Mi queridísimo Darwin:

Hace tanto tiempo que no hablamos, tanto que incluso has llegado a hacerme falta, ¿por qué me dejaste?, ya no tengo ni idea si estoy haciendo lo correcto; en fin, hace tiempo que la señora Norris dejó de venir a atenderme, es demasiado débil, no creo que le haya hecho tanto daño al clavarle mi tenedor en la mano, yo no tengo la culpa, solo hice lo que pensé me hubieras sugerido para que dejara de molestarme con sus chillidos de cerdo, desde ese día me ponen una linda camisa blanca cada vez que me dan de comer y no dejan que mueva mis manos, ahora me dan los alimentos en la boca y me siento más miserable que antes.

Ayer soñé con el bosque, el mismo donde me dijiste que escondiera a aquella niña, no recuerdo su nombre, pero ella estaba ahí y aún estaba viva, con su lindo cabello rubio lacio con esos listones azules y llevaba el mismo vestido de gatitos, se veía adorable diciéndome "hermanito, no lo hagas", incluso pude oír su melodiosa voz, fue hermoso repetir esa escena y poder volver a manchar su vestido con aquel hermoso color rojo.

No importa que me insultes o me grites, solo necesito que regreses, el gato anaranjado regresó, trata de hacerme daño, yo lo sé, lo veo en sus cuencas vacías, sé que me observa aunque le haya arrancado los ojos, no deja de verme, y recuerdas al loro de las regaderas, no deja de gritarme, lo odio!

Los hombres de gris no dejan de meter esas asquerosas pastillas en mi comida, ni he podido ver la luz del sol desde hace una semana, no me dejan salir de aquí, dicen que soy un peligro, sé que cuando no los veo solo hablan de mí, me insultan, me aborrecen, pero yo no me iré, no se librarán de mi tan fácil, seré su maldito dolor de trasero hasta que muera y las ratas se atraganten con mis restos.

Recuerdas aquel enfermero, el que terminó sin un ojo porque quería ponerme esa vacuna cuando era un niño, lo sigo odiando, hace dos días me encontré imaginando que un camión pasaba sobre su cabeza, y adivina quien conducía, ¡YO!

Siento mi cabeza explotar, no paro de escuchar los lamentos de todas las personas a las que manche de carmesí, se lo merecían, merecían ser hermosas, yo no tengo la culpa, yo solo hice lo correcto, yo no quise que todos se enojaran conmigo, odio esto.

Solo quisiera que estuvieras aquí, quiero salir, volver a ver el sol, volver a embellecer a las personas con su propio carmesí, no quiero seguir aquí, odio estar encerrado, los locos de afuera se la pasan gritando, no puedo concentrarme en nada de lo que hago, intenté escribir esto otras dieciséis veces antes, pero nunca las terminaba, terminaba siempre atontado por una mosca o durmiendo en el frío suelo como siempre.

Desde que te fuiste dejaron de electrocutarme, creo que eso es lo único bueno que pasó desde ese trágico día, pero el más feliz para los de gris, se alegran de ya no verme hablando contigo en nuestro rincón favorito, ellos odiaban eso, malditos llorones.

Creo que he perdido la cabeza no sé si es por las drogas que lograron inyectarme, claro que ganándose unos cuantos rasguños y mordidas de mi parte, si no fuera porque me ataron a la cama, no sé si estoy en realidad escribiendo esto o es otro de mis sueños, las letras se hacen borrosas, alguna vez te dije que no soy bueno escribiendo cartas, pero estoy haciendo un esfuerzo, a cada minuto que pasa me siento más débil, creo que escuche a los de gris diciendo que alguien se iba a quedar en mi habitación, yo no quiero compartir.

Por primera vez en mi vida tengo miedo, lo que me inyectaron, era de lo que tanto hablaba el loco de al lado, "solo un poco y dormirás para no despertar", y ahora tengo mucho sueño, Darwin, tengo miedo de dormir y que ésta sea la última carta que escribiré para ti, no creo que vaya a despertar, pero si alguna otra persona encuentra esto, no me arrepiento de nada de lo que hice.

Firma: Hassel, o como me dicen ahora, "El maldito esquizofrénico".