron las siguientes dos semanas y media. Cada día solo iba a la universidad procurando no entrar en la cafetería, porque no quería verlo. Si de casualidad él estaba por allí, tomaba otro camino. De regreso igual. No contestaba sus llamadas, y las recibía unas diez veces al día. Incluso llegó a buscarme al apartamento, que le había invitado antes a ir conmigo, pero siempre pedía que dijera que no estaba si me encontraba en el lugar.
Por otro lado, yo simplemente lloraba y gritaba a mi almohada cada noche. No podía soportar el dolor, ya estaba cansado de tener que soportar que Apolo se acostara con otras personas mientras yo tenía este sentimiento dentro.
Y te parecerá sencilla la solución: decir mis sentimientos y que todo termine. Gash, no es tan fácil. En el mundo humano los prejuicios cuando dos hombres se enamoran son demasiados. Muchos son asesinados o golpeados por el simple hecho de sentirse atraídos a un hombre, y eso me daba miedo.
Terminé siendo casi un muerto viviente que solo iba a la universidad y regresaba a casa. Incluso empecé a buscar un trabajo a medio tiempo para distraerme porque mi mente siempre regresaba a ese hombre que me quitaba el aliento y la cordura. Estaba desesperado por olvidar esos sentimientos, pero todo empeoró y mejoró desde una plática con una amiga:
— "A ver señor muerto, es hora que sueltes la lengua" —dijo ella con sus brazos cruzados mientras se sentaba frente a mí mientras yo desayunada.
— "¿Soltar la lengua?"
— "¡Qué me cuentes!" —Dijo —. "Algo te pasa, se te nota en el rostro. ¿Es acaso ese chico rubio que te acompañaba a veces?"
Solo asentí. No tenía ganas de hablar de ello. Emily, como te conté que se llamaba, solo sonrió. Ella ya había sacado un poco de información de mi con tanto interrogatorio que me había hecho, además que ella también tenía una situación similar: estaba saliendo con otra chica desde hace dos años.
— "Kiyomaro, sabes que los sentimientos no pueden ser transmitidos solo con miradas" —empieza con una sonrisa dulce en su rostro —. "No todas las personas son capaces de percibirlo. Creo que deberías intentar, por lo menos, decirle tus sentimientos".
— "Pero no es tan fácil" —sí, tenía miedo Gash, miedo de que el decir mis sentimientos significara que no vería a Apolo otra vez.
— "¡Claro que no es fácil! Pero ¿Qué crees que es mejor? ¿Seguir sufriendo mientras cayas o mejor arriesgar, aunque duela al principio?"
Baje la mirada mientras ella cubría mano. Era difícil tomar una decisión y no pude concentrarme mucho en las clases que me tocaban ese día. Pase pensando cómo hablar con Apolo. Intente ver muchos escenarios posibles para hablar con él y terminar con esto, pero tenía miedo. Sinceramente no quería dejar de verlo, pero los sentimientos en mi interior estaban consumiendo poco a poco mi ser. Dolía. Dolía demasiado pensar y recordar la noche en que él y esa tipa estaban fuera del bar teniendo sexo.
Que esa tipa, el pensar en todos sus amoríos me dolía.
Ese día terminó la universidad y yo me fui a casa. Estaba agotado emocionalmente, y solo iba a llegar a dormir un poco. Llegué sin saber cómo logré sobrevivir las calles. Abrí la puerta y entre, estaba a punto de cerrar cuando empujaron la puerta desde fuera y alguien entro. Todo había pasado tan rápido que no supe quién había entrado. Busqué velozmente un objeto para defenderme, tomé una sombrilla cercana y estaba a punto de blandirla cuando la otra persona la sujetó.
Y ahí estaba él.
Su rostro parecía molesto y su mirada se clavaba en mí. Sentí el calor subir por mi cuerpo al tenerlo tan cerca.
— "Hasta que al fin pude verte".
Su voz hizo temblar mi corazón. Sentía como todo trepaba en mi interior deseando ser liberado. Quería gritarle, confesar todo lo que mi corazón estaba guardando, pero al final solo me contuve.
— "Lo siento" —le dije mientras bajaba la cabeza y aflojaba un poco el agarre de la sombrilla —. "He tenido muchas tareas en la universidad".
— "Tareas mi trasero" —soltó enojado mientras me pegaba contra la pared con sus dos brazos a los lados de mi rostro. Estaba tan cerca de mí, esperaba que no sintiera mi corazón palpitar —. "¿Por qué?"
