Primero, a mi madre Ana Livier quien en todos estos años ha sido la encargada de criar a mi hermana y a mí, que a pesar a todos los obstáculos nos ha sacado adelante, la que me ha inculcado el amor hacia la lectura y que sin ella y su apoyo yo no sería quien soy ahora. A mi hermana Rosa Livier quien es la persona a quien más quiero a un que no siempre lo demuestre.

También quiero extender a mi amiga y consejera Lizet quien me ha estado apoyando y escuchando en cada locura y nuevo proyecto que se me ha cruzado por la mente, a Alma Martínez de quien me enamore, y quien me dio la inspiración de escribir este poemario, agradezco el amor que me dio aunque breve me enseño a quererme un poco más a mí, a ponerme a mí antes que a ninguna otra persona, me enseño que puedo dar también amor y también recibirlo, sobre todo su apoyo que me ha brindado, las mejores cosas están por llegar aún que el día sea gris.