Lo mire sorprendido mientras sus ojos connotaban tristeza. Parecía dolido, mejor dicho, parecía tan triste como yo me sentía en esos momentos. Sus ojos estaban brillantes como si quisiera llorar en ese momento, como si de verdad estuviera sufriendo.
— "¿Por qué te escondiste de mí Kiyomaro?"
— "¿Y quién dice que me estaba escondiendo?"
— "¡Ni te atrevas a negarlo!" —gritó mientras las lágrimas empezaban a caer. Yo quedé estupefacto. No entendía por qué estaba llorando, cuando quien tenía las ganas de llorar era yo —. "Desde que te fuiste de la fiesta intenté encontrarte en la cafetería como siempre, te llamé incluso vine a buscarte varias veces, pero nunca estabas, nunca te encontraba y no me respondías. ¿Cómo crees que me hizo sentir eso? ¡Y sin explicación alguna! ¿Acaso hice algo malo? Kiyomaro, si te ofendí con algo dímelo. ¡Pero no desaparezcas porque sí! ¿Acaso no sabes que me preocupo por ti? ¿No sabes qué te apreció y que eres importante para mí? ¿Qué fue lo que hice?"
— "No hiciste nada malo" —le dije mientras miraba al suelo y lo alejaba un poco de mí. La tensión había desaparecido y ahora parecía sorprendido, era el momento o nunca pasaría, debía dejar salir todo —. "El que hizo algo malo fui yo... yo fui quién no pudo controlarse esa noche porque te vi con una mujer. Vi como tenías sexo con ella fuera de la discoteca y no pude soportarlo".
— "Kiyomaro, pero si tú querías ligar con ella pudis..."
— "¡Yo no quería nada con ella!" —le interrumpí antes que dijera algo más. Lo vi a los ojos y su sorpresa fue tal al verme con lágrimas bajando por mis mejillas —. "A mí me importa un pepino la tipa esa. ¡Con quién quería algo era contigo carajo! ¡Quién me gusta eres tú! No soporté verte con ella porque yo quería estar en su lugar. ¡Por eso intenté evitarte y olvidarte! No soporto escucharte hablar sobre cómo tienes sexo con mujeres que te parecen hermosas porque... porque... porque yo te amo Apolo. Me gustas desde hace ya bastante tiempo y me duele estar viéndote teniendo sexo con otras personas porque ellas no comprenden tu valor, ellas solo... solo..."
No pude terminar de hablar cuando sentí que él me abrazaba. Mi rostro se calentó tanto que mis lágrimas se vaporaron. Sentí como Apolo respiraba entrecortadamente a causa del llanto. Le regresé el abrazo e intenté calmar mi respiración.
— "Lo siento" —dijo —, "lo siento mucho. No sabía que... sentías lo mismo que yo".
Mi respiración se detuvo por un instante al escuchar esa frase. Mi mente parecía tener un corto circuito mientras él seguía.
— "Ya no aguantaba las ganas de tenerte desnudo que busqué satisfacción en otros. Créeme, mis manos ya no eran suficientes para satisfacerme mientras tu imagen salía en mi mente. Kiyomaro, ya no aguantaba. De verdad quería hacerte mío, quería que solo yo te hiciera sentir placer, quería ser yo quien te cuidara de todo y todos. Yo quería ser el único en tu vida, porque... también te amo".
Apreté el abrazo cuando terminó. Era una extraña mezcla de sentimientos en ese momento, estaba feliz pero a la vez triste, estaba sorprendido y extrañado. No entendía nada, pero parecía que algo estaba claro: los dos habíamos ocultado algunas cosas del otro por miedo.
— "Kiyomaro" —me llamó Apolo cuando separaba nuestros cuerpos y me observaba a los ojos —. "Me gustas, y no lo digo de mentira. Creo que tu habilidad te puede decir si estoy mintiendo o no, pero de verdad quiero estar contigo, y aunque no sea de la forma más romántica, por favor... sé mi novio".
Mi rostro seguía empapado y más lágrimas caían. No entendía, pero mi mente sin querer formuló la pregunta: ¿Era verdad? ¿Lo que estaba escuchando era verdad?, y sin que yo la activara, "comunicador de la respuesta" me respondió: Sí. Apolo no mentía, estaba siendo sincero. No pude soportar más mis ganas y me lancé a sus brazos. Lo besé como muchas veces había soñado. Él correspondió mi beso, tomo mis piernas, me elevó del suelo y me pegó a la pared. Nos besamos con pasión.
No supe cuando empezamos a luchar con nuestras lenguas. Enrede mis dedos en su cabello dorado mientras el acariciaba lo que tuviera a su alcance.
Cuando se nos hizo necesario el aire, nos separamos y sonreímos mientras calmábamos nuestras respiraciones. Junto su frente con la mía. Cerré los ojos sin quitar la sonrisa de mi rostro.
— "Entonces..." —dijo Apolo —. "Ahora somos novios ¿No?"
Asentí varias veces sin separar nuestras frentes. El río levemente mientras yo me armaba de valor para preguntar algo que nos llevaría a una experiencia maravillosa:
— "¿Vamos a mi habitación?"
Nos vimos a los ojos y Apolo sonrío. Me llevó hasta mi habitación, aunque estaba un poco extrañado que recordara la ubicación, pero le quité importancia cuando entramos a la habitación y me volvió a besar. Lentamente me depositó en la cama. Poco a poco fuimos quitando las prendas del otro mientras acariciábamos el cuerpo contrario buscando ese calor que tanto anhelábamos. Estaba perdiendo la poca cordura que me quedaba disfrutando del toque de Apollo. Yo no me quedé atrás acariciando su cuerpo bien marcado, sus brazos y piernas, toqué todo lo que pude.
De repente se detuvo y cubrió sus ojos, parecía un poco culpable.
— "Perdona, pero no traigo... esto..."
Su sonrojo me indicó que estaba apenado. Tome su rostro y lo besé, me acerqué a la gaveta, moví unas cuantas cosas y saque un puño de condones y una botella de lubricante.
— "No te preocupes" —le susurre mientras lo acercaba a mí —. "Tengo todo listo para ser tuyo".
Él sonrió y volvimos a besarnos. El calor de nuestros cuerpos empezaba a mezclarse. Empezó a besar mis mejillas y bajó por mi cuerpo, no quería quedarme atrás y me coloqué sobre él besando el suyo. Nos dejamos hacer ese día, besándonos por cada extremo de piel que queríamos conocer.
El momento que más me preocupaba era el entregarme, pero Apolo se encargó que todo fuera sencillo. Aunque dolió un poco, la verdad lo disfruté mucho. Nuestros gemidos posiblemente se escucharon hasta los pisos de arriba, pero no importó, porque ese día lo atesoro con todo mi corazón.
No recuerdo el día en que llegó tu última carta, pero sí, ya en esa época éramos novios con Apolo, y lo seguimos siendo. Sé que Apolo no le ha dicho a Ropes, aunque estamos escribiendo los dos la carta al mismo tiempo (él está en el comedor del apartamento), ambos estamos contando lo mismo. Tenemos miedo, porque no sabemos cómo puedan tomarlo ustedes, pero Gash, sigo siendo el mismo Kiyomaro... y estoy muy feliz.
Espero que sigas haciendo tus labores de rey y que no dejes que te pisoteen. Te extraño y esperaré tu respuesta... incluso si en tu siguiente carta dices que no quieres volver a escribirme, yo lo entenderé.
Con cariño.
Kido Kiyomaro»
Suspiro incorporándome en la silla. He estado sentado ya por unas cuantas horas, pero he terminado la carta. Solo debo ponerla en el sobre especial y escribir el nombre de Gash para que mágicamente se transporte al mundo Mamodo. Mis manos tiemblan al pensar en los posibles resultados, pero necesitaba contarle todo.
Doy un pequeño brinco al sentir un abrazo por la espalda.
— ¿Terminaste? —susurra Apolo y deposita un leve beso en mi mejilla.
— Sí, ¿y tú?
— También.
Hay un leve silencio. Puedo sentir el leve temor que tiene hacía la posible respuesta.
— Todo estará bien.
Digo y me muevo un poco para besar sus labios. Me besa y acaricia mi mejilla. Me muestra el sobre ya sellado listo para enviarse. Vuelvo a la mesa, doblo mi carta y la meto al sobre. Escribimos al mismo tiempo los remitentes y las cartas desaparecen con un leve destello en el aire. No importa lo que nos respondan Gash y Ropes, Apolo y yo nos tenemos el uno al otro.
Y espero siga así por un largo tiempo.
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¡Hola! He venido aquí a publicar una nueva historia, aunque en este caso estamos hablando de relatos que iré publicando según me sienta con deseos de escribir algo corto y como ejercicio también para mí.
Aquí habrá relatos eróticos, románticos, algo de fantasía, omegaverse (tal vez), dependerá de cómo me vaya sintiendo y que vaya saliendo.
Espero les guste :D
